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Mientras tanto, el Golf cargado de explosivos había continuado hacia Burgos, donde vuelven a reunirse los dos coches a eso de las 5 de la tarde. El trasvase de los explosivos a uno de los vehículos que subían de Madrid (si es que hubo tal trasvase) debió de producirse una media hora más tarde en alguna población al sur de Burgos, por la información de que disponemos. Finalmente, dos o tres vehículos llegarían a Morata de Tajuña en torno a las 8 menos cuarto, aunque el último vehículo de la caravana, conducido por Otman El Gnaoui, no llegaría hasta más entrada la noche, como revela una de las llamadas grabadas a Otman. Poco antes de llegar
El Chino
a Morata, recibe una llamada desde una cabina telefónica de Avilés.

Finalizado el transporte,
El Chino
se reúne esa misma noche con ese misterioso individuo que responde al nombre de Abdul Khalek, al cual había llamado desde Asturias. Al día siguiente, 1 de marzo de 2004, está registrada una llamada de
El Chino
a Suárez Trashorras y otra de éste al inspector de Avilés.

Un breve resumen

Como vemos, el resumen de los hechos no puede causar más estupor:

-Los explosivos fueron suministrados por un confidente policial y transportados por unos mercenarios del hampa que estaban estrechamente vigilados, hasta el punto de que muchas de sus conversaciones estaban siendo grabadas.

-El confidente policial que suministra los explosivos (Trashorras) habla con su controlador justo antes y justo después de entregada la mercancía.

-Pudiendo haber vuelto cómodamente a Madrid por autopista, el transporte de los explosivos se realiza internándose en un temporal de nieve y subiendo el puerto del Escudo con un coche cargado de dinamita. La caravana de la muerte termina empleando una ruta exactamente paralela a la de la caravana de ETA que acababa de ser interceptada en Cañaveras.

-El transporte de los explosivos se realiza utilizando como lanzadera un coche robado, con matrículas falsas y sin papeles, conducido por un marroquí que exhibe un pasaporte belga y habla en español cuando lo detiene la Guardia Civil. Sin embargo, los agentes le dejan seguir viaje, sin que nadie haya sido capaz de explicarnos si hubo una llamada a la central para verificar los datos del coche.

-Al ser interceptado por la Guardia Civil,
El Chino
(que conduce el coche lanzadera) no avisa al vehículo que supuestamente transportaba los explosivos, sino que decide avisar al confidente policial que le ha suministrado la Goma-2.

-Cinco de los seis marroquíes que intervienen en esta operación acaban muertos en Leganés. El único que queda con vida es Otman El Gnaoui.

Palabras finales

Son varios los enigmas planteados por esta secuencia de acontecimientos. En primer lugar, es mucho lo que sabemos de aquellos dos días fatídicos, pero son demasiadas también las cosas que ignoramos. En concreto, no tenemos la grabación de las conversaciones que mantuvo el inspector de Avilés con los miembros de la trama asturiana en determinados días clave. Y es una pena, porque esas conversaciones podrían quizá aclarar muchos aspectos oscuros. Desde luego, no parece razonable suponer que las llamadas intercambiadas con Trashorras fueran meras llamadas de cortesía. Pretender, a la vista de los hechos, que Trashorras no informó a su controlador de la operación que estaba en marcha resulta completamente increíble. ¿De qué hablaron Trashorras y el inspector de Avilés inmediatamente antes e inmediatamente después de ese transporte de Goma-2?.

En segundo lugar, ¿quién dio la orden de acelerar los preparativos de la masacre en torno al 20 de febrero?.

Puede perfectamente tratarse de una casualidad, pero resulta cuando menos curioso comprobar cómo pocos días antes ETA acababa de declarar su tregua parcial en Cataluña y cómo ese mismo fin de semana la banda criminal decide enviar su propia caravana de explosivos.

Resulta también curioso que los marroquíes renunciaran a volver por autopista a Madrid y tomaran en su lugar un trayecto exactamente paralelo al de la furgoneta etarra detenida en Cañaveras.

En tercer lugar, ¿por qué
El Chino
llama a Suárez Trashorras al ser interceptado por la Guardia Civil y no al coche que llevaba los explosivos? ¿Participó Trashorras en la caravana de la muerte? ¿O es que
El Chino
quería que Trashorras llamara a alguna otra persona?

En cuarto lugar, ¿por qué pudo
El Chino
seguir su viaje?

¿No pudo el agente que le interceptó comunicar con su base? ¿O es que recibió la orden de dejar pasar a aquel vehículo?

Finalmente, una pregunta de carácter logístico. ¿Para qué pide
El Chino
a otros tres marroquíes que suban hasta Burgos en uno o dos vehículos? Si el objetivo del viaje era transportar los explosivos a Madrid, ¿por qué no continuar directamente viaje en el Toyota y el Golf, con los que ya habían ido de Avilés a Burgos?

Son muchas las preguntas que quedan en el aire respecto a aquel transporte de explosivos y supongo que el juez instructor y la fiscalía estarán tratando de responderlas. De todos modos, como veremos en el próximo capítulo, existen enigmas todavía más inquietantes que éstos en relación con aquellas jornadas previas a la terrible masacre de Madrid. El transporte desde Asturias es, como veremos, únicamente el inicio de una fatídica y macabra cuenta atrás.

Capitulo 9

Vísperas de sangre

El juzgado de Garzón ordenó intervenir el teléfono del locutorio de Lavapiés, propiedad de Jamal Zougham, dos semanas antes de los atentados del 11-M. Así consta textualmente en el sumario desclasificado por el juez Del Olmo. También consta en el sumario que al menos dos de los terroristas implicados en la trama pasaron por comisaría seis días antes del estallido de los trenes.

El sumario nos revela, asimismo, que los controladores de Trashorras y de Rafa Zouhier en las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado hablaron repetidamente con sus confidentes en las fechas inmediatamente anteriores al 11-M. Desvela, por fin, el sumario que al menos dos de los marroquíes que transportaron los explosivos desde Asturias tenían los teléfonos intervenidos antes del 11-M y que la Policía interrumpió la grabación de sus conversaciones el 12 de marzo, al día siguiente de la masacre.

Decíamos en el capítulo anterior que el transporte de los explosivos no era, en modo alguno, el mayor de los enigmas relativos a los días inmediatamente anteriores a la masacre del 11-M. Vamos a presentar en este artículo otros varios sucesos inexplicados que tuvieron lugar en aquellas vísperas de sangre. Como tendrá ocasión de comprobar el lector, algunos de los hechos que preceden al atentado son tan escandalosos que resulta imposible resistirse a la pregunta: ¿cómo es posible que ese atentado se llegara a producir?

Primer enigma: Despedida a un amigo

En el primer capítulo de la serie decíamos que
El Tunecino
(uno de los suicidas de Leganés) actuaba como enlace entre los hampones mercenarios de Morata y el núcleo duro del 11-M, que estaba articulado en torno a los hermanos Almallah. Diversas revelaciones del diario
El Mundo
nos han permitido saber en los últimos meses que
El Tunecino
estaba estrechamente vigilado antes de los atentados.

La declaración del casero de
El Tunecino
nos revela que este personaje abandonó su domicilio el 8 de marzo, dejando en él casi todas sus pertenencias. Pero el sumario nos revela también el testimonio del último testigo que le vio antes de los atentados: se trata de Hatem Ghanoudi, compatriota de
El Tunecino
y que le debía a éste una cierta cantidad de dinero.

Según la declaración de Hatem ante la Policía, el viernes 5 de marzo de 2004
El Tunecino
le llamó para que le devolviera el dinero que le debía, así que quedaron citados y
El Tunecino
se presentó acompañado de un marroquí a quien Hatem no conocía.
El Tunecino
preguntó a Hatem si les podía llevar en su coche y este testigo llevó a los dos hombres al lugar que
El Tunecino
le indicó. Al llegar, se bajaron del coche, Hatem le entregó sólo una parte del dinero de su deuda y
El Tunecino
, a pesar de que Hatem aún le debía dinero, se despidió de él con una frase que parecía presagiar su futura muerte: "¡
Hasta nunca
!", le dijo a Hatem.

Ese lugar al que Hatem llevó a
El Tunecino
y delante del cual se despidió de él con esa premonitoria frase era… la comisaría de Ventas.

¿Qué fue a hacer el 5 de marzo a la comisaría de Ventas ese supuesto islamista peligroso, que nos dicen que estaba sometido a estrecha vigilancia y que estaba, al parecer, preparando una auténtica masacre para seis días después?

Segundo enigma: Llamada a medianoche

En el capítulo anterior vimos que varios de los marroquíes que transportaron los explosivos tenían sus teléfonos intervenidos en el marco de una operación antidroga que estaba llevando a cabo un juzgado de Alcalá. En concreto, tenemos la grabación de parte de las conversaciones de dos personajes:
El Chino
y Otman El Gnaoui.

Decíamos también que el asturiano Trashorras falsificó la matrícula del Toyota Corolla robado que prestó a esos mercenarios de Morata para el transporte de los explosivos.

Trashorras puso a su coche la matrícula de otro Toyota que pertenecía a una madrileña, Beatriz H.C.

En la madrugada del 5 de marzo, Beatriz recibió una llamada de la Guardia Civil, en la que le preguntaron por su coche y le pidieron que comprobara si seguía aparcado en el lugar donde lo dejó. Tras confirmar que así era, la Guardia Civil le dijo que otro coche con su misma matrícula acababa de tener un accidente y le pidió a Beatriz que fuera a prestar declaración. Según reveló el diario
El Mundo
, la Guardia Civil le preguntó a Beatriz si conocía de algo a un tal Trashorras o a un personaje llamado
El Chino
.

Lo que había sucedido es que Trashorras envió a uno de sus ayudantes (un menor apodado
El Gitanillo
) a recoger el coche que había prestado a los marroquíes y este menor había tenido un accidente con el Toyota a las 23:45 del 4 de marzo. Obviamente, si la Guardia Civil interrogó a Beatriz sobre Trashorras y
El Chino
es porque
El Gitanillo
proporcionó aquella noche alguna información. ¿Qué datos dio
El Gitanillo
sobre el transporte de los explosivos? ¿Por qué no sirvieron para evitar la masacre? ¿Qué actuaciones se emprendieron para localizar a Trashorras o a
El Chino
?

Tercer enigma: Dos terroristas en comisaria

Pocas horas después de que la Guardia Civil interrogara a Beatriz,
El Tunecino
se presentaba en la comisaría de Ventas. Pero no sería el único de los presuntos terroristas del 11-M que pasó por comisaría aquel 5 de marzo. Las grabaciones efectuadas a los marroquíes que transportaron los explosivos revelan que Otman El Gnaoui (el único de los seis marroquíes que no murió en Leganés) fue llevado a comisaría también el 5 de marzo para ser puesto en libertad a las pocas horas. No sabemos a qué comisaría le llevaron ni con qué motivo se le detuvo, pero las grabaciones revelan que poco antes de entrar en dependencias policiales, Otman se encontraba en Puente de Vallecas. Fue en la comisaría de Puente de Vallecas donde aparecería la milagrosa mochila sin explotar el día 12 de marzo. ¿Por qué fue conducido a comisaría uno de los transportistas de los explosivos escasas horas después de que la Guardia Civil interrogara a Beatriz H.C. sobre
El Chino
y Trashorras?

¿Qué declaró Otman en esa comisaría? ¿Ante quién lo declaró? Y, sobre todo, ¿por qué fue puesto en libertad?

¿Era Otman también un confidente policial?

Cuarto enigma: El tiempo invertido

El Chino
y Otman tenían sus teléfonos intervenidos antes del 11-M, como ya hemos dicho. Sabemos también que Otman es llevado a comisaría el día 5 de marzo, aunque no se nos ha explicado para qué fue allí, ni qué declaró, ni por qué fue puesto en libertad. Pero la sorpresa se transforma ya en auténtica estupefacción cuando nos enteramos por el sumario del juez Del Olmo de que la Policía interrumpió las grabaciones a
El Chino
y Otman el día 12 de marzo.

Aquellas grabaciones habían sido autorizadas por un juez de Alcalá a solicitud de una unidad policial (la UDYCO), en el marco de una operación antidroga. Las grabaciones ponían de manifiesto que tanto
El Chino
como Otman eran traficantes. El día 12 de marzo, aquellos dos teléfonos seguían activos y esos dos traficantes no habían sido detenidos, a pesar de lo cual la Policía, casualmente, solicita al juez que se interrumpan las grabaciones. Y no sólo eso, sino que también solicita, casualmente, que en su lugar se intervenga el teléfono de Rafá Zouhier, gracias a lo cual terminamos enterándonos, casualmente, de que Zouhier es confidente de la Guardia Civil.

Lo normal es que los terroristas responsables de un atentado no estén siendo grabados antes de la masacre. Lo normal, asimismo, es que la Policía intervenga después de la masacre los teléfonos de todos los sospechosos de colaborar en la misma. En el 11-M, nos encontramos con la situación inversa: los terroristas tenían sus teléfonos pinchados antes del atentado y la Policía interrumpe ese pinchazo inmediatamente después de que estallen los trenes. ¿A alguien se le ocurre una explicación racional para esta sorprendente inversión temporal, para esta curiosísima distorsión de las relaciones causa-efecto? ¿Por qué la Policía ordena el 12 de marzo interrumpir las escuchas a esos dos personajes y solicita, en su lugar, grabar las conversaciones de Zouhier? ¿Es Zouhier una más de las múltiples cortinas de humo tendidas alrededor del 11-M? Pero, sobre todo: ¿se hubiera podido evitar el estallido del piso de Leganés de haber continuado grabando las conversaciones de
El Chino
?

Quinto enigma: Llamadas de cortesía

El sumario y las declaraciones de mandos de la UCO (Unidad Central Operativa de la Guardia Civil) ante la Comisión 11-M ponen de manifiesto que "
Víctor
" (el alférez de la UCO que controlaba a Zouhier) llamó en tres ocasiones a su confidente en la semana previa a los atentados: el 4 de marzo a las 19:14, el 9 de marzo a las 20:48 y el 10 de marzo a las 12:46. Es posible que, además de estas llamadas de
Víctor
a Zouhier, existan otras de Zouhier a
Víctor
, pero no las tenemos registradas.

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