Anécdotas de Enfermeras (26 page)

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Authors: Elisabeth G. Iborra

Tags: #humor

BOOK: Anécdotas de Enfermeras
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Esto me recuerda el día que vino un chico joven que trabajaba en la construcción, por una herida bastante profunda en la mano, y que sus compañeros de trabajo le echaron yeso porque decían que con eso se cortaba la hemorragia. Claro, debieron de pensar: «Si es bueno para las grietas, por qué no va a serlo para los cortes...». La broma le costó pasarlo tremendamente mal pues no había forma de quitar el yeso de la herida, y el médico decía que no suturaba hasta que eso no se quedara limpio. Pobre, ¡les llamó de todo a sus compañeros!

Hoy viene el jefe de los médicos de mi planta y trae todo ilusionado un póster plastificado con las «nuevas» normativas para administrar quimioterapias. Vamos, era todo lo que ya hacíamos, pero al hombre se le ocurre resaltar (porque nos dio todo un sermón) la introducción de los «cinco correctos» antes de administrar la medicación.

—Eso siempre se hace —le apunto yo.

—Bueno —responde—, pero ahora hay que hacerlo en un momento específico: antes de pasar la quimio.

Nosotras nos quedamos mirando, porque en verdad pensábamos que el buen hombre nos estaba tomando el pelo, pero no. ¡No puede ser! Como señaló una compañera mía:

—¿Qué se piensa?, ¿que hasta ahora hacemos una ruleta y según el número que toque vamos a cualquier habitación a hacerle una quimio?

Una señora que se ha metido entre pecho y espalda media botella de Duphalac antiestreñimiento en cinco días y dice que no tiene diarreas por eso, que son invenciones nuestras. Pero lo cierto es que echaba el Duphalac en una taza de desayuno.

Hoy me he encontrado en el trabajo a un arquitecto, para más inri es el que dirige la reforma de mi centro de salud, la cual debería estar lista en los próximos meses, cuando comenzarán a reformar también Urgencias... Pues bien, en la reunión con el coordinador médico y de enfermería cuestiona:

—¿Para qué queréis camillas en las consultas de enfermería? Con una camilla para las curas sobra, ¿no?

Os informo que es un centro de salud con veintidós mil tarjetas sanitarias.

—¿Es que vosotros recibís pacientes?

No, en serio, ¿la gente sabe dónde vive y tiene idea de lo que le rodea?

Un colega del foro ironiza:

Claro, y aún pretenderás tener silla para sentarte y todo. Si total, tienes que estar de pie todo el día pinchando culos, anda que... ¡cómo está el patio! Por lo menos tenéis reuniones con el arquitecto, lo normal es que no pregunten. Por eso en mi centro de salud al inicio teníamos escaleras para acceder a Urgencias, así que ni las camillas de la ambulancia entraban. Y luego les dan premios...

Esto sí que es surrealista total... Acude un niño de doce años con quemaduras en el glúteo porque su «novia» le ha puesto «un petardo en el culo» (palabras textuales). Hay amores que matan.

No sé si sabréis que hoy ha habido un fuerte caos en Barcelona y más de la mitad de la ciudad se ha quedado sin luz. Por «suerte» nosotros en la Mutua sí teníamos luz, y como el resto de las delegaciones de la Mutua estaban sin luz, pues todos los pacientes para nosotros. A eso de las dos de la tarde se presenta un paciente que tuvimos el viernes con heridas varias por abrasión en un accidente de moto. Hicimos las curas pertinentes y al no estar nosotros el fin de semana le dimos una autorización para ir al hospital a curarse. Pues bien, justo hoy ha entrado gritando, con malas maneras, deseándonos la muerte a mí y al médico, dudando de nuestra profesionalidad (vamos, lo mejor para una larga jornada de lunes). Que en el hospital lo pasó fatal, porque nosotros no supimos hacerle las curas. La historia es mucho más larga y aún me quedan más días para curarle, por supuesto... En conclusión: que no soporto a la gente que se cree que sabe de todo y con el derecho de faltar al respeto a un equipo de salud sin motivo alguno.

Hoy una compañera le ha puesto a una mamá hielo local en la zona de la vulva, le ha puesto la compresa y después un suero helado sin cubrir con nada, ni con una compresa ni nada de nada. La mujer ha llamado al timbre protestando porque le molestaba. La pobre llorando sin poder cerrar las piernas y preguntándome:

—¿Por qué me dolerá ahí, si no tengo los puntos?

Y lo más fuerte es que mi compañera va de que todo lo sabe ella. He cogido unas compresas mojadas y se las he puesto, no sabía qué más hacer... ¿Es que esta chica no se ha comido un polo nunca? Que se lo coma directamente del congelador a ver si se le pega la lengua, pobre señora, se le quedaría el chichi congelado, ¿a quién se le ocurre?

El domingo vino una joven que tenía hongos en la vagina, le pautamos unos óvulos vaginales... Ha venido hace un rato diciendo que esos supositorios tan gordos no le han aliviado nada, que le pica más y que le demos algo más fuerte... Para partirse. Utilizó los óvulos como supositorios, y no será porque no le dijimos bien claro que se usaban por vagina, como un Tampax. Pobrecita, me ha dado pena y todo.

Una compañera, quería el sábado tomarle la tensión arterial (TA) a una señora que había fallecido el miércoles y le informo:

—Pero si esa señora fue exitus el miércoles a las nueve de la noche.

—¡Qué va! Imposible, no hay nada escrito en el cambio del miércoles —me dice.

—Cómo no va a haber nada escrito, si escribí yo el cambio y encima lo subrayé con rotulador fosforito —insisto.

—Bueno, voy a ver, eh, pero va a haber que ir a tomarle la TA porque no ha sido exitus.

Será cabezona y desconfiada la tía... Claro que estaba escrito. Se excusó:

—Ay, ¡pues no lo vi!

Entra una señora en consulta y me pregunta: —¿Usted está aquí?

¿Yo qué le contesto a ésta?, ¿acaso soy un fantasma?

Un compañero del foro le sugiere:

Haberle dicho «no». Es lo que yo digo siempre cuando en casa dan esas muestras de perspicacia... «Ah, ¿ya has llegado?»

Trabajando en un servicio de extracciones, había que sacarle sangre a una señora para ver los niveles en sangre de carbamazepina (cuyo nombre comercial es Tegretol). Pues bien, le pregunto:

—Señora, ¿qué dosis toma usted de la medicación?

—Tomo todos los días una pastilla de Tigretón... —me responde.

¡Le tenía que haber preguntado si el laboratorio que lo fabrica se llama Bimbo!

1. Anoche estuve de guardia.

2.2.23 de la madrugada.

3.Chaval rumano rascándose el brazo y el dorso de la mano.

4.Pregunta: «¿Qué ocurre?».

5.Respuesta: «Me han picado mosquitos y me pica, y me he venido a Urgencias».

6 (Estos puntos son para que lo completéis vosotros.)

Resulta que me llaman el domingo de una residencia de mayores para pedir que me acerque a hacer una cura. Les digo que no, que eso es algo del enfermero de su residencia y que yo estoy para urgencias. Pero insisten, porque si es una herida que nos da miedo tocar, que si pitos, que si flautas... Vale, voy. Total, que me presento en el pueblo, y me dicen: —¡Este es el hombre, cúrale!

—Vale, le curo en la enfermería, que en medio de un pasillo no lo veo correcto.

Le llevamos a la enfermería y le pido suero para lavar, gasas, venda... Y empieza:

—Sólo te puedo dar gasas y venda, suero no tenemos.

—¿Cómo no vais a tener suero? Busca bien.

Y la otra venga a buscar...

—Que no, que no tenemos.

Respiré hondo y dije:

—Espera, que voy al coche por uno..

En fin, llevé el mío, pero necesitaba una aguja para poder sacarlo y... tampoco tienen agujas. Ya sí me cuadré y dije que eso no podía ser. Pero bueno, curé la herida. Luego me dieron de leches en mi centro por hacer eso.

Le preguntan sus colegas del foro qué hacía la enfermera mientras él curaba:

Enfermera no había. Llevaban tres días sin enfermera porque la directora de la residencia dio vacaciones a la que tienen, y dijo que, para un mes, no hacía falta buscar a otra.

Paciente de diecisiete años que viene al centro de salud a las 16.30 horas con su madre toda agobiada porque al «niño» esta mañana le ha dado un tirón en los gemelos —«Hija, se le ha subido la bola»— y ahora tiene cierta molestia...

Chica de dieciocho años que viene a las cinco de la tarde por ligera molestia en el oído desde hace dos días, y «ya que me pillaba de paso el centro de salud... nos hemos venido».

Señora que viene esta mañana toda mareada, que se ha caído en misa, y que me dice la gente programada que estaba esperando a que les pinchara que le van hacer el favor de dejarla pasar. Ahí nos cuadramos e impusimos:

—No, esta señora pasa, lo diga usted o no.

Y una de última hora: chica de veinticinco años que se ha cortado en la yema del dedo. La miro y pregunto:

—¿En qué zona?

Me señala y lo he medido, por gusto: un milímetro.

Ayer un paciente de la planta nos robó un bote de alcohol... Del alcohol de 90o de curar, y se lo atizó con Coca—Cola. Luego le descubrimos otro bote en la ropa y al parecer la colonia del compañero también, que además es de estas de chuf chuf...

Oye —interviene otro del foro—, que yo tenía un paciente que se zampaba los botes de alcohol de las manos y hasta las toallitas esterilizantes las chupaba como si fuesen polos. Y un médico peruano nos contaba que allí en Lima tenían multitud de intoxicaciones por anticongelante de los coches que, si no me equivoco, es metanol. Lo interesante es que la cura se hace con infusión intravenosa de alcohol de 90o para limpiar la sangre del metanol... Pues no sé si eran rusos o polacos los que, como la Policía les llevaba a la cárcel si se caían al suelo borrachos, se ataban a las farolas y se quedaban inconscientes allí colgados...

Hoy una familiar ha pegado a una compañera mía, así sin más, porque se le ha ido la pinza a la muy loca... Y la ha denunciado, claro. Hay que denunciar. La agresión verbal o física al personal sanitario es considerada como un delito de desacato o atentado a funcionario público y se contemplan penas que van desde multas y arrestos de fin de semana a penas de prisión de hasta dos años para los casos más graves o para reincidentes. Hay ya algunas sentencias al respecto que sientan jurisprudencia. Por nuestra dignidad como personas y como trabajadores, ¡ninguna agresión sin respuesta!

Servicio de Urgencias, última hora del turno de mañana. La cosa parecía tranquila y enfermeras y auxiliares estábamos en el control de enfermería terminando de escribir las incidencias cuando, de pronto, escuchamos unos gritos por el pasillo: —¡Socorro, socorro!

Como es lógico, y dado que en Urgencias puede pasar de todo, salimos despavoridas por el pasillo para ver qué pasaba y nos encontramos con un hombre en el pasillo con cara de despistado. Todas asustadas, preguntamos: —¿Qué ha pasado?

—Nada —responde el hombre—, sólo buscaba a mi mujer, que se llama Socorro.

Una señora acude al centro de salud a las cuatro de la tarde. Según entra, nos dice que tiene un dolor de cabeza, que le coge un ojo y que lleva así ¡desde hace quince días!

—Y mire, es probable que sea de la tensión arterial, porque anoche me la tomé en mi casa y tenía... 120/60 mmHg y vengo para que me la tomen aquí, a ver qué tengo —en fin, sigue hablando y nos confiesa—: Miren, he venido por la tensión, pero a mí no me gusta molestar los sábados a los médicos.

¿Y el resto de los días?

Un señor llega al centro de salud a las doce y media de la noche para quitarse unos puntos porque le pillaba de paso y así no tenía que venir otro día.

Otro que acude al centro sobre las cinco porque lleva sin orinar desde el jueves por la tarde que le quitaron la sonda vesical. No os quiero contar qué estado de ansiedad tenía, y claro, imposible sondarle, no había forma. Y la mujer insistía en que pidiéramos una ambulancia para no tener que cambiar el coche de sitio...

Otro de un señor que acude por la mañana porque tiene problemas de gases.

—¿Qué comió ayer? —le pregunto, y responde tan ancho:

—Un buen plato de lentejas.

—Es que la legumbre es flatulenta.

Yme suelta:

—Entonces, ¿qué quiere que coma? —como no respondo, él me comenta—: Además, desde que dejé el tabaco mire cómo me he hinchado de gases.

Yya no he podido más:

—No, señor, eso no es hinchamiento de gases, ¡eso es que está usted gordo!

Chica joven que viene al centro porque la semana pasada le dijeron que tenía que operar a su hija de siete años de vegetaciones.

—Es que no quiero operarla por miedo a la anestesia —nos dice.

—Mujer, no suele pasar nada...

Ygrita toda cabreada:

—¡Si vosotros me aseguráis que mi hija no se muere en el quirófano, dejo que la operen! —Obviamente, nosotros no podemos asegurar nada, y ella sigue—: ¡Es que fijo que mi hija es la que se muere en el quirófano!

Anoche llaman a las once de una residencia de mayores porque se había roto la conexión que va desde la bombona de oxígeno hasta el paciente. Y ahí tenéis a la tonta esta cogiendo el coche y yendo allí, todo para terminar de moza de mantenimiento y pegar las conexiones con esparadrapo para que aguantaran la noche entera...

Chico que viene sobre las 16.30 horas la semana pasada. Nada más entrar, se autodiagnostica:

—Estoy con la gastroenteritis esa que tiene toda mi familia... Pero yo ni vomito ni tengo diarrea.

—Entonces ¿qué notas?

—Nada, algo así como un poco de cansancio.

Ring ring ring... —Urgencias, dígame. —¿Es el centro de salud? —Sí, señora, ¿qué quería? —Pero ¿es el centro de salud de X? —¡Que sí!

—Mire, llamaba por una señora que ha ido esta mañana allí a curarse porque se ha cortado una pierna. —¿Cómo?

—Sí, una señora mayor que se ha cortado una pierna esta mañana y que le ha curado una chica.

—A ver... ¿Una señora que se ha hecho una heridita con el asa de un cubo?

—Sí, sí, ésa, ésa.

—Vale, pues dígame.

—Pues mira, que ahora está sangrando mucho por la herida y como toma Sintrom...

—No pasa nada, la traen ustedes otra vez y le vuelvo a curar.

—Ya, pero es que no tenemos coche y tenéis que venir aquí.

—¿Cómo? ¿Algún vecino? ¿Un familiar? —No, no... Nadie, y mire, se está desangrando por la pierna...

—Vale, dígame la dirección —y la mujer me da todos los datos. Sigo—: ¿Un teléfono?

—¡¡Mariiiiiiiiü —grita la señora—, ¿cuál es el teléfono de la tía María? ¿Cómo que no te lo sabes? ¡Tía Maríaaaaaaaaa! ¿Cuál es su teléfono? ¡Pues míralo en la agenda, Mari!

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