Sólo tú (3 page)

Read Sólo tú Online

Authors: Jordi Sierra i Fabra

BOOK: Sólo tú
2.62Mb size Format: txt, pdf, ePub

Lo que sintió en ese instante fue ira.

Unos desconocidos colándose en su intimidad para atacarla y desarbolar su sistema nervioso.

Se levantó de la silla y fue a la ventana. La suya no daba a la calle, como la de su amiga. Ella dormía en una de las habitaciones interiores. Buscó el origen de la música sin dar con él. Podía proceder de cualquier ventana. Pensó en gritar pero se contuvo. Cerró los ojos e intentó comprender y comprenderse. Comprender aquel sonido y la desmedida letra del tema, y comprenderse a sí misma en su negación del presente y de la realidad.

La diferencia era que ella conocía el pasado y Elisabet, no. La diferencia era que ella podía comparar, y el resto de chicos y chicas de su edad, no. Su amiga no tenía ni idea de quiénes eran Peter Gabriel, Jim Morrison, Neil Young, Van Morrison, Janis Joplin, Joni Mitchell o Patti Smith, ni siquiera monstruos como Leonard Cohen o Tom Waits. Bob Dylan decía que era un cadáver ambulante con voz de regadera.

Regresó al ordenador y se olvidó de «Fracaso». En su lugar tecleó otro enunciado:

«Razones y fundamentos para decir que Brainglobalnoise representan un salto a la prehistoria de la música».

Y escribió:

«Estoy escuchando, a mi pesar, pues la música se cuela por mi ventana, el sonido más odioso del momento...».

Capítulo 2

ROGELIO

 

 

 

El primer tema del CD,
Kontaminación
, ya sonaba en todas partes. Era el primer paso.

Pero sólo eso.

Con lo que se habían gastado en el lanzamiento, que sonara en todas partes era lo de menos. Lo duro venía ahora, asentarlo todo, conseguir que el segundo tema del disco fuera un éxito mayor, y espontáneo, y que la primera gira del grupo arrasara y generara un millón de fans.

Un millón.

Como si los tiempos no hubieran cambiado.

—¿Tú qué opinas? —le preguntó Nacho Pons.

Dejó que la pregunta flotara en el ambiente.

La mayoría de las canciones se parecían entre sí. Tres guitarras desatadas, una batería machacona, un bajo galopante y una voz, la del propio guitarra solista, gritando-cantando-rapeando según la parte del tema que interpretara. Habían bautizado su estilo como Trash-rap-hop-metal-hardcore. Otro exceso. Siempre le había parecido un sonido tremendista, pero buscarle una etiqueta... La mayoría de artistas eludían las etiquetas. Ellos, sin embargo, estaban dispuestos a ser diferentes.

A romper moldes.

—No estoy seguro —manifestó con voz inexpresiva.

—Pero la cosa está entre
Kaos
y
Makillaje radioactivo
, ¿no?

—¿Por qué lo dices?

—Bueno —su interlocutor hizo un gesto evidente—, la primera habla de las inquietudes de los jóvenes ante lo que se les viene encima, y la segunda, de esa chica enamorada que se deshace mientras espera que regrese su novio de la guerra termonuclear... Son actuales.

—«Actuales» no es la palabra más adecuada.

—¿En qué sentido lo dices?

—En el único posible.

—Las canciones que gustan a las adolescentes son siempre las que les afectan de manera personal, las que abordan sus pensamientos e intimidades.

—¿Y crees que el lamento de una chica a la que se le cae la cara a pedazos mientras espera que su novio vuelva de la guerra impresionará a una adolescente de ahora?

—Caray, Rogelio, parece como si no te gustara el disco, o peor, que no creyeras en el producto.

El producto.

Unos pocos años antes aún era el artista; como mucho, el proyecto. ¿Cuándo lo habían rebajado a la categoría de «producto»?

—Evidentemente, éste no es mi tipo de música. —Fue sincero—. Pero llevo toda la vida en esto y sé lo que funciona y lo que no, y esto nos va a funcionar.

—Más nos vale —suspiró Nacho Pons.

¿Cuándo no había conocido la música malos tiempos, aun en momentos de bonanza?

A veces, la sensación de que se llegaba al fin de una era se hacía tan persistente...

—Yo votaría por
Mezklas
—anunció de pronto.

—¿Ésa? ¿Por qué? Es la más suave de todo el CD.

—Pues por eso.

—¿No es mejor mantener el tono álgido?

—Lanzamos
Mezklas
como segundo tema, y si no funciona, tenemos a punto
Kaos
o
Makillaje radioactivo
.

—No podemos permitirnos un pinchazo con el segundo
single
.

—Los temas suaves, y no es que éste lo sea, aunque tiene momentos de calma, son los que asientan a las bandas.

—Tardan más en calar.

—Pero si calan, son la bomba. Y te repito que
Mezklas
no es precisamente una balada romántica.

Los dos ejecutivos se quedaron un momento en silencio. El despacho de Rogelio daba a la calle Calvet, así que el ruido del asfalto llegaba con nitidez hasta ellos. Pese a que la ventana estaba cerrada y disponía de un cristal doble, los cláxones no daban tregua. Muchas veces optaba por escuchar música sólo para poder aislarse y trabajar, aunque cada vez estuviese menos allí y más en la calle, haciendo otras actividades al margen del
marketing
y la promoción. Ya estaban en cuadro debido a los recortes de personal.

La piratería los devoraba más rápido que nunca.

El último disco de oro conseguido por Discos Karma parecía un lejano eco del pasado.

La puerta del despacho se abrió en ese instante.

—Rogelio... —anunció la voz de Pascual Iriarte abriéndola sin esperar su permiso—. ¡Ah, Nacho! —cambió el tono al verlo también allí—. Nos llama el
Boss
.

No era Springsteen. Era Marcelo Novoa, el director.

Los dos ejecutivos se pusieron en pie.

Hora de repasar temas.

Siempre al filo de la navaja.

 

 

Marcelo Novoa era uno de los veteranos, curtido en mil guerras. Había pasado por CBS, Polygram y Emi en los años de esplendor del rock antes de fundar su propia compañía discográfica; y en Barcelona, nada de caer en la tentación de irse a Madrid. Con su buen ojo, Discos Karma había conseguido tres éxitos consecutivos en su primer año, y otros diez en los cinco siguientes. Era el momento dorado de las pequeñas compañías, o las independientes, como se las llamaba todavía. Lo malo era que las multinacionales actuaban siempre como depredadoras. Cuando una pequeña compañía conseguía un éxito, afianzar a un grupo descubierto por ella, aparecía la correspondiente
major
dispuesta a poner una millonada sobre la mesa para llevárselo. O eso o tentar al cantante para que iniciara una carrera en solitario. Las pequeñas compañías tenían que reinventarse cada día, conseguir al menos un éxito al año. Una presión añadida que la mayoría no conseguía superar.

Con la piratería y las descargas ilegales de Internet masacrando el mercado, el futuro siempre era negro.

Aunque a cada momento aparecieran nuevas promesas, cantantes, grupos, que demostraban que la música nunca se terminaba, ni los sueños de quienes querían ser artistas.

Rogelio fue el primero en sentarse. Lo hizo frente al director de la empresa. Nacho y Pascual lo secundaron, uno a cada lado. Marcelo Novoa había superado los cincuenta con creces, pero se mantenía joven, con esa pátina de energía que siempre aporta el mundillo de la música. Nacho y Pascual andaban en la treintena. Sólo él se quedaba en esa indefinida tierra de nadie que era el final de la juventud y el comienzo de la madurez, con la frontera de los cuarenta ya a la vista.

—Vamos a lanzar
Makillaje radioactivo
como segundo
single
—les soltó el director de Discos Karma de forma contundente, en un tono que admitía poca réplica.

Nacho Pons miró a Rogelio de soslayo. Un gesto que no pasó inadvertido a su superior.

—¿Alguna objeción? —Marcelo Novoa lo miró.

—No —respondió Rogelio.

—¿Pero?

—Votaba por
Mezklas
.

—¿Por qué?

—Tiene un tono algo más... reposado. Esa parte que parece lenta incluso es melódica.

—¿Melódica? —Su jefe abrió unos ojos como platos—. ¿Y quién quiere algo melódico hoy en día? ¡Esa palabra incluso ha desaparecido del diccionario de la música! Brainglobalnoise es eso, Ruido Global y Cerebral. Caña. No creo que vayamos por ahí.

—El mercado siempre sorprende.

—El mercado hace lo que le decimos nosotros. ¿O crees que esa panda de descerebrados de quince años tiene criterio? Les hemos lanzado un grupo total, y van a querer música total. Si además imponemos una estética...

—Es mi opinión. Sólo eso.

—¡Coño, Rogelio, tu opinión! —estalló con sorpresa el hombre—. ¡La opinión del chico del súper me la trae floja, pero la tuya no! Se supone que eres el director de marketing y promoción. —Miró a los otros dos—. ¿Qué opináis vosotros?

Nacho Pons tragó saliva. Pascual Iriarte no movió ni un músculo. Los dos temían las explosiones de ira de su jefe. Y cada vez las tenía más seguidas.

—Yo estaba hablando con Rogelio de eso mismo ahora —dijo el primero.

—¿Y?

—Dudaba entre
Makillaje radioactivo
y
Kaos
.

—¿Por qué
Kaos
?

—Las dudas de la protagonista sobre el futuro...

—Eso es una mierda —lo desarmó—. Todo el mundo tiene dudas sobre el futuro, jóvenes y viejos, y musicalmente no es mejor que
Makillaje radioactivo
. Lo de la chica esa que se va descomponiendo mientras espera a su amor es mucho más fuerte. —Miró a Pascual Iriarte—. ¿Y tú?

—
Makillaje radioactivo
, sin duda.

—Entonces estamos de acuerdo.

—Sí —dijeron los dos que flanqueaban al jefe de marketing y promoción.

—¿Rogelio?

—Supongo que es un riesgo. Lo mismo que lanzar
Mezklas
.

Marcelo Novoa arrugó la cara.

—No te veo muy convencido —masculló.

—Lo estoy, tranquilo.

—Si no crees en lo que vendes... no lo vendes, ya sabes mi teoría. —Mantuvo el rictus amargo en la boca.

—Marcelo, ¿recuerdas lo que te dije cuando me hiciste escuchar a Brainglobalnoise por primera vez?

—Joder si lo recuerdo.

—Ahora son nuestro lanzamiento estrella de este verano. Aceptamos el riesgo y ya está. Y como tú dices, vamos a por todas, descuida.

—Es que si no funciona, a donde nos vamos es a la mierda —sentenció categórico el director de Discos Karma.

—Eso lo dices todos los años, con cada lanzamiento.

—Y cada vez va a peor. ¿No miras las cifras de ventas o qué? Nos lo estamos gastando todo en Brainglobalnoise. Todo, Rogelio. Habrá que ajustar al máximo si queremos hacer un vídeo de apoyo para
Makillaje radioactivo
. O superamos los cien mil discos vendidos o...

Cien mil.

Cifras de «otros tiempos».

—Estamos consiguiendo mucho impacto, difusión; todo el mundo habla ya de Brainglobalnoise y de
Kontaminación
. Es nuestro lanzamiento más fuerte en años.

—Eso hay que traducirlo en ventas —apostilló Marcelo Novoa.

—Una cosa lleva a la otra. El Corte Inglés, FNAC, Discos Castelló... todos están reponiendo existencias. Basta con mirar en la Red. Ya hay muchas páginas dedicadas a ellos, y las revistas se pelean por tenerlos.

—Si hace falta, que se desnuden, ¿eh?

—Son unos desmadrados por sí mismos. No hará falta que los anime.

—¿Alguna famosilla de medio pelo que pueda salir en una foto con David? —señaló al cantante y guitarra del grupo, en primera fila del póster que presidía su despacho.

—De momento, ésa es su parte oscura. De puertas adentro aún tiene novia.

—¡La madre que lo parió! ¿Está loco o qué? ¿No le hablaste de eso?

—¿Qué quieres, que le diga que pase de su chica así, sin más?

—¡Como le dé a la niña por largar diciendo que es la novia de David, nos jode!, ¿estamos?

—En cuanto se metan en la gira, la cosa caerá por su peso, tranquilo.

—¿Tranquilo? ¿No sabes de qué va esto o qué?

Nacho Pons y Pascual Iriarte se removieron inquietos en sus asientos. A veces no entendían la rara amistad que unía al dueño de la discográfica con su director de
marketing
y promoción. Rogelio era el único que se atrevía con él. Pero nunca sabían si se peleaban o sólo discutían. El carácter fuerte y agresivo de uno chocaba con el más reposado y reflexivo del otro. Marcelo Novoa era todo espontaneidad, soltaba lo primero que le pasaba por la cabeza. Rogelio, en cambio, era mucho más ladino, astuto.

Cerebral.

Y casi misterioso, porque, de hecho, ninguno sabía mucho de él.

—¿Cuándo quieres lanzar
Makillaje radioactivo
? —preguntó.

—Una semana antes de que dé comienzo la gira. Bombardeo masivo en radio y a ver qué se puede hacer en la tele y en la prensa escrita.

—De acuerdo. —Rogelio se puso en pie antes de preguntar—: ¿Hay algo más?

 

 

Al cerrar la puerta de su piso y escuchar el silencio, se sintió a salvo.

Cada vez le ocurría más a menudo.

Y le preocupaba.

—Nada es igual a partir de los cuarenta —le repetía su padre.

Aún los sentía lejos, pero ya todo el mundo le hablaba de ello.

Como si de una maldición ineludible se tratara.

Rogelio fue a su habitación y se desnudó por completo. Dudó si tomar una ducha, porque el calor de la primavera ya era casi el del verano, y decidió que mejor no, era capaz de quedarse dormido bajo el agua. Llevaba tantos días estresado con el maldito lanzamiento de Brainglobalnoise que ni siquiera tenía ganas de salir. ¡Él!

Other books

Wish of the Heart by Malia Mallory
The Cursed Ballet by Megan Atwood
Cities in Flight by James Blish
The Battle Sylph by L. J. McDonald