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Authors: Mike Resnick

Tags: #Ciencia Ficción

Starship: Mercenario (23 page)

BOOK: Starship: Mercenario
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La
Teddy R
. llegó al hospital poco después. Tras atracar, Forrice y su grupo encontraron a Sokolov, le ayudaron a subir a la nave y después permanecieron en la estación para supervisar la evacuación y asegurarse de que Moyer era uno de los primeros pacientes en embarcar.

—¿Cuánto va a llevar todo esto? —preguntó Cole.

—El comandante Forrice estima que cerca de dos horas, señor —dijo Christine.

—¿Por qué tanto? —preguntó Cole.

—Algunas de las máquinas de apoyo vital son difíciles de mover —respondió—. Y algunas no pueden ser desconectadas, ni siquiera un minuto o dos, así que están buscando la manera de mantenerlas encendidas mientras las trasladan a las naves que están esperando. —Frunció el ceño—. ¿Señor?

—¿Sí?

—Hay un mensaje urgente del teniente Chadwick.

—Bien, vamos a oírlo.

Instantáneamente, la imagen de Luthor Chadwick apareció, a tamaño real, como a medio metro de Cole.

—Chadwick —dijo Cole—, ¿qué tal la vida a bordo de la
Esfinge Roja
?

—No estoy muy seguro —dijo Chadwick, frunciendo el ceño—. Necesito oírlo de sus labios, en persona: ¿la
Teddy R
. forma parte de esta acción militar que Csonti está planeando?

—No. Nosotros nunca hemos formado parte.

—Gracias —dijo Chadwick—. Aquí ha habido cierta confusión sobre este punto.

—Espero que quede aclarado —dijo Cole.

—Desde luego, señor —respondió Cahdwick—. Desde este momento, ya no soy miembro de la tripulación de la
Esfinge Roja
.

—¿Estás desertando?

—Yo no lo veo como una deserción, señor —dijo Chadwick—. He servido lealmente a bordo de la
Esfinge Roja
, pero no formaré parte de ninguna acción militar que pueda suponer enfrentarse a la
Teddy R
., ni ahora ni en el futuro.

—Estoy impresionado por su lealtad, señor Chadwick —dijo Cole—. Pero…

—¡Maldita sea, señor! —explotó Chadwick—. Yo soy el que le dejó salir de la celda y lo llevó a su lanzadera mientras aguardaba su consejo de guerra, y he sido el director de Seguridad desde que estoy aquí. No hice todo eso para combatir a las órdenes de una mujer que claramente está desobedeciendo, si no sus órdenes, al menos sus deseos.

—Debería haberse ido cuando se recibió el mensaje de Forrice —dijo Cole.

—No nos lo transmitieron hasta después de haber despegado.

—¿Y cómo planea dejar la nave en pleno vuelo hacia Prometeo? —preguntó Cole.

—Hay una lanzadera biplaza, señor. Pienso coger una y reunirme con usted.

—Puede haber un pequeño problema. Saldremos del sistema Prometeo en un par de horas.

—Eso es justo cuando vamos a llegar ahí, señor.

—Bien —dijo Cole—. Christine le proporcionará los códigos para seguirnos, y cuando esté lo bastante cerca, el señor Briggs le dará nuestras coordenadas exactas. ¿Qué hay de Toro Salvaje?

—Dice que se quedará mientras la
Esfinge Roja
no tenga que enfrentarse a la
Teddy R
.

—Vale —dijo Cole—. Ese día probablemente llegará, pero no es hoy. Tenga mucho cuidado, Luthor. No creo que Val se vaya a tomar muy bien que abandone su nave.

—Corta, Luthor —dijo una voz femenina familiar. Así lo hizo, y la imagen de Val apareció.

—Pareces un poco más sobria hoy —comentó Cole.

—Lo estoy. Me he levantado con una resaca monumental, pero he vomitado todo lo que injerí ayer, alcohol en su mayor parte, y me siento mejor. Más débil, pero mejor.

—¿Y cuál es el propósito de esta conversación? —preguntó Cole.

—Sólo decirte que Chadwick puede irse siempre que quiera —dijo—. Lo mismo pasa con Toro Salvaje. Sólo estaban transferidos temporalmente a la
Esfinge Roja
. Les invito a irse. Pero el resto de mi tripulación nunca ha servido a tus órdenes. Ellos se quedan, incluyendo a Pérez.

—Es bastante justo.

—Y Toro Salvaje dice que mientras no luchemos contra la
Teddy R
., está dispuesto a quedarse conmigo.

—Sí, Luthor me lo dijo. —Tú serviste a mis órdenes, Val —añadió Cole—. Si Luthor y Toro Salvaje pueden regresar, tú también puedes.

—No puedo, Wilson —dijo—. Le di mi palabra a Csonti.

—Pues deja que te persiga.

Cole sonrió al imaginar al caudillo persiguiendo a la pirata.

—Tengo que pensarlo.

—Como quieras —dijo Cole—. Pero no persigas las naves que están a punto de abandonar el hospital. Estamos llevándonos a los enfermos y los heridos fuera del campo de batalla.

—Trataré de que nadie os moleste —prometió.

—Gracias.

—¿No vas a desearme buena suerte?

—¿Sabes al menos por qué vais a atacar el sistema Prometeo? —preguntó Cole.

—No.

—Cuando lo sepas y me convenzas de que tus acciones están justificadas, entonces te desearé suerte.

Cortó la conexión.

Forrice apareció en el comedor un momento después.

—¿Qué tal va? —preguntó Cole.

—Tan bien que podrías jurar que lo hacemos cada semana —dijo el molario—. He ordenado al grupo de rescate que se repliegue. Están de camino.

—¿Cómo se encuentran Sokolov y Moyer?

—Sokolov ya está de nuevo a bordo —dijo Forrice—. Ha perdido como seis kilos, quizás un poco más, pero parece razonablemente saludable. No he visto que tuviera ninguna prótesis.

—¿Y Moyer?

—No sé. Tiene un montón de tubos que le entran y le salen, y estaba sedado mientras lo trasladaban.

—Está en una de las naves medicalizadas y no con nosotros, ¿verdad? —agregó Cole.

—Exacto. —Estaremos en marcha en noventa minutos estándar, quizás un poco antes —dijo Forrice—. ¿Val no ha cambiado de opinión?

Cole negó con la cabeza.

—Pero tampoco va a impedir que Chadwick y Toro Salvaje se vayan.

—Pero ¿sigue con Csonti?

—Sí.

—Ya sabes, Wilson —dijo el molario—, si se pega a él, es sólo cuestión de tiempo antes de que nos encontremos enfrentándonos a ella en una batalla.

—No se me ha pasado por alto —dijo Cole lúgubremente.

Capítulo 24

—Dos más —anunció Forrice mientras Cole llegaba al puente un día después de que hubieran evacuado el hospital espacial.

—¡Maldita sea! —dijo Cole—. ¿Cuál es el total, por ahora?

—Siete muertos, por el momento. El traslado fue duro para los pacientes. Aún lo es.

—¿Qué hay del hospital en Clementis IV? —dijo Cole—. ¿Tenemos alguna noticia?

—Van escasos de suministros y están llenos.

—Jack, ¿cuáles son los tres mundos coloniales más próximos?

Jaxtaboxl estudió su ordenador.

—Ramanos, Braechea II y Nuevo Gabón, señor.

—Rachel —dijo Cole—, ¿qué clase de instalaciones sanitarias tienen?

—Estoy comprobándolo, señor —respondió Rachel Marcos—. Ramanos es un mundo minero, doscientos ochenta y seis habitantes, ninguna instalación médica. Braechea II ha sido colonizado por los Gemelos Canphor y se niega a tratar con hombres o aliados de los humanos. —Estudió las holopantallas que habían aparecido ante ella—. Nuevo Gabón trata a todas las especies…

—¡Genial! —dijo Cole— Ahí es adonde vamos.

—… pero su hospital está completamente lleno —continuó Rachel—. Hay una lista de espera mínima de doce días para una cama.

—¡Maldita sea, no podemos esperar doce días! —bramó Cole—. No al ritmo al que van muriendo. —Bajó la cabeza, pensativamente—. He estado mirando todo este asunto desde una perspectiva equivocada. Tienen todo el personal médico en la nave. Todo lo que necesitan es un hospital.

—Tengo la impresión de que eso no va a bastar, Wilson —dijo Forrice—. Necesitaremos un mundo que pueda proporcionar la medicación adecuada, y que tenga la energía que se necesita para las máquinas de apoyo vital que están transportando las naves.

—¿Y va a ser muy difícil encontrarlo? —preguntó Jaxtaboxl.

—Ya has oído el informe de Nuevo Gabón —dijo el molario—. ¿De qué nos sirve tener médicos y doctores si no podemos meter a nuestra gente en un hospital?

—Y ya que tenemos los médicos y las máquinas, ¿por qué no nos instalamos en un hotel? —sugirió Jaxtaboxl.

—Eso estaría bien si todo el mundo estuviera estable —dijo Cole—. Pero ¿y si necesitamos un quirófano o tres quirófanos a la vez? —Murmuró una maldición—. Ése es el problema con los mundos coloniales. No tienen habitantes para sostener una industria médica de consideración. Carecen de camas, carecen de hospitales, importan todas sus medicinas de la República…

—Sólo las legales —intervino Jaxtaboxl.

—Señor —dijo Rachel, quien estaba operando en el sistema de comunicaciones—, otro mensaje del
Portmanteau
.

—Ésa es una de las naves del hospital ¿verdad? —dijo Cole.

Asintió.

—Necesitan una instalación médica sofisticada en las próximas treinta horas, o van a perder a otros cinco pacientes, posiblemente seis. Deben hacer varias operaciones quirúrgicas que requieren un equipamiento que dejaron atrás porque no lo podían transportar —continuó escuchando—… y a uno de ellos, un lodinita, parece que lo están perdiendo sin que puedan determinar la razón.

—Quizás deberíamos preguntar cuántos van a sobrevivir —dijo Cole. Hizo una pausa, absorto en sus pensamientos—. Bueno, si la batalla se ha acabado, tal vez podamos pedir permiso a quienquiera que haya ganado, para devolverles al hospital espacial.

—Voy a comprobarlo, señor —dijo Jaxtaboxl. Un momento después, alzó la vista—. La batalla ha acabado. No tengo idea de quién ganó, pero sé quién perdió. La estación espacial ya no existe.

—Genial —murmuró Cole—. ¡Simplemente genial! —Otra pausa—. Jack, ¿estamos cerca de algunos de los mundos principales de la Frontera Interior, Binder X, Roosevelt III, Nueva Kenia, alguno de ellos?

Jaxtaboxl comprobó su ordenador, le dio unas órdenes en un lenguaje que sólo su máquina podía comprender y examinó los resultados.

—A menos que Wxakgini conozca algún otro agujero de gusano por aquí, estamos al menos a cuatro días de cualquiera de ellos.

Wxakgini confirmó que en las cercanías no había ningún agujero de gusano que atajara hasta los planetas principales de la Frontera.

—¡Maldición! —murmuró Cole—. Me siento responsable de todo esto. Soy yo quien les dijo que evacuaran. Por lo que sé, Csonti podría haber salvado el hospital espacial si hubiera sabido que había pacientes allí.

—Realmente no te crees eso ¿verdad? —dijo Forrice.

—No, por supuesto que no.

—Entonces deja de culparte a ti mismo —dijo el molario—. No se puede hacer nada. Sencillamente tendrán que apañárselas hasta que lleguemos a un mundo importante.

—No vamos a dejarles morir tan fácilmente —dijo Cole—. Jack ¿cuál es el mundo de la República más cercano que tenga un hospital grande?

Jaxtaboxl hizo la pregunta al ordenador de la nave.

—Ejido, señor.

—Piloto, ¿cuánto tardaríamos en llegar a Ejido?

—Aproximadamente seis horas —respondió Wxakgini—. Podemos alcanzar el agujero de gusano Chabon en una hora. Tardaremos dos horas en atravesarlo y nos dejará a menos de tres horas de Ejido.

—¿Y seguro que el hospital puede encargarse de nuestros enfermos?

—No veo por qué no.

Cole frunció el ceño.

—Algo está mal. ¿Por qué construirían una instalación como ésa en el borde de la República, tan alejada de las principales zonas habitadas?

—Buena pregunta —dijo Forrice.

—Hay una persona a bordo que podría saber la respuesta —dijo Cole—. Pásame a Jacovic.

—¿Sí, capitán? —dijo la imagen de Jacovic un momento después.

—¿Qué sabe de un planeta de la República llamado Ejido? —preguntó Cole.

—Nunca he oído hablar de él.

—Jack, transmita una holografía de ese sector de la República a Jacovic, y resalte Ejido.

—Hecho, señor.

—¡Ah! —dijo Jacovic—. Ya veo. Ejido no está sólo en el borde de la Frontera, también está en el sector en el que vuestro almirante Kobrinski libró una batalla recientemente con la Tercera Flota Teroni.

—¿La Flota Teroni se ha adentrado tanto en la República?

—Ha estado en la frontera mucho tiempo, capitán Cole.

—Gracias, Jacovic. Me ha dicho todo lo que necesitaba saber.

Hizo una señal a Rachel para que cortara la conexión.

—Obviamente, es un hospital militar —dijo Cole—. Probablemente tiene sólo un año o dos. Rachel, informe a los oficiales que los convoco a una reunión en mi despacho dentro de veinte minutos. La asistencia es obligatoria, y asegúrese de que los otros cuatro capitanes y Bertha Salinas están conectados holográficamente.

—Christine Mboya está durmiendo, señor —dijo Rachel.

—Pues despiértela. Además, que Idena Mueller y Braxite cojan una de las lanzaderas, vayan a la nave hospital que transporta a Moyer, y que lo traigan a la enfermería. Si Moyer está conectado a una máquina, traedla. Si necesita atención médica constante, traed también al médico. Hagamos lo que hagamos con los otros pacientes, no podemos dejar a Moyer en un mundo de la República. Incluso si lo salvaran, lo someterían a un consejo de guerra y lo ejecutarían. —Alzó la voz—: Asumo que estás supervisando todo esto, Sharon. También te quiero en mi despacho.


No hace falta que grites
—respondió Sharon Blacksmith.

—Es la manera más fácil de llamar tu atención.


Bien, ahí estaré
.

—Rachel ¿ya hemos tenido algún contacto con Luthor Chadwick? —preguntó Cole.

—No desde que hemos oído que abandonaba la
Esfinge Roja
—respondió Rachel—. La verdad, no tenemos ninguna prueba de que ya haya partido. Podría estar esperando el momento oportuno.

Cole sacudió la cabeza de pura impaciencia.

—Val le dio permiso para irse, a él y a Toro Salvaje.

—Permiso es una cosa —hizo notar Forrice—, una nave es otra.

—Tienes razón.

Cole empezó a dar vueltas, inquieto, durante un par de minutos. Después, bajó a su despacho. Sharon llegó poco después.

—Mensaje de David Copperfield —anunció Rachel, justo antes de que la imagen del atildado alienígena se materializara.

—Hola, David. ¿Qué pasa?

—Steerforth, ¿cómo puedes considerar tener una reunión de alto nivel y no incluirme?

—Es una reunión que nada tiene que ver con vender nuestros servicios —respondió Cole—. No te atañe.

BOOK: Starship: Mercenario
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