Adicción (27 page)

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Authors: Claudia Gray

Tags: #Fantástico, Infantil y juvenil, Romántico

BOOK: Adicción
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—Oh, Dios mío —dijo en voz baja—. Tú eres… Lucas Ross… esto es…

—Courtney, escúchame. —Balthazar vino rápidamente hacia nosotras, ofreciéndole las manos. Era la mayor atención que le había prestado nunca, pero ella retrocedió, como si se sintiera repelida—. Puedo explicártelo.

—¿Puedes explicarme por qué estás con un cazador de la Cruz Negra? Me encantará oírlo.

Lucas había apretado la mandíbula.

—Esta noche no muerdo.

—Oh, caramba, es un gran alivio. Esta noche no vas a matarnos ni a mis amigos ni a mí. Cielos, hagámonos amiguitos hasta mañana, cuando cambies de idea. —Courtney se arrebujó más en su trenca—. Te tengo calado, Lucas. Eres un asesino psicópata, ese es tu verdadero móvil. También te tengo calada a ti, Bianca. Sigues enamorada del psicópata de tu ex. Es patético y, si quieres que te diga la verdad, lo que debería haber esperado de una pringada como tú. Pero ¿tú, Balthazar? ¿Qué estás haciendo? ¿En qué estás pensando?

—Te lo puedo explicar si me escuchas. —Balthazar parecía desconcertado, incluso asustado. Nunca lo había visto asustado hasta entonces, ni siquiera en el Baile de Otoño. Él sabía, como sabía yo, que Courtney nos delataría a la señora Bethany casi con toda seguridad.

Courtney no quiso escucharlo. Se marchó con paso airado sin decir nada más.

Lucas la señaló.

—¿Qué…? ¿Dejáis que se vaya así como así?

—¿Qué quieres que hagamos? —protesté—. ¿Que le clavemos una estaca?

Courtney, que al parecer no supo captar mi sarcasmo, echó a correr. Balthazar corrió tras ella y Lucas y yo los seguimos. Yo sabía que tanto Balthazar como yo estábamos intentando alcanzarla para tranquilizarla y explicarnos, pero Lucas… no estaba segura con respecto a él.

Detestaba no estarlo.

—Courtney, ¡espera! —grité.

Ella solo corrió más aprisa. Pero Balthazar era más rápido y consiguió agarrarla por el hombro y obligarla a volverse. Ella chilló, pero Balthazar le suplicó:

—No vamos a hacerte daño.

—¿No vais a hacerme daño? ¿Qué opina de eso el cruz negra?

Lucas suspiró ruidosamente.

—No te haré nada.

Courtney ladeó la cabeza, como si Lucas le hubiera hablado en un idioma que ella no entendía.

—No sé qué os lleváis entre manos, pero es un disparate.

—A veces estoy de acuerdo contigo —dijo Balthazar—. El caso es que ni tú ni ningún otro vampiro corréis peligro, y te agradeceríamos mucho que nos guardaras el secreto.

Pobre Balthazar; iba a intentar mantener la calma y ser razonable con un toro desbocado.

—Si estás con la Cruz Negra, no puedo quedarme callada. —Courtney retrocedió. Chocó con una furgoneta aparcada y comenzó a rodearla, pegando las palmas de las manos al metal como si fuera un ciego tanteando el camino—. Esto es peligroso. Deberías ser más listo, Balthazar. Es a ti a quien va a echar las culpas la señora Bethany.

De pronto, Courtney chilló y se agarró el pecho, con la punta de una estaca sobresaliéndole entre los dedos.

Se me escapó un grito. Por un terrible segundo, pensé que Lucas había arrojado la estaca contra ella, pero no, se la habían clavado por la espalda. Courtney se tambaleó, dio dos pasos y cayó al suelo de bruces, con la estaca clavada en la espalda. Detrás estaba Charity.

Balthazar se quedó mirando a su hermana, no horrorizado, sino asombrado. Charity llevaba unos descoloridos vaqueros rotos y agujereados por media docena de sitios con unas mallas negras debajo. Su sucio jersey tenía el cuello deshilachado. Sonrió tristemente a su hermano.

—Te habría hecho daño —dijo tocando el cuerpo inerte de Courtney con una de sus zapatillas plateadas—. No podía permitírselo, ¿no?

—Charity. No deberías… pero querías ayudarme y te doy las gracias por eso. —Balthazar alargó una mano, pero Charity retrocedió varios pasos.

—Pero la chica ha hecho preguntas interesantes. —Clavó sus ojos castaños en Lucas—. ¿Por qué pasas tanto tiempo con la Cruz Negra? ¿Sobre todo mientras me persiguen?

Me volví hacia Lucas.

—¡Dijiste que ya no ibais tras ella! ¡Lo prometiste!

—¡No lo hacemos! ¡Que yo sepa, no lo hacemos! —protestó Lucas. Estaba empezando a preguntarme si decir «que yo sepa» no sería únicamente una forma de escurrir el bulto, si Lucas no habría sencillamente optado por no saber nada que no le conviniera. Todo el miedo y disgusto que había sentido en los últimos minutos se estaba arremolinando dentro de mí, buscando desesperadamente una salida, y ahora se estaba dirigiendo hacia Lucas.

—Están intentando matarme —dijo Charity—. Mi hermano los ayuda. ¿Cómo te sentirías tú si fueras yo?

Balthazar negó con la cabeza.

—Lucas prometió que dejarían de perseguirte si te encontraba.

—¿Así que solo intentas ser un buen hermano mayor? ¿Volver a llevarme a Medianoche a rastras?

—Charity, por favor. —La voz de Balthazar solo era un ronco susurro—. Hace treinta y cinco años que no estamos juntos.

—Que no vivimos juntos quizá. Pero yo ya te había visto mucho antes de esto, mucho antes de Albion. He estado pendiente de ti. —Charity se abrazó el cuerpo—. Quiero las armas del cazador.

Lucas tensó la mandíbula.

—Oh, mierda, no.

—Lucas —susurré—, venga. No confía en ti.

—¡Yo tampoco confío en ella!

—Nos desharemos todos de cualquier arma que llevemos —dijo Balthazar, intentando ser razonable.

—Vosotros sois vampiros —dijo Lucas—. Sois vuestras propias armas.

Charity alargó las manos.

—Entonces quédate con todas las armas menos una. Dame solo una. Ese puñal tan grande con que me amenazaste en el hospital. Así me sentiré más segura.

—Pero yo no… —dijo Lucas.

—No pasará nada —le prometí. Charity parecía tan joven y aterida… Estaba tiritando, con las manitas extendidas y suplicando—. Lucas, por favor.

Lucas me lanzó la mirada más asesina que había visto nunca, pero metió la mano debajo del abrigo y sacó su puñal. En vez de dárselo a Charity, lo arrojó al suelo. Ninguno de los dos le quitó ojo mientras ella se agachaba para recogerlo, y él se llevó la mano al cinturón, donde yo sabía que llevaba una estaca.

Quizá deberíamos haber prestado atención a Courtney antes de que nada de aquello sucediera, pero todos sabíamos que un vampiro no muere cuando le atraviesan el corazón con una estaca, al menos no de forma permanente. Si le quitan la estaca, revive, como si nada hubiera ocurrido. Yo ya estaba pensando en que, al final, tendríamos que arrancarle la estaca a Courtney y afrontar el hecho de que estuviera todavía más enfadada cuando recobrara el sentido.

—¿Satisfecha? —preguntó Lucas.

—Sí. —Charity le sonrió extrañamente—. Al menos por esta noche, cazador, no te haré daño.

Por algún motivo, Lucas interpretó aquello como una señal de que él era la mejor persona para entenderse con ella.

—Tienes que hacer caso a tu hermano. Yo no estoy al mando de la Cruz Negra, ni de lejos. Si no quieres que te cacen, es mejor que obedezcas sus reglas.

—Yo ya sé qué reglas obedecer —dijo Charity—. Y sois vosotros los que deberíais preocuparos por vuestra seguridad.

—¿Qué has hecho, Charity? —Balthazar la cogió por los brazos, no como si fuera a abrazarla, sino más bien como si quisiera zarandearla—. Respóndeme.

—He hecho nuevos amigos. Ellos me han enseñado el camino. Deberías venir con nosotros, Balthazar. Serías mucho más feliz mirando hacia el futuro en vez de seguir anclado en el pasado.

—¿A qué te refieres? —inquirí.

Charity forcejeó para zafarse de su hermano.

—Me refiero a que solo hay una forma de ser un verdadero vampiro y no consiste en añorar cosas que no tienes ni en relacionarte con personas que conocías cuando estabas vivo, ni en planchar tu uniforme de la Academia Medianoche todas las mañanas. Consiste en querer lo que tienes. En coger lo que puedas. En aceptar lo que eres.

—En matar —dijo Lucas—. Te refieres a que la única forma de ser un verdadero vampiro es matando.

Charity le sonrió mientras se arrodillaba junto al cuerpo inerte de Courtney.

—Tú lo sabes todo sobre matar, ¿no?

Lucas negó con la cabeza.

—Lo que yo hago no es lo mismo.

—Ah, ¿no? Veamos para qué sirven tus armas. —Charity hizo girar el puñal de Lucas en la mano. Luego cercenó el cuello a Courtney con una fuerza increíble, decapitándola.

La decapitación mata a un vampiro para siempre.

A Courtney se le puso el cuerpo rígido. La piel se le tornó instantáneamente gris y reseca, arrugándosele en torno a los huesos conforme la carne se le consumía. Su cabeza separada del cuerpo osciló de un lado a otro. La parte de cara que yo veía ya no era una cara, sino únicamente algo apergaminado de color terroso que recubría el cráneo. Cuando los vampiros mueren, sus cuerpos se deterioran hasta el punto que habrían alcanzado tras su primera muerte. Los más viejos se convierten en polvo. Courtney solo llevaba muerta veinticinco años, por lo que aún quedaba mucho de ella. Demasiado.

Se me escapó un grito. Balthazar apartó la mirada. Charity sonrió a Lucas.

—Me debes una, cazador. Ahora, tu secreto está seguro, Balthazar. No digas nunca que no te quiero.

Se dio rápidamente la vuelta y echó a correr, perdiéndose casi al instante entre la maleza. Balthazar dio dos vacilantes pasos tras ella antes de detenerse.

«Charity ha matado a Courtney. Charity ha matado. La he visto hacerlo». Y yo que la creía tan indefensa y asustada, tan débil… ¿Podía haberme equivocado tanto? Recordé la desconfianza de Lucas en Charity, y también mi insistencia en protegerla, y sentí tanta vergüenza como horror, preguntándome en qué grado era yo responsable de todo aquello.

Por unos momentos, ninguno pudo hablar.

—¿Qué vamos a hacer? —dije por fin.

—¿Qué? —Balthazar seguía mirando el lugar donde Charity había desaparecido.

—Se refiere al cadáver. —Lucas hizo una mueca al verlo mejor—. Cuando los vecinos salgan por la mañana y se encuentren con esto, van a ponerse histéricos. Le harán pruebas. El hecho de que sea un cadáver de hace veinticinco años solo les planteará más incógnitas.

¿Podían identificar el ADN de Courtney? ¿Su dentadura? Me horrorizó pensar en aquella familia tan agradable enterándose de que habían encontrado el cuerpo de Courtney, descompuesto y abandonado en su propia calle durante una fiesta de cumpleaños. Era casi lo peor que podía imaginarme.

—Tenemos que sacarla de aquí —dije—. Deberíamos enterrarla en algún sitio.

—Cuesta cavar en la tierra helada —dijo Lucas—. Es mejor quemarla.

No lo dijo con maldad, sino únicamente por pragmatismo. Pero él no tenía el pavor de un vampiro al fuego y no podía saber lo espantoso que me parecía quemar a alguien en vez de enterrarlo como es debido.

Quizá fuera la repugnancia hacia la idea de la incineración. Quizá fueran mis sentimientos confusos tras ver morir a Courtney; nunca me había caído bien, pero jamás habría deseado su muerte. Quizá fuera la tensión de que hubieran estado a punto de descubrir nuestra tapadera y luego lo hubieran solucionado de la peor forma posible. Quizá fuera ver a Balthazar tan perdido. Quizá fuera mi enfado conmigo misma por haber cometido la estupidez de creer en la bondad de Charity. Quizá fueran los meses de separación, pasando finalmente factura.

Fuera lo que fuese, en ese momento algo estalló dentro de mí.

—Quémala. Quémala. —Me volví rápidamente hacia Lucas tan enfadada que temblaba—. Ni siquiera piensas que sea una persona, ¿no? ¡Porque los vampiros no son personas! ¡No para ti!

—Para el carro… eso no es lo que he dicho. —Lucas alzó las manos—. Es solo una incineración, Bianca.

—No es solo una incineración, no para ti. Tú crees que los vampiros no son como las demás personas, así que piensas que no pasa nada por tratarlos como te apetezca. Hasta podrías haber matado tú a Courtney. Podrías haber matado a Balthazar. Si no nos hubiéramos conocido en Medianoche, algún día hasta podrías haberme matado a mí. No te lo habrías pensado dos veces, ¿verdad?

Lucas no soportaba que le gritaran de aquella forma. Vi cómo se consumían los últimos vestigios de su autocontrol conforme la rabia se apoderaba de él.

—Y tú crees que los vampiros no le hacen nunca daño a nadie, ¡aunque todos estéis programados para beber sangre y matar! ¡Incluso después de Erich! ¡Incluso después de eso! ¿De qué demonios va esto, Bianca? He intentado hacerte ver la verdad, pero tú no vas a ver nada que no quieras ver.

En voz baja, detrás de nosotros, Balthazar dijo:

—Voy a buscar el coche y traerlo hasta aquí. —Lo ignoramos.

—Tú aún sigues en la Cruz Negra —dije temblando de rabia—. Más de un año después de descubrir que yo también soy un vampiro. Hablaste de dejarla, pero eso es todo, ¿verdad? ¡Solo palabras! ¿Soy yo la que tengo que cambiar? ¿La que tiene que renunciar a todo?

—¿A qué has renunciado, Bianca? No te has ido de Medianoche. No has dejado de contar con transformarte en vampiro. Eres una hija ideal para tus padres y una novia ideal para Balthazar y me apartas cuando te conviene.

—¿Cuando me conviene? ¿Crees que algo de esto me conviene?

—Hace un rato parecías bastante cómoda con la situación.

Se refería al momento en que me había visto caminando junto a Balthazar. Algo tan simple como un paseo se había convertido en un arma arrojadiza contra mí. Las lágrimas me estaban escociendo en los ojos.

—Tendría que haberlo sabido. Nunca has dejado de odiar a los vampiros. Eso hacía inevitable que un día… que un día me odiaras a mí.

Lucas dio la impresión de haber recibido un puñetazo en el estómago.

—Bianca… por Dios, tú sabes que no te odio.

—Puede que ahora no, pero lo harás. —Se me hizo tal nudo en la garganta que me dolía hablar—. No sé por qué he llegado a pensar que esto funcionaría.

—Bianca…

—Vete. Márchate.

—No voy a dejarte aquí sola.

—Balthazar llegará enseguida con el coche.

A Lucas se le endureció la expresión.

—Supongo que Balthazar cuida bien de ti. Ya no necesitas mi ayuda.

—No. —La voz se me quebró, pero él me creyó de todos modos.

—Está bien.

Lucas se alejó en la oscuridad. Tomó la dirección contraria a la que había tomado Charity, por lo que deduje que no iba a perseguirla, pero se perdió en la oscuridad tan rápidamente como ella. Estaba sola.

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