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Authors: Roberto Bolaño

Tags: #Poetry, #General, #Caribbean & Latin American

The Unknown University (58 page)

BOOK: The Unknown University
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EL SEÑOR WILTSHIRE

Todo ha terminado, dice la voz del sueño, y ahora eres el reflejo

de aquel señor Wiltshire, comerciante de copra en los mares del
sur,

el blanco que desposó a Uma, que tuvo muchos hijos,

el que mató a Case y el que jamás volvió a Inglaterra,

eres como el cojo a quien el amor convirtió en héroe:

nunca regresarás a tu tierra (¿pero cuál es tu tierra?),

nunca serás un hombre sabio, vaya, ni siquiera un hombre

razonablemente inteligente, pero el amor y tu sangre

te hicieron dar un paso, incierto pero necesario, en medio

de la noche, y el amor que guió ese paso te salva.

 

MR.
WILTSHIRE

It’s all over, says the voice in the dream, and now you’re the
reflection

of that guy Wiltshire, copra merchant in the South Seas,

the white man who married Uma, had lots of kids,

the one who killed Case and never went back to England,

you’re like the cripple turned into a hero by love:

you’ll never return to your homeland (but which is your
homeland?),

you’ll never be a wise man, come on, not even a man

who’s reasonably intelligent, but love and your blood

made you take a step, uncertain but necessary, in the middle

of the night, and the love that guided that step is what saves
you.

 

VERSOS DE JUAN RAMÓN

Malherido en un bar que podía ser o podía no ser mi victoria,

Como un charro mexicano de finos bigotes negros

Y traje de paño con recamados de plata, sentencié

Sin mayores reflexiones la pena de la lengua española.
No hay

Poeta mayor que Juan Ramón Jiménez, dije, ni versos más altos

En la lírica goda del siglo
XX
que estos que a
continuación

recito:

Mare, me jeché arena zobre la
quemaúra.

Te yamé, te yamé dejde er camino .
.
.
¡Nunca

ejtubo ejto tan zolo!
Laj yama me
comían,

mare, y yo te yamaba, y tú nunca
benía!

Después permanecí en silencio, hundido de quijada en mis
fantasmas,

Pensando en Juan Ramón y pensando en las islas que se hinchan,

Que se juntan, que se separan.

Como un charro mexicano del Infierno, dijo horas o días más tarde

La mujer con la que vivía.
Es posible.

Como un charro mexicano de carbón

Entre la legión de inocentes.

Los versos de
J.R.J.
pertenecen al poema «La Carbonerilla Quemada», de
Historias para Niños
sin Corazón
Antolojía Poética, Editorial Losada, Buenos Aires, 1944.

 

VERSES BY JUAN RAMÓN

Badly injured in a bar that may or may not have been my victory,

Like a Mexican charro with a fine black mustache

And a cloth suit with silver stitching, I imposed,

Without really thinking, the penalty of the Spanish language.
There’s
no

Greater poet than Juan Ramón Jiménez, I said, nor higher verses

In 20th century Iberian lyric than the ones I’m about to

recite:

Mama, I frew sand ober da burn.

I cawled you, I cawled you fwum da woad
.
.
.
It’s

neber been so wonewy!
Da fwames was
eaten me,

Mama, and I was cawlin you, and you
neber came!

Then I stayed silent, plunged jaw-deep in my phantoms,

Thinking of Juan Ramón and thinking of islands that swell,

That join together, that separate.

Like a Mexican charro from Hell, said the woman

I lived with, hours or days later.
It’s possible.

Like a soot-covered Mexican charro

Among the legion of innocents.

The verses by
J.R.J.
are found in the poem “La Carbonerilla Quemada,” in
Historias para Niños
sin Corazón.
Antología Poética
, Editorial Losada, Buenos Aires, 1944.

 

LOS NEOCHILENOS

a Rodrigo Lira

El viaje comenzó un feliz día de noviembre

Pero de alguna manera el viaje ya había terminado

Cuando lo empezamos.

Todos los tiempos conviven, dijo Pancho Ferri,

El vocalista.
O confluyen,

Vayo uno a saber.

Los prolegómenos, no obstante,

Fueron sencillos:

Abordamos con gesto resignado

La camioneta

Que nuestro mánager en un rapto

De locura

Nos había obsequiado

Y enfilamos hacia el norte,

El norte que imanta los sueños

Y las canciones sin sentido

Aparente

De los Neochilenos,

Un norte, ¿cómo te diría?,

Presentido en el pañuelo blanco

Que a veces cubría

Como un sudario

Mi rostro.

Un pañuelo blanco impoluto

O no

En donde se proyectaban

Mis pesadillas nómadas

Y mis pesadillas sedentarias.

Y Pancho Ferri

Preguntó

Si sabíamos la historia

Del Caraculo

Y el Jetachancho

Asiendo con ambas manos

El volante

Y haciendo vibrar la camioneta

Mientras buscábamos la salida

De Santiago,

Haciéndola vibrar como si fuera

El pecho

Del Caraculo

Que soportaba un peso terrible

Para cualquier humano.

Y recordé entonces que el día

Anterior a nuestra partida

Habíamos estado

En el Parque Forestal

De visita en el monumento

A Rubén Darío.

Adiós, Rubén, dijimos borrachos

Y drogados.

Ahora los hechos banales

Se confunden

Con los gritos anunciadores

De sueños verdaderos.

Pero así éramos los Neochilenos,

Pura inspiración

Y nada de método.

Y al día siguiente rodamos

Hasta Pilpico y Llay Llay

Y pasamos sin detenernos

Por La Ligua y Los Vilos

Y cruzamos el río Petorca

Y el río

Quilimari

Y el Choapa hasta llegar

A La Serena

Y el río Elqui

Y finalmente Copiapó

Y el río Copiapó

En donde nos detuvimos

Para comer empanadas

Frías.

Y Pancho Ferri

Volvió con las aventuras

Intercontinentales

Del Caraculo y del Jetachancho,

Dos músicos de Valparaíso

Perdidos

En el barrio chino de Barcelona.

Y el pobre Caraculo, dijo

El vocalista,

Estaba casado y tenía que

Conseguir plata

Para su mujer y sus hijos

De la estirpe Caraculo,

De tal forma que se puso a traficar

Con heroína

Y un poco de cocaína

Y los viernes algo de éxtasis

Para los súbditos de Venus.

Y poco a poco, obstinadamente,

Empezó a progresar.

Y mientras el Jetachancho

Acompañaba a Aldo Di Pietro,

¿Lo recuerdan?,

En el Café Puerto Rico,

El Caraculo veía crecer

Su cuenta corriente

Y su autoestima.

¿Y qué lección podíamos

Sacar los Neochilenos

De la vida criminal

De aquellos dos sudamericanos

Peregrinos?

Ninguna, salvo que los límites

Son tenues, los límites

Son relativos: gráfilas

De una realidad acuñada

En el vacío.

El horror de Pascal

Mismamente.

Ese horror geométrico

Y oscuro

Y frío

Dijo Pancho Ferri

Al volante de nuestro bólido,

Siempre hacia el

Norte, hasta

Toco

En donde descargamos

La megafonía

Y dos horas después

Estábamos listos para actuar:

Pancho Relámpago

Y los Neochilenos
.

Un fracaso pequeño

Como una nuez,

Aunque algunos adolescentes

Nos ayudaron

A volver a meter en la camioneta

Los instrumentos: niños

De Toco

Transparentes como

Las figuras geométricas

De Blaise Pascal.

Y después de Toco, Quillagua,

Hilaticos, Soledad, Ramaditas,

Pintados y Humberstone,

Actuando en salas de fiestas vacías

Y burdeles reconvertidos

En hospitales de Liliput,

Algo muy raro, muy raro que tuvieran

Electricidad, muy

Raro que las paredes

Fueran semisólidas, en fin,

Locales que nos daban

Un poco de miedo

Y en donde los clientes

Estaban encaprichados con

El
fist-fucking
y el

Feet-fucking
,

Y los gritos que salían

De las ventanas y

Recorrían el patio encementado

Y las letrinas al aire libre,

Entre almacenes llenos

De herramientas oxidadas

Y galpones que parecían

Recoger toda la luz lunar,

Nos ponían los pelos

De punta.

¿Cómo puede existir

Tanta maldad

En un país tan nuevo,

Tan poquita cosa?

¿Acaso es éste

El Infierno de las Putas?

Se preguntaba en voz alta

Pancho Ferri.

Y los Neochilenos no sabíamos

Qué responder.

Yo más bien reflexionaba

Cómo podían progresar

Esas variantes neoyorkinas del sexo

En aquellos andurriales

Provincianos.

Y con los bolsillos pelados

Seguimos subiendo:

Mapocho, Negreiros, Santa

Catalina, Tana,

Cuya y

Arica,

En donde tuvimos

Algo de reposo —e indignidades.

Y tres noches de trabajo

En el
Camafeo
de

Don Luis Sánchez Morales, oficial

Retirado.

Un lugar lleno de mesitas redondas

Y lamparitas barrigonas

Pintadas a mano

Por la mamá de don Luis,

Supongo.

Y la única cosa

Verdaderamente divertida

Que vimos en Arica

Fue el sol de Arica:

Un sol como una estela de

Polvo.

Un sol como arena

O como cal

Arrojada ladinamente

Al aire inmóvil.

El resto: rutina.

Asesinos y conversos

Mezclados en la misma discusión

De sordos y de mudos,

De imbéciles sueltos

Por el Purgatorio.

Y el abogado Vivanco,

Un amigo de don Luis Sánchez,

Preguntó qué mierdas queríamos decir

Con esa huevada de los Neochilenos.

Nuevos patriotas, dijo Pancho,

Mientras se levantaba

De la reunión

Y se encerraba en el baño.

Y el abogado Vivanco

Volvió a enfundar la pistola

En una sobaquera

De cuero italiano,

Un fino detalle de los chicos

De Ordine Nuovo,

Repujada con primor y pericia.

Blanco como la luna

Esa noche tuvimos que meter

Entre todos

A Pancho Ferri en la cama.

Con cuarenta de fiebre

Empezó a delirar:

Ya no quería que nuestro grupo

Se llamara
Pancho Relámpago

Y los Neochilenos
,

Sino
Pancho Misterio

Y los Neochilenos
:

El terror de Pascal.

El terror de los vocalistas,

El terror de los viajeros,

Pero jamás el terror

De los niños.

Y un amanecer,

Como una banda de ladrones,

Salimos de Arica

Y cruzamos la frontera

De la República.

Por nuestros semblantes

Hubiérase dicho que cruzábamos

La frontera de la Razón.

Y el Perú legendario

Se abrió ante nuestra camioneta

Cubierta de polvo

E inmundicias,

Como una fruta sin cáscara,

Como una fruta quimérica

Expuesta a las inclemencias

Y a las afrentas.

Una fruta sin piel

Como una adolescente desollada.

Y Pancho Ferri, desde

Entonces llamado Pancho

Misterio, no salía

De la fiebre,

Musitando como un cura

En la parte de atrás

De la camioneta

Los avatares –palabra india–

Del Caraculo y del Jetachancho.

Una vida delgada y dura

Como soga y sopa de ahorcado,

La del Jetachancho y su

Afortunado hermano siamés:

Una vida o un estudio

De los caprichos del viento.

Y los Neochilenos

Actuaron en Tacna,

En Mollendo y Arequipa,

Bajo el patrocinio de la Sociedad

Para el Fomento del Arte

Y la Juventud.

Sin vocalista, tarareando

Nosotros mismos las canciones

O haciendo mmm, mmm, mmmmh,

Mientras Pancho se fundía

En el fondo de la camioneta,

Devorado por las quimeras

Y por las adolescentes desolladas.

Nadir y cenit de un anhelo

Que el Caraculo supo intuir

A través de las lunas

De los narcotraficantes

De Barcelona: un fulgor

Engañoso,

Un espacio diminuto y vacío

Que nada significa,

Que nada vale, y que

Sin embargo se te ofrece

Gratis.

¿Y si no estuviéramos

En el Perú?, nos

Preguntamos una noche

Los Neochilenos.

¿Y si este espacio

Inmenso

Que nos instruye

Y limita

fuera una nave intergaláctica,

Un objeto volador

No identificado?

¿Y si la fiebre

De Pancho Misterio

Fuera nuestro combustible

O nuestro aparato de navegación?

Y después de trabajar

Salíamos a caminar por

Las calles del Perú:

Entre patrullas militares, vendedores

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