A pesar de todo, el folleto
X advierte
no dejó de causar un profundo efecto. En casi todos los países se extendió la Unión Popular contra las salamandras y se fundaron sociedades para la persecución de las salamandras, clubes antisalamándricos, comités para la salvación del género humano y muchas otras organizaciones de esta clase. Las salamandras delegados de Ginebra fueron insultadas cuando se dirigían a una de las reuniones de la Comisión para el estudio del Problema de las Salamandras. En las cercas de madera de las costas marítimas aparecieron letreros amenazadores como «Muerte a las salamandras», «Fuera las salamandras», etc. Muchas salamandras fueron apedreadas y ninguna se atrevía a sacar la cabeza fuera del agua hasta que llegaba la noche. Sin embargo,
por su parte
, ellas no hicieron ninguna demostración de protesta o actos de represalia. Eran, sencillamente, invisibles, por lo menos durante el día, y la gente que miraba a través de las vallas protectoras veía solamente el mar infinito y agitado. «¡Miren esos bichos!», decía la gente con odio, «¡ni siquiera se dejan ver!»
El terremoto de Luisiana
Aquel día —11 de noviembre a la una de la madrugada— se sintió en Nueva Orleans un brusco movimiento de tierra. Algunas casuchas del distrito de los negros se derrumbaron y la gente, presa de pánico, se lanzó a las calles. Pero la sacudida no se repitió. Solamente se oyó como un zumbido y un choque furioso, seguido de un corto ciclón que rompió las ventanas y barrió los techos de las callejuelas de los negros. Perecieron algunas decenas de personas. Después de esto, comenzó a caer una lluvia de fango.
Mientras que los bomberos de Nueva Orleans acudían en ayuda de las calles más perjudicadas, llegaron telegramas de Morgan City, Plaquemine, Báton-Rouge y Lafayette: «¡S.O.S! ¡Envíen inmediatamente columnas de salvamento! Hemos sido medio barridos por el terremoto y el ciclón; el dique del Mississipi a punto de ceder; preparen inmediatamente zapadores, ambulancias y todos los hombres capaces de realizar cualquier trabajo de ayuda.» De Fort Livingston llegó solamente una lacónica noticia: «Haló, ¿también les han hecho algún regali-to?» Después llegó el mensaje de Lafayette: «¡Atención! ¡Atención! La parte más afectada por el terremoto y el ciclón es Nueva Iberia. Las comunicaciones entre Nueva Iberia y Morgan City deben de estar cortadas. ¡Envíen socorros hacia allí!» Inmediatamente después se recibió una conferencia telefónica de Morgan City: «No conseguimos ponernos en contacto con Nueva Iberia. Están destruidas todas las carreteras y líneas férreas. Envíen barcos y aviones a la Bahía de Vermillion. Nosotros ya no necesitamos nada.
Tenemos unos treinta muertos y cien heridos.» Más tarde llegó un telegrama de Baton-Rouge: «Tenemos noticias de Nueva Iberia. Ocúpense principalmente de Nueva Iberia. Aquí envíen solamente obreros, pero ¡rápidamente!, hay peligro de que se rompan los diques. Hacemos todo lo que está en nuestras manos.» Después: «Haló, haló, Shreveport, Natchitoches, Alejandría, envíen trenes de ayuda a Nueva Iberia. Haló, haló, Memphis, Winona, Jackson, envíen trenes vía Nueva Orleans. Todos los automóviles llevan gente en dirección a la presa de Báton-Rouge.» «Haló, haló, aquí Pascagoula. Aquí ha habido unos cuantos muertos. ¿Necesitan ayuda?»
Mientras tanto, ya habían salido vehículos de bomberos, ambulancias y trenes de ayuda en dirección a Morgan City, Patterson y Franklin. Después de las cuatro de la mañana llegó la primera noticia, algo más concreta: «El camino entre Franklin y Nueva Iberia, siete kilómetros al oeste de Franklin, está cortado por el agua; parece ser que, a causa del terremoto, se abrió allí una brecha profunda que llega a la Bahía de Vermi-llion y que está inundada por el mar. Según se ha podido comprobar hasta ahora, dicha grieta avanza desde la Bahía de Vermillion en dirección noroeste-oeste, y cerca de Franklin se desvía hacia el norte, hacia la boca del Lago Grande. Después sigue de nuevo hacia el norte, por la línea Plaquemine-Lafayette, donde termina en una vieja laguna. El segundo ramal de la brecha une Lago Grande, por el este, con el lago de Napoleonville. La longitud total de la hendidura es de unos ochenta kilómetros, y la anchura de dos a once kilómetros. Parece ser que aquí estuvo el centro del terremoto. Se puede decir que ha sido una extraordinaria casualidad el que esta brecha se desviase de todos los pueblos mayores. Sin embargo, el número de víctimas es bastante elevado. En Franklin ha llovido 60 cm de fango, en Patterson 45 cm. La gente de la Bahía de Atchafalaya cuenta que durante la sacudida se retiró el mar, de pronto, unos tres kilómetros, volviendo luego en forma de una ola de treinta metros de altura. Se teme que haya perecido mucha gente en las costas. Todavía no hay comunicación con Nueva Iberia.»
Mientras tanto, había llegado a Nueva Iberia, desde el este, un tren de Natchitoches; las primeras noticias enviadas por las líneas de Lafayette y Báton-Rouge eran terribles. Ya algunos kilómetros antes de llegar a Nueva Iberia el tren tuvo que detenerse porque el camino estaba inundado de fango. Nueva Iberia había desaparecido, al parecer, bajo la avalancha de fango. Era imposible avanzar a oscuras y bajo una lluvia continua. Todavía no se había logrado establecer comunicación con Nueva Iberia.
Al mismo tiempo llegaron noticias de Báton-Rouge: «En las márgenes del Mississipi ya trabajan unos cuantos miles de hombres stop si por lo menos dejara de llover stop necesitamos picos y palas envían gente stop mandamos ayuda a Plaquemine están muy apurados esos desgraciados.»
MENSAJE DE FORT JACKSON
A LA UNA Y MEDIA DE LA MAÑANA NOS ARREBATÓ UNA OLA MARINA TREINTA CASAS NO SABEMOS QUÉ OCURRIÓ UNAS TREINTA PERSONAS FUERON ARRASTRADAS PRECISAMENTE AHORA ACABO DE ARREGLAR EL APARATO EL EDIFICIO DE CORREOS FUE TAMBIÉN ARRASTRADO HALÓ COMUNIQUEN A MINNY LACOST QUE NO ME HA OCURRIDO NADA SOLAMENTE ME HE ROTO UNA MANO Y ME HE QUEDADO SIN TRAJE TELEGRAFÍEN POR FAVOR QUÉ ES LO QUE HAOCURRIDO PERO LO PRINCIPAL ES QUE EL TRANSMISOR ESTÁ OKEY FRED
DE PORT EADS LLEGARON LAS NOTICIAS MÁS BREVES
BURYWOOD HA SIDO ARRASTRADO COMPLETAMENTE HACIA EL MAR TENEMOS GRAN CANTIDAD DE VÍCTIMAS
Mientras tanto —esto era alrededor de las ocho de la mañana— volvieron los primeros enviados a los lugares afectados por los terremotos y ciclones. Toda la costa desde Port Arthur (Texas) hasta más allá de Mobile (Alabama), había sido inundada por una inmensa ola; por todas partes se veían casas destruidas o dañadas. «Al suroeste de Luisiana (desde la carretera de Lago Charles, Alejandría-Natchez y sur del Mississipi hasta la línea Jackson-Hattiesburgo-Pascagoula) todo está cubierto completamente de fango. En la Bahía de Vermillion se ha producido un cambio en el litoral; el mar penetra en la tierra formando una nueva ensenada de una anchura de tres a diez kilómetros. Esta penetración, más bien en forma de fiordo, llega casi hasta Plaquemine. Parece ser que Nueva Iberia está destruida, pero se puede ver a mucha gente quitando el fango de casas y caminos. Nos fue imposible aterrizar. El mayor número de víctimas será, seguramente, en las costas marítimas. Frente a Point au Fer se está hundiendo un barco, según parece, mexicano. Junto a las Islas Chandeleur el mar está cubierto de ruinas. La lluvia en toda la región continúa. Hay buena visibilidad.»
La primera edición especial de los periódicos de Nueva Or-leans salió, como es natural, después de las cuatro de la mañana. Durante el día aumentaron las nuevas publicaciones y los detalles, y hacia las ocho se publicaron ya fotografías de las zonas afectadas y mapas de los nuevos golfos y ensenadas. A las ocho y media salió en los periódicos la entrevista con el destacado sismólogo de la Universidad de Memphis, Dr. Wilbur R. Brownell, en la que explicaba los motivos del terremoto en Luisiana. «Por ahora no podemos extraer conclusiones definitivas», declaró el distinguido sabio, «pero parece que estas sacudidas no tienen nada en común con las actividades volcánicas, tan intensas, hasta ahora, en la región volcánica del centro de México, que está, precisamente, frente a la zona afectada. Los terremotos de hoy parecen ser más bien de origen tectónico, o sea, producidos por la presión de las moles montañosas: por una parte, Sierra Madre y las Montañas Rocosas, por la otra, la cordillera de los Apalaches en la vasta depresión del Golfo de México, cuya continuación es la amplia hondonada junto a la baja corriente del Mississipi. La brecha que viene ahora desde la Bahía de Vermillion es sólo un nuevo y casi imperceptible fragmento, un pequeño episodio en los hundimientos geológicos de los que surgieron el Golfo de México y el Mar Caribe, con su corona de las Antillas mayores y menores. No hay duda de que los asentamientos de las capas geológicas continuarán, y producirán nuevos terremotos, rupturas y brechas. No sabemos si la brecha de Vermillion es, solamente, una nueva «obertura» para revivir el proceso tectónico, cuyo centro está, precisamente, en el Golfo de México. En este caso, quizá seamos testigos de una gigantesca catástrofe a consecuencia de la cual una quinta parte de los Estados Unidos podría convertirse en fondo marino. En cambio, caso de producirse esto, podemos contar con que empezaría a elevarse el fondo del mar alrededor de las Antillas o todavía más al este, en el lugar en que los antiguos mitos señalaban a la sumergida Atlántida.»
«Por otra parte», continuaba la distinguida autoridad científica, en tono consolador, «no es necesario temer que en los lugares afectados aparezcan manifestaciones volcánicas. Los supuestos cráteres expulsores de fango no son más que la erupción de gases legamosos que se produjeron, seguramente, en la grieta de Vermillion. No sería extraño que en la cuenca del Mississipi se encontrasen inmensas burbujas de gas que, al ponerse en contacto con el aire, pueden explotar y arrastrar consigo cientos de miles de toneladas de agua y fango. Pero «para poder dar una explicación definitiva», continuaba el Dr. F. Brownell, «será preciso estudiar otras experiencias.»
Mientras las impresiones de Brownell se imprimían en los rodillos de las imprentas, recibió el Gobernador del Estado de Luisiana el siguiente telegrama de Fort Jackson:
SENTIMOS PÉRDIDAS DE VIDAS HUMANAS STOP HEMOS TRATADO DE DESVIARNOS VUESTRAS CIUDADES PERO NO HABÍAMOS CONTADO CON EXPANSIÓN Y CHOQUE AGUAS MARINAS DURANTE EXPLOSIÓN STOP HEMOSENCONTRADO TRESCIENTAS CUARENTA Y SEIS VÍCTIMAS EN TODA LA COSTA STOP EXPRESAMOS NUESTRO MÁS SENTIDO PÉSAME STOP CHIEF SALAMANDER STOP HALÓ HALÓ AQUÍ FRED DALTON CENTRAL CORREOS FORT JACKSON EN ESTEMOMENTO ACABAN SALIR DE AQUÍ TRES SALAMANDRAS QUE PUSIERON HACE DIEZ MINUTOS TELEGRAMA EN CORREOS Y ME APUNTARON CON SUS PISTOLAS PERO YA SE HAN MARCHADO ESAS HORRIBLES BESTIAS PAGARON Y CORRIERON AL AGUA PERSEGUIDAS SÓLO POR PERRO DEL FARMACÉUTICO NO DEBERÍAN ANDAR POR LA CIUDAD APARTE ESTO NO HAY NOVEDAD RECUERDOS A MINNY LACOST BESOS DEL TELEGRAFISTA FRED DALTON
El Gobernador del Estado de Luisiana estuvo largo rato inclinado sobre este telegrama, moviendo dudoso la cabeza. «Este Fred Dalton debe de ser algún bromista», se dijo, «mejor será que no lo entregue a los periódicos.» Y guardó el telegrama.
Chief Salamander impone condiciones
Tres días después del terremoto de Luisiana se tuvo la noticia de otra catástrofe geológica, esta vez en China. Tras un gigantesco y atronador terremoto se abrió una brecha en las costas marítimas de la provincia de Kiangsu, al norte de Nanking, aproximadamente entre la desembocadura del Yang-tse y el viejo cauce del Hwan-ho. Esta brecha fue inundada por el mar y se unió con los grandes lagos de Pan-yun y Huns-tsu, entre las ciudades de Hwaingan y Fugyang.
Parece ser que, a consecuencia del terremoto, el Yang-tse se salió de su cauce y corría en dirección al lago Tai y hacia Hang-chou. De momento no era posible calcular las víctimas. Cientos de miles de personas huían hacia las provincias del norte y del sur. Los barcos de guerra japoneses recibieron orden de navegar hacia las costas afectadas por el terremoto.
Aunque los terremotos de Kiangsu superaron en mucho, por su extensión, a la catástrofe de Luisiana, se les dedicó mucha menos atención, porque la gente ya está acostumbrada a los desastres en China y allí, al parecer, no le daban importancia a unos millones de vidas más o menos. Además de esto, se comprobó científicamente que se trataba tan sólo de un terremoto tectónico, en conexión con las profundas fosas marinas cercanas a las islas Riukiu y a las Filipinas. Sin embargo, tres días después marcaron los sismógrafos europeos nuevas sacudidas de tierra, cuyo centro parecía estar en algún lugar del archipiélago de Cabo Verde. Noticias más detalladas aseguraban que habían sido azotadas por fuertes terremotos las costas de Senegambia, al sur de San Luis. Entre las localidades de Lampul y Mboro surgió una profunda hendidura inundada por el mar, que avanzó hacia Merinaghen y Dimarske. Según testigos oculares brotó de la tierra, acompañada de un ruido atronador, una gran columna de fuego y vapor que esparció arena y piedras en una gran circunferencia. Seguidamente se oyó el ruido tempestuoso del mar que avanzaba por las grietas abiertas. El número de víctimas era desconocido de momento.
Este tercer terremoto despertó una especie de pánico. «¿Reviven acaso las actividades volcánicas de la tierra?», preguntaban los periódicos. LA CORTEZA TERRESTRE EMPIEZA A RESQUEBRAJARSE, anunciaban los diarios de la tarde. Los expertos expresaron su opinión de que «la brecha senegambesa surgió quizá a causa de la erupción de vetas volcánicas conectadas con el volcán de Pico, en la Isla de Fogo, que existían en el archipiélago de Cabo Verde. Este volcán estaba en erupción todavía en el año 1847 y, desde entonces, se le consideraba extinguido. El terremoto del África Occidental no tenía, pues, nada que ver con los movimientos sismológicos de Luisiana y Kiangsu, que eran seguramente de origen tectónico». Pero, según parece, a la gente le daba lo mismo que la tierra se resquebrajase por motivos tectónicos que volcánicos. La realidad es que, ese día, estaban todas las iglesias llenas de creyentes que oraban. En muchas regiones hubo necesidad de dejarlas abiertas durante toda la noche.