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Authors: Lena Valenti

Tags: #prose_contemporary

Amos y Mazmorras II (10 page)

BOOK: Amos y Mazmorras II
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—¡Pues no lo ha parecido! —gritó Brutus partiéndose de la risa.
El Amo del Calabozo asintió.
—Mantienes el cofre que has ganado con tu ex pareja, King. Pero la llave desaparece porque está en el cuello de Mistress Pain y ella ha sido eliminada.
Lion apretó los dientes y dirigió una mirada ártica a Cleo, la cual se encogió de hombros y mostró la que ella tenía colgada al suyo.
—De acuerdo. King y Nala unen sus fuerzas —exclamó el Amo del Calabozo a la multitud—. Tigretón pasa a ser propiedad de Thelma y compañero de juegos de Sophiestication. Y nuestra querida Mistress Pain —lamentó— se va a casa prematuramente. ¡Damos por terminada la jornada de
Dragones y Mazmorras DS
en Oman!
Claudia abandonó el anfiteatro malhumorada.
La multitud se fue dispersando, echando miradas furtivas a la pareja contrariada que acababa de formarse.
Lady Nala y King Lion tendrían un largo torneo por delante. Y ambos felinos tenían las garras expuestas.
 
Capítulo 5

 

 

«El respeto es básico en una relación de dominación/sumisión. Nunca hagas a un amo lo que no quieres que te haga como sumisa».

 

Mientras
las motos acuáticas corrían a toda velocidad de vuelta al
resort
de Charlotte Amalie, Lion y Cleo surcaban el mar tropical más rápido que nadie.
Era la primera vez en su treinta y un años, que Lion perdía el control sobre sus nervios. Sentía la sangre fluir a toda velocidad por sus venas y solo le apetecía reñir, gritar y darle una lección a la bruja de pelo rojo que tenía sentada tras él.
Por su bien, Cleo mantenía la boca cerrada, en silencio, como la buena niña que no había sido unos minutos atrás.
—Vaya, vaya... ¡Lady Nala es una exhibicionista a la que le gusta chupar pollas delante de todos! —exclamó él violentamente—. ¡Nunca lo hubiese dicho!
Cleo apretó los dientes y le clavó las uñas en los muslos.
—Y tú estás muy guapa con peluca, leona.
—¿Estás preparada para la que se te cae encima? Mistress Pain estaba a la altura. Tú eres una jodida cachorra de león, no eres suficiente para el rey. Quería llegar a la final y me lo has jodido.
Lion y Cleo se vigilaban mucho el mantener sus personalidades del rol, porque si estaba todo televisado, excepto en las habitaciones del hotel, los Villanos y los organizadores les observarían. Y los dos agentes debían mantener sus verdaderas identidades intactas.
—Si eres tan buen amo como crees, King —repuso entre dientes—, harás que lleguemos a la final.
Lion no pudo reprimir su furia e hizo un derrape con la moto sin avisar a Cleo. La joven cayó al agua.
—¡¿Pero qué haces?! —exclamó echando el agua por la boca como si fuera una fuente. Se apartó el flequillo rojo de los ojos y le dirigió una mirada incrédula.
Lion se apoyó en el manillar mientras daba vueltas a su alrededor.
—Me aseguro de que estés muy mojada, leona. Vas a necesitar estarlo mucho para todo lo que voy a hacerte.
—Déjame subir.
Cleo miraba hacia abajo. Los mares del caribe estaban repletos de tiburones, anguilas y medusas venenosas... ¿No? ¿O eso era solo en las películas?
Lion sonrió. Recordaba el miedo de Cleo en las profundidades marinas. Siempre temía que la mordiera un tiburón. Pero Cleo no era consciente de que el único animal que la podía morder, era él.
—¡Ay! —Algo la había rozado en la pierna izquierda—. ¡King! ¡No bromeo! ¡Súbeme!
—No, no, no..., esclava. ¿Cómo me llamo yo para ti?
Cleo asumió el rol. Era eso a lo que había venido. No importaba que Lion le hubiera hecho daño los días anteriores. Ella quería formar parte del caso y solo podría hacerlo si mantenía las distancias con él. Y dispensándose ese trato de amo despechado y sumisa resentida lo lograría.
—Amo.
—Muy bien, Lady Nala. ¿Quieres subir? —le ofreció la mano, y cuando ella asintió y fue a cogérsela, la retiró malvadamente—. ¿Qué se dice?
Cleo puso los ojos en blanco.
—¿Me deja subir, amo, por favor?
Lion la tomó de la mano y la izó de nuevo a la moto. Sin mediar palabra, arrancó la moto y se dirigió hacia el hotel.
Cleo era consciente de que estaba nadando a contracorriente.
Lion sabía que debían mantenerse serenos para seguir en el caso.
¿Cómo lo iban a lograr sin sacarse antes los ojos?

 

 

 

Ni Cleo ni Lion se hablaron en todo el trayecto hasta que llegaron al
resort
. En recepción les avisaron que habían dado de baja la habitación que compartían ella y Nick, ya que ahora era sumisa y debía compartir la habitación de su nuevo amo.
—¿Se ha avisado ya al señor Tigretón? —preguntó Cleo.
—Sí —contestó el recepcionista, de apellido Brown—, él ya ha depositado sus pertenencias en la
suite
de Miss Thelma y Miss Sophiestication y él mismo se ha prestado a desplazar sus pertenencias a la
suite
de King Lion.
—Muchas gracias —contestaron a la vez.
Una vez arriba, Lion insertó la tarjeta de su habitación en la ranura. La luz verde se encendió y la puerta se abrió con un clic.
—Pasa —le ordenó Lion.
Cleo entró y oteó el alojamiento. Era una
suite
como la de ella, con unas vistas espectaculares y una terraza privada toda de madera. Cleo observó dos copas de cóctel a los pies de las tumbonas.
Claudia y Lion se habían tomado algo mientras permanecían estirados o uno encima del otro en las tumbonas, pensó amargamente.
La cama estaba hecha e, increíblemente, ya no había ni rastro de las pertenencias de Mistress Pain.
—Vaya, se la ha llevado el viento —murmuró Cleo sintiéndose vencedora.
—La has echado tú —replicó él cerca de su oído y tomándola del brazo—. Vamos a ducharnos.
—Perfecto; dúchate tú primero, agente Romano. Yo me ducharé luego —dijo dejando su bolsa de juguetes y su látigo sobre la cama. No pensaba admitir que la orden le había puesto muy nerviosa. No iba a compartir nada más con Lion Romano a no ser que tuviera que hacerlo necesariamente como King Lion. Su doma finalizó en el momento en el que él la abandonó y la retiró del caso.
Lion desapareció en el baño y abrió el grifo multichorro de la ducha. Puso la música a tope; la canción de
What goes around comes around
de Justin Timberlake recorrió toda la suite. Recoges lo que siembras; y nunca mejor dicho.
Lion la había herido. Ahora estaba soportando toda su inquina.
Cleo no lo vio venir. Lion le tapó la boca y, amarrándola de la cintura, la arrastró hasta el baño.
Dentro, el agua hirviendo de la ducha empezaba a empañar las mamparas y los espejos. Ella abrió los ojos asustada y sacudió la cabeza para liberarse de su mano, pero entró con Lion, ambos vestidos en el interior de la ducha.
Él se llevó el índice a la boca ordenándole que callara.
—Te lo voy a decir solo una vez —gruñó constriñéndole los labios con los dedos y gruñendo en su oído como un perro rabioso—. Lo que hoy has hecho es un acto de indisciplina descomunal. Has puesto el caso en peligro; no sé ni cómo te has atrevido. No quiero ni que me llames por mi apellido. Soy amo para ti, ¿me oyes? A-M-O o SEÑOR. —Cleo lo miraba con atención a través de sus ojos verdes y húmedos por el agua salada del mar y ahora por la de la ducha—. No me fío de nada de lo que hay en estas instalaciones. Ni siquiera si tienen otro tipo de dispositivos de audio más avanzados y que mi lector no detecta. Así que conmigo guardas las formas, ¿entendido? Aquí y afuera.
Por eso Lion había puesto la música a tope y encendido el agua de la ducha. No quería que les oyeran.
—Jugarás conmigo, es lo que has querido. Bien, pues prepárate, porque el numerito de dominación que has hecho hoy es un mero juego de niños comparado con lo que puede esperarte.
Cleo lo empujó por el pecho y se liberó, gritando en voz baja.
—¡¿Y por qué crees que estoy aquí?! ¿Crees que pienso que esto es el cuento de
Blancanieves y los siete enanitos
? Soy muy consciente de lo que se hace en este lugar, pero puedo hacerlo. —Le volvió a empujar—. Me echaste del caso creyendo que no podía con esto. Me abandonaste. ¡Después de usarme durante cinco días! ¡Cinco! ¡¿Por qué?! —exigió saber.
—No te vi preparada —contestó honestamente.
—¿Preparada para abrirme de piernas o para cerrarlas? ¡No es nada del otro mundo! Las personas lo hacen constantemente. Es algo que he hecho incluso antes de conocerte, como todas las mujeres del planeta. El sexo no es nada nuevo para mí.
—Este sí. —La arrinconó de nuevo contra la pared—. ¿Qué crees que pasará cuando tengas que jugar con más de uno a la vez? ¿Crees que eso no va a pasar, niñata?
—No me insultes —le advirtió—. Haré lo que sea para llegar a la final. Soy mayorcita y, además, teniente de la división policial de Nueva Orleans. ¿No es suficiente para ti? —Él se quedó callado y bajó los ojos azules al suelo de madera de la ducha. Sus ropas estaban empapadas—. ¿Por qué lo hiciste, Lion? ¿Por qué me dejaste así de tirada? ¿Porque Billy Bob me atacó? ¿Porque te dio miedo? ¿Porque te sentiste culpable? ¡¿Pues adivina qué?! Soy policía y me atacan muchas veces. Me golpean, me tiran por el suelo y me apuntan con armas. Y no me asusto. No me asustaré aquí por ver a gente activa y sexual dominando y sometiendo a destajo. Puede que no esté a tu altura, amo —escupió sin respeto alguno—; mi manera de hacer el amor no es esa. Pero el sexo es sexo y puedo acostumbrarme. Serán solo unos días.
—No sabes lo que dices.
—¿Por qué lo pones todo tan mal? ¡Es lo que haces desde que tienes veinte años, Lion! Es tu manera de follar. ¡No solo lo haces tú: lo practican millones de personas con instintos dominantes y sumisos! ¡Lo puedo hacer yo también! ¡No pasa nada!
—¡Pero aquí no hay remisión! Los Villanos ya habrán puesto los ojos en ti, seguro que ya les gustas...
—¡Bien, ese es el plan! ¡Para eso me vinisteis a buscar!
—¡No! —gritó él golpeando la pared a su espalda, sobre la cabeza de Cleo—. Te vinimos a buscar para formarte y porque te parecías a tu hermana. Pero no eres Leslie y no estás tan preparada como ella. ¡Te dejas llevar por las emociones y no es bueno! ¡Por eso no te aceptaron en el FBI! ¡Lo echarás todo a perder!
Cleo dejó caer la mandíbula y lo miró ofendida.
—¿Lo echaré todo a perder? ¿Por qué? —levantó la barbilla temblorosa—. ¿Crees que me enamoraré de ti? Lo dudo, señor. Con las cosas que me has dicho, sé que no estoy a la altura de tus expectativas —admitió despreciativa—. Tengo emociones, pero no soy estúpida.
Ambos se miraron, conscientes de las cosas que se habían dicho en su noche de borrachera. Palabras que nunca debieron ser pronunciadas.
—Tu forma de ser no es buena para esto.
—Ah, claro ¿hay que ser un robot como tú? —sonrió incrédula—. ¿Es malo tener emociones, señor? —preguntó con voz débil—. Mi hermana también tiene sentimientos y corazón, ¿sabes?
—Lo... Lo sé —aseguró Lion.
—Entonces, ¿por qué Leslie podía meterse en todo esto y yo no?
—Porque ella es diferente a ti, pedazo de tonta —murmuró mirándola directamente a los ojos.
Cleo negó con la cabeza y tragó saliva. ¿Leslie era mejor?
Eso era todo. Bueno, ya sabía lo que Lion pensaba de ella, lo sabía desde que el sábado se levantó y leyó su impersonal nota. De acuerdo.
—Señor —Lion era su jefe. Punto y final—, estoy preparada profesionalmente para cualquier cosa. Mi hermana está en algún lugar de esta isla; estoy deseando encontrarla, y averiguar dónde están las demás personas con las que trafican. Y tengo tantas ganas como tú de resolver toda esta mierda. Voy a llamarte señor, no te llamaré por tu nombre, y, me guardaré de ser emocional.
—Tu doma no acabó. Hay que finalizarla o habrá cosas que te duelan demasiado si toca ejecutarlas —aseguró con voz penetrante—. ¿Estás preparada para eso?
—Sé que... Sé que todo lo que quieras hacer conmigo es para prepararme para las pruebas. No te diré que no a nada. Daré lo mejor de mí para que en ningún momento puedas insinuar que no estoy a la altura.
—Eso es lo que tienes que hacer. —Lion se retiró un poco, dándole espacio para respirar—. Estás en escena, no te olvides. Otro acto de indisciplina más y te juro que haré todo lo posible para que nunca puedas entrar en el FBI.
—Sí, señor. Aunque no sería la primera vez que alguien demasiado emocional es admitido en la Oficina Federal de Investigación —replicó Cleo sin mirarlo a los ojos—. Si no, que se lo pregunten a Billy Bob.
Lion abrió las aletas de la nariz y apretó los puños a ambos lados de las caderas. Era oír ese nombre y todos sus sentidos se despertaban, espoleados por el odio.
Cleo se abrazó mientras el chorro del agua le empapaba por completo, apretada contra la pared. Las cosas se habían aclarado, igual que se aclaraban los cuerpos bajo el agua.
La música seguía sonando y ellos ni siquiera se atrevían a moverse. El habitáculo se hizo demasiado pequeño para la enormidad de sus diferencias.
Lion creía que ella era una incompetente y que pondría en riesgo la misión.
Ella sabía que estaba más que capacitada para llevarla a cabo.
Había demasiado en juego, y mucho que demostrar.
—Desnúdate. Vamos a ducharnos.
—Sí, señor —contestó llanamente. ¿Qué más daba si la veía sin nada? La desnudez física no significaba nada comparada con la desnudez del alma. Y esas capas ya se las había quitado tres días atrás. No pensaba volver a hacerlo.

 

 

 

A las tres de la tarde, justo después de ducharse sin tocarse, habían salido del hotel, dispuestos a comer algo y a encontrarse con el equipo base. Necesitaban que les dijeran dónde habían guardado las armas y las provisiones para, llegado el momento, poder ir a por ellas.
Se habían puesto las pulseras falsas de
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y, gracias a ello, puesto que llevaban un localizador especial, uno de los miembros del equipo estación acudiría a su encuentro.
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