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Authors: Jack Campbell

Tags: #Ciencia-Ficción

Osada (16 page)

BOOK: Osada
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Seis de las naves asesinas síndicas habían escoltado a los acorazados y, de ellas, cinco saltaron por los aires cuando un enjambre de destructores aliados superaba a gran velocidad a los acorazados y disparaba sobre sus compañeros más ligeros. La última asesina intentó escapar, pero no tuvo tiempo para acelerar lo suficiente antes de ser reducida a cenizas. Dos cruceros ligeros intentaron resguardarse tras los acorazados, pero fueron interceptados por tres divisiones de cruceros pesados de la Alianza, y después destruidos. El crucero pesado solitario síndico y los acorazados se encontraron frente a frente con la división de cruceros de batalla de Tulev, por lo que explotaron en mil pedazos ante la primera descarga de las naves más poderosas de la flota de la Alianza.

—Primera, Segunda, Tercera y Cuarta División de Acorazados —ordenó Geary—, ignoren a sus homólogos síndicos y ataquen los cruceros de batalla enemigos y a su escolta. —Recorrió la pantalla con la mirada, en busca de alguien a quien poder darle más órdenes—. Segunda, Quinta y Séptima División de Acorazados, alcancen los acorazados síndicos. Que todos los cruceros pesados intenten entablar combate con la escolta síndica superviviente que haya alrededor de los cruceros de batalla enemigos. Que todas las unidades ligeras de la Alianza abran fuego en cuanto tengan oportunidad.

Era un anuncio muy poco táctico; de hecho, era más bien un intento de superar a las fuerzas enemigas lo antes posible. Es ese momento, parecía la mejor opción.

Además, también tenía que ocuparse de los síndicos que intentaban contraatacar desesperadamente.

—Cuarta y Décima División de Acorazados, cubran la división de auxiliares. Asegúrense de que nada llega hasta ellas.

No estaba seguro de que todos los acorazados fuesen a obedecer aquellas órdenes en el fragor de la batalla, pero con que unos pocos lo hiciesen, sería suficiente.

Once cruceros de batalla giraron el arco de su trayectoria y aceleraron en dirección a los cruceros de batalla síndicos, seguidos de una maraña formada por divisiones de cruceros pesados, cruceros ligeros y destructores.

—Aceleren hasta una décima parte de la velocidad de la luz —ordenó la capitana Desjani—. Quince grados dirección ascendente, cero cuatro grados a babor. Que todo el armamento apunte al crucero de batalla síndico más adelantado. Preparados para lanzar los misiles espectro.

Al mismo tiempo, los once acorazados aliados de la Segunda, Quinta y Séptima División cayeron sobre sus naves equivalentes síndicas. Geary vio que los dos acorazados supervivientes de la Cuarta División giraban y se lanzaban contra los enemigos. No obstante, no intentó ordenarles que se detuviesen. La
Vindicta
y la
Venganza
se lo debían por la pérdida de la
Triunfante
en Vidha, y por el tremendo daño que había sufrido la
Guerrera
en esa misma batalla.

Trece acorazados de la Alianza arremetieron contra sus homólogos síndicos, a una distancia demasiado corta como para disparar misiles espectro. En lugar de eso, gran parte de las naves cercanas lanzaron metralla. Las bolas de metal, bien orientadas, chocaron contra los escudos enemigos y se vaporizaron con el impacto. Entonces, todos los acorazados aliados emplearon sus baterías de lanzas infernales desde tres flancos, por lo que los escudos enemigos de los acorazados, ya bastante debilitados, colapsaron casi al momento. Las lanzas atravesaron las defensas y penetraron hasta las entrañas de las naves síndicas, abriendo agujeros por los que salían ráfagas de aire procedentes de los sistemas de ventilación, al mismo tiempo que se sacudían con cada impacto.

La
Vindicta
y la
Venganza
destrozaron a su paso todo lo que tenían a corta distancia, disparando sus proyectores de campos de anulación. Las brillantes esferas de estos dispositivos chocaron contra los cascos de las naves síndicas, deshaciendo sus campos atómicos. Secciones enteras de los acorazados síndicos, situadas dentro del área de los proyectores, se vaporizaron, lo que produjo grandes daños en las naves.

Los dos cruceros de batalla síndicos pudieron haber intentado escapar mientras los cruceros de batalla aliados se abalanzaban sobre ellos, pero su comandante pareció dudar. Aquella pequeña indecisión selló su fin.

—Misiles espectro —dijo Desjani.

El
Intrépido
lanzó una salva, y casi al instante el resto de cruceros de batalla hicieron lo mismo, por lo que se pudo ver una nube de misiles automatizados avanzar hacia los cruceros de batalla enemigos.

Los síndicos respondieron, y las naves asesinas, los cruceros ligeros y los cruceros pesados se interpusieron entre los cruceros de batalla y la avalancha de misiles aliados. Pese a las maniobras evasivas, la velocidad y el sigilo, muchos de los misiles espectro se iluminaron y murieron cerca de sus objetivos. No obstante, al centrar el fuego en los misiles espectro, las naves enemigas les permitieron a las naves ligeras ponerse dentro de su área de disparo.

Las naves de caza asesinas emitieron un destello y desaparecieron bajo la lluvia de impactos procedente de los destructores y de los cruceros ligeros, mientras que los tres cruceros pesados síndicos fueron reducidos a escombros gracias al fuego procedente de los cruceros pesados que acompañaban a los cruceros de batalla de la Alianza.

Entonces, estos últimos se situaron en el punto necesario para arrojar sus lanzas infernales. El crucero de batalla síndico más adelantado pareció resplandecer mientras sus escudos absorbían impacto tras impacto, pero finalmente colapsaron y las lanzas infernales comenzaron a destrozar la nave.

Geary contuvo la respiración, intentando ocultar su preocupación al ver a Desjani liderar la carga con el
Intrépido
, el
Arrojado
y el
Victorioso
contra el afligido crucero de batalla síndico, y lanzar campos de anulación al pasar sobre él.
Estaba preocupado por arriesgar más cruceros de batalla, y ahora estoy lanzándolos al centro del combate, liderados por el que no me puedo permitir perder. Si perdemos al
Intrépido,
perderemos también la llave hipernética que transporta. Tengo que encontrar una solución
.

El crucero de batalla síndico ya no era una amenaza. Los campos de anulación impactaron sobre el lugar donde ya habían impactado las lanzas, por lo que lo único que dejaron fueron los restos de la nave, de los que salían espasmódicamente cápsulas de salvamento en las que la tripulación superviviente intentaba escapar.

Geary buscó al segundo crucero de batalla síndico. Tensó la mandíbula al ver que su comandante le había dado la vuelta a aquella gran nave y avanzaba en dirección a las auxiliares.

—No tiene la menor oportunidad —dijo Desjani.

Al avanzar a través de la formación aliada, recibió innumerables impactos procedentes de los destructores, de los cruceros ligeros, y de los cruceros pesados. No es que le hiciesen demasiado daño pero, según aceleraba intentando confundir los sistemas de puntería de la flota de la Alianza, su estado se deterioraba. No obstante, no tuvo espacio suficiente como para llegar a su velocidad máxima, y el crucero de batalla recibió más y más impactos. Se metió entre la
Ilustre
y la
Increíble
, y se ralentizó cuando las dos naves abrieron fuego sobre su sección de babor.

Pese a todo, el crucero de batalla síndico seguía con su acometida, cada vez más dañado, salva tras salva.

Cuando llegó ante la Décima División de Acorazados, la nave síndica había recibido tantos impactos que probablemente avanzaba a ciegas, con los sensores inoperativos, y con la munición que le quedaba siendo disparada inútilmente, sin puntería alguna. Solo la zona de popa, con sus sistemas de propulsión principales, se mantenía relativamente intacta, por lo que siguió acelerando hasta una velocidad de algo más cero coma uno c.

La
Amazona
y la
Custodia
, los acorazados más cercanos al rumbo que llevaba el condenado crucero de batalla síndico, lanzaron ráfagas de metralla casi al mismo punto por el que la nave enemiga iba a pasar. El metal impactó sobre el caso enemigo a una velocidad combinada de unos cero coma dos c.

Debido a los impactos, la mitad frontal de la nave se vaporizó, la porción de popa se resquebrajó al pasar a través de los restos de la explosión, y finalmente se deshizo dejando una zona llena de pequeños fragmentos, algunos impactaron sin causar daño alguno en los escudos de la
Amazona
y la
Custodia
.

Desjani suspiró.

—Toda la flota de ese crucero de batalla debe de haber muerto.

Geary asintió con la cabeza.

—Nadie podría sobrevivir a eso.

—Qué mal. —Desjani miró a Geary—. Por primera vez en mi vida, me gustaría conocer a un síndico. Al oficial al mando de esa nave. Fue muy valiente. —Había cambiado con respecto a la oficial que conoció por primera vez, a la que el enemigo síndico le parecía inhumano y más que despreciable—. Por supuesto, lo mejor es que él o ella haya muerto —aclaró Desjani—. No me gustaría dejar a un síndico como ese con vida.

—¿No le gustaría dejar con vida a un oficial síndico al que respeta? —le preguntó Geary.

Desjani frunció el ceño ligeramente.

—¿Que respeto? No podría respetar a un síndico, señor. ¿Cómo podría alguien hacer eso? Creo que este tuvo una buena muerte. Simplemente me gustaría saber cómo era.

Geary se encogió de hombros.

—Ahora mismo está muerto, destrozado en pedacitos junto con su tripulación y su nave.

—Así es, señor —respondió Desjani mientras sonreía ligeramente.

Quizá no había llegado a ese punto. No obstante, Desjani era la heredera de cien años de guerra, de un siglo de atrocidades cuya respuesta habían sido atrocidades peores. Para ella, el enemigo era un alienígena, del mismo modo que lo eran para Geary aquellos seres inteligentes que acechaban desde más allá del espacio síndico.

—Venga, ordenemos esta flota. A todas la unidades, buen trabajo.

Los ojos de Geary se posaron en el visor. En una esquina aparecían, en letras rojas, las naves de la Alianza perdidas: dos destructores y tres cruceros ligeros. Muchas otras habían recibido daños durante el combate. Cabía la posibilidad de que algunos de los destructores que habían sobrevivido no fuesen reparables, por lo que podrían verse obligados a abandonarlos allí mismo, y al menos uno de los cruceros pesados había recibido daños importantes.

—Formación Delta Uno a menos que sea para recoger cápsulas de salvamento de la Alianza.

Tenía que ver cuáles de los acorazados estaban en tan mal estado como para replegarse con las naves auxiliares para ahorrar esfuerzos, y así unirse a las maltrechas
Orión, Majestuosa
y
Guerrera
, en lo que ya se había convertido en la formación de las naves lisiadas.

Geary utilizó su control de mandos para contactar con la División de Inteligencia.

—Intentad encontrar alguna de las cápsulas de escape síndicas con oficiales de alto rango.

Necesitaba saber qué estaba haciendo el enemigo y qué estaba pasando en la frontera con la Alianza. Teniendo en cuenta la obsesión del enemigo por mantener todo en secreto y por tener a sus oficiales bien atados, las posibilidades de que alguno de los supervivientes tuviese respuesta para aquellas preguntas eran bastante remotas. No obstante, cuanto más tiempo pasase sin saber las respuestas, más lo carcomerían por dentro aquellas cuestiones. ¿Durante cuánto tiempo podría evitar a un enemigo cuyos movimientos, en su mayoría, no podía prever?

Si la flota de la Alianza hubiese llegado a Daiquón medio día después, se habrían adentrado en el campo de minas que había enfrente del punto de salto, y las naves vigías síndicas habrían escapado con la intención de informar a su alto mando sobre el camino que seguía la Alianza.

Cualquier posible euforia, fruto de la victoria, se desvaneció al ver los nombres de las naves perdidas y los informes de daños y de pérdidas en las demás naves. Había sido una corta victoria por la que habían pagado un precio demasiado alto.

Capítulo 5

Si nada cambiaba, atravesar aquel sistema y llegar al punto de salto de Ixion requeriría aproximadamente un día y medio. Los cincos objetos más importantes que orbitaban la estrella Daiquón eran: cuatro rocas casi del tamaño de un planeta, y un supergigante que casi alcanzaba la masa suficiente como para convertirse en estrella por derecho propio. Las pequeñas instalaciones síndicas que una vez habían ocupado algunas de aquellas rocas estaban desiertas, y probablemente habían sido abandonadas hacía ya mucho tiempo.

No había ninguna razón para pararse allí, ni nada que pudiese ralentizar la flota.

No obstante, durante el enfrentamiento, habían causado tanto daño al crucero pesado
Radiante
que Geary se vio obligado a reducir la velocidad de toda la formación mientras se le realizaban las reparaciones de emergencia pertinentes a sus unidades de propulsión principales. La única opción que quedaba era dejarla atrás, y no iba a hacerlo.

Sin embargo, no tuvo oportunidad con los destructores
Rompespadas
y
Machete
. Ambos habían sufrido unos desperfectos tan severos que solo un astillero de cierta importancia podría repararlos. Geary ordenó que recogieran a sus tripulaciones y que se sobrecargasen sus núcleos de energía, por lo que las naves se convirtieron en bolas de escombros que se expandían poco a poco y se unían a los ya presentes en Daiquón, como resultado de la destrucción de las naves de guerra síndicas. Tanto las tripulaciones como los oficiales de aquellos destructores podían formar parte de otras naves, pero, pese a todo, el hecho de tener que abandonarlas minaba su moral.

Un grupo formado por otros destructores, tres cruceros ligeros más, y un crucero pesado se había unido a los tres acorazados en la división provisional de naves gravemente dañadas que acompañaba a las auxiliares. Geary había intentado salvaguardar el orgullo de aquellas naves formando una pequeña fuerza de escolta para estas últimas, pero temía que su descontento por ser enviados a un lugar situado lejos del frente de batalla le trajese más problemas.
Seguro que están disgustados, no obstante, es la única decisión con sentido. Aunque en realidad... ¿qué tiene sentido en una guerra?

Geary cerró los ojos, en un intento de borrar de su mente las imágenes de los navíos y sus tripulaciones desapareciendo. Su camarote estaba en silencio, y solo los casi imperceptibles sonidos que hacían del
Intrépido
una nave con vida penetraban los mamparos, y le otorgaban una sensación de familiaridad. Los ventiladores del sistema de aire zumbaban al distribuirlo y enfriarlo. Las bombas producían sonido en las tuberías al hacer ir y venir los líquidos. También se escuchaban, casi inaudibles, las voces de la tripulación que pasaba cerca, quizá acompañadas del ruido que hace un carrito de transporte al pasar. ¿Cuánto tiempo llevarían los navegantes escuchando aquellos sonidos? Antes había sido el crujir de la madera y el temblor de la cordelería de los barcos que usaban velas para transportarlos a través de los océanos planetarios. Las naves nunca estaban complemente en silencio, al menos no mientras tuviesen vida.

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