La paja en el ojo de Dios (72 page)

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Authors: Jerry Pournelle & Larry Niven

Tags: #Ciencia Ficción

BOOK: La paja en el ojo de Dios
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—Quiere usted decir los Mediadores —dijo Jock cuidadosamente—. Sí. Por supuesto.

Siguió un nuevo silencio.

—¿Todos ustedes? —preguntó Renner.

—Desde luego. Somos formas híbridas. A ninguno de ustedes parece satisfacerles la respuesta. Sally, ¿qué es lo que les preocupa? Los Mediadores fueron una evolución tardía, y la evolución se realiza por grupos y tribus tan a menudo como por individuos... eso se cumple también en los humanos, ¿no?

Hardy asintió.

—No sólo nosotros. La mayor parte de las formas de vida alienígenas que hemos encontrado se ajustan también a esa norma.

—Gracias. Suponemos que las tribus con Mediadores sobrevivirán mejor que las que no los tienen. No hemos visto nunca un Mediador fértil, pero si hubo uno alguna vez, debió de actuar sin duda más en interés de sus hijos que de la tribu. —El pajeño se encogió de hombros—. Todo esto es pura especulación, claro está. Nuestra historia no llega tan atrás. En cuanto a mí, me gustaría tener hijos, pero siempre he sabido que no los tendría... —El pajeño se encogió de hombros de nuevo—. Aun así es una lástima. El acto sexual es el más placentero. Lo sabemos. Podemos proyectarnos perfectamente en los Amos y captar sus sentimientos.

Hubo más silencio. Hardy carraspeó, pero no dijo nada.

—Sally, ya que hablamos de problemas pajeños, hay algo más que debéis saber sobre nosotros.

La pesadez del ambiente podría cortarse con un cuchillo, pensó Rod. Por qué será tan deprimente...

—Comparada con vuestra especie, la nuestra es de vida muy corta. Nosotros tres fuimos elegidos por nuestra experiencia e inteligencia, no por nuestra juventud. Vivimos bastante menos de diez años.

—Pero...
¡No!
—Sally estaba visiblemente alterada—. ¿Todos ustedes?

—Sí. Hubiese preferido no tocar este doloroso tema, pero todos consideramos oportuno explicarlo. Los desfiles, las recepciones oficiales y todo lo demás nos resulta muy agradable. Suponemos que será una gran satisfacción resolver el misterio de por qué hacen ustedes todo eso. Pero debemos también establecer relaciones comerciales y diplomáticas con ustedes, y hay un límite temporal muy definido...

—Sí —dijo Sally—. Sí, por supuesto. ¿No hay ni siquiera diez años? Jock se encogió de hombros.

—Los Mediadores viven un total de veinticinco años. Unos más, otros menos. Suponemos que ustedes tendrán también sus propios problemas.

—La voz alienígena adquirió un tono de amarga ironía—. ¡Como todas esas guerras que padecen por falta de Mediadores!

El pajeño miró a su alrededor. Hubo más silencio y más ojos en blanco.

—Parece que les he inquietado. Lo siento, pero había que decirlo... Lo mejor será que sigamos mañana, cuando hayan tenido tiempo para pensar en esto.

—Emitió una nota aguda y dulce y Charlie e Ivan le siguieron hacia la zona privada de los aposentos pajeños. La puerta se cerró suavemente tras ellos.

Mientras caminaban hacia la habitación de Ivan, Charlie parloteaba con el Amo. Entraron y cerraron la puerta; aunque estaban seguros de que no había ningún sistema de espionaje, hablaron en un idioma lleno de alusiones poéticas. Los humanos jamás podrían descifrarlo.

La postura del Amo era exigir una explicación.

—No había tiempo para consultas —gritó Jock
—.
Tenía que hablar inmediatamente, antes de que diesen demasiada importancia a la pregunta.


Les dijiste que sí —dijo Ivan
—.
Podrías haberles dicho que no. O que quizás. O que unos sí y otros no...

—Podrías haberles dicho —añadió Charlie

que nosotros no hablamos de esas cosas. Ya conoces a los humanos, ya sabes que no les gusta hablar abiertamente de cuestiones sexuales.

—Pueden hacerlo cuando quieran —protestó Jock
—. Y
su petición siguiente habría sido que nos sometiésemos a un examen de sus xenólogos. Nos hemos sometido ya a exámenes de sus médicos... ¿cómo íbamos a negarnos ahora?

—Sus xenólogos no encontrarían nada —dijo Ivan—. Un macho mostraría ausencia de esperma, pero vosotros sois hembras. Charlie fingió un pesar protocolario.

—Las circunstancias me obligan a discrepar de usted, Amo.

—Sus primeros exámenes no perseguían nada concreto. ¿Estás seguro de que ahora no podrían ser más exhaustivos? ¿De que no descubrirían que los tres sufrimos desequilibrios hormonales? —Charlie movió los brazos disculpándose por recordar al Amo su esterilidad; siguió luego moviéndolos para indicar que las circunstancias le obligaban—. El mismo desequilibrio que detectaron en la minera Marrón. Desequilibrio que no estaba presente cuando la encontraron, pero que se desarrolló antes de que muriese a bordo de la
MacArthur.

Los otros se quedaron de pronto inmóviles.
Charlie continuó inexorable.

—No son tontos. Pueden muy bien haber relacionado esas alteraciones con la abstinencia sexual. ¿Qué han descubierto sobre los Relojeros? Han tenido sin duda Relojeros para examinarlos; no hay duda de que la Minera debió de llevarlos a bordo.

—¡Demonios! —Ivan se quedó pensativo—. ¿Encerrarían a los Relojeros en lugares distintos?

Ambos Mediadores hicieron un gesto que indicaba ignorancia.


Jock tenía razón para contestar como lo hizo —dijo Charlie—. Ellos tenían el cuerpo que iba a bordo de la sonda de Eddie el Loco. Tenía que haber uno, y tenía que ser un Mediador, un joven con mucha vida por delante para poder negociar con quien hubiese aquí cuando llegase la sonda.

—Pero según nuestros archivos ese Mediador estaría muerto —dijo Jock—. Tenía que estarlo; y los humanos no aprenderían nada de él. ¡Demonios! ¿Y si los archivos fallaran...?

—Si los archivos fallaran. Si tuviésemos un Marrón. Si los humanos nos dijesen lo que hicieron con la sonda. Si los humanos nos dijesen por qué destruyeron la
MacArthur.
Dejaos de una vez de frases sin sentido. Debemos enterarnos por los humanos —ordenó con decisión Ivan
—.
¿Qué os parece que pudieron aprender los humanos del piloto de la sonda?


Lo diseccionarían, sin duda —dijo Charlie—. Sus ciencias biológicas son tan avanzadas como las nuestras. Más aún. Hablan de técnicas de ingeniería genética no registradas en ningún museo, y desde luego aún no descubiertas en este Ciclo. Así que debemos suponer que sus xenobiólogos pudieron descubrir que el Mediador era estéril. El Fyunch(click) de Renner le dijo que los Mediadores eran híbridos.

—Eddie el Loco. Incluso entonces —dijo Ivan—. Ahora ella discute incesantemente con su Amo —hizo una pausa, pensativo, balanceando los brazos para pedir silencio
—.
Lo has hecho bien —dijo a Jock—. De todos modos se habrían enterado de que sois estériles. Es crucial que no descubran lo importante que es eso. ¿Descubrirán con esto los humanos que los Fyunch(click) pueden mentirles y les mienten?

Silencio. Por fin habló Jock:


No sabemos. El Fyunch(click) de Sally habló con ella de la sexualidad, pero la conversación fue a bordo de la nave humana. No está registrada, sólo sabemos lo que se nos dijo.


Lo que nos dijo un Eddie el Loco —añadió Ivan.

—Hice todo lo posible por distraerles —dijo Jock.

—Pero ¿lo lograste?

—Sí. Era evidente por sus
caras.

Ivan era incapaz de entender una
cara
humana. Pero comprendía la idea: había músculos alrededor de los ojos y de la boca de los humanos, utilizados para indicar emociones, como los gestos pajeños. Los Mediadores podían descifrarlas.


Sigue.


Hice una alusión directa al acto sexual para desviar sus pensamientos. Luego el hecho de nuestro período de vida, revelado como podría revelarse que se padece una enfermedad mortal. Ahora esas longevas criaturas llorarán por nosotros.

—Bueno, podría ser —convino Charlie.

—No hay duda de que se compadecerán de nosotros por nuestras taras. Puede incluso que intenten remediarlas.

Ivan se volvió rápidamente a Jock.


¿Crees que pueden hacer eso?


¡No, Amo! ¿Soy yo acaso Eddie el Loco? Ivan se tranquilizó.

—Debéis considerar esto cuidadosamente. Analizaréis los datos que tienen los humanos y lo que pueden deducir de ellos. ¿No había dos Ingenieros, además de vuestro Amo, a bordo de la nave embajadora que se encontró con la
MacArthur?


Así es —dijo Jock.

—¿Y cuántas crías de Mediadores había cuando regresaron?

—¡Yo tenía cuatro hermanas!

—¡Maldita sea! —Ivan quería decir más; pero indicar lo obvio habría sido perder para siempre la lealtad de Jock; podría incluso haber afectado a Charlie, produciéndole desviaciones anormales. Los Mediadores se identificaban con los Amos. Sentían las emociones habituales de los Amos hacia los niños.

Aunque estéril desde temprana edad, Ivan no era inmune a aquellas emociones; pero él sabía. Aquellos niños deberían haberse salvado.

51 • Después del baile

—No tiene objeto sentarse aquí —proclamó Renner.

—Sí. —Rod abría la marcha hacia la oficina-suite de la Comisión en Palacio. Sally le seguía silenciosa.

—Kelley, creo que sería mejor traer una ronda de copas —dijo Rod cuando se sentaron a la mesa de conferencias—. Para mí, doble.

—De acuerdo, señor.

Kelley dirigió una mirada de desconcierto a Rod. ¿Estaba ya creándole problemas Lady Sally? ¡Pero si aún no se habían casado!

—¡Veinticinco años! —exclamó Sally.

Había amargura y cólera en su voz. Lo repitió, dirigiéndose esta vez al capellán Hardy:

—¿Veinticinco años? —Y esperó a que él explicara un universo en el que había tanta injusticia.

—Quizás sea el precio que pagan por poseer una inteligencia superior a la humana —dijo Renner—. Es un precio muy elevado.

—Hay compensaciones —dijo pensativo Hardy—. Su inteligencia. Y su amor a la vida. Probablemente hablen tan deprisa porque piensan a la misma velocidad. Supongo que los pajeños se aprovechan cumplidamente de sus pocos años de vida.

Hubo más silencio. Volvió Kelley con una bandeja. Distribuyó los vasos y se fue, con una expresión de desconcierto y desaprobación.

Renner miró a Rod, que estaba en posición de pensador: el codo sobre el brazo de la silla, la barbilla sobre el puño cerrado, cavilando ceñudo. Kevin alzó su vaso.

—Brindemos.

Nadie contestó. Rod no tocó su vaso. Un hombre podía vivir una vida feliz y útil en un cuarto de siglo, pensó ¿No vivían aproximadamente eso en la época preatómica? Pero no podía ser una vida completa. Yo tengo ahora, pensaba, veinticinco años, y no he creado una familia, ni he vivido con la mujer a la que amo, ni siquiera he iniciado mi carrera política...

Observó a Sally, que se había levantado y paseaba. ¿Qué querrá hacer? ¿Querrá resolverles ese problema? Si no pueden ellos, ¿cómo vamos a poder nosotros?

—Esto no nos lleva a ninguna parte —dijo Renner. Alzó de nuevo el vaso—. Bueno, si a los Mediadores no les preocupa ser híbridos estériles de vida tan corta, por qué ha de importarnos a nosotros... —se detuvo a media frase—. ¿Estériles? ¿Híbridos? Entonces las crías de Mediadores de la nave embajadora... tenían que ser hijas de los dos Marrones y del Blanco oculto.

Todos le miraron. Sally dejó de pasear y se sentó de nuevo.

—Había cuatro crías cuando regresarnos a Paja Uno —dijo—. ¿No es cierto?

—Así es —dijo Hardy; hizo girar el coñac en el vaso—. Es una tasa de natalidad muy elevada.

—Pero viven tan poco tiempo —alegó Sally.


Uno
sería una tasa de natalidad muy alta en aquella nave. En aquella misión. —Renner parecía seguro—. Capellán, ¿consideraría usted eso una situación ética? Salían al encuentro de una raza extraña muy bien armada. Eran frágiles piezas de una nave desarmada. La solución era sembrar de hijos el lugar y...

—Ya entiendo por dónde va —dijo Hardy—. Pero quiero pensarlo con calma. Quizás...

Le interrumpieron unos puños que aporreaban la mesa. Dos puños. Los de Sally.

—¡Demonios! —cogió el estilete y garrapateó símbolos en la placa de su computadora; la máquina ronroneó y parpadeó—. Estábamos esperando el vehículo de transferencia. Yo sé que no lo interpreté mal. No
podría
haberlo hecho.

Hardy miró desconcertado a Sally. Renner hizo una pregunta a Rod. Rod se encogió de hombros y miró a Sally.

—Su pajeña nunca le dijo que fuesen híbridos estériles —explicó a los demás.

La computadora ronroneó de nuevo. Sally asintió y activó el indicador de instrucciones. Se iluminó una pantalla en la pared del fondo y apareció en ella Sally Fowler, ocho meses más joven, hablando con una Marrón-y-blanca. Las voces eran extrañamente idénticas.

Pajeña:
Pero ustedes se casan para tener hijos. ¿Y quién se encarga de los hijos nacidos sin matrimonio?

Sally:
Hay centros de caridad.

Pajeña:
Supongo que usted nunca...

Sally:
No, por supuesto que no.

La Sally real estaba a punto de ruborizarse, pero su expresión seguía siendo agria.

Pajeña:
¿Cómo no? No quiero decir
por qué
no, quiero decir
cómo
no.

Sally:
Bueno... Ya sabe que los hombres y las mujeres tienen que tener relaciones sexuales para hacer un niño, lo mismo que ustedes... les he examinado con bastante detenimiento...

—Quizás no con el suficiente —comentó Hardy.

—Al parecer no —dijo Sally—. Chisss.

Pajeña:
¿Pildoras? ¿Cómo actúan? ¿Hormonas?

Sally:
Exactamente.

Pajeña:
Pero una mujer honrada no las usa.

Sally:
No.

Pajeña:
¿Y cuándo piensa casarse?

Sally:
Cuando encuentre el hombre adecuado... quizás lo haya encontrado ya.

Hubo una risa apagada. Sally miró a su alrededor, y vio que Rod miraba beatífica y despreocupadamente, Hardy sonreía y Renner reía. Maldijo al piloto, pero éste se negó obstinadamente a desvanecerse en negro humo.

Pajeña:
Entonces, ¿por qué no se casa?

Sally:
No quiero hacer nada precipitadamente. «Quien pronto se casa, pronto se arrepiente.» Puedo casarme cuando quiera. Bueno, cuando quiera dentro de los próximos cinco años. Si no me he casado entonces, seré una solterona.

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