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Authors: Elisabeth Kübler-Ross

Sobre la muerte y los moribundos (24 page)

BOOK: Sobre la muerte y los moribundos
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Doctora:
¿Cómo se gana usted la vida? ¿Trabajaba?

Paciente:
Trabajaba media jornada hasta que vine aquí.

Doctora:
¿En abril?

Paciente:
Sí. Pero mi marido nos manda dinero cada semana.

Doctora:
Ya. O sea que usted no depende económicamente del trabajo.

Paciente:
No.

Doctora:
¿Tiene aún su marido algún contacto con usted?

Paciente:
Bueno, él... Él ve a los chicos siempre que quiere, y yo siempre he creído que a él le tocaba decidir cuándo quería verlos. Vive en la misma ciudad que yo.

Doctora:
Um hm. ¿Se ha vuelto a casar?

Paciente:
Sí, está casado. Se volvió a casar, quizás un año después de marcharse.

Doctora:
¿Está enterado de su enfermedad?

Paciente:
Sí.

Doctora:
¿Qué es lo que sabe?

Paciente:
En realidad no lo sé, creo que debe saber lo que le hayan dicho los chicos.

Doctora:
Usted no tiene contacto verbalmente con él.

Paciente:
No.

Doctora:
Ya. Entonces, ¿no le ha visto personalmente?

Paciente:
No para hablar con él. Yo no... no.

Doctora:
¿Qué partes del cuerpo tiene afectadas ahora por este tumor maligno?

Paciente:
Bueno, tengo este tumor aquí y esta mancha en el hígado. Y luego este gran tumor en la pierna que se ha comido casi todo el hueso, y por eso me metieron esta aguja en la pierna.

Doctora:
¿Eso fue en primavera o en verano?

Paciente:
En julio. Y además tengo ese tumor en el ovario que es dudoso... aunque todavía no han descubierto donde empezó.

Doctora:
Sí. Saben que ahora está en diferentes sitios, pero no conocen su origen. ¿Cuál es la peor parte en todo esto de los tumores malignos para usted? ¿Cómo afectan a su vida normal y sus actividades corrientes? Usted no puede andar, por ejemplo, ¿verdad?

Paciente:
No. Sólo con muletas.

Doctora:
¿Puede andar por la casa con muletas?

Paciente:
Sí. Pero lo que es trabajar... Por ejemplo, para cocinar y el trabajo de la casa, te ves muy limitada.

Doctora:
¿Qué más supone para usted?

Paciente:
En realidad no lo sé.

Doctora:
Creí que arriba había dicho que tenía mucho dolor.

Paciente:
Sí.

Doctora:
¿Todavía lo tiene?

Paciente:
Um hm. Creo que después de tantos meses casi aprendes a vivir con él. Sólo cuando aumenta tanto que no puedo soportarlo, pido que me den algo. Pero yo nunca he sido de esas personas que se preocupan de tomar medicinas.

Doctora:
La señora S. me da la impresión de ser de estas personas que sufren mucho antes de decir algo. Que esperan mucho tiempo y ven crecer el tumor antes de ir a ver al médico.

Paciente:
Ése siempre ha sido mi mayor inconveniente.

Doctora:
¿Es usted difícil para las enfermeras? Cuando necesita algo, ¿se lo dice? ¿Qué clase de paciente es usted?

Paciente:
Creo que sería mejor que eso se lo preguntara a las enfermeras. (Bromeando.)

Capellán:
¡Oh! Eso es fácil, pero nos interesa saber qué le parece a usted.

Paciente:
¡Oh! No sé. Creo que me llevo bien con todo el mundo.

Doctora:
Ajá. Creo que sí. Pero quizá no pide bastante.

Paciente:
No pido más de lo necesario.

Doctora:
¿Cómo es eso?

Paciente:
En realidad no lo sé. Quiero decir, las personas son diferentes unas de otras. Yo siempre estaba contenta cuando podía ocuparme de mí misma, hacer el trabajo de mi casa y hacer cosas para los chicos. Eso es lo que me molesta más: que ahora veo que otro se ha de encargar de mí. Esto, para mí, es muy difícil de aceptar.

Doctora:
¿La peor parte de todo esto es el hecho de que está cada vez más enferma? ¿No será el hecho de no poder darse a los demás?

Paciente:
Sí.

Doctora:
¿De qué otra manera podría darse a los demás sin desarrollar una actividad física?

Paciente:
Bueno, puedes recordarlos en tus oraciones.

Doctora:
¿O lo que está haciendo ahora aquí?

Paciente:
Sí.

Doctora:
¿Cree que esto va a ayudar a algún otro paciente?

Paciente:
Sí. Creo que sí. Espero que sí.

Doctora:
¿De qué otro modo cree que podemos ayudar? ¿Qué es la muerte para usted? ¿Qué significa?

Paciente:
No tengo miedo a morir.

Doctora:
¿No?

Paciente:
No.

Doctora:
¿No tiene la impresión de que es algo malo?

Paciente:
No quiero decir eso. Naturalmente todo el inundo quiere vivir el mayor tiempo posible.

Doctora:
Naturalmente.

Paciente:
Pero no me daría miedo morirme.

Doctora:
¿Cómo lo concibe?

Capellán:
Eso es lo que yo me estaba preguntando. En realidad lo que le estamos diciendo es que la gente sí que normalmente tiene problemas. ¿Piensa usted en lo que pasará si esto la lleva a la muerte? ¿Ha pensado en esto? Usted ha dicho que había hablado con su amiga de ello.

Paciente:
Sí.
Lo hemos comentado.

Capellán:
¿Podría explicarnos algunos de sus sentimientos al respecto?

Paciente:
Para mí es un poco difícil, ¿sabe?, hablar...

Capellán:
Es más cómodo hablar de eso con ella que con otra persona.

Paciente:
Con otra persona a la que conoces.

Capellán:
¿Puedo hacerle una pregunta que guarda relación con ésta? Ésta es su segunda enfermedad, usted ha tenido tuberculosis, y ha perdido a su hija... ¿De qué manera han afectado estas experiencias a su actitud respecto a la vida, a sus ideas religiosas?

Paciente:
Creo que estas enfermedades me han acercado más a Dios.

Capellán:
¿De qué manera? Porque sentía que Él podía ayudarla, o...

Paciente:
Sí. Sólo siento que me he puesto en sus manos. De Él dependería que pudieran ponerme bien otra vez... llevar una vida normal.

Capellán:
Usted ha dicho que le era difícil depender de otras personas, y no obstante es capaz de aceptar una ayuda importante de esa amiga suya. ¿Es difícil depender de Dios?

Paciente:
No.

Capellán:
Es parecido a esa amiga, ¿verdad?

Paciente:
Sí.

Doctora:
Pero, si he entendido bien, su amiga tiene las mismas necesidades que usted. Ella también necesita, o sea que es un toma y daca, no sólo es recibir.

Paciente:
Ella ha tenido tristezas y dificultades en la vida, quizás eso la ha aproximado más a mí.

Doctora:
¿Vive sola?

Paciente:
Ella es muy comprensiva. Está casada, no ha tenido hijos, quiere mucho a los niños y nunca ha tenido uno propio. Pero quiere a los de los demás. Ella y su marido trabajan en el orfanato, hacen de padres allí. ¡Oh! Siempre tienen niños a su alrededor, y también han sido muy buenos con mis hijos.

Doctora:
¿Quién se encargaría de ellos si usted tuviera que estar mucho tiempo en el hospital, o sí muriera?

Paciente:
Bueno, creo que, si me pasara algo a mí, lo natural sería que se encargara su padre. Su sitio estaría...

Doctora:
¿Qué piensa usted de eso?

Paciente:
Creo que eso sería lo mejor.

Doctora:
Para los chicos.

Paciente:
No sé si sería lo mejor para los chicos, pero...

Doctora:
¿Cómo se llevan ellos con su segunda mujer? ¿Quién sería en realidad la que la sustituiría como madre?

Paciente:
Bueno, en realidad ellos no quieren saber nada de ella.

Doctora:
¿Cómo es eso?

Paciente:
Bueno, no sé si es que ella está resentida con los chicos o qué, no lo Sé. Pero yo creo que el padre quiere a los chicos de verdad, creo que siempre les ha querido. Si llegara el caso, estoy segura de que haría lo que fuera por ellos.

Capellán:
Sus hijos son bastante mayores. ¿El menor tiene trece años?

Paciente:
Trece. Este año está en octavo grado.

Doctora:
Sus edades son trece y dieciocho, ¿verdad?

Paciente:
El mayor terminó la escuela secundaria el año pasado. En septiembre acababa de cumplir los dieciocho, o sea que tuvo que alistarse, cosa que no le hace demasiado feliz, y a mí tampoco. Yo no pienso en eso. Es decir, trato de no pensarlo, pero pienso.

Doctora:
Especialmente en momentos como éste creo que es muy difícil pensar. El hospital en conjunto, y el personal de su piso, ¿la han ayudado de todas las formas posibles? ¿o puede hacemos alguna sugerencia para mejorar las cosas de cara a pacientes como usted, que tienen, estoy segura, muchos problemas, conflictos y preocupaciones, y casi nunca hablan de ellos, como lo ha hecho usted?

Paciente:
¡Oh! Creo... pienso que... desearía que los médicos me explicaran un poco más. Quiero decir que todavía me siento a oscuras, que en realidad no sé muy bien cómo estoy. Quizá hay personas que quieren saber cómo están de graves y otras que no. En cuanto a mí, si me quedara sólo muy poco tiempo de vida, quisiera saberlo.

Doctora:
¿Lo ha preguntado?

Paciente:
No. Como los médicos siempre tienen prisa...

Doctora:
¿Por qué no le retiene la próxima visita y se lo pregunta?

Paciente:
Tengo la impresión de que su tiempo es muy valioso. Quiero decir que yo no...

Capellán:
Esto no es muy diferente de lo que ha dicho de sus otras relaciones. Ella no se impone a nadie, y quitar tiempo a otro es una especie de imposición, a no ser que se encuentre a gusto con él.

Doctora:
A no ser que el tumor se haga tan grande, y el dolor tan insoportable que ya no pueda aguantar, ¿verdad? ¿Quién es el médico con el que le gustaría hablar? ¿Tiene varios médicos? ¿Con cuál se siente mejor?

Paciente:
Tengo mucha confianza en el Dr. Q. Parece que, cuando entra en la habitación, siento que todo lo que me dice, bueno, está muy bien.

Doctora:
Tal vez él espera a que usted le pregunte.

Paciente:
Siempre he pensado de esta manera respecto a él.

Doctora:
¿No cree que es posible que él espere a que usted empiece a preguntarle?

Paciente:
Bueno, no sé, yo no... Probablemente me dice lo que cree que es necesario.

Doctora:
Pero para usted no es bastante.

Capellán:
Bueno, ella demuestra esto al decir que quiere que le expliquen más. El ejemplo que ha dado era: “Si me queda poco tiempo de vida...” Y eso me hace pensar si no estará preocupada por ello. ¿Es ésta su forma de expresarlo?

Doctora:
¿Qué es poco tiempo de vida, señora S.? Eso es terriblemente relativo.

Paciente:
¡Oh! No sé. Yo diría que seis meses o un año.

Capellán:
¿Tendría tantas ganas de saberlo si no tuviera esta clase de enfermedad? Me parece que ésa es la forma de explicar lo que usted ha pasado.

Paciente:
Sea lo que sea lo que tengo, lo tengo, y quisiera saber lo qué es. Creo que hay personas a quienes se puede decir y otras a las que no se puede.

Doctora:
¿Y eso qué cambiaría?

Paciente:
¡Oh! No sé. Quizá trataría de disfrutar de cada día un poco más si...

Doctora:
Ya sabe que ningún doctor puede decirle el momento. Ya sabe que él mismo no puede estar seguro... Pero algunos médicos, con buena intención, dan un cálculo aproximado, y algunos pacientes quedan terriblemente deprimidos y no disfrutan de un sólo día después de eso. ¿Qué me dice a eso?

Paciente:
A mí no me preocuparía.

Doctora:
Pero comprende por qué los doctores están muy recelosos.

Paciente:
Sí. Estoy segura de que hay personas que irían y se tirarían por una ventana o harían algo drástico.

Doctora:
Algunas personas son así, sí. Pero al parecer lleva mucho tiempo pensando en esto, porque sabe dónde está. Creo que debería hablar con el médico, debería decírselo. Sólo abrir la puerta y ver hasta dónde llega.

Paciente:
Tal vez él piensa que yo no debería saber lo que sé, quiero decir que...

Capellán:
Ya lo averiguará.

Doctora:
De todos modos tendrá que preguntar y así tendrá respuesta.

Paciente:
El primer médico que conocí cuando vine aquí, ¿sabe?, la primera vez que vine, para el primer reconocimiento... ¡tenía tanta confianza en él! Desde el primer día que le vi.

Capellán:
Y creo que era una confianza justificada.

Doctora:
Eso es muy importante.

Paciente:
Es que, cuando en casa tienes tu médico de cabecera, sientes mucha confianza en él.

Doctora:
Y luego también a él lo perdió.

Paciente:
Eso fue muy duro, porque era un hombre maravilloso. ¡Tenía aún tanta vida por delante! Tenía sólo... aún no tenía sesenta años. Y desde luego, como ustedes sabrán, la vida de un médico no es una vida fácil. Probablemente no se ocupaba de sí mismo como debía. Sus pacientes eran lo primero.

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