Némesis

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Authors: Agatha Christie

BOOK: Némesis
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Tras la muerte del millonario mister Rafiel, miss Marple recibe, a través de sus albaceas, una carta del difunto. Rafiel le pide que resuelva un crimen, acerca del cual no le da más pistas que una palabra clave: "Némesis". Como recompensa, miss Marple obtendrá un cuantioso legado, pero el dinero será un aliciente menor para la anciana, que ve en este caso un excitante reto.

Agatha Christie

Némesis

ePUB v1.0

Ormi
11.09.11

Título original:
Nemesis

Traducción: Miguel Margalef Llambrich

Agatha Christie, 1971

Edición 1972 - Editorial Molino - 222 páginas

ISBN: 84-272-9814-5

Para Dauphne Honeybone

Guía del Lector

En un orden alfabético convencional relacionamos a continuación los principales personajes que intervienen en esta obra:

ANDERSON
, ESTHER: De soltera Esther Walters, ex secretaria de Mr. Rafiel.

BARLETT
, Miss: Personaje que saluda casualmente a miss Marple en el jardín de su casa.

BARROW
, Miss: Señora de mediana edad que participa en la excursión de Casas y Jardines Famosos de Gran Bretaña junto con miss Cooke.

BRABAZON
, Archidiácono: Clérigo, antiguo amigo de Elizabeth Temple y de Michael Rafiel y Verity Hunt.

BRADBURY-SCOTT
, ANTHEA: La hermana menor de las tres que acogen en su casa a miss Marple y que parece algo retrasada.

BRADBURY-SCOTT
, CLOTILDE: Una de las tres hermanas que acogen en su casa a miss Marple.

BROADRIBB
, Mr.: Abogado miembro de Broadbribb & Schuster, albaceas de Amos Rafiel, que informan a miss Marple de su legado.

BROAD
, NORA: Muchacha ligera de cascos que desapareció hace algunos años del pueblo.

CASPAR
: Mr.: Uno de los participantes en la excursión que habla un raro inglés con expresiones intercaladas en francés y alemán.

CHERRY
: Actual asistenta de miss Marple.

COOKE
, miss: Señora de mediana edad que participa en la excursión junto con miss Barrow y le recuerda a alguien a miss Marple.

CRAWFORD
, JOANNA: Joven sobrina de Mrs. Riseley-Porter que participa también en la excursión y es testigo de un accidente.

GLYNNE
, LAVINIA: Hermana de Anthea y Clotilde Bradbury-Scott, las tres hermanas que acogen en su casa a miss Marple durante el viaje.

HUNT
, VERITY: Huérfana prohijada por las hermanas Bradbury-Scott que murió asesinada hace algunos años.

MARPLE
, JANE: Anciana ya muy mayor, protagonista de esta novela, que recibe un legado y el regalo de un viaje con Casas y Jardines Famosos de Gran Bretaña a la muerte de Mr. Amos Rafiel.

PRICE
, EMLYN: Joven de veinte años que participa en la excursión y es testigo de un accidente.

RAFIEL
, AMOS: Financiero y hombre de negocios fallecido que conoció a miss Marple en la novela de la misma autora Misterio en el Caribe.

RAFIEL
, MICHAEL: Joven hijo de Amos Rafiel condenado por el asesinato de Verity Hunt.

RISELEY-PORTER
, Mrs.: mujer muy mandona que viaja acompañada de su sobrina Joanna.

TEMPLE
, ELIZABETH: Antigua directora de un colegio de señoritas muy bien considerada en los ambientes educativos.

SANDBOURNE
, Mrs.: Guía de la excursión organizada por Casas y Jardines Famosos de Gran Bretaña.

SCHUSTER
, Mr.: Abogado socio de la firma Boadbribb & Schuster, abogados y notarios, albaceas testamentarios de Amos Rafiel.

WALKER
, Coronel: Junto con su esposa, ambos participan en la excursión.

WANSTEAD
, Profesor: Antiguo amigo de Amos Rafiel que participa también en la excursión de Casas y Jardines.

Capítulo I
 
-
Obertura

Miss Jane Marple tenía la costumbre de leer por las tardes su segundo periódico. Cada mañana recibía en su casa dos periódicos. El primero lo leía mientras tomaba el primer té de la mañana, siempre, claro está, que se lo entregaran a tiempo. El chico que repartía los periódicos era bastante errático en la administración de su tiempo. También bastante frecuentemente se daba el caso de que se tratara de un repartidor nuevo o de algún otro chico que reemplazara temporalmente al primero. Todos parecían tener opiniones diferentes respecto a las rutas geográficas a seguir en el reparto. Quizá lo hacían para aliviar la monotonía, pero para aquellos clientes acostumbrados a leer el periódico a primera hora, para poder enterarse de las noticias más interesantes del día, antes de salir de sus casas para ir en busca del autobús, el tren o cualquier otro sistema de transporte moderno que los llevara a su trabajo, era un fastidio no tener el periódico a tiempo, pues las señoras maduras y ancianas que residían beatíficamente en St. Mary Mead eran todas partidarias de leer el periódico mientras desayunaban en la cama.

Hoy, miss Marple había leído la primera plana y algunos de los artículos publicados por el periódico que ella había rebautizado con el nombre de «Cajón de sastre», como una alusión satírica al hecho de que el
Daily Newsgiver
, debido a un cambio de propietario, se dedicaba ahora, con gran enfado de ella y de muchas de sus amigas, a publicar artículos sobre moda masculina, cotilleos femeninos, competiciones infantiles y una sección de cartas de las lectoras, al tiempo que se las había apañado con considerable éxito para desplazar las noticias a algún oscuro rincón donde resultaba imposible encontrarlas. Miss Marple, chapada a la antigua como era, prefería que los diarios le suministraran noticias y no tonterías.

Por la tarde, después de comer y de echar una cabezadita de veinte minutos en una butaca de respaldo recto, comprada especialmente por ser muy adecuada para aquellos que tenían dolores reumáticos en la espalda, había abierto
The Times
, que se prestaba a una lectura más tranquila. No es que
The Times
ahora ya no fuera lo que había sido. Lo irritante con
The Times
es que ya no encontrabas nada. En vez de comenzar por la portada y saber exactamente dónde estaba todo de forma que se pudiera ir sin tropiezos a cualquier artículo sobre temas que te interesaban, ahora se producían cambios extraordinarios a un orden ratificado por el paso de los años. Sin venir a cuento, aparecían dos páginas dedicadas a una visita turística a Capri con abundantes fotos. Los deportes parecían recibir una atención mucho más importante que en épocas pasadas. Sólo las crónicas de los juzgados y las necrológicas se mantenían algo más fieles a la rutina. Los nacimientos, los matrimonios y los fallecimientos, que habían merecido una dedicación especial por parte de miss Marple, sobre todo porque aparecían en un lugar prominente, habían recorrido diversas páginas del periódico, aunque ahora, según había observado miss Marple, habían encontrado un refugio más o menos permanente en la última página.

Miss Marple dedicó su atención en primer lugar a los titulares de portada. Tampoco se entretuvo demasiado porque era prácticamente lo mismo que había leído por la mañana, si bien presentado de una manera un poco más digna. Echó un vistazo al sumario: artículos, comentarios, ciencia, deporte; luego, fiel a su costumbre, pasó a la última página para una rápida lectura de los nacimientos, matrimonios y fallecimientos, antes de ir a las cartas de los lectores, donde siempre encontraba algo interesante. Después pasaría a las crónica de los juzgados que compartían página con las subastas. También incluía algunos artículos breves de ciencia, pero no los leía porque casi nunca los entendía.

Ahora que miraba la última página, miss Marple se dijo a sí misma, como en tantas ocasiones anteriores: «Es muy triste, pero en la actualidad los únicos que me interesan son los muertos.»

Las parejas tenían hijos, pero no era probable que miss Marple conociera ahora el nombre de nadie en condiciones de tener hijos. Si algún día decidían incluir una columna dedicada a nietos, era posible que se llevara una grata sorpresa: «Vaya, vaya, así que Mary Prendergast ha tenido su tercera nieta», pero incluso eso era algo muy remoto.

Pasó rápidamente por la columna de matrimonios, porque la mayoría de los hijos e hijas de sus viejos amigos ya se habían casado hacía años, y llegó finalmente a las necrológicas. Aquí sí que se concentró para asegurarse de que no se le escapaba ningún nombre: Alloway, Angopastro, Arden, Barton, Bedshaw, Burgoweiseer (cielos, que nombre más alemán, aunque aparentemente era alguien de Leeds). Carpenter, Camperdown, Clegg. ¿Clegg? ¿Sería uno de los Clegg que ella conocía? No, no parecía serlo. Janet Clegg. En algún lugar de Yorkshire. McDonald, McKenzie, Nicholson. ¿Nicholson? No. Una vez más, no podía ser uno de los Nicholson que ella conocía. Ogg, Ormerord, ésta debía ser una de sus tías, se dijo. Sí, era lo más probable. Linda Ormerod. No, no la había conocido. ¿Quantril? Vaya, ésta no podía ser otra que Elizabeth Quantril. Ochenta y cinco. ¡Vaya, vaya! Llevaba años convencida de que Elizabeth Quantril estaba muerta. ¡Curioso que llegara a vivir tanto! Siempre había tenido el aspecto de ser una persona muy delicada. Nadie había esperado que llegara a vieja. Race, Radley, Rafiel. ¿Rafiel? Algo se removió en su interior. El nombre le resultaba conocido. Rafiel. Belford Park, Maidstone. No, no recordaba esa dirección. No enviar flores. Amos Rafiel. Por cierto que era un nombre poco corriente. Supuso que lo había oído en alguna parte. Ross-Perkins. ¿Podía tratarse de...? No. ¿Ryland? Emily Ryland. No. Nunca había conocido a ninguna Emily Ryland. Muy amada por su esposo e hijos. Bueno, muy bonito o muy triste, según como se mirara.

Miss Marple dejó el periódico, miró distraída las palabras cruzadas mientras intentaba recordar por qué el nombre Rafiel le resultaba conocido.

«Ya lo recordaré», pensó miss Marple, conocedora por experiencia propia de la manera que funcionaba la memoria de las personas mayores. «No tengo la menor duda de que lo recordaré.»

Contempló el jardín a través de la ventana, desvió la mirada e intentó borrar el jardín de su mente. El jardín había sido fuente de inmenso placer para ella y también de mucho trabajo duro durante muchos, muchísimos años. Ahora, debido al capricho de los médicos, le estaba absolutamente prohibido trabajar en su jardín. Una vez había intentado luchar contra la prohibición, pero después había decidido que más le valía aceptar lo que le habían dicho. Acomodó su butaca en una posición desde la que resultaba prácticamente imposible ver el

jardín, a menos que quisiera hacerlo con una intención determinada para ver algo en particular. Suspiró, cogió su bolsa de labor y sacó un jersey de bebé a medio hacer. Tenía acabados la espalda y el pecho. Ahora tenía que seguir con las mangas, algo la mar de aburrido. Dos mangas, exactamente iguales. Sí, muy aburrido. Sin embargo, era una lana de un color rosa muy bonito. Lana rosa. Un momento, ¿dónde encajaba la lana rosa? Sí, sí, encajaba con el nombre que acababa de leer en el periódico. Lana rosa. Un mar azul. El mar Caribe. Una playa de arena blanca. Sol. Ella tejiendo y, claro, por supuesto, Mr. Rafiel. El viaje que ella había hecho al Caribe. A la isla de St. Honoré. Un obsequio de su sobrino Raymond, y ahora recordó la advertencia de Joan, su sobrina política, la esposa de Raymond: «No se mezcle en más asesinatos, tía Jane. No es bueno para usted.»

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