La espada leal (6 page)

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Authors: George R. R. Martin

Tags: #Fantástico

BOOK: La espada leal
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—Dake —dijo Dunk—. Bennis dice que su nombre era Dake.

—¿Dake? —La mosca bajaba por su manga, deteniéndose para frotarse las patas. Ser Eustace la espantó, y se humedeció los labios bajo el mostacho—. Dake. Eso fue lo que dije. Un muchacho leal, le recuerdo bien. Forrajeaba para nosotros durante la guerra. Jamás tuvimos que cabalgar con el estómago vacío. Cuando Ser Lucas me informó de lo que le habían hecho a mi pobre Dake, hice juramento de no volver a poner un pie en ese castillo, de no ser para tomarlo en posesión. Así que ya veis, no puedo ir allí, Ser Duncan. Ni para pagar un precio de sangre ni por ninguna otra razón. No puedo.

Dunk comprendió.

—Puedo ir yo, mi señor. No he hecho ningún juramento.

—Sois un hombre bueno, Ser Duncan. Un valiente caballero, y honesto. —Ser Eustace le dio a Dunk un apretón en el brazo—. Ojalá los dioses no se hubieran llevado a mi Alysanne. Sois el tipo de hombre con quien siempre deseé que se desposara. Un verdadero caballero, Ser Duncan. Un caballero auténtico.

Dunk se estaba sonrojando.

—Le diré a lady Webber lo que me dijisteis sobre el precio de sangre, pero…

—Salvaréis a Ser Bennis del mismo destino de Dake. Lo sé. Yo no juzgo a los hombres a la ligera, y vos sois de buena pasta. Les haréis vacilar, Ser. Con vuestra sola presencia. Cuando esa mujer vea que Tiesa tiene semejante campeón, derribara el dique de muy buena gana. Dunk no supo que decir. Se arrodilló.

—Mi señor. Partiré mañana, y haré lo que pueda.

—Mañana. —La mosca voló en círculos, y se posó en la mano izquierda de Ser Eustace. Este levantó la derecha y la aplastó—. Sí. Mañana.

—¿Otro baño? —dijo Egg, consternado—. Os lavasteis ayer.

—Y después me pasé el día con la armadura puesta, nadando en sudor. Cierra la boca y llena la olla.

—Os lavasteis la noche que Ser Eustace os tomó a su servido —señaló Egg—.Y anoche, y ahora. Eso son tres veces, Ser.

—Tengo que tratar con una dama de alta alcurnia. ¿Quieres que aparezca ante su real trono oliendo como Ser Bennis?

—Tendríais que rebozaros en una bañera llena de excrementos de Maestra para oler tan mal como él, Ser. —Egg llenó la olla—. Sam Encorvado dice que el castellano de Fosafría es tan grande como vos. Su nombre es Lucas Inchfield, pero le llaman Dosmetros por su tamaño.

¿Creéis que será tan grande como vos, Ser?

—No. —Habían pasado años desde que Dunk conociera a alguien tan alto como él. Cogió la olla y la colgó sobre el fuego.

—¿Lucharéis con él?

—No. —Dunk casi deseaba que fuese de otro modo. Puede que no fuera el mejor guerrero del reino, pero el tamaño y la fuerza pueden solucionar muchas carencias. Sin embargo, no una carencia de intelecto. No era bueno con las palabras, y peor con las mujeres. El gigante Lucas Dosmetros no le amilanaba tanto como la perspectiva de enfrentarse a la Viuda Escarlata—.

Voy a hablar con la Viuda Escarlata, eso es todo.

—¿Qué le diréis, Ser?

—Que tiene que destruir el dique. —Debéis destruir el dique, mi señora, o si no…—. Quiero decir que le pediré que retire el dique. —Por favor, devolvednos nuestro Jaquel—. Si es tan amable. —Un poco de agua, mi señora, si no es molestia. Ser Eustace no querría que le rogara.

¿Cómo lo digo, entonces?

El agua enseguida empezó a echar vapor y a burbujear.

—Ayúdame a arrastrar esto hasta la bañera —le dijo Dunk al chico. Juntos, quitaron la olla del fuego y cruzaron la bodega hasta la gran tina de madera—. No sé cómo hablar con damas de alta cuna —confesó mientras vertían el agua—. Podríamos muy bien haber sido matados en Dorne, por lo que le dije a lady Vaith.

—Lady Vaith estaba loca —le recordó Egg—, pero vos podríais haber sido más galante. A las damas les gusta la galantería. Si pudierais rescatar a la Viuda Escarlata igual que lo hicisteis de Aerion con aquella titiritera…

—Aerion está en Lys, y la viuda no necesita que la rescaten. —No quería hablar de Tanselle. Tanselle La Giganta era su nombre, pero no era tan alta para mí. —Bueno —dijo el chico—, algunos caballeros le cantan canciones galantes a sus damas, o les tocan melodías con un laúd. —No tengo laúd. —Dunk parecía malhumorado—. Y aquella noche en Tabladillo que bebí demasiado, me dijiste que canté como un buey en una charca de cieno.

—Lo había olvidado, Ser.

—¿Cómo puedes olvidarlo?

—Me dijisteis que lo olvidara, Ser —dijo Egg, con absoluta inocencia—. Me dijisteis que me llevaría un bofetón en la oreja la próxima vez que lo mencionara.

—Nada de canciones. —Aunque hubiera tenido voz para ello, la única canción que conocía Dunk era «El oso y la hermosa doncella». Dudaba que le sirviera para ganarse a lady Webber.

La olla echaba humo otra vez. Forcejeó con ella para echar el contenido en la bañera.

Egg sacó agua para llenar la cazuela por tercera vez, y luego trepó de nuevo sobre el pozo.

—Será mejor que no toméis comida ni bebida en Fosafría, Ser. La Viuda Escarlata envenenó a todos sus maridos.

—No voy a casarme con ella. Es una dama de la nobleza, y yo soy Dunk de Lecho de Pulgas, ¿recuerdas? —Frunció el ceño—. ¿Cuántos maridos tuvo, exactamente? ¿Lo sabes?

—Cuatro —dijo Egg—, pero ningún niño. Cada vez que da a luz, un demonio viene por la noche y se lleva al bebé. La esposa de Sam Encorvado dice que vendía las criaturas antes de nacer al Señor de los Siete Infiernos, a cambio de enseñarle sus artes oscuras.

—Las damas de alta cuna no se mezclan con las artes oscuras. Bailan, cantan y hacen bordados.

—Quizá ella baile con demonios y borde encantamientos malignos —dijo Egg con entusiasmo—. ¿Y cómo sabéis lo que hacen las damas de alta cuna, Ser? Lady Vaith es la única que habéis conocido.

Aquello era insolente, pero cierto.

—Puede que no conozca ninguna dama noble, pero conozco a un chico que está pidiendo una buena bofetada. —Dunk se frotó la nuca. Un día entero con cota de malla la deja dura como la madera—. Tú has conocido a reinas y princesas. ¿Bailaban con demonios y practicaban las artes oscuras?

—Lady Shiera sí. La amante de lord Cuervo de Sangre. Se baña en sangre para mantener su belleza. Y una vez mi hermana Rhae puso una poción de amor en mi bebida para que me casase con ella en lugar de con mi hermana Daella.

Egg hablaba como si tal incesto fuese la cosa más natural del mundo. Para él, lo es. Los Targaryen se habían casado entre hermanos durante cientos de años, para mantener pura la sangre del dragón. Aunque el último dragón real había muerto antes que Dunk naciera, los reyes dragón seguían la tradición. Quizá a los dioses no les importe que se casen con sus hermanas.

—¿Funcionó la poción? —preguntó Dunk.

—Lo habría hecho —dijo Egg—, pero la escupí. No quiero una esposa, quiero ser caballero de la Guardia Real, y vivir solo para servir y defender al Rey. La Guardia Real hace juramento de no casarse.

—Esa es una cosa muy noble, pero cuando seas mayor puede que descubras que tienes una chica antes que una capa blanca. —Dunk estaba pensando en Tanselle La Giganta, y la forma en que ella le sonría en Vado Ceniza—. Ser Eustace me dijo que yo era la clase de hombre que le hubiera gustado para desposar a su hija. Su nombre era Alysanne.

—Está muerta, Ser.

—Sé que está muerta —dijo Dunk, molesto—. Si estuviera viva, me dijo. Si lo estuviera, le complacería que me casara con ella. O alguien como yo. Nunca antes había tenido un señor que me ofreciera su hija.

—Su hija muerta. Y puede que los Osgrey fuesen señores en tiempos pasados, pero Ser Eustace solo es un caballero con tierras.

—Sé lo que es. ¿Quieres un bofetón en la oreja?

—Bueno —dijo Egg—. Preferiría antes un bofetón que una esposa. En especial una esposa muerta, Ser. La olla está burbujeando.

Llevaron el agua hasta la bañera, y Dunk se quitó la túnica por encima de la cabeza.

—Llevaré mi túnica dorniana a Fosafría. —Era de seda de las arenas, la vestimenta más lujosa de las que poseía, pintada con su olmo y la estrella fugaz.

—Si la lleváis durante la cabalgada se empapará de sudor, Ser —dijo Egg—. Llevad la que teníais hoy. Yo llevaré la otra, y podréis cambiaros cuando lleguéis al castillo.

—Antes de llegar al castillo. Parecería un loco, si me cambiara de ropa en el puente levadizo. ¿Y quién te dijo que ibas a venir conmigo?

—Un caballero impresiona más si tiene un escudero que le atienda.

Aquello era cierto. El chico sabía de esas cosas. Debería. Sirvió dos años como paje en Desembarco del Rey. Aun así, Dunk era reticente a ponerlo en peligro. No tenía noción de la clase de recibimiento que le esperaba en Fosafría. Si esa Viuda Escarlata era tan peligrosa como se decía, podría acabar en una jaula, como aquellos dos hombres de la carretera.

—Te quedarás y ayudarás a Ser Bennis con los aldeanos —le dijo a Egg—. Y no me mires de esa forma tan hosca. —Se quitó los calzones, y se metió en la bañera de agua humeante—. Ahora ve y duerme, y déjame bañarme. No vas a ir, y se acabó la cuestión.

Cuando Dunk se despertó, Egg se había levantado y ya no estaba. La luz del sol matutino le daba en el rostro. Dioses misericordiosos, ¿cómo puede hacer tanto calor tan pronto? Se incorporó hasta quedarse sentado, se estiró y bostezó, se puso en pie y se dirigió tambaleante y somnoliento hacia el pozo, donde encendió una vela de sebo, se echó algo de agua fría en la cara y se vistió. Cuando salió a la luz del sol, Trueno estaba esperando junto al establo, ensillado y con las bridas puestas. Egg también estaba esperando, con su mula Maestra. El chico se había puesto las botas. Por una vez, parecía el escudero ideal, enfundado en un bonito jubón de cuadros verde y oro y un par de ajustados calzones de lana blancos.

—Los calzones estaban rotos por el trasero, pero la esposa de Sam Encorvado me los ha cosido —anunció.

—Las ropas eran de Addam —dijo Ser Eustace, mientras conducía su propio caballo gris fuera del establo. Un león jaquelado adornaba la raída capa de seda que el anciano tenía abrochada sobre los hombros—. El jubón es una fruslería húmeda por el baúl pero debería servir. Un caballero impresiona más si tiene un escudero que le atienda, así que he decidido que Egg os acompañe a Fosafría.

Engañado por un chico de diez años. Dunk miró a Egg y en silencio formó con la boca las palabras bofetón en la oreja. El chico sonrió abiertamente.

—También tengo algo para vos, Ser Duncan. Venid. —Ser Eustace sacó una capa, y la agitó con gesto desgarbado.

Era de lana blanca, bordada con cuadros de satén verde y paño de oro. Una capa de lana era lo último que necesitaba bajo semejante calor, pero cuando Ser Eustace la abrochó sobre sus hombros, Dunk vio el orgullo reflejado en su rostro, y se vio incapaz de rechazarla.

—Gracias, mi señor.

—Te queda bien. Ojalá pudiera ofrecerte más. —El mostacho del viejo tembló—. Envié a Sam Encorvado a buscar en la bodega entre las cosas de mis hijos, pero Edwyn y Harrold eran hombres pequeños, más delgados de pecho y más cortos de pierna. Nada de lo que dejaron os estaría bien, siento decir.

—La capa es suficiente, mi señor. No la deshonraré.

—No lo dudo. —Le dio una palmada a su caballo—. Pensé en cabalgar con vos parte del camino, si no tenéis objeción.

—Ninguna, mi señor.

Egg abrió la marcha colina abajo, sentado muy tieso sobre Maestra.

—¿Tiene que llevar ese sombrero de paja? —le preguntó Ser Eustace a Dunk—. Parece un poco tonto, ¿no creéis?

—No tan tonto como su cabeza pelada, mi señor. —Incluso a aquellas horas, con el sol apenas asomado al horizonte, hacía calor. Para la tarde, las sillas de montar estarán lo bastante calientes para levantarnos ampollas. Egg podría parecer elegante con las galas del chico muerto, pero estaría cocido como un huevo para el anochecer. Dunk al menos podía cambiarse; tenía su túnica buena en las alforjas, y la vieja verde de repuesto.

—Tomaremos el camino del oeste —anunció Ser Eustace—. Se utiliza poco en los últimos años, pero sigue siendo el camino más corto desde Tiesa hasta el castillo de Fosafría. —El sendero les llevó a rodear la colina por delante de las tumbas donde el viejo caballero había enterrado a su esposa y sus hijos, entre unas espesas moreras—. A mis chicos les encantaba coger las moras aquí. Cuando eran pequeños y venían a mí con las caras pegajosas y rasguños en los brazos, ya sabía donde habían estado. —Sonrió con cariño—. Vuestro Egg me recuerda a mi Addam. Un chico valiente, siendo tan joven. Addam estaba intentando proteger a su hermano herido Harrold cuando la batalla cayó sobre ellos. Un ribereño con seis bellotas en el escudo le arrancó el brazo con un hacha. —Sus tristes ojos grises se encontraron con los de Dunk—. Este viejo maestro vuestro, el caballero de Pennytree… ¿luchó en la Rebelión de Fuegoscuro?

—Lo hizo, mi señor. Antes de acogerme. —Dunk no tenía más de tres o cuatro años y corría medio desnudo por los callejones de Lecho de Pulgas, más animal que niño.

—¿Con el dragón rojo o con el negro?

¿Rojo o negro? Era una pregunta peligrosa, incluso ahora. Desde los tiempos de Aegon el Conquistador, las armas de la Casa Targaryen habían mostrado un dragón de tres cabezas, rojo sobre negro. Daemon el Pretendiente había intercambiado esos colores en sus propios estandartes, al igual que hacían muchos bastardos. Ser Eustace es mi señor por juramento, se recordó Dunk. Tiene derecho a preguntar.

—Combatió bajo el estandarte de lord Hayford, mi señor.

—¿Barras verdes sobre oro, una banda ondulada color verde pálido?

—Puede ser, mi señor. Egg lo sabrá. —El muchacho podía recitar los escudos de armas de la mitad de los caballeros de Poniente.

—Lord Hayford era un notable unionista. El rey Daeron le nombró su Mano justo antes de la batalla. Butterwell había hecho un trabajo tan pésimo que muchos cuestionaban su lealtad, pero lord Hayford había sido leal desde el principio.

—Ser Arlan estaba detrás de él cuando cayó. Un lord con tres castillos en el escudo le derribó.

—Muchos hombres buenos cayeron ese día, en ambos bandos. La hierba no era roja antes de la batalla. ¿Os dijo eso vuestro señor Arlan?

—A Ser Arlan no le gustaba hablar de la batalla. Su escudero también murió allí. Su nombre era Roger de Pennytree, hijo de la hermana de Ser Arlan.— Incluso decir su nombre hizo que Dunk se sintiera vagamente culpable. Robé su lugar. Solo los príncipes y los grandes señores tienen los medios para mantener dos escuderos. Si Aegon el Indigno le hubiera dado su espada a su heredero Daeron en lugar de a su bastardo Daemon, puede que nunca hubiera tenido lugar una Rebelión de Fuegoscuro, y Roger de Pennytree podría estar vivo hoy. Habría un caballero en algún sitio, uno más verdadero que yo. Yo habría acabado en la horca, o habría sido enviado a la Guardia de Noche, a vigilar el Muro hasta que muriese.

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