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Authors: Jean Baudrillard

La sociedad de consumo (42 page)

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Entre los nombres y trabajos habituales de esa época, la década de los cincuenta y la primera gran expansión del consumo de postguerra en los Estados Unidos, pueden destacarse las obras de Vanee Packard, David Riesman, W. White Jr., Ernest Ditcher. C. W. Mills o el mismísimo filósofo alemán afincado ya en los Estados Unidos, por entonces Herbert Marcuse. Todos ellos son fundamentales como referencia crítica de la primera época de Jean Baudrillard que aquí analizamos y además máximos representantes de una escuela grupalista de la manipulación y dominio sobre el consumidor de clase media socializado en una cultura de la opulencia y las falsas necesidades. Baudrillard arremeterá contra ellos por el moralismo de sus análisis y se alejará de sus posiciones humanistas críticas para enfocar el consumo desde su radical estructuralismo semiológico.

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Henri Lefebvre,
La vida cotidiana en el mundo moderno
, Madrid, Alianza, 1972, p. 79. Este libro de Lefebvre es el resumen y epítome de una larga reflexión que el autor llevaba realizando desde finales de los años cuarenta y que abarcando tres volúmenes fue editado por una editorial tan próxima a Baudrillard (y a Roland Barthes) como L'Arche. En este libio resumen Lefebvre ya da cuenta de los análisis de Roland Bartltes sobre
El sistema de la moda
, pero justamente los critica porque al final deja intacto el sentido del consumo en la vida cotidiana y entrando en un debate sobre el consumo de signos, acaba por apostar por un análisis que saca el consumo del interior del lenguaje, para considerarlo un hecho social histórico, práctico y concreto. En gran medida el capítulo segundo de
La vida cotidiana en el mundo moderno
casi puede ser leído no sólo como una respuesta a Roland Barthes, sino incluso como un diálogo con su discípulo Jean Baudrillard, sobre todo con
El sistema de los objetos
.

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Henri Lefebvre es el punto de encuentro entre el situacionismo de Guy Debord, con el que tuvo relaciones muy cercanas (y en muchos momentos polémicas) y el primer estructuralismo radical de Jean Baudrillard, que aunque asistente en la cátedra de Lefebvre (este fue su director de tesis y formó parte de su tribunal con Roland Barthes y Pierre Bourdieu) en la Universidad de París-Nanterre, e incluso colaboradores ambos en la creación de la revista
Utopie
, presentan diferencias notables de acercamiento al hecho social. Quizá todos ellos tenían en común su interés por el surrealismo, por Nietzsche, por Georges Bataille, por la revista
Soáalisme ou Barbarie
o por Marcel Mauss que se convertían en influencias comunes de este triángulo teórico fundamental en la polémica sobre la vida cotidiana, el cambio social y el lugar de lo simbólico tanto en la dominación como en la emancipación. Sobre las relaciones de Debord con Lefebvre puede verse el libro de Anselm Jappe,
Guy Debord
, Barcelona, Anagrama, 1998, pp. 88 y ss. A Baudrillard, por su parte, nunca le gusta dejar en sus textos demasiados rastros de sus influencias directas o sus relaciones intelectuales. Con respecto al situacionismo declara sus simpatías, tanto por las citas que hace de la obra de Guy Debord o de Raoul Vaneigem, en
La sociedad de consumo
, como porque en algún libro de entrevistas ha demostrado interés si bien, a la vez, gran distanciamiento, véase por ejemplo Jean Baudrillard,
D'un fragment l'autre (Entretiens avec François L'Yvonnet)
, Paris, Albin Michel, 2001, pp. 27-34. Evidentemente las relaciones son multiples y coinciden temporalmente en muchos espacios teóricos y políticos similares. De todas formas el lector interesado puede encontrar una interesante introducción a Baudrillard de gran carga biográfica en la obra de Ludovic Leonelli,
La Séduction Baudrillard
, París, Ecole Nationale Supérieure des Beaux-Arts, 2007. Otra introducción de amplio espectro a la obra de Baudrillard es la de Alain Gauthier,
Baudrillard. Une pensée singuliére
, Paris, Lignes, 2008.

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Guy Debord,
La sociedad del espectáculo
, Valencia, Pre textos, 1999, p. 39. La edición original francesa es de 1967. La figura y la obra de Debord, dada su turbulenta trayectoria, ha lanzado hasta niveles estratosféricos la producción literaria y el interés editorial sobre el situacionismo como movimiento de reflexión crítica, pero sobre todo como provocador de acontecimientos y situaciones que desafíen las inercias cotidianas de la sociedad del espectáculo. Sería imposible simplemente dar una somera cuenta del volumen de monografías, biografías, ediciones de escritos perdidos, reimpresiones de las revistas de la Internacional Situacionista o incluso abundante correspondencia que sigue apareciendo en todo el mundo, sólo por dar alguna referencia sencilla se pueden entresacar libros como el de Greil Marcus,
Rastros de carmín. Una historia secreta del siglo XX
, Barcelona, Anagrama, 1993 (una de las obras que a pesar de su gran nivel han contribuido más a la mitificación del situacionismo) o el muy accesible y correcto libro de Laurent Chollet,
Les situationnistes. L'utopie incarnée
, París, Gallimard, 2004.

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Guy Debord,
Comentarios sobre la sociedad del espectáculo
, Barcelona, Anagrama, 1999,2.ªed. modificada, p. 95.

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Ya en 1963, Roland Barthes, en una memoria de actividades para la École Pratique des Hautes Etudes, propone crear un «Inventario de los sistemas contemporáneos de significación: sistemas de objetos, alimento, vivienda», como resultado de sus seminarios teoricoprácticos en los cursos de 1962-1963 y siguientes de este centro. En estos seminarios se proponen temas teóricos esencialmente semiológicos, con profesores visitantes como Greimas o Metz y, finalmente, «alumnos titulares» como Jean y Lucile Baudrillard, Luc Boltanski, Jacques-Alain Miller o Robert Linhart. Además de lo impresionante de estos nombres, lo que queda bien claro es que los trabajos de este seminario son el germen de
El sistema de los objetos
de Jean Baudrillard. Véase Roland Barthes,
El sistema de la moda y otros escritos
, Barcelona, Paidós, 2003, pp. 409-412.

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El primer repertorio tanto de las observaciones teóricas de Baudrillard, como desde sus ángulos de enfoque, se encuentra con nitidez en los primeros artículos publicados por Baudrillard en la revista
Utopie
(creada entre otros por el propio autor con Henri Lefebvre y el editor Hubert Tonka). Hoy disponemos de una reedición accesible de esos artículos donde nos encontramos con múltiples trabajos que luego serán reutilizados en sus libros de los años setenta, con bastantes aportaciones de crítica cultural radical y algunas sugerentes y unas ya muy polémicas intervenciones sobre política de la época en el tono luego habitual contra la izquierda tradicional, la reforma social y el marxismo más o menos clásico; véase así Jean Baudrillard,
Le ludique et le policier et autres textes parus dans
, Utopie, 1967-78, Paris, Sens et Tonka, 2001.

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La noción de estructura está construida y reconstruida con maestría y brillantez a lo largo de la inmensa obra de Umberto Eco; para lo que aquí nos ocupa tienen especial utilidad sus libros:
La estructura ausente
, Barcelona, Lumen, 1974;
Signo
, Barcelona, Labor, 1976 y
Los límites de la interpretación
, Barcelona, Lumen, 1992. No vamos aquí a entrar en el gran problema de las grandezas y miserias del análisis estructural cuando se aplica a lo social porque ha sido tratado de manera exhaustiva en Luis Enrique Alonso,
La mirada cualitativa en sociología
, Madrid, Fundamentos, 1998; allí se puede encontrar una visión general de los problemas del modelo lingüístico en su transposición a los hechos sociales, así como una introducción a la sociología del consumo de Baudrillard bastante más extensa de lo que aquí podemos hacer.

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Ferdinand de Saussure,
Curso de lingüística general
, Buenos Aires, Losada, 1964; los estudios sobre este autor son literalmente inabarcables, pero tiene para estas páginas un gran interés el que le dedica Miguel Beltrán en
Sociedad y lenguaje. Una lectura sociológica de Saussure y Chomsky
, Madrid Fundación Banco Exterior, 1991. Beltrán, además de poner en relación la lingüística de Saussure con la sociología de Durkheim, con lo que tiene concomitancias evidentes en el sentido institucional y objetivista de su enfoque, plantea magníficamente los problemas del estructuralismo cuando subraya la importancia de la lengua, pero deja fuera las acciones, prácticas y estrategias de los sujetos concretos en el habla.

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Las alusiones en este sentido a la obra de Claude Lévi-Strauss son permanentes, por las semejanzas que en algunos de sus argumentos presenta con algunos pasajes de la obra de Baudrillard, y puede consultarse en
El pensamiento salvaje
, México, Fondo de Cultura Económica, 1964, donde se trabaja con diferentes sistemas de clasificación como sistemas de significación que operan en diversas sociedades. Cuando Lévi- Strauss estudia las clasificaciones totémicas y las funciones del mito, presenta el mismo esquema conceptual que Baudrillard en
El sistema de objetos
o
La sociedad de consumo
. cuando habla de las colecciones, las series, los modelos o los objetos del salón de dase media.

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El balance más completo de lo que ha supuesto el pensamiento estructuralista como movimiento intelectual se encuentra magníficamente bien realizado en su génesis, desarrollo y decadencia en la monumental obra de François Dosse,
Historia del estructuralismo
, Madrid, Akal, 2004,2 vols. Dosse recoge la particular posición de Baudrillard en Nanterre, donde a pesar de que su grupo intelectual tanto de profesores como de compañeros no era precisamente estructuralista, Lefebvre, Lévinas, Ricoeur, Loureau e incluso el propio Bourdieu no tenían especial filiación estructuralista, aunque lo conociesen bien, polemizasen o dialogasen con él, sin embargo Baudrillard en aquella época parecía casi el continuador de la obra de Roland Barthes (véase pp. 129130, vol. 2.°).

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Jean Baudrillard,
L'échange symbolique et la mort
, Paris, Gallimard, 1976, p. 41 [trad. esp.:
El intercambio simbólico y la muerte
, Caracas, Monte Avila, 1980].

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Vladimir Propp,
Morfología del cuento
, Madrid, Fundamentes, 1971.

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Si uno compara las brillantes
Mitologías
de Roland Barthes (Madrid, Siglo XXI, I9S0) con
El sistema de los objetos
de Baudrillard encuentra múltiples resonancias y similitudes de estilo, formato y preocupación intelectual, como dice François Dosse,
Historia del estructuralismo
, ob. cit., 2 vol. p. 139) parece que Baudrillard quisiera
cerrar
con su obra lo que Barthes había dejado abierto.

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El sistema de la moda
(ob. cit.) de Roland Barthes es quizá el edificio más acaba- io y grandioso de la arquitectura semiológica de los años sesenta, y, en muchos aspectos es tanto por su metodología, como por los temas abordados, la referencia, no sólo nominal (evidente desde el título), sino esencial del primer Baudrillard y, en este sentido
La sociedad de consumo
, más incluso que
El sistema de objetos
, cumple en la obra del primer Baudrillard el papel de gran obra monográfica central que
El sistema de la moda
cumple en la carrera de Barthes. Para un análisis del trabajo semiológico de
Barten
relación con la sociología del consumo véase Luis Enrique Alonso,
La era del consumo
, Madrid, Siglo XXI, 2005, y sobre su enfoque de análisis de los discursos, Luis Enrique Alonso y Carlos J. Fernández Rodríguez «Roland Barthes y el análisis del discurso» en
Empiria
, núm. 12, julio-diciembre, 2006.

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«La genèse idéologique des besoins», editado en 1969 dentro de los
Cahiers Internationaux de Sociologie
(núm. 47), se convirtió en una pieza mítica en el pensamiento estructuralista y post-estructuralista dentro del análisis del consumo y la crítica de la vida cotidiana, que en gran medida anticipaba los planteamientos postmodernos críticos con el esencialismo marxista. El artículo circuló en forma de panfleto o multicopia, en casi todas las universidades occidentales, y en español finalmente se publicó, primero, como parte del libro
Crítica de la economía política del signo
, y, también, en
La génesis ideológica de las necesidades
, Barcelona, Anagrama, en este libro venía acompañado a modo de un prólogo de un texto de Jean-Claude Girardin, «Signos para una política: lectura de Baudrillard», que en su origen fue un artículo para la revista
Les Temps Modernes
, 1973, quizá el primer estudio sobre Baudrillard que daría la vuelta al mundo. Para el debate sobre el concepto de necesidad en la sociología del consumo y lo que representa Baudrillard si lo relacionamos con las diferentes posiciones de la sociología francesa e internacional en el tema (Maurice Halbwachs, Edmond Goblot, Paul-Henry Chombart de Lauwe, Pierre Bourdieu, Edmond Preteceille, Jean-Pierre Terrail, etc.) pueden verse tanto Luis Enrique Alonso,
La era del consumo
, ob. cit., como Luis Enrique Alonso y Rafael Ibáñez Rojo, «Maurice Halbwachs y el desarrollo de la sociología del consumo y las necesidades en Francia», en
Anthropos
, núm. 218, enero-marzo, 2008. El primer crítico abierto contra los postulados de Baudrillard en este tema es Philippe Albou,
Besoins et motivations économiques
, París, Presses Universitaires de France, y luego ya las intervenciones de Edmond Preteceille y Jean Pierre Terrail,
Capitalism, Consumption and Needs
, Oxford, Basii Blackwell, quizá el principal contraataque desde el marxismo abierto a las posiciones de Baudrillard.

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La influencia de Jorge Luis Borges sobre Baudrillard, en particular, y sobre el post-estructuralismo y el postmodernismo francés es literalmente apabullante. En puntos esenciales de la obra de Baudrillard se encuentran apelaciones a relatos y ensayos muy conocidos del escritor argentino, pero Baudrillard va más allá cuando confiesa (véase
D'un fragment l'autre
, ob. cit. pp. 59 y ss.) que es Macedonio Fernández, uno de los padres de la literatura entre ensayística y fantástica argentina y maestro mítico de Borges, al ser amigo de su padre y primer autor de un Buenos Aires mágico, una de sus principales referencias de su pensamiento. Los espejos, bibliotecas, ruinas, mapas, laberintos, dobles y fantasmas de Borges y Macedonio Fernández están tan presentes en obra de Baudrillard que son estilísticamente ya inseparables de su propia manera de argumentación. Recordemos que la figura de Borges entra en Francia y toma su lugar hegemónico por medio de un autor como Roger Caillois, escritor fundamental en la creación, en 1937, del crítico, alternativo y surrealista Collège de sociologie —junto con George Bataille y Michel Leiris—, seguidores sin tapujos de Friedrich Nietzsche y Marcel Mauss y muy distanciados del marxismo; como se ve todas referencias inseparables de Baudrillard. Todos estos autores reunidos en una librería de la calle Gay-Lusac en los años treinta (a la que acudieron Benjamín, Adorno y Horkheimer entre otros) han sido fermento fundamental de un movimiento del que Baudrillard ha forzando parte y que siempre ha estado presente en el campo intelectual francés, acabando por tomar nombre de post-estructuralismo. Para un estudio de sus orígenes véase, Denis Hollier (ed.),
El Colegio de sociología
, Madrid, Taurus, 1982, con textos de Bataille, Caillois, Klossowski, Kojève, Leiris, etc., que pueden presentarse como los directos predecesores de Foucault, Deleuze, Lyotard, Guattari y el propio Baudrillard, entre otros.

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