Los crímenes de Anubis

Read Los crímenes de Anubis Online

Authors: Paul Doherty

Tags: #Histórico, Intriga

BOOK: Los crímenes de Anubis
4.03Mb size Format: txt, pdf, ePub

 

El caso al que se enfrenta el juez Amerotke puede tener graves consecuencias políticas, por lo que, además de su sagacidad, deberá dar muestras también de su discreción. Hatasu aún no ha conseguido que todos los estamentos de la política egipcia la acepten como nueva faraona, pero es una mujer hábil que sabe emplear sus armas, y la etapa de esplendor que está viviendo Egipto, tanto dentro como fuera de sus fronteras, es un elemento a su favor.

Sin embargo, nadie está libre de verse expuesto a la acción homicida de una pareja de asesinos fanáticos.

Paul Doherty

Los crímenes de Anubis

Juez Amerotke 3

ePUB v1.0

Nitsy
26.08.12

Título original:
The Anubis Slayings

Paul Doherty, 2000.

Traducción: David León Gómez

Editor original: Nitsy (v1.0)

ePub base v2.0

A Pamela Broughton, directora de la Benyon Primary School de South Ockendon,

lectora, bordadora, amante de los pasatiempos tranquilos, la buena compañía y los gatos.

R
ELACIÓN DE PERSONAJES

La casa del faraón

T
UTMOSIS
I: Faraón de Egipto, padre de Tutmosis II y Hatshepsut o Hatasu.

T
UTMOSIS
II: Hermanastro y esposo de Hatasu.

H
ATASU
: Reina-faraón de Egipto.

S
ENENMUT
: Su gran visir, al tiempo que amante y confidente, al que sus enemigos apodan el Mampostero.

I
NENI
: Maestro de obras del reinado de Tutmosis I.

La Sala de las Dos Verdades

A
MEROTKE
: Juez principal de Egipto.

N
ORFRET
: Esposa de Amerotke.

A
HMOSE Y
C
URFAY
: Hijos de Amerotke y Norfret.

S
HUFOY
: Sirviente de Amerotke.

P
RENHOE
: Escriba y pariente del magistrado.

A
SURAL
: Jefe de los alguaciles de la Sala de las Dos Verdades.

La Casa de los Enviados

W
ENI
, M
AREB Y
H
ORDETH
: Heraldos y enviados de Egipto.

Los mitanni

T
USHRATTA
: Rey de Mitanni.

W
ANEF
: Princesa de Mitanni, pariente de Tushratta.

B
ENIA
: Hermana de Tushratta, casada con Tutmosis I.

H
UNRO
, M
ENSU Y
S
NEFRU
: Señores de Mitanni.

El templo de Anubis

K
HETY
: Sacerdote.

I
TA
: Sacerdotisa.

T
ETIKY
: Capitán de la guardia del templo.

C
AN
M
AESTRO
: Oficial encargado de la jauría sagrada.

N
EMRATH
: Sacerdote de vigilia.

Cerrajeros

L
AKHET
: Cerrajero mayor de Tebas.

B
ELET
: Hijo de Lakhet.

S
ELI
: Esposa de Belet.

N
OTA HISTÓRICA

L
a primera dinastía del Antiguo Egipto se estableció alrededor del año 3100 a. C. Entre esta fecha y la creación del Imperio nuevo (1550 a. C.), Egipto experimentó una serie de transformaciones radicales, de las que dan fe la construcción de las pirámides, la fundación de diversas ciudades a lo largo del Nilo, la unión del Bajo y el Alto Egipto y el desarrollo de su religión alrededor de Ra, el dios del Sol, así como el culto a Osiris e Isis. El Imperio tuvo que resistir a diversas invasiones externas, en particular la de los hicsos, salteadores asiáticos que devastaron el reino de un modo cruel. En los años en que arranca esta novela (1479-1478 a.C.), Egipto, pacificado y unido bajo el gobierno del faraón Tutmosis II, se hallaba al borde de una nueva dominación gloriosa. Los faraones habían trasladado a Tebas la capital y los enterramientos en las pirámides habían sido sustituidos por la construcción de la Necrópolis en la margen occidental del Nilo, así como por la explotación del Valle de los Reyes como mausoleo real.

En aras de una mayor claridad del texto, he empleado los nombres griegos de ciudad y demás topónimos, como, por ejemplo, Tebas y Menfis, en vez de sus equivalentes en el egipcio arcaico. El topónimo Sakkara designa aquí todo el complejo de pirámides erigidas alrededor de Menfis y Gizeh. Recurro asimismo al nombre Hatasu, más breve que Hatshepsut, para referirme a la reina-faraón. Tutmosis II murió en 1479 a.C.; tras un período de confusión, ella asumió el poder durante los siguientes veintidós años. En este tiempo, Egipto se convirtió en una potencia imperial y llegó a ser el Estado más rico del mundo.

En aquel entonces, la religión egipcia también estaba evolucionando, sobre todo el culto de Osiris, asesinado por su hermano Set y resucitado merced a su amantísima esposa Isis, que dio a luz a su hijo Horus. Estos ritos deben ser contemplados en el contexto de la adoración que los egipcios profesaban al dios del Sol y su deseo de crear una unidad en lo referente a sus prácticas religiosas. Los habitantes de Egipto sentían una gran admiración por todas las cosas dotadas de vida: los animales y las plantas, los arroyos y los ríos se concebían como seres sagrados, en tanto que el faraón, su soberano, era objeto de adoración como encarnación de la voluntad divina.

En el año 1479 a.C., la civilización egipcia manifestaba su riqueza a través de su religión, sus rituales, su arquitectura, su vestimenta, su educación y su búsqueda de la vida regalada. Se trataba de un mundo dominado por los soldados, los sacerdotes y los escribas, de cuya sofisticación podemos hacernos una idea por el modo en que se describían a sí mismos y hablaban de su cultura. Así, por ejemplo, el faraón era el «Halcón Dorado»; el Ministerio de Economía, la «Casa de la Plata»; una época de guerra, la «estación de la hiena»; cierto palacio real, la «Casa del Millón de Años». Sin embargo, a pesar del carácter imponente y deslumbrante de su civilización, la política egipcia, tanto interna como externa, podía llegar a extremos sangrientos y de gran violencia. El trono real era siempre centro de intrigas, celos y amargas rivalidades. Ante este escenario, en el año 1479 a.C., surgió la joven Hatasu.

En el año 1478 a.C., Hatasu había logrado confundir a sus críticos y oponentes dentro y fuera de Egipto. Había obtenido una gran victoria en el norte contra los hombres de Mitanni y purgado el círculo real de cualquier oposición encabezada por el gran visir Rahimere. Era una joven extraordinaria y contaba con el apoyo de su astuto amante Senenmut, que era asimismo su primer ministro. Hatasu estaba resuelta a hacer que todos los sectores de la sociedad egipcia la aceptasen como sucesora del faraón. Al igual que todos los grandes faraones, hubo de «actuar con mano dura» ante los enemigos de Egipto e «impartir justicia». Demostró que estas tareas no quedaban fuera de su alcance e hizo que el esplendor de Egipto se extendiese mucho más allá de sus fronteras. El reino se vio convertido en el centro del mundo, al que rendían vasallaje todos los demás soberanos. Los acontecimientos narrados en esta novela constituyen una interpretación ficticia de las acciones llevadas a cabo por Hatasu para lograr la gloria en el extranjero.

P
AUL
D
OHERTY

EGIPTO c. 1479 a.C.
P
RÓLOGO

E
l templo de Anubis, que se yergue al norte de Tebas, a un tiro de flecha del serpenteante Nilo y sus trémulos reflejos, quedó sobrecogido por el silencio. El sacrificio vespertino había llegado a su fin. El dios descansaba de nuevo en su lecho y las puertas de las naves se hallaban cerradas. Las astas que remataban las altas torres erigidas a cada lado de la entrada principal estaban desposeídas de sus pendones de vivos colores. La bocina de caracola anunció con su gemido la inminencia de la noche. El gran santuario, ornado con una estatua negra y dorada del dios con cabeza de chacal, se había quedado vacío, con la sola presencia de un joven sacerdote novicio. Sentado con las piernas cruzadas y medio dormido, se recreaba entre la fragancia del incienso, que le envolvía como una oración que hubiese sido olvidada en el templo.

Miraba de hito en hito y con expresión irritada al trono de Anubis. Creía haber oído el aullar de los perros. Distendió los músculos con un suspiro. Aquel templo aún era nuevo para él: se había olvidado por completo del enorme foso en el que se guardaba la jauría de perros salvajes consagrados al dios. Se trataba de una idea extravagante de los sumos sacerdotes: los animales habían sido enviados por una tribu desde el sur de Nubia. El joven sacerdote había visitado el foso en una ocasión; consistía en una caverna rocosa por la que los perros merodeaban y donde eran alimentados día y noche por el Can Maestro. El joven sacerdote se rehizo. Sumergió una mano en la pila de agua bendita más cercana y se frotó los labios con la punta de los dedos, en un gesto de purificación antes de inclinar la cabeza para orar en silencio. Tenía el deber de mantener la vigilia. Había de rezar por el templo, su sumo sacerdote y toda su jerarquía de eruditos, bibliotecarios y religiosos. Tampoco podía olvidar al señor Senenmut, visir y, a juzgar por lo que algunos llegaban a murmurar, amante de la reina-faraón Hatasu. El templo de Anubis había sido elegido como lugar de encuentro para que Senenmut pudiese negociar con los enviados de Tushratta, rey de Mitanni. Se hablaba de un gran tratado de paz. Tushratta iba a ceder a su hija en matrimonio a uno de los familiares de Hatasu. Los ejércitos del monarca de Mitanni habían sufrido una terrible derrota frente a las huestes faraónicas y, pese a su carácter arrogante, Tushratta necesitaba la paz de un modo desesperado. Los soldados egipcios dominaban todo el camino de Horus, que atravesaba el desierto del Sinaí. La frontera que separaba su reino del de Mitanni se hallaba plagada de carros de guerra pertenecientes a los mejores escuadrones egipcios. El enemigo estaba preparado para entrar en combate, pero el sentido común dictaba que debía pedir la paz.

El sacerdote novicio había estado muy atento a los rumores que corrían por el templo. La reina-faraón gozaba al fin de la aceptación de su pueblo. Había usurpado el trono tras la misteriosa muerte de su hermanastro y esposo. La firma del tratado suponía la aprobación pública de su enemigo más poderoso, lo que llevaba a pensar que, con el tiempo, los nubios, los hititas, los libios y el resto de pueblos acabarían por arrodillarse ante ella para besar sus pies calzados con sandalias. El joven dejó volar su imaginación.

Other books

The Regal Rules for Girls by Fine, Jerramy
Jesse by Barton, Kathi S.
Death Sworn by Cypess, Leah
Bombing Hitler by Hellmut G. Haasis
Kismet by AE Woodward
Restless Waters by Jessica Speart
Paradise Red by K. M. Grant