Al Mando De Una Corbeta (52 page)

Read Al Mando De Una Corbeta Online

Authors: Alexander Kent

Tags: #Aventuras, histórico

BOOK: Al Mando De Una Corbeta
7.82Mb size Format: txt, pdf, ePub

Ese debería haber sido la gran oportunidad de Graves para hacer señales Caza general y permitir que sus capitanes cayeran sobre el enemigo antes de que pudieran reunirse de nuevo y proclamar su superioridad. Si Hawke o Kepple hubieran estado al mando no hubiera cabido la menor duda para nadie, y el efecto hubiera resultado devastador; pero una vez más Graves falló, con su mente fija en las instrucciones de lucha que le habían enseñado, y sin ver otra alternativa.

Su buque insignia mostró la rígida señal para que formaran una línea de batalla, y permaneció allí durante todo el combate. El retraso permitió que De Grasse reuniera su flota y que cuando los dos enemigos se enfrentaron, al fin, a los escasos barcos británicos les resultara imposible incluso reunirse. Cuando cayó la tarde, la menguante luz del sol obligó a las flotas a dejar la lucha, y, guiados por un fuerte viento del noroeste, perdieron enseguida el contacto.

Cuando, al fin, Graves fue capaz de componer de nuevo sus escuadrones, los franceses se habían replegado en la bahía de Chesapeake. No la abandonaron otra vez, y, después de serias dudas, Graves ordenó a sus frustrados capitanes que partieran hacia Nueva York.

Indefenso y sin poder asistir a la batalla, Bolitho observó muchas de las tácticas, y adivinó prácticamente todo lo que se avecinaba. Abandonaba la cubierta a intervalos regulares para charlar con Tyrrell en la enfermería, y gesticulando mientras intentaba describir la sucesión de acontecimientos.

Recordaba perfectamente cada visita, el rostro de Tyrrell muy pálido bajo la luz del farol, su boca contraída por el dolor, y, alrededor de él, gruñendo o gimiendo suavemente, los que habían sufrido en el ataque, y los que se encontraban más allá del dolor.

—Este es el fin del ejército —dijo Tyrrell con voz ronca. Había aferrado la mano de Bolitho con algo de su viejo vigor—, pero nosotros hicimos todo lo que pudimos.

Más tarde, en Sandy Hook, cuando el
Sparrow
llevaba a cabo sus reparaciones y Bolitho había recibido órdenes de dirigirse a Inglaterra con despachos del almirante y noticias de la batalla, el golpe había llegado: cortado el acceso al mar, con las municiones y los víveres agotados, Cornwallis se había rendido con todo su ejército. Fiel a su reputación, el general Washington había permitido que los ingleses se rindieran con honor y dignidad, pero, pese a todo, resultó una cruel derrota.

Los correos habían llevado la noticia de la rendición del ejército británico, que había dirigido a sus soldados al campamento de Washington. Habían estado tocando «El mundo al revés», lo que daba una pista de lo que pensaban de su situación.

Bajo unas nubes bajas, y una continua llovizna, el
Sparrow
había zarpado y vuelto su popa a Sandy Hook por última vez. Su dotación reaccionó con muy distintos sentimientos ante las órdenes. Algunos lloraron por los viejos amigos que habían dejado en la mar, o que dejaban heridos a la espera de un transporte más confortable. Otros se encontraban casi aterrorizados ante lo que podrían encontrar en Inglaterra después de tanto tiempo, y hubo muchos que dieron la espalda a América y soñaron tan sólo con el momento en el que podrían pisar suelo patrio, agradecidos por haberse librado del dolor y la desesperación, agradecidos incluso por poder ver el cielo encapotado sobre sus cabezas.

Si no le requerían en cubierta, Bolitho pasaba gran parte del tiempo solo en la cabina. Le hacía menos doloroso el contacto, y la pérdida de rostros conocidos más fácil de sobrellevar.

Podía recordar el último apretón de manos con Tyrrell, cuando se habían despedido en el hospital de Nueva York. Dalkeith también estaba allí, y había sido un adiós muy triste. Resultaba aún más duro pensar que Tyrrell sólo tenía una pierna, y no quería acordarse de ello. Pero una cosa parecía cierta: Tyrrell no estaba desesperado.

—Después de esto, me voy a casa —lo había dicho muchas veces—. No sé cómo ni cuándo, pero por Dios que lo haré.

Dalkeith había sido designado a un barco de pasajeros en Sandy Hook.

—Es que también necesitan un buen médico —había añadido en voz baja—. ¿eh, Héctor? Y me han llamado a mí.

Bolitho se estremeció y se ajustó la casaca al cuerpo. Hacía frío y mucha humedad, y el casco estaba húmedo de vaho. Echó una ojeada al cuaderno de bitácora abierto. Era el uno de enero de 1782, y comenzaba otro año para todos. Se puso en pie y caminó con calma por la cámara, y sus piernas se adaptaron a los vaivenes sin esfuerzo aparente. Hacía tres años y medio que había llegado a aquel barco que se había convertido ya en una parte de sí mismo.

Subió por la escala y vio a Heyward en las redes de barlovento. A él le hubiera resultado aún más duro. Había estado a bordo desde que botaron la corbeta, hacía cinco años. Caminó hacia él, viendo la bruma gris que se enredaba en los obenques, la espuma que salpicaba sobre las pasarelas.

—Bien, señor Heyward, el canal inglés. Más allá, con un poco de suerte, se extiende la Isla de Wight. Echaremos el ancla en Spithead antes de que anochezca.

Heyward le miró con calma.

—Es una sensación extraña, señor —se encogió de hombros—. No estoy muy seguro de si quiero abandonar este barco ahora.

Bolitho asintió.

—Suele pasar. El
Sparrow
no se diferencia mucho de nosotros. Necesita una cuidadosa revisión de las vergas, y tienen que instalarle esos nuevos cañones de los que no dejamos de oír hablar. No será el mismo después de esto —vio a Bethune que subía desde la cubierta de artillería, masticando una galleta—. ¡No creo que ninguno de nosotros siga siendo el mismo!

—¡Tierra a la vista! ¡En la amura de estribor!

Bolitho cogió un vaso.

—Será Wight. Mejor que viren un punto —vio cómo Heyward se apresuraba a la batayola con su megáfono. Debería de haber sido Tyrrell.

Entonces volvió la vista a la cubierta empapada por la lluvia, a los marineros junto a las brazas del mesana, con sus rostros y sus brazos aún más oscuros por la hostil luz grisácea.

Una yola embetunada se acercaba, y un hombre con barba les saludaba desde la proa. En la otra amura vio una línea de tierra a través de la llovizna y la niebla. Inglaterra. Se aferró a la batayola. Después de tanto tiempo, y tantos sucesos.

—¡Mantiene el rumbo, señor! —Heyward se unió a él de nuevo.

Bethune permaneció de pie en el extremo opuesto.

—Me siento como si hubiera crecido en el
Sparrow
—murmuró.

Bolitho le rodeó los hombros con un brazo.

—Todos hemos crecido —entonces se volvió, y dijo en un todo ya formal—. Reúna a su grupo para fondear, y dígale al artillero que prepare el saludo.

Comenzó a caminar muy despacio arriba y abajo por el costado de barlovento, y vio a los marineros ocupados que le rodeaban, y a muchos más. Buckle y Tilby, Graves y el artista Majendie. Paró y tocó la batayola, las cicatrices de las balas que habían abatido a muchos de sus hombres.

Una fragata avanzó a través de la niebla siguiendo una derrota opuesta con las banderas muy chillonas contra el fondo nublado.

—¿Qué barco es?, señor —exclamó Fowler.

Bolitho asintió.

—Muestre nuestro numeral.

El
Sparrow
, corbeta de guerra, regresaba a casa.

Vocabulario

Abatir
. Apartarse un barco hacia sotavento del rumbo que debía seguir.

Acuartelar
. Presentar al viento la superficie de una vela, llevando su puño de escota hacia barlovento. La vela se hincha «al revés» y produce un empuje hacia popa en lugar de hacia proa.

Adujar
. Recoger un cabo formando vueltas circulares u oblongas. Cada vuelta recibe el nombre de aduja.

Aguja magnética
. Instrumento que indica el rumbo (la dirección que sigue un buque). También recibe los nombres de: compás, aguja náutica o brújula.

Ala
. Pequeña vela trapezoidal que se añadía a los lados de otra para aumentar la superficie con poco viento.

Alcázar
. Parte de la cubierta alta comprendida entre el palo mayor y la entrada de la cámara, o bien, en caso de carecer de ella, hasta la popa. Allí se encuentra el puente de mando.

Aleta
. Parte del costado de un buque comprendida entre la popa y la primera porta de la batería de cañones.

Alfanje
. Sable ancho y curvo con doble filo en el extremo.

Amura
. Parte del costado de un buque donde comienza a curvarse para formar la proa.

Amurada
. Parte interior del costado de un buque.

Andana
. Línea o hilera de ciertas cosas. Forma de ordenar cosas de manera que queden en fila. Ej.: «andana de botes».

Aparejo
. Conjunto de todos los palos, velas, vergas y jarcias de un buque.

Arboladura
. Conjunto de palos, masteleros, vergas y perchas de un buque.

Arraigadas
. Cabos o cadenas situados en las cofas donde se afirma la obencadura de los masteleros.

Arribar
. Hacer caer la proa de un buque hacia sotavento. Lo contrario de orzar.

Arrizar
. Sinónimo de rizar.

Arsenal
Lugar donde se construyen o reparan los buques de guerra.

Azocar
. Apretar un nudo o amarre.

Babor
. Banda o costado izquierdo de un buque, mirando de popa a proa.

Balance
. Movimiento alternativo de un buque hacia uno y otro de sus costados.

Baos
. Piezas de madera que, colocadas transversalmente al eje longitudinal del buque, sostienen las cubiertas. Equivalen a las «vigas» de una casa.

Barlovento
. Parte o dirección de donde viene el viento.

Batayola
. Barandilla hecha de doble pared, de madera o de red, en cuyo interior se colocaban los coyes de los marineros para protegerse al entrar en combate.

Bauprés
. Palo que sale de la proa y sigue la dirección longitudinal del buque.

Bergantín
. Buque de dos palos (mayor y trinquete) aparejado con velas cuadras en ambos y además vela cangreja en el mayor.

Bita
. Pieza sólida que sobresale verticalmente de la cubierta, sirve para amarrar cabos o cables.

Bordada
. Distancia recorrida por un buque en ceñida entre virada y virada.

Botalón
. Palo largo que sirve como alargo del bauprés o de las vergas.

Bovedilla
. Parte en ángulo de la popa.

Bracear
. Tirar de las brazas para orientar convenientemente las vergas al viento.

Braza
. Cabos que, fijos a los extremos de las vergas, sirven para orientarlas.

Brazola
. Reborde o baranda que protege la boca de las escotillas. También puede ser la barandilla de los buques cuando es de tablones unidos.

Burda
. Cabos o cables que, partiendo de los palos, se afirman en una posición más a popa que aquellos. Sirven para soportar el esfuerzo proa popa.

Cabilla
. Trozo de madera torneada que sirve para amarrar o tomar vuelta a los cabos.

Cabillero
. Tabla situada en las amuradas provista de orificios por donde se pasan las cabillas.

Cable
. Medida de longitud equivalente a la décima parte de una milla (185 metros).

Cabo
. Cualquiera de las cuerdas empleadas a bordo.

Cabuyería
. Conjunto de todos los cabos de un buque.

Caer
. Equivalente a arribar, girar la proa hacia sotavento. También equivale a calmar el viento.

Calado
. Distancia vertical desde la parte inferior de la quilla hasta la superficie del agua.

Calcés
. Parte superior de palo o mastelero, comprendida entre la cofa y la cabeza.

Capa
, («ponerse a la capa»). Disposición del aparejo de forma que el barco apenas avance. Esta maniobra se hace para aguantar un temporal o para detener el barco por cualquier motivo.

Other books

Head Over Heels by Christopher, J.M.
The Last Ranch by Michael McGarrity
The Weight-loss Diaries by Rubin, Courtney
Primal by Serra, D.A.
La tormenta de nieve by Johan Theorin
The Ophir by Irene Patino