Desplegados por el borde anterior del escenario de la capilla, se exhiben los ataúdes de diversos cadáveres de delegados de las Naciones Unidas, antes de ser desechados para nutrir a los gusanos y las bacterias del suelo. Ya no hay mecimientos de sensuales mamellas. Ya no hay consumo de hachís. En el momento actual, la dama delegada de Zaire va ataviada con una túnica de seda tejida, seda blanca con infinitas perlas blancas cosidas, y sus manos pálidas acomodan un manojo de delicados genitales de plantas tulipanes, olorosos, de colores rojo intenso y blanco espectral. El cadáver de la delegada se aloja en las profundidades del ataúd, suspendido por encima de un revestimiento acolchado de color rosa.
El caballero delegado de Timor Oriental agarra una pelota de fútbol americano en su muerte y lleva las mejillas faciales coloreadas con pintura rosa. El caballero delegado de Egipto está colocado para la eternidad con las dos manos agarrando un volumen de la Biblia cristiana y el cuello eternamente envuelto en banderola de seda. La dama delegada de Brasil tiene las dos manos difuntas amarradas entre sí con un collar de cuentas, que incluye un medallón del hombre muerto instalado sobre palos cruzados.
En la continuación del interior de la capilla, las hienas de los medios caminan en círculos. Un bosque amenazador de múltiples cámaras, un continuo estallido solar de luces estroboscópicas cegadoras, un resplandor constante dedicado a las grabaciones en vídeo. Micrófonos por todos lados.
Estacionados por la capilla: el agente Tanek, el agente Ling, el agente Vaky.
También presentes, los delegados de Uruguay y la delegada de la India, la estimada señora Pelotas de Playa.
Para que conste en acta, el diablo Tony no está asistiendo.
Rociado por el calor de los focos de las múltiples cámaras, escuchado por numerosos micrófonos, el enorme padre-huésped se ausenta de su asiento situado entre sus familiares y emprende un pequeño desfile para ascender al escenario de la capilla y posicionarse en medio de los ataúdes de los muertos. Debajo del hombre de yeso que sangra pintura. El padre-huésped asume una voz sombría y dice:
—Como comunidad, tenemos mucho que llorar hoy...
No está presente el cadáver de Trevor Stonefield. No ha asistido el clan familiar superviviente de los Stonefield.
Subido al altar de la capilla, el padre-vaca huésped dice:
—No hace mucho vino a nosotros un joven, sucio, desarrapado, oliendo a las fogatas de bostas de animal de su primitiva tierra natal. —Dice—: Ese muchacho llegó a nosotros en calidad de huérfano, de producto de una cultura deprimente y atrasada, encallada en los experimentos sociales fallidos y las políticas equivocadas de la historia lejana. —Dice—: Ese muchacho atrofiado, cubierto de costras y deformado por el raquitismo, con el estómago inflado por culpa de la desnutrición y un pelo ralo y escaso, llegó aquí analfabeto y confuso... Y no, no os adelantéis a mis palabras, ese muchacho no era nuestro salvador, Jesucristo Nuestro Señor de Nazaret...
La dirección de todas las cámaras gira para enfocar la cara del agente-yo.
—Esa desdichada escoria humana —dice el padre-huésped— desechada por una indiferente burocracia socialista...
Este agente, vigilado por cámaras numerosas, nota que la sensación de calor le provoca un rubor de sangre dentro de la piel de las mejillas propias.
Levantando la voz, el padre-huésped continúa:
—Esa nación que desechó a esta tímida criatura, a nuestro débil y desconcertado huésped, es un país cruel que persigue el pensamiento libre y castiga la ambición. Una nación con una ideología que aplasta. —Dice—: Una dictadura mediocre y salvaje que se niega a aceptar ni que sea la luz más tenue que dan la libertad de expresión o la caridad cristiana...
Entre los miembros de la comunidad, esos ciudadanos sentados en disposición demasiado densa, con los hombros apretados, las caras empiezan a inclinarse con frecuencia hacia delante y hacia atrás y a repetir la inclinación para mostrar su acuerdo.
El enorme padre-vaca dice:
—Es de esa torturada tierra de los horrores que esta criatura aterrada se escapó, pero solamente durante seis breves meses. —Dice—: Este niñito abandonado enclenque y tembloroso, este chico frágil y vulnerable se escapó de la miseria aplastante de su orfanato gubernamental simplemente porque una misionera cristiana trabajó incansablemente para organizarles seis meses de libertad y de abundancia a él y a un surtido abigarrado de sus compañeros de orfanato...
Sería posible que el agente-yo flexionara los músculos de las piernas, saltara por encima de la turba sentada y repitiera el Salto del Lince de las Naciones Unidas en Miniatura, cata-pumba, a fin de decapitar a la población entera de esta comunidad religiosa. Podría hacer el León Lacerante, rip-grrraaa, y los dientes de este agente destriparían a la manada de carroñeros de los medios de comunicación.
El padre-huésped continúa diciendo sin cesar:
—Después de meses de negociaciones, esa emisaria del amor cristiano consiguió traer a su rebaño a las gloriosas orillas de nuestro bendito Estados Unidos... —Dice—: Pero solo durante un breve lapso de placer dentro de una vida entera de sordidez y dolor...
Sentado a un lado, el hermano perro-puerco dobla el codo para componer con él una cuña puntiaguda y luego inyectar la punta huesuda en las costillas del agente-yo, mientras susurra:
—Mira a mamá...
La cabeza de la madre-pollo huésped se ha asentado hasta quedar apoyada de lado sobre el hombro propio, con la pupila negra y diminuta contraída en medio del iris ocular. Las cubiertas de piel de los ojos le tiemblan, se le cierran y se le abren de golpe. Luego se le cierran lentamente. Su boca de pollo emite ronquidos guturales.
Efectuando inhalaciones enormes, el padre-huésped dice:
—Ese niñito desdichado ha venido a vivir entre nosotros, a cantar nuestras canciones y a compartir la compañía de nuestras casas y nuestra iglesia. Ha estudiado entre nuestros hijos y ellos lo han aceptado y se han hecho amigos suyos. —Dice—: Este chaval tosco, ignorante y analfabeto ha llegado a destacar en un concurso de ortografía reciente. Ha llegado a disfrutar de los bailes americanos y se ha hecho tan popular que fue elegido para presentar a nuestros Estados Unidos de América en las Naciones Unidas en Miniatura...
Sentada delante de este agente, la hermana-gata se dedica a pulsar teclas de la superficie superior de su teléfono personal.
Conservando su posición en el altar, el padre-huésped dice:
—Puede que penséis que un niño ignorante y atrasado nunca sería capaz de devolver los generosos dones que le ha hecho nuestra comunidad, los dones de la atención médica, la comida nutritiva, un techo seguro y protegido, la educación libre, la orientación religiosa y el amor, nuestro amor por encima de todo, y sin embargo esta criatura sí que ha pagado su deuda.
El padre-vaca dirige su mirada para posarla en este agente. Todos los ojos de la comunidad se posan en este agente.
Sería posible que los puños del agente-yo ejecutaran el Puñetazo del Panda, bam-blam, para dejar a toda la concurrencia inconsciente. A continuación ejecutar la Maniobra del Coito de Conejo para distribuir la semilla propia entre varios recipientes adecuados. Salir de la capilla. Buscar nutrición de mediodía. Visitar el memorial del aclamado héroe de guerra coronel Sanders.
El padre-huésped dice:
—Porque es este pobre niño sucio y encorvado quien se ha convertido en la herramienta del dulce Jesucristo. —Dice—: Es a través del maltrecho cuerpo de este huérfano lisiado e inmundo que Jesucristo ha actuado para detener a un asesino demente. —Levantando más todavía la voz, dice—: Solo gracias a nuestro Señor, que es quien ha manejado como una marioneta a este desgraciado contrahecho y esmirriado, se ha hecho justicia con el demonio que había poseído a Trevor Stonefield. —Y se pone a gritar—: Ha sido ese demonio el que ha cercenado la vida de nuestros hijos, pero es Jesucristo el que ha derrotado al demonio antes de que pudiera infligir más daño.
Al momento siguiente, la voz se detiene. La capilla de culto se queda en silencio. Esperando.
Calor de horno del exceso de cámaras. Expectación auditiva de los equipos de audio.
Rompiendo el silencio, el padre-huésped dice, en voz tan baja que es casi susurro:
—En calidad de glorioso agente de nuestro salvador, este niño mendigo se ha ganado un sitio permanente en nuestra comunidad. Un sitio permanente en nuestros corazones. —Levantando la voz, añade—: Y con eso en mente, propongo que este muchacho se quede entre nosotros, en calidad de pleno y amado miembro de la familia Cedar.
Bajo las miradas de las cámaras, vendido por los satélites a la audiencia global, bajo las miradas de todas las naciones del mundo, el padre-vaca dice:
—Por la presente anuncio que tengo intención de adoptar plena y legalmente al estudiante de intercambio extranjero que nuestra familia llama Pigmeo.
Las caras de la comunidad completa, todas componen sonrisas que revelan todos los dientes. Las amplias sonrisas comprimen las mejillas y obstruyen los ojos.
Con la mano en alto y abierta para atestiguar o hacer juramento, el padre-vaca dice:
—Mi esposa y yo tenemos toda la intención de convertirnos en sus tutores. —Dice—: Nuestro hijo y nuestra hija se convertirán en sus hermanos. —Dice—: Y nada, ni la política internacional ni las acusaciones diplomáticas de secuestro ni los trámites burocráticos, se interpondrá en nuestro camino. Demos la bienvenida a este huérfano sucio y enfermizo al seno de nuestro redil. A partir de hoy, esta criatura enclenque e ignorante nos pertenece a nosotros...
Para que conste en acta, se presencia aquí una escalada interminable de la semántica de la propiedad. El agente-yo comenzó en rol de estudiante de intercambio patrocinado por la comunidad religiosa local. El programa de caridad estaba organizado por el cadáver humano viviente Doris Lilly. A continuación me convertí en descendiente de acogida. Y ahora soy adquirido como hijo de adopción. Aumento incesante del lenguaje del capitalismo americano de propiedad.
La estimada señorita Botijos dirige una sonrisa regordeta en dirección a este agente, sugiriendo un pubis dispuesto. Sugiriendo excreción de mucosidad vaginal húmeda y reluciente. Labios inflados y acogedores.
Los únicos ciudadanos que no sonríen son el agente Tibor, la agente Sheena y la agente Magda.
Tampoco sonríen los cadáveres de Zaire, Timor Oriental, Egipto o Brasil. Dieta para los artrópodos.
Desde su posición en lo alto del altar, rodeado de múltiples víctimas de sacrificio a la violenta cultura estadounidense de la agresión, el padre-huésped anuncia:
—Sí, Dios se ha llevado a algunos de nuestros hijos más brillantes, fuertes y amados, pero Dios también nos ha dado a un golfillo condenado y desechado para que lo podamos rescatar...
En ese mismo momento, la comunidad religiosa explota ruidosamente, con un estruendo salvaje compuesto del ruido de cada ciudadano golpeando sus palmas de manos entre sí. Todos los ciudadanos se secan los ojos del agua emitida, enjugando con pedazos de pañuelo de papel empapados. Emiten inertes exhalaciones para limpiar los orificios nasales de mocos. Aporrean entre sí las manos abiertas. Al momento siguiente arranca su ataque de brazos abiertos, destinado a atraparme con sus dedos irregulares, la marea de ciudadanos de esta comunidad intenta cazar a este agente y aprisionarlo bajo muchas capas de abrazos asfixiantes, ofrenda de ardor de pasión letal.
Empieza aquí el informe decimoctavo del agente-yo, número 67, rememorando el peor acontecimiento ocurrido durante el año formativo XXXXX. Tragedia familiar muy documentada en oficina histórica XXXXX. Comunicada a este agente con toda la gentil sabiduría del encargado superior del distrito XXXXX. La ocurrencia de la tragedia está fechada muchos años dentro de la infancia de este agente.
Para que conste en acta, se vuelve a contar aquí una historia de la primera infancia del agente-yo. Para reforzar una importante lección temprana de este agente.
Se describe aquí fecha de calendario correspondiente a la primera ronda de las pruebas académicas para determinar el itinerario profesional que se realizan cuatro años después del nacimiento. Desde el tiempo pasado, este agente está creciendo en residencia compartida con progenitores masculino y femenino y dos hermanas hembras, posicionada en un bloque de cemento en forma de torre con múltiples apartamentos entre incontables unidades familiares parecidas. Por las ventanas del apartamento se puede supervisar el tráfico paralizado de vehículos y se pueden supervisar las vistas de multitud de tejados de edificios de cemento y de atuendos húmedos suspendidos para evaporar el agua después del lavado. Abundantes blusas, pantalones y blusones sujetos a cuerdas tensas, que llevan a cabo sus danzas al ritmo de la música invisible del viento. Numerosas palomas paseando ufanas.
Se rememora aquí la típica espera dentro del pasillo, el posicionamiento nervioso entre los vecinos residentes que esperan para utilizar el retrete comunitario. A fin de poder olvidar la vejiga, el progenitor masculino solicita a este agente: Multiplica doce más tres. Enumera los signos alfabéticos de regaliz. Recita los elementos de la tabla periódica, a fin de poder contener el agua hasta que el retrete esté disponible.
Durante el consumo de la comida matinal, masticando cereales cocidos, la voz del agente-yo, amortiguada por el aplastamiento de la comida, recita:
—... niobio, nitrógeno, nobelio, osmio...
A nuestra salida del apartamento familiar, en el decurso del pequeño desfile que nos lleva a la ubicación de las pruebas, el progenitor masculino emite imperativo: Ahora recita los elementos fabricados por el hombre. La progenitora femenina atusa el pelo del agente-yo. Las jóvenes hembras hermanas nos siguen por detrás. La voz de este agente dice:
—... rutherfordio, dubnio, seaborgio...
El progenitor masculino exige: Ahora recita los isótopos. La progenitora femenina expectora saliva para humedecer un pañuelo de papel y limpiar la cara de este agente. Por la vía pública discurren muchas familias semejantes, progenitores que acompañan a sus descendientes encaminados hoy a las pruebas para determinar la profesión futura. Para convertirse en arquitectos o fontaneros o planificadores de recursos. Todos llegan al instituto de las pruebas, severa fachada sin ventanas, solo custodiada por centinelas que flanquean el portal de la entrada altísima que corona el rellano de una larga rampa provista de muchos escalones empinados.