Todos juntos y muertos (7 page)

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Authors: Charlaine Harris

BOOK: Todos juntos y muertos
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Hotshot se encontraba perdido de la mano de Dios, situado en una prolongada depresión en medio de un terreno de suaves ondulaciones y abultamientos demasiado vagos como para llamarse colinas. Formada alrededor de un antiguo cruce de carreteras, la solitaria comunidad emanaba una poderosa vibración mágica. Estaba segura de que Amelia podía sentir ese poder. Su expresión se afiló a medida que nos íbamos acercando. Incluso Quinn respiró profundamente. En cuanto a mí, podía percibir la presencia de la magia, pero no me afectaba especialmente al no ser una criatura sobrenatural.

Estacioné en el borde de la carretera, detrás de la camioneta de Hoyt Fortenberry. Hoyt era el mejor amigo de Jason y su sombra de toda la vida. Lo vi justo enfrente de nosotros, caminando pesadamente por la carretera hasta una zona bien iluminada. Les di a Amelia y a Quinn una linterna, y me quedé con otra, que apunté a mis pies.

—Hoyt —llamé. Me apresuré para alcanzarlo tan rápidamente como me permitieron mis tacones—. Eh, ¿estás bien? —le pregunté cuando vi su expresión abatida. No es que Hoyt tuviese habitualmente un aspecto envidiable o especialmente avispado, pero era tranquilo y solía ver más allá del momento y contemplar sus consecuencias, algo que nunca se le había dado bien a mi hermano.

—Sook —dijo Hoyt—. No me puedo creer que lo hayan cazado. Supongo que llegué a pensar que Jason y yo seríamos adolescentes toda la vida. —Trató de sonreír.

Le di una palmada en el hombro. La vida habría sido de lo más fácil si me hubiese enamorado de Hoyt. Así, mi hermano y él habrían seguido vinculados para siempre, pero Hoyt y yo nunca habíamos compartido el mínimo interés.

La mente de Hoyt irradiaba una aburrida tristeza. Estaba convencido de que su vida iba a cambiar definitivamente esa noche. Pensaba que Jason enmendaría su forma de ser por completo, para permanecer junto a su esposa como un marido debía, olvidándose de todos los demás.

Desde luego que yo esperaba que Hoyt no se equivocara en sus expectativas.

Cuando nos encontramos con más gente, Hoyt se unió a Catfish Hunter, y empezaron a hacer chistes altisonantes sobre la debilidad de Jason y su matrimonio.

Ojalá la complicidad masculina ayudase a Hoyt a pasar la ceremonia. No sabía si Crystal quería de verdad a mi hermano, pero era evidente que Hoyt sí.

Quinn me cogió de la mano y, con Amelia detrás, nos abrimos paso entre la pequeña multitud hasta que llegamos al centro.

Jason lucía un traje nuevo, de un azul apenas más oscuro que el de sus ojos. Tenía un aspecto estupendo, y su sonrisa le nacía del corazón. Crystal llevaba un vestido de motivos de leopardo cuya brevedad hacía que pudiese definirse como tal por los pelos. No sabía si los motivos de leopardo eran una declaración cargada de ironía por su parte, o una simple expresión de su sentido de la moda. Pensé que era lo segundo.

La feliz pareja estaba de pie en medio de un espacio vacío, acompañada por Calvin Norris, líder de la comunidad de Hotshot. La multitud se mantenía a una respetuosa distancia, formando un círculo irregular.

Calvin, que resultaba ser el tío de Crystal, la cogía del brazo. Me lanzó una sonrisa. Se había recortado la barba y había desenterrado un traje para la ocasión, pero él y Jason eran los únicos hombres con corbata. Quinn se dio cuenta de ello, y rezumó pensamientos de alivio.

Jason me vio justo después que Calvin y me llamó por señas. Di un paso al frente, percatándome de repente de que iba a formar parte de la ceremonia. Abracé a mi hermano, oliendo su colonia almizclada… No había rastro de alcohol. Me relajé un poco. Había sospechado que Jason buscaría fuerzas con un par de copas, pero estaba bastante sobrio.

Solté a Jason y miré hacia atrás para ver qué había sido de mis acompañantes, y así vi el momento en que los hombres pantera se percataron de la presencia de Quinn. Hubo un repentino silencio entre las criaturas de naturaleza dual, y noté que su nombre los recorría como una brisa.

—¿Has traído a Quinn? —susurró Calvin, como si hubiese ido con Papá Noel u otra criatura mítica.

—¿Algún problema? —pregunté, ya que no tenía la menor idea de que causaría tal conmoción.

—Ninguno —dijo—. ¿Sales con él? —El rostro de Calvin mostraba tal mezcla de sobresaltada reevaluación y especulación, que empecé a preguntarme qué era lo que no sabía acerca de mi nuevo amante.

—Bueno, más o menos —respondí, con súbita cautela.

—Nos honra su presencia —me tranquilizó Calvin.

—Quinn —suspiró Crystal, con las pupilas dilatadas, y sentí que su mente se centraba en mi novio con una especie de anhelo grupi. Me entraron ganas de darle una patada. «Estás aquí para casarte con mi hermano, ¿recuerdas?»

Jason parecía tan desconcertado como yo. Como hacía apenas unos meses que era un hombre pantera, había muchas cosas que aún se le escapaban del mundo oculto de las criaturas de naturaleza dual.

Me pasaba lo mismo.

Crystal hizo un esfuerzo por reprimirse y volver al momento. Disfrutaba de ser el centro de atención, pero cedió un instante para reconsiderar a su futura cuñada. Su respeto hacia mí (inexistente hasta ese momento) se había disparado.

—¿Cuál es el procedimiento? —pregunté secamente, para encarrilar de nuevo el tema.

Calvin recuperó su espíritu más práctico.

—Como tenemos invitados humanos, hemos adaptado la ceremonia —explicó en voz muy baja—. Así funciona… Tú respondes de Jason como su familiar más cercana, ya que no tiene a nadie más mayor a quien recurrir. Yo soy el familiar mayor de Crystal, así que respondo por ella. Ofrecemos asumir el castigo si cualquiera de los dos hace algo malo.

Uy, uy. No me gustaba cómo sonaba eso. Lancé una rápida mirada a mi hermano, quien, por supuesto, no parecía albergar segundos pensamientos sobre el compromiso en el que se estaba embarcando. No debió sorprenderme.

—A continuación, el ministro se adelanta y la ceremonia se celebra como cualquier matrimonio —dijo Calvin—. Si no hubiera forasteros, la cosa sería diferente.

Tenía curiosidad al respecto, pero no era el mejor momento para lanzar todas las preguntas que se me estaban ocurriendo. No obstante, unas cuantas necesitaban respuesta.

—¿A qué castigo se supone que me estoy exponiendo? ¿Qué entiendes por «hacer algo malo»?

Jason resopló, exasperado porque quisiera saber qué implicaba mi promesa. Los tranquilos ojos amarillos de Calvin se encontraron con los míos, y la comprensión se hizo patente.

—Eso es lo que prometes —explicó, con una voz tan baja como insistente. Nos apiñamos a su alrededor—. Escucha bien, Jason. Ya hemos pasado por esto, pero no creo que me estuvieras prestando toda tu atención. —Ahora Jason escuchaba, pero podía sentir su impaciencia.

—Casarte aquí —dijo Calvin, extendiendo una mano hacia la pequeña comunidad de Hotshot— significa que serás fiel a tu compañera, a menos que ella tenga que aparearse para mantener el grupo. Como ahora está bastante fuera de ese rollo, Jason, eso quiere decir que tiene que serte fiel, como tú a ella. No tienes obligaciones de apareamiento, como los purasangre. —Jason se sonrojó ante el recuerdo de que era de una categoría inferior por haberse convertido en cambiante a causa del mordisco de otro, y no serlo por nacimiento como ellos—. Así que, si Crystal te pone los cuernos y un miembro de la comunidad puede dar fe de ello, y, además, ella no pudiera pagar el precio por la traición (por estar embarazada, enferma o por tener que criar a un hijo), tendré que hacerlo yo. No estamos hablando de dinero, ¿lo comprendes?

Jason asintió.

—Hablas de un castigo físico —señaló.

—Sí —confirmó Calvin—. No sólo prometes ser fiel, sino también guardar nuestro secreto.

Jason volvió a asentir.

—Y ayudar a otros miembros de la comunidad, si lo necesitan.

Jason frunció el ceño.

—¿Por ejemplo? —intervine yo.

—Si hay que reemplazar el tejado de Maryelizabeth, puede que todos tengamos que poner un dinero para comprar el material, y todos tendremos que buscar tiempo para hacer el trabajo. Si un crío necesita una casa donde quedarse, tus puertas tienen que estar abiertas para él. Cuidamos de los nuestros.

Jason asintió por tercera vez.

—Comprendo —dijo—. Estoy dispuesto. —Tendría que renunciar a parte del tiempo que pasaba con los amigos, y sentí lástima por Hoyt. Y confieso que también la sentí por mí. No ganaba una hermana, sino que perdía a un hermano, al menos hasta cierto punto.

—Dilo de corazón o retíralo ahora —remarqué, manteniendo la voz muy baja—. Con esto, también estás comprometiendo mi vida. ¿Puedes mantener las promesas que estás haciendo a esta mujer y a su comunidad, o no?

Jason miró a Crystal un instante y supe que no tenía derecho a meterme en su mente, así que me reprimí y proyecté la mía hacia los pensamientos aleatorios de quienes nos rodeaban. Era lo típico: un poco de excitación por estar en una boda, un poco de placer al ver al soltero más famoso de la zona enganchado por una joven salvaje, un poco de curiosidad ante el extraño ritual que se iba a celebrar en Hotshot. Lo cierto es que Hotshot era un apodo en el distrito, y el dicho rezaba: «Tan raro como uno de Hotshot». Además, los niños de allí que iban a la escuela en Bon Temps lo pasaban mal hasta que tenían las primeras peleas en el recreo.

—Mantendré mis promesas —confirmó Jason, con voz ronca.

—Yo mantendré las mías —dijo Crystal.

La diferencia entre los dos era que Jason estaba siendo sincero, a pesar de mis dudas sobre su capacidad para mantener su palabra. Crystal sí que podía mantenerla, pero no era sincera.

—No lo dices en serio —le dije.

—Que te den —replicó ella.

—No suelo meterme donde no me llaman —insistí, haciendo un esfuerzo para mantener controlada la voz—, pero esto es demasiado serio como para quedarme callada. Puedo ver lo que tienes en la cabeza, Crystal. Ni se te ocurra olvidarte de que puedo.

—No olvido nada —dijo, asegurándose de enfatizar cada palabra—. Y me caso con Jason esta noche.

Miré a Calvin. Estaba apesadumbrado, pero finalmente se encogió de hombros.

—No podemos pararlo —opinó. Por un momento, me sentí tentada de rebatirle. «¿Por qué no?», pensé. «Si me echara encima de ella y le diese un bofetón, quizá eso bastara para anular todo este rollo.» Pero me lo pensé dos veces. Los dos eran mayorcitos, al menos en teoría. Se casaría si eso quería, ya fuese allí o en cualquier otra parte y noche. Bajé la cabeza y me tragué mis recelos.

—Por supuesto —dije, levantando la cabeza de nuevo, con esa brillante sonrisa que sólo me sale cuando estoy muy nerviosa—. Sigamos con la ceremonia.

Vi de reojo la cara de Quinn entre la gente. Me miraba, preocupado por la discusión en voz baja que acababa de mantener. Por su parte, Amelia charlaba alegremente con Catfish, a quien ya había conocido en el bar. Hoyt estaba solo, justo debajo de una de las luces portátiles instaladas para la ocasión. Tenía las manos hundidas en los bolsillos y el aspecto más serio que jamás le había visto. Había algo extraño en esa escena, y al cabo de un instante supe qué era.

Era una de las pocas veces que había visto solo a Hoyt.

Cogí a mi hermano del brazo mientras Calvin hacía lo mismo con el de Crystal. El sacerdote se puso en el centro del círculo y la ceremonia dio comienzo. A pesar de tratar de parecer todo lo feliz posible por Jason, tuve que hacer verdaderos esfuerzos para contener las lágrimas mientras mi hermano se convertía en el novio de una chica salvaje y nada inocente que había sido peligrosa desde su nacimiento.

Después comenzó el baile, el momento de la tarta y la explosión de alcohol. Había comida para dar y tomar, y pronto se llenaron los enormes cubos de basura con platos de papel, latas y servilletas arrugadas. Algunos de los hombres habían traído cajas de cerveza y vino, y otros aportaron los licores de mayor graduación. Nadie pudo decir que en Hotshot no sabían cómo montar una fiesta. Mientras un grupo musical de zydeco, procedente de Monroe, tocaba, la gente bailaba en la calle. Las notas recorrieron los campos hasta una escalofriante distancia. Me estremecí mientras pensaba qué estaría observándonos desde la oscuridad.

—Son buenos, ¿verdad? —preguntó Jason—. Los músicos, digo.

—Sí—dije. Estaba sonrojado de felicidad. La novia bailaba con uno de sus primos.

—Por eso hemos montado esta boda con tanta prisa —explicó—. Ella descubrió que estaba embarazada y decidimos hacerlo, así, sin más. Y su grupo favorito estaba libre esta noche.

Agité la cabeza como respuesta a la impulsividad de mi hermano. Me acordé de minimizar los signos visibles de mi desaprobación. La familia de la novia podría molestarse.

Quinn era un buen bailarín, aunque tuve que enseñarle alguno de los pasos cajún. Todas las mozas de Hotshot querían bailar con él, así que yo lo hice con Calvin, Hoyt y Catfish. Quinn se lo estaba pasando bien, saltaba a la vista, y en cierto modo yo también. Pero, a eso de las dos de la madrugada, nos hicimos una leve seña con la cabeza. Tenía que marcharse al día siguiente y a mí me apetecía estar a solas con él. Además, ya estaba cansada de sonreír.

Mientras Quinn agradecía a Calvin la maravillosa velada, observé a Jason y Crystal mientras bailaban juntos. Por los pensamientos que se desprendían de la mente de mi hermano, supe que estaba locamente enamorado de la cambiante, de la subcultura que la había formado y con la novedad de ser una criatura sobrenatural. De Crystal supe que estaba exultante. Siempre había querido casarse con alguien que no hubiese nacido en Hotshot, alguien excitante en la cama, capaz de comprometerse no sólo con ella, sino con toda su familia… y ya lo tenía.

Me abrí paso hacia la feliz pareja y les di a ambos un beso en la mejilla. A fin de cuentas, Crystal era ahora de mi familia, y tendría que aceptarla como era y dejar que ambos vivieran su vida. También le di un abrazo a Calvin, quien me mantuvo entre sus brazos un instante antes de soltarme y darme una palmada tranquilizadora en la espalda. Catfish bailaba a mi alrededor, formando círculos, y Hoyt, ya borracho, siguió donde lo había dejado. Me costó convencer a los dos que de verdad tenía que marcharme, pero al fin Quinn y yo conseguimos dirigirnos hacia el coche.

Mientras nos abríamos paso entre la gente, divisé a Amelia bailando con uno de los mozos de Hotshot. Los dos estaban con la euforia subida, literal y ceremonialmente. Le dije a Amelia que nos marchábamos, y ella gritó:

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