Sexo para uno (15 page)

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Authors: Betty Dodson

Tags: #Autoayuda, Ensayo, Erótico

BOOK: Sexo para uno
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También se pueden utilizar juguetes orgánicos como pepinos o calabacines. (Tengo una amiga a la que le encantan las zanahorias.) A un pepino, incluso, se le pueden dar diversas formas. Pero siempre conviene dejar suficiente piel en la parte de abajo para sujetarlo y evitar que desaparezca en mitad de la noche. Los pepinos son húmedos y resbaladizos por naturaleza, y se han usado para fabricar productos de belleza desde hace mucho tiempo.

Un día estaba en el supermercado eligiendo unos pepinos con tanto cuidado y atención, que una señora que estaba a mi lado me preguntó cómo sabia yo cuáles eran los mejores. No pude resistirlo y contesté: «Es pura intuición, estoy escogiendo un amante para esta noche». Se echó a reír, y yo le guiñé el ojo al alejarme.

Los lubricantes pueden ser una buena ayuda para la masturbación. Los mejores son los que contienen mucha agua, porque hay menos probabilidades de que produzcan irritaciones.
Probe
es muy bueno, inodoro, no sabe a nada, es muy resbaladizo y se parece mucho al flujo natural de las mujeres. Algunas mujeres prefieren aceite de coco, de oliva o de almendra. (Estos son aceites en su estado natural, que no han sido sometidos a ningún proceso previo.) Otras no pueden usarlos porque las irrita. Los productos elaborados con petróleo, como la vaselina y otras cremas, no deben utilizarse, porque se quedan adheridos a la mucosa de las membranas. Además, deshacen los condones y los diafragmas. Con el tiempo, cada uno encuentra lo que más le gusta y más le conviene.

Hay toda clase de novedades sexuales que están muy bien para una noche. Un ejemplo son las
Bolas ben wa
. Se ha exagerado mucho el potencial erótico de este juguetito. Se trata de dos bolas de plástico o de metal que se ponen dentro de la vagina —la teoría es que el contacto y el movimiento dan unos resultados fantásticos. Las mejores son unas que se llaman
Bolas Duotone
. Son dos bolas de plástico que a su vez tienen unas bolas dentro unidas por un hilo. Al mover las caderas hacen un ruido parecido al de un sonajero. Es divertido tirar lentamente del hilo para que salgan bolas muy despacio, a la vez que se usa el vibrador. Pero eso de que se tiene un orgasmo después de otro, no es cierto. Son divertidas para un rato.

Nunca me decepciono con un juguete sexual porque no dura mucho. Mientras lo pase bien un rato, me conformo. Puedo pasar meses sin usar nada más que el vibrador. Lo que más
marcha
me da son mis fantasías. Estoy deseando comprarme un video para probar mi
Magic Wand
con una cinta pomo. Una de mis últimas fantasías es invitar a unas amigas a casa a vibrar conmigo mientras vemos un video pomo de una panda de chicas que violan a un camionero. Lo mejor para disfrutar del sexo —aunque no solemos darle importancia— es estar en forma. Hay muchas maneras de mantenerse saludable. Andar es una. Practicar un deporte regularmente también es bueno, además de divertido. Bailar es un buen ejercicio y también es divertido. No hace falta ir a una discoteca, se puede bailar en casa y se disfruta igual.

Tengo la manía de querer ser la mejor en todo lo que hago. Pero intento no ir mas allá de mis posibilidades. Estuve yendo a un gimnasio durante dos años y siempre me lesionaba. Desde entonces decidí encontrar una forma más tranquila de mover mi cuerpo de cincuenta y siete años. He pensado en nadar en una piscina cubierta. No se puede luchar contra la vejez pero puedo intentar retrasarla con una buena alimentación, ejercicio y orgasmos. Y lo más importante es que quiero aceptar la madurez sin traumas, y seguir teniendo una actitud positiva hacia la vida.

El yoga es una forma no competitiva de hacer ejercicio. Las posturas son fantásticas para la columna las articulaciones y para coordinar la respiración con los movimientos —todo importantísimo para la salud sexual. Lo primero que hay que hacer en yoga es tumbarse en el suelo y hacer un repaso mental de las partes del cuerpo, diciéndole a cada una de ellas que se relaje. La siguiente postura es la típica de la meditación, con la espalda totalmente recta. Para conseguirlo hay que imaginarse una línea que va desde el centro de la cabeza hasta en final de la columna. Luego hay que colocar los hombros, subir el tórax y sacar pecho. Para hacerlo bien es bueno ponerse delante de un espejo. Esta se conoce como la
postura del Loto
.

En el yoga hay que moverse muy despacio y respirar profundamente. Hay que llenar los pulmones muy despacio y luego soltar el aire. La ventaja del yoga es que sólo se necesita un poco de espacio en el suelo y el cuerpo.

En los últimos años, los americanos se han empezado a preocupar mucho por la salud, cosa que a mí me parece muy positiva. Es fantástico que todo el mundo haga ejercicio. Algún día todos reconocerán que el sexo es el mejor ejercicio de aeróbic. Cuando se tiene un buen orgasmo, la respiración se hace más profunda, el corazón late con más fuerza, se suda en abundancia y se mueven todos los músculos. La mente se relaja mientras espera tener el mejor de los orgasmos. Dentro de poco el dicho será: «Un orgasmo tras cada comida, y manda al cuerno la medicina».

Debemos recordar que el amor en solitario no es un camino de rosas constante. Igual que todos los tipos de amor, va y viene, crece y decrece. El año pasado tuve una crisis bastante importante. Siempre pensaba: «En cuanto adelgace seis kilos, empiece a hacer gimnasia y a ganar mucho dinero, me querré a mí misma». Me empezaron a doler las articulaciones de las caderas y me pasaba el día hablando mal de la masturbación mientras cojeaba. No me había quedado ciega, ni me habían salido verrugas, por masturbarme demasiado, pero estaba lesionada.

Una amiga me prestó un librito de un curandero metafísico que decía que los problemas de las caderas los causaba el miedo a tomar grandes decisiones. ¡Bingo! Llevaba bastante tiempo posponiendo nuevos proyectos. Cambié de actitud y empecé a pensar: «Tengo que seguir avanzando hacia todas las edades con una actitud positiva». Funciona.

La masturbación sigue siendo muy importante cuando tengo problemas. Pero siempre me convenzo de que me gusto tal y como soy. Si me quiero a mí misma puedo querer a otros, si ellos se quieren.

Historias de masturbaciones

He recibido miles de cartas de gente de todo el mundo a lo largo de los años. Muchas personas me han contado sus experiencias sexuales, fueran buenas o malas. Otras escribían, pero eran más reacias a sincerarse. Sin embargo, la mayoría eran increíblemente francas y agradecidas. Cuando algún día estaba deprimida y me sentía como una tonta por luchar por la liberación de la masturbación, me sentaba a leer una de estas cartas. Una de una mujer que acababa de aprender a tener un orgasmo después de leer mi libro, por ejemplo. O la de un hombre que me contaba que el sexo había mejorado mucho para él y su mujer desde que se masturbaban sin problemas. Siempre me daban muchos ánimos, y me volvía a convencer de que el sexo en solitario siempre abría nuevas puertas en el conocimiento del universo y de uno mismo. Las considero cartas de amor. Son fascinantes.

Muchas de las cartas son muy ilustrativas de algunas de las ideas que he intentado transmitir en este libro. Algunas aportan una información adicional sobre la vida de quien la escribe. Otras muestran diferentes perspectivas. Todas las que aquí aparecen se han resumido, y los nombres y lugares se han cambiado. Me encantan estas historias íntimas donde el asombro, la protesta, el deseo y el descubrimiento de uno mismo son los protagonistas. Me encantan porque son reales.

Querida Betty:

Acabo de tener mi primer orgasmo sin complejos. Mi técnica desde que tenía cuatro años (ahora tengo diecinueve) consiste en poner el brazo entre las piernas y moverme y dar saltos. Ahora he empezado a aceptar del todo lo que siente mi cuerpo. ¡Es muy satisfactorio emocionalmente y me da fuerzas!

Blair

Westport, CN

Querida Betty:

No sé exactamente lo que te quiero decir, de modo que empezaré por contarte quién soy. Me llamo Debbie y voy a cumplir dieciséis años dentro de dos semanas. Hablo con mi madre sobre el sexo sin ningún problema, pero no sobre la masturbación. Es a mí a quien más vergüenza me da. Mi madre se compró tu libro,
La masturbación como liberación
, y me lo prestó anoche. He tenido relaciones sexuales varias veces, pero nunca he tenido un orgasmo. Creía que me pasaba algo, y siempre fingía que los tenía. Anoche, me masturbé conscientemente por primera vez, después de leer tu libro. Con la mano no funcionaba, así que probé con un vibrador. Lo pasé muy bien y creo que tuve un orgasmo. Digo que lo creo porque no estoy muy segura. Me imaginaba que me iba a estallar la cabeza y que pasaría unos segundos flotando en éxtasis, como les pasa a las chicas en las novelas folletinescas. Lo que sentí fue como si me vibraran las paredes de la vagina, o como si tuviera convulsiones. Estoy muy contenta de haberlo pasado tan bien. Sólo quiero darte las gracias por abrirme una nueva puerta para conocerme a mí misma.

Debbie

Scarsdale, NY

Querida Betty:

Soy una mujer casada de treinta y dos años, y mantengo una relación homosexual de la que mi marido no sabe nada. No conseguía correrme en ninguna de mis dos relaciones, No hace falta que diga que tenía mucha ansiedad y necesitaba desesperadamente conocerme sexualmente. Después de leer tu libro y comprarme un
Hitachi Magic Wand
, me ha cambiado la vida.

Lloro de la emoción que me produce saber que tengo la capacidad de darme placer a mi misma cuando quiera. ¡Es como despertar de un sueño! Me encantan las olas o contracciones de placer. Me siento como un niño pequeño aprendiendo sobre las maravillas de mi cuerpo por primera vez.

El domingo pasado, mí marido consiguió que tuviera un orgasmo maravilloso sin ningún tipo de agobio. ¡Terminé con una enorme sonrisa!

Ahora me gustaría aprender a compartir el placer de un baile erótico con mí amante femenina, para que las dos podamos recoger el fruto de mi aprendizaje.

Zoe V.

Pomona, CA

Querida Betty Dodson:

Cuando leí tu artículo agradecí mucho que fueras tan franca. La semana pasada, precisamente, mi ginecóloga me sugirió muy apurada que jugueteara conmigo misma de forma
involuntaria
por las noches para relajarme. Dijo que era una
especie de masturbación
. Me dio demasiada vergüenza decirle que la masturbación es totalmente
voluntaria
. Quiero dos copias de tu libro para que mi ginecóloga y yo nos liberemos.

Violet E.

Baltimore, MD

Querida Betty:

Tu libro es una contribución muy importante para los psicólogos. El verano pasado atendí a una pareja de mediana edad. Él había tenido una enfermedad muy grave que le había afectado a la libido y le había dejado casi impotente. Su mujer todavía tenia muchas ganas de vivir y disfrutar, pero no quería buscar el placer fuera de su matrimonio. Eran religiosos y se querían. Pero no estaban dispuestos a terminar ya su vida sexual. Les sugerí que compartieran la masturbación y les enseñé cómo se usa un vibrador. Fue una experiencia fantástica para mí. Vi cómo dos personas salían de la más profunda depresión y empezaban a reírse y a jugar de nuevo. La actitud positiva de las mujeres hacia su coño es fundamental en las relaciones entre hombres y mujeres. Gracias por tu generosa aportación a la sociedad.

Joseph M.

Alexandria, VA

Querida Betty:

Hace tres meses era una profesora de Historia en un instituto, pero he dejado mi trabajo y he pasado los últimos meses intentando cambiar mi vida, que era más que aburrida. Oí hablar de tu libro en la revista
Cosmopolitan
. ¿Te puedes creer que tenía remordimientos hasta de comprarla?

De pequeña quería ser monja, de modo que nunca me preocupé por el sexo ni por disfrutar con mi cuerpo. Me parecía degradante. Cuando terminé el Bachillerato, entré en un convento y estuve allí seis años. Luego lo dejé porque era todo una hipocresía. No sentía que hubiera amor dentro de mí para compartirlo con los demás.

Ahora que sé que puedo tener un orgasmo (de una forma, al menos) me siento más a gusto conmigo misma, más segura y más viva. Cualquier pequeño descubrimiento sobre mi cuerpo me hace feliz. Este conocimiento de mi cuerpo me ha ayudado mucho más que todas las oraciones que he rezado en mi vida. Me he vuelto más extrovertida y más capaz de vivir con otras personas. Todavía tengo mucho que aprender, pero ahora tengo confianza. No tengo miedo y tengo ganas de vivir. También he empezado a hacer yoga y me encanta. Espero poder acudir a tus Terapias algún día.

Karen,

Cincinnati, OH

Querida Hermana Sensual:

Después de leer tu libro esta tarde he decidido tener una sesión de mi actividad preferida en momentos de ocio: la masturbación. Soy una experta en el tema, digamos que tengo
mucha mano
.

Me gustaría añadir aquí algunos de los métodos que yo utilizo:

1. Cambios de temperatura. Poner las manos frías o agua fría sobre los genitales es muy agradable.

2. Alguna tela suave sobre los genitales para masturbarse.

3. Masturbarse a la vez que se hace un lavado vaginal, da una fantástica sensación de limpieza.

4. Masturbarse con alguien en la bañera, ponerse jabón uno al otro en los genitales y hacerse peinados en el vello público puede ser muy divertido.

5. Masturbarse en sitios nuevos... en el cuarto de baño de unos grandes almacenes, en una cabina de teléfono, etc., da sensación de novedad (con un toque de travesura).

Estoy segura de que no soy la única que practica estas cosas. Hay tantas posibilidades. La masturbación es una de las actividades más placenteras del mundo, y es gratis!

Dana G.

Spokane, WA

Querida Betty:

Llevo masturbándome toda la vida. Mi primer recuerdo es de cuando tenía tres años y me bañaba sola. Tenía un ratón de goma que llenaba de agua y luego hacia que saliera con fuerza sobre mis genitales... ERA COMO ESTAR EN LA GLORIA. Cuando tenía cuatro o cinco años jugaba a los hospitales con mis vecinas. Nos tocábamos los genitales unas a otras. Seguro que a mi madre le hubiera dado un ataque al corazón de haberlo sabido.

A los siete años, un verano, mi prima y yo nos quitamos toda la ropa y nos masturbamos mutuamente. Nos turnábamos para echarnos agua con teteras de juguete sobre los genitales. Lo hacíamos todo a escondidas. Mis padres eran muy religiosos y me imaginaba que era algo pecaminoso.

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