The Chicano/Latino Literary Prize (26 page)

BOOK: The Chicano/Latino Literary Prize
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Para continuar su
happy reunion
, los cuatro hijos procedieron en fila hacia la recámara de su madre. Doña Soledad permanecía en la camita tapada con una colcha gruesa y lo único que se revelaba debajo de su camiseta blanca eran los indicios de unos senos, secos y apachurrados por los años. A su lado quemaba una vela de la Virgen de Guadalupe cuyo olor se mezclaba con el
de los orines anaranjados del vacinero que quedaba al pie de la cama. Doña Soledad tenía los ojos abiertos, con la mirada fija en la pared, como si estuviera revisando los retratos que la rodeaban, el de su esposo, que, con los bigotes negros y su sombrero de paja, se parecía a uno de esos antiguos oficiales de la Revolución Mexicana. Al otro lado, colgaba la vieja foto de su matrimonio. ¿Recordaría a aquella muchacha joven vestida de blanco y repleta de esperanzas? ¿O pensaría en el día que murió su esposo lejos de ella en aquel asilo que olía a medicinas y enfermos?

Hablando en voz bajita, se acomodaban a su alrededor, “pobre amá, qué flaca está”, decía el pelón mientras encendía su Muriel cigar. La gorda, soplando a un lado el humo que empezaba a llenar el cuarto, le acomodaba la colcha, “¿Necesita algo, Amá? ¿Le puedo traer un cafecito?” La flaca, apretán-dose el paño contra sus narices agudas, le acariciaba las trenzas largas mientras que el joven murmuraba, “pos a todos nos toca,
c'est la vie
, ¿qué no?”

Después de quedarse parados quince minutos a su lado (Y habían sido exactamente quince minutos porque había sonado “
Beep, beep, beep
” el reloj del joven), regresaron los cuatro hermanos a la sala para finalizar sus planes.

—Quesque los vecinos ya no pueden con ella, así que tenemos que decidir algo —exclamó la gorda.

El pelón, que era el hijo mayor, se rascaba desesperadamente la barriga y después de una larga pausa, —Es mejor que se venga conmigo, que muera en su país.

—¿Y qué va hacer allá tan lejos? —preguntó la gorda—. Yo me la podría llevar a California por un tiempo. Tengo una casa grande
, bi-level, three bathrooms, the girls would love it!

—Estás loca —contestó el pelón—. Tú ni para limpiarte el culo tienes tiempo, siempre pa'llí, pa'cá, con ese bonche.

—En mi opinión, Happy Haven es el lugar para ella —gritó el más joven—. ¡Tienen
air conditioning
, saunas privadas para los viejitos y
bingo games every Wednesday night!

Este güero, sí que está retardao, más burro que el burro, pensó el pelón al encenderse otro puro. La flaca quiso expresar su opinión, me-me-pa-re-re-ce, pero otra vez se dejó dominar por los temblones y la tos. Avergonzada, huyó a la cocina.

De vez en cuando, mientras discutían el destino de su mamá, uno se deshacía del grupo para asomarse al cuarto de la anciana. Pero por más que trataran de quedarse a su lado, recordando esa imagen espiritual de su mamá moliendo maíz con toda su destreza indígena, el olor del vacinero los hacía huir de su lado.

—Tenemos que tomar una decisión —repitió bostezando la gorda sin quitar la vista de sus dedos hinchados que adornaba con el más reciente color
de
Avon, Purple Magic
— y tiene que ser pronto porque mi hija tiene un
recital
el lunes.

De repente, saltó le joven sobre la mesa —
I've got it!
Una lotería, ¿por qué no tenemos una lotería y así dejamos que el pueblo haga la decisión? Venderemos billetes y el que gane decidirá su destino—se rascó la cabeza. Había momentos en que le sorprendía su propia inteligencia.

Los cuatro hermanos dejaron escapar unos sollozos de alivio,—Sí, buena idea, de algo le sirvió estudiar al güero. Que decida la gente de Sunland.

Se decía que desde 1848 se había tapado un lado del sol y por más que trataran los científicos pasando horas, días, meses examinando el sol por sus inmensos telescopios, no podían encontrar una hipótesis que explicara la falta de luz en algunos de los barrios de Sunland. Hubo un año en que habían calculado la posición exacta del sol al instante que soltara su canto el gallo. Pero la oscuridad permanecía y a lo largo del tiempo se dieron cuenta de que este fenómeno existía por todo el suroeste. Había llegado aquella tarde en pleno día y lentamente se había acomodado en los rincones, en los muros, aún en los rostros humildes de la gente de Sunland que poco a poco se acostumbraban a vivir sin luz. ¿Para qué tener cortinas, lámparas si la oscuridad entraba por dondequiera? Dormían con ella, hasta se sentaban juntos a la mesa. Sólo en las vecindades al otro lado del pueblo brillaba tan fuerte el sol que, según contaban, tenían que usar palas para recoger las rosas enormes que florecían las 24 horas al día.

Ya hacía meses que los habitantes de Sunland habían notado una enredadera mágica que lentamente se subía por todas las paredes de la casita de doña Soledad. Convencidos de que eran las esperanzas, (pos, ¿cómo fregaos podría crecer una planta donde no había luz?) habían ido algunos a escondidas y escarbado cuidadosamente hasta sacarse un pedazo de la planta milagrosa. Desgraciadamente, al tratar de crecerla en sus yardas, echándole agua cien veces al día, se les había muerto.

Las noticias de la lotería corrieron de boca en boca. Muy picados, los habitantes de Sunland se pusieron en cola durante toda una semana para poder conseguir un billete. Estaba dividida la gente; algunos seguían la opinión del joven, ya está acabada, mejor que se la lleven al
rest home
. Otros con su corazón mexicano gritaban, “¡Viva México! ¡Qué muera en su país, que se la lleve el pelón!” Los más progresistas favorecían el aire californiano donde se decía que habían tantos avances tecnológicos, que quizás podrían ponerle partes biónicas a la viuda; tenía razón la gorda. Pasaban muchas horas discutiendo el caso en los campos, en el correo, en los escusados oscuros tratando de decidir el destino de doña Soledad.

Había llegado la fecha para escoger el billete ganador. Las cámaras de
Channel 7
rodeaban el escenario, frenéticamente tratando de entrevistar a la
gente de Sunland que ansiosamente esperaba saber los resultados de la lotería. De repente, apareció un trueno en el cielo oscuro que fue seguido por otros aún más fuertes. Los habitantes de Sunland, sorprendidos por la luz que producían los truenos, soltaron sus billetes y con gritos de Ave María Purísima, salieron corriendo a sus hogares mientras que empezaba a llover gotas gruesas que se convertían en pequeños ríos. Los hijos de doña Soledad, también asustados por la tormenta inesperada, huyeron al lado de la gorda. Acomodándose con insultos y pellizcos debajo de su inmenso paraguas californiano dejaron que el viento los soplara hacia la casa de su mamá donde los dejó caer en bola sobre el apestoso lodo. Al levantarse, soltaron un grito: la casita estaba completamente tapada por una enredadera gigantesca que subía hasta perderse en las nubes.

Los cuatro hermanos tuvieron que esperar hasta que cesara la inundación diluviana antes de reunir a toda la gente de Sunland. Con machetes y
bulldozers,
batallaron en el lodo por muchos días hasta que por fin abrieron un paso al interior de la planta mágica, pero al pisar adentro, lo único que hallaron fue el vacinero de doña Soledad.

Me vi abrazar al Dalín y en ese momento exacto sentí un olor fuerte y otra vez tuve esa loca sensación de haber sentido la misma náusea en otra ocasión, de haber sentido el mismo asco al ver los orines sucios de la Nana.—Estás loca—me dije en voz baja.

Al subirme al carro, vi al Dalín acercarse al banco afuera del apartamento donde don Pedro se había quedado dormido esperando a su hija. El Dalín le tocó suavemente el hombro. Todos esperando algo, ese algo que nunca parecía llegar
. “Someday my ship will come in
”, me decía mi papá.

1985-86

Gustavo Segade

First Prize: Poetry

Poems
S
TATE OF THE
A
RT
(
FRAGMENT
)

… ego fecit totum, et magno cum amore.

I

I dream of borders,

the zones on both sides of,

astride the lines,

for the ancient limits do not

tell us who we are,

we, the unknown humans,

cloud people, wandering in the labyrinth

not knowing our configurations;

not knowing our things:

O goddess, we sing our things…

for we are people

who have created most of our world;

we believe ourselves

to be our things

necessarily

re-creating us in their

images:

A teacher says my son does not “process”

the school material properly.

The doctor japanesedly outlines my possible

mechanical and psychic malfunctions,

reluctantly prescribing

better living through chemistry

for what he knows

are psycho-social dysfunctions that

I would rather fix

with a fix,

a joint:

fifteen years of hiding

in the enlightened fog

of mota

marihuas, yesca,

high grass, good shit

freedom in smoke,

since my freedom

and

the freedom

of all the edged-out,

the marginal

minorities and majorities

of everywhere

never happened,

and

never

will.

I have always been angry,

or was it always?

When did the anger begin?

Did it start as pain?

             feet hurting-cold in the grey slush

             under the elevated tracks on Third Avenue

             the shoebacks split and mother couldn't

             help that.

             Other kids having bikes.

             Other fathers, cars and steady jobs,

             while Oscar didn't have the pennies

             to get his bike chain fixed

             to get to work,

             dodging the neighborhood dogs in the night

             going to grease cars for Mr. Ford

             in Tampa, Florida.

The Cubans thinking the Puerto Ricans

were “dirty niggers,”

and the Boricuas imagining

the Cubans as barbarian invaders;

both hating the Yankees,

the “Americans” who,

just like everyone else,

believe their own bullshit,

their own idea that they are Number 1.

One-Up in everything

from color to language,

work habits to toilet habits

momism and bombism.

The Rich and the Powerful

seeing all of it

as beneath them,

which “it” was,

still is.

et in saecula saeculorum …

Pain walks a long, winding,

bitter path to anger.

All who walk it share the experience;

yet

anger isn't everybody's reaction;

some suffer silently

others grow to love the trek

carefully carrying the Man's rifle

until He needs it to kill

an elephant, or a deer,

or one's

uppity,

rebellious

brother or sister.

But my “number” is to be

macho-heroic;

my models make me

desire to be

Prince Valiant, Cyrano, and Gary Cooper,

Achilles, El Cid, and Che Guevara

starring in a Disney flick.

The first poets of the Viri,

the Homers, sing the anger

of a demigod

whose prideful taking of offense

at the foolishness of his leader,

leads to

blood at home and on the streets.

Formed in his image,

I turn

the anger

into rage.

For us,

today's children of Peleus,

the burning desire

to be free

is

as it was

in the beginning,

ever will be,

unsatisified

rage

II

The Movement anger and the mota were so good;

they went together,

but you don't remember dreaming

you get so directly in the flow

you are the river always becoming …

many drown

many just keep on surfin'

some must swim to the side

to dream and observe,

to work at making life

head-on.

“It”

is not,

after all,

a river.

It

is

the

river,

the shores,

the trees

the snake and the bird,

quetzalcoatl,

the two-legged imagining

creature with the power

to dream

it is

dreaming

it …

I met a poet.

We flowed together,

but were different.

He was full of mania

touched, anointed,

the sacred oil sweetened

his hair and cheeks,

giving him the power

to create

identity

flowersong

art

The other night

… now that the dragons

visit me again at night …

I visited him in the madhouse

realizing that it was part two

of a dream I had a few nights before;

the same irridescent rainbow dragon

winding down the streets of Chinatown, L.A.

He tried to escape and I turned him in,

called out to a black cop riding by;

reported the little bastard right back

to the nut ward where he belonged,

where he belongs

for being one or twenty

or a thousand steps

ahead of or behind his times

and

my rules of sanity.

It was so horrible

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