A principios de los noventa nació la New Guard, que abría la posibilidad de poner límites entre parejas, de aceptar a aquellos amos y sumisas que solo jugaban, y se abrieron a la figura
switch
, que podía actuar como amo y sumisa. La palabra de seguridad tomó vital importancia a partir de entonces.
Cleo acababa de descubrir, gracias a Markus, que los villanos eran miembros de la Old Guard.
¿Sabría él que lo estaba entendiendo todo? Le corroía la incertidumbre. Al parecer, Markus hacía domas a sumisas para que luego fueran entregadas a los Villanos.
—La otra noche, en el castillo de Barbanegra, mis esclavas se comportaron muy bien.
—Eso dijo el señor Venger. De hecho, ya sabes que tiene a Sombra espía observando todo el torneo e informándonos de todo lo que acontece entre bambalinas.
Sombra espía era el subordinado de Venger. Su mano derecha. En la serie de dibujos animados, Sombra espía era el chivato y el que avisaba a Venger de todos los movimientos de los protagonistas con anticipación. ¿Así que los villanos tenían a un infiltrado? ¿Quién era Sombra?
—De hecho, les placería tener a esta mesa durante la noche de Walpurgis.
—La noche de Walpurgis es el acontecimiento privado de los Villanos al margen del torneo —aseguró Markus—. Si quieren a Lady Nala para entonces, tendrán que convencerla. Hoy está aquí porque han cometido un error; pero Lady Nala y su amo llegarán a la final.
—Bien —asintió Belikhov—. Será suficiente para que ellos la inviten. Pero, ¿no podría llegar en calidad de una de tus sumisas?
—No. No en este caso. Lady Nala ya es un participante oficial, todos la conocen. Y... Su amo es muy respetado en el ambiente.
—Mmm... bueno, todo es posible. Les placería tener a una como ella, con este pelo rojo tan rico y lleno de vida —amarró su coleta y tiró de ella—. Ya conoces los gustos fetichistas de esos amos...
—Todos tenemos gustos fetichistas.
—Supongo que sí.
Cleo escuchó cómo Belikhov daba vueltas a la copa de su coñac y los hielos chocaban contra el cristal.
—Quedan dos noches para Walpurgis. Recogeré a tus chicas mañana al anochecer. Nuestras cuentas estarán saldadas para entonces.
«La noche de Walpurgis se celebrará después de finalizar el torneo», pensó Cleo.
—¿Celebrarán su evento en las islas? —preguntó Markus.
—Sí.
—¿Ya habéis hecho el pago a los demás?
—Sí. Esta noche recibiréis más
popper
para las sumisas en la fiesta privada. Keon os acercará el paquete, recién salido del horno, al restaurante. Vendrá en un quad MGM rojo.
—¿Keon? ¿El inventor de la hibridación del
popper
? Qué honor...
—Lo es.
Bueno, bueno... Por puntos: La noche de Walpurgis sería un evento privado entre los Villanos y las sumisas que adiestraban los amos como Markus. Keon era el creador del
popper
, y si decían que recién había salido del horno, quería decir que tenían una pequeña fábrica en la que elaboraban la droga dentro de las islas. ¿Dónde?
—¿Puedo echar un vistazo a la mercancía? —preguntó Belikhov.
—Por supuesto, están en el sótano.
Una hora después, Cleo tenía agujetas en los muslos, dolor de espalda, sudaba profusamente y le dolían las rodillas y las palmas de las manos; pero nada de eso era tan importante como saber que había presenciado una conversación esencial para la resolución del caso.
No dejaba de pensar en la «mercancía» que Markus tenía abajo en el sótano. ¿Eran las mujeres que él entrenaba? ¿De dónde eran? ¿Consentían o no consentían? ¿Estaban desaparecidas en sus respectivos países o no? ¿Hasta dónde estaba metido el de la cresta en todo aquel turbio negocio? ¿Y dónde estaba Leslie?
«Que alguien me saque este maldito traje o moriré de un colapso».
La misma puerta por la que habían desaparecido Markus y Belikhov se abrió de nuevo.
Los dos hombres seguían hablando con creciente respeto. Nunca diría que eran camaradas, pero sí que medían las palabras entre ellos.
Sintió una mano en la nalga, que la frotaba en círculos y se oyó una sonrisa ronca y repugnante.
—Esta chica es muy guapa. No hay ninguna con el pelo así. Los Villanos ya han expresado su deseo de tenerla. Haz lo posible por conseguirla.
«Cerdo, quítame las manos de encima».
—Si llega a la final, la tendrán. Aun así, me da la sensación de que su amo no la deja jugar con nadie.
—Eso no es problema. El que den consenso o no lo den, nunca lo fue. Son las normas de la vieja guardia. Lo que quieren, lo toman.
—Lo sé.
—Entonces, camarada. Me voy. Ha sido un placer hacer negocios contigo.
Bolshoe spasibo
.
—
Pazhalsta
. De nada.
Cleo respiró más tranquila cuando Belikhov se fue. Pero, de repente, el recuerdo de lo que estaba haciendo allí la golpeó.
¿Que se suponía que iba a hacer ahora Markus con ella? ¿Dónde estaban las chicas? ¿Por qué la había traído allí? Dudaba de que solo fuera por un instinto fetichista.
Sintió cómo el amo le retiraba los vasos y los platos de pica pica de la espalda. Después, la tomó por los codos y la ayudó a levantarse. Iba descalza, y la guió a través del exterior de la casa. Las plantas de sus pies caminaron por encima de varias superficies. Césped, gres frío, parqué, madera... Al parecer, era una casa inmensa con varios ambientes.
Escuchó el sonido de una puerta automática al abrirse.
Y, después, un silencio brutal y espeluznante.
—Espera aquí —le ordenó.
Ella quedó de pie, a solas. Perdida y desorientada durante una eternidad. Estaba bajo tierra y olía a humedad.
Se oyó el sonido de otra puerta al abrirse y cerrarse, y entonces, a los pasos de Markus se le añadieron unos más ligeros.
Joder, había otro hombre con él.
Apretó los dientes para abortar el grito que amenazaba con salir de su garganta. No podía hablar; era un puto mueble y tenía que respetar el rol.
Pero, ¿por qué estaba ahí? ¿Qué pretendía Markus?
De repente, sintió unas manos gentiles en la cara, suaves y tibias que le desataban la venda negra de sus ojos.
Cleo inhaló profundamente. Olía a...
Las cariñosas manos le devolvieron la visión y, cuando abrió los ojos, se encontró con unas facciones muy parecidas a las suyas, una expresión más serena de ojos grises, hoyuelo en la barbilla y un pelo largo liso y negro azulado como el azabache.
Cleo parpadeó.
La otra chica también lo hizo y sonrió dándole un sosiego a su alma que no sentía desde hacía días.
No supo quién abrazó a quién primero; solo entendió que estaba entre los brazos de su hermana mayor.
Leslie.
Capítulo 9
«En una sesión, el amo es un demonio y, también, un ángel».
Cleo
estaba sollozando sobre el hombro de su hermana, más alta que ella. Leslie la mecía y le susurraba que estaba bien, que estaba bien... Markus se limitó a apoyarse en la pared y estudiar el cariño que se profesaban las dos mujeres, que eran tan parecidas y a la vez tan distintas.
—¿Qué demonios...? —susurró Leslie con voz un poco más grave que la de Cleo—. ¿Qué haces aquí, por el amor de Dios? —La apartó para verla bien y limpiarle las lágrimas, repasando su atuendo y haciendo un gesto de dolor al ver cómo iba vestida—. Cleo... No lo comprendo. ¿Qué haces aquí? —volvió a abrazarla con fuerza—. Tú no debes estar aquí... Debes irte.
—¿Les-Leslie? —preguntó Cleo en
shock
, mirando a Markus y a su hermana alternativamente—. ¿Qué...? ¿Estás bien? —La besó y volvió a sumergirse en el calor de su hermana, que siempre había cuidado de ella y que, incluso en esos momentos, seguía haciéndolo—. ¿Qué está sucediendo? ¿Quién es este? —miró a Markus con desconfianza para recriminarle—: ¿Pero, y tú, cómo...? ¿Cómo sabías que...? —Las palabras se atropellaban unas con otras y no sabía cómo ordenarlas?—. ¿Sabes quién soy?
Leslie tomó a Cleo del rostro y la centró en ella.
—Cleo, escúchame. Yo hago las preguntas y tú respondes. Y después intercambiamos los papeles, sino esto no va a funcionar.
—¡¿Sabes lo preocupada que he estado por ti?! —La empujó enfadada con ella—. ¡¿Lo sabes?!
Leslie asintió comprendiendo el desasosiego de su hermana. —Lo sé. Pero no puedo tener contacto con el exterior.
—¡Podías haberlo hecho y...!
—Cleo, no. —Le puso las manos sobre los hombros—. Escúchame. ¡Tú eres la que me tiene que contestar qué coño hace aquí! ¡¿Qué mierda estás haciendo así vestida?! Me vas a responder a todas y cada una de mis preguntas.
—No me vas a interrogar como si fuera una rehén, pedazo de perra. Esto no funciona así...
—Escucha a tu hermana —ordenó Markus, con voz impasible.
—¡Tú te callas, punk mafioso! —Le señaló con un dedo. Estaba histérica; y su vena histérica propulsaba su vena macarra; y su vena macarra le hacía comportarse como una pandillera—. ¿Tienes idea de lo que estás haciendo? ¿Sabes que lo entiendo todo? ¡Hablo ruso!
—Ya lo sabe —contestó Leslie—. Por eso te ha invitado: para que escuches la conversación con Belikhov. Le he hablado de mi hermana, Cleo Connelly, cariño. —Su rostro reflejaba un profundo orgullo hacia ella—. Sabe que tienes un camaleón exacto al mío tatuado en el interior de tu muslo, solo que en el lado contrario. Sabe que eres policía y que este año quieres hacer las pruebas para acceder al FBI. ¿Cómo has sabido que era ella? —le preguntó al ruso.
Markus se cruzó de brazos y la miró de arriba abajo.
—Tenéis un parecido muy... turbador —contestó sin mover un músculo de su apuesta cara—. En cuanto te he visto, me has recordado a Leslie. Pero, para asegurarme, he querido hacerte un chequeo.
Leslie dio un respingo y miró al amo ruso por encima del hombro, perdonándole la vida.
—No toques a mi hermana, Markus.
—No lo he hecho; solo me he puesto en el papel —contestó serio.
Cleo frunció el ceño, desviando los ojos del uno al otro. Se sentía como si hubiera tomado un psicotrópico que le hacía delirar.
—¿Podemos ir a otro lugar a hablar? —preguntó Cleo temblando todavía de la impresión. Estaba en un pasillo revestido de cemento, con solo unos pocos fluorescentes colgados del techo, y le venían a la mente destellos de Saw.
—Vamos a la sala contigua, agente Connelly —le dijo Markus a Leslie. Ella asintió y pasó un brazo por encima del hombro de Cleo, cobijándola y tranquilizándola, como siempre había hecho.
—Markus me ha explicado que estás en el torneo como Lady Nala —le dijo Leslie mientras servía unos granizados de café de la máquina dispensadora.
La sala en la que se encontraban parecía un pequeño spa. Toda recubierta de madera, con sauna, jacuzzi y unas tumbonas para relajarse y disfrutar de la música ambiental, repleta de sonidos tropicales y naturales propios de la selva.
Se habían sentado alrededor de una mesa de mimbre con dos pufs y dos sillones para acomodarse.
—Cuéntame todo desde el principio, Cleo —pidió la morena—; y, después, yo te lo contaré todo a ti.
Cleo tomó el vaso helado entre sus temblorosas manos y asintió, explicándole entre sorbo y sorbo todo lo sucedido. Tardó lo suyo en narrarle los acontecimientos; pero lo hizo sin dejar un solo cabo suelto.
—Entonces, después de todo mi entrenamiento, Lion decidió apartarme del caso. Y yo me negué; aproveché la baja de Karen para entrar con Nick como su ama. Pero no tengo espíritu dominante, tú lo sabes, y no iba a durar nada con ese rol. Así que pacté con Nick un cambio de pareja para quedarme con Lion y seguir juntos en el torneo. Tuve la suerte de dar con una carta Eliminación y eché a Mistress Pain, que era la pareja de Romano. Y yo me quedé con él. Y ahora, estamos juntos como pareja de... juegos. Sin embargo, hoy, los Monos voladores nos han robado las cartas y los objetos, y yo debía caer en las manos de las criaturas; pero el Pájaro Loco —señaló a Markus con la barbilla— ha intervenido y me ha reclamado.
—Lo he hecho porque, enseguida, he visto quién eras. Leslie no me había dicho nada de que ibas a entrar en el torneo...
—¡Es que yo ni lo sabía! —protestó Leslie mirándolo enervada—. No me puedo creer que Montgomery haya accedido a ponerla en peligro de este modo. ¿En qué estaban pensando?
—Tu hermana y tú os parecéis —observó Markus—; era cuestión de horas que los Villanos se fijaran en ella. La han elegido por su perfil, porque saben que es el que atrae a los villanos. Piel pálida, ojos claros, pelo largo...
—Y por mi capacidad, ¿no? —refunfuñó Cleo ofendida.
—Obvio —dijo Leslie. No quería molestar a su hermana, pero había diferencias entre ellas como, por ejemplo, el tiempo y la preparación del caso que habían dedicado a la hora de entrar—. Pero yo tuve tres meses para hacerme a la idea de lo que debía hacer. Ella solo ha tenido cinco miserables días —gruñó Leslie pasándose las manos por la cara—. ¡Y Lion no se negó! ¡Le mataré!
—Lion se ofreció a disciplinarme —contestó Cleo—. Y, bueno, yo he aceptado. Ha sido un convenio colectivo y consensuado. Ya tenemos dos llaves; nos falta una más. Accederemos a la final y por fin sabremos quiénes son los Villanos, y los cogeremos con las manos en la masa.
—Pero eso no os garantizará nada —murmuró Markus con soberbia—. ¿O acaso creéis que los Villanos van a actuar dentro del torneo? Lo harán después, no son tan estúpidos como para exponerse públicamente. Se les fue la mano hace quince meses, en su primer torneo; cometieron errores y hubo gente que murió por el uso de las drogas afrodisíacas. Esta vez, el torneo durará muchos menos días; y lo han ubicado en unas islas fáciles de controlar y manipular. No se les escapará nada de las manos. Así que, si quieres saber quiénes son, tendrás que arder con ellos en la noche de Walpurgis. Todas las sumisas que yo he preparado están destinadas al entretenimiento de todos los participantes; pero después son única y exclusivamente para el uso de los Villanos en esa fecha.