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Authors: Charles Bukowski

Tags: #Poesía

Antología de Charles Bukowski (4 page)

BOOK: Antología de Charles Bukowski
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Poemas para jefes de personal

Un viejo me pidió un cigarrillo

y saqué dos con cuidado.

«Vengo a buscar trabajo. Voy a esperar

al sol y fumar».

Raído y rabioso

se recostaba contra la muerte.

Era un día frío, por cierto, y los camiones

cargados y pesados como putas viejas

embarullaban y enmarañaban las calles…

Nos hundimos como tablas de un suelo podrido

mientras el mundo lucha por desbloquear

la estructura que le atenaza el cerebro.

(Dios es un local vacío donde no hay filetes.)

Somos pájaros agonizantes

barcos que se hunden…

el mundo nos sacude y nos aplasta

y nosotros

sacamos los brazos

sacamos las piernas

bajo el beso mortal de un ciempiés:

pero ellos nos dan amables palmaditas en la espalda

y dicen que es «política» nuestro veneno.

Bueno, fumamos, él y yo, pobres hombres

mascullando pensamientos insignificantes…

No todos los caballos llegan,

y cuando veas encenderse y apagarse

las luces de las cárceles y de los hospitales,

y a los hombres manipular las banderas con tanto

cuidado

como si fuesen recién nacidos

recuerda esto:

eres un gran instrumento engullidor

con corazón y vientre, cuidadosamente planificado,

así que si coges un avión a Savannah,

coge el mejor;

o si comes pollo sobre una roca,

haz que sea un animal muy especial.

(Tú lo llamas ave; yo llamo a las aves

flores.)

Y si decides matar a alguien,

haz que sea un cualquiera y no alguien:

algunos hombres están hechos de un material especial,

precioso: no mates,

si vas a hacerlo,

a un presidente o a un rey

o a un hombre

que tenga un despacho…

ésos tienen alcances celestiales

actitudes ilustradas.

Si te decides,

elígenos a nosotros

que esperamos y fumamos y miramos aviesamente;

que estamos consumidos por las penas y

febriles

de subir escalas rotas.

Elígenos

nunca fuimos niños

como vuestros niños.

No entendemos canciones de amor

como vuestras amadas.

Nuestros rostros son linóleo resquebrajado,

resquebrajado por las pisadas

fuertes, seguras, de nuestros amos.

A nosotros nos han criado con hojas de zanahoria

con semillas de sésamo y una gramática violenta;

malgastamos los días como mirlos enloquecidos

y nos entregamos al alcohol por las noches.

Nuestra leve sonrisa forzada nos cubre

como el confeti de un extraño:

y ni siquiera participamos de la Fiesta.

Somos una escena trazada con el

blanco pincel enfermizo de esta Época.

Fumamos, dormidos como higos en un plato.

Fumamos, tan muertos como la niebla.

Elígenos.

Un asesinato en la bañera

o algo rápido y brillante; nuestros nombres

en los periódicos.

Conocidos, por fin, un instante

para millones de ojos indiferentes, embotados de

noticias

que se reservan

para parpadear y brillar sólo

ante los simples sarcasmos de taberna

de sus correctos comediantes

caprichosos y engreídos.

Conocidos, por fin, un instante,

como lo serán ellos

como lo serás tú

por un hombre todo gris en un caballo todo

gris que está sentado y acaricia una espada

más larga que la noche

más larga que la doliente cresta de las montañas

más larga que todos los lamentos

que han surgido de las gargantas

y han explotado en una tierra

más nueva, menos planificada.

Fumamos y las nubes nos ignoran.

Pasa un gato y se sacude a Shakespeare

del lomo.

Sebo, sebo, vela cual cera: nuestra espina dorsal

es débil y nuestra conciencia quema

sin malicia hasta el final

lo que queda de la mecha que la vida

nos ha otorgado parcamente.

Un viejo me pidió un cigarrillo

y me contó sus problemas

y esto

fue lo que dijo:

que esta Época es un crimen

que la Piedad se ha refugiado bajo mármoles

y el Odio se ha refugiado en el

dinero.

Podía haber sido un obseso sexual

o un Santo.

Pero fuese lo que fuese

estaba condenado

y los dos esperábamos al sol

fumando

y mirando

ociosos quién sería

el siguiente.

Lo mejor y lo peor

Los hospitales y las cárceles

es lo peor

los manicomios

es lo peor

los áticos

es lo peor

los
hoteluchos
ruidosos

es lo peor

los recitales de poesía

los conciertos de rock

a beneficio de minusválidos

es lo peor

los funerales

las bodas

es lo peor

los desfiles

las pistas de patinaje

las orgías sexuales

es lo peor

la medianoche

las 3 de la madrugada

las 5.45 de la tarde

es lo peor.

Caer del cielo

los pelotones de ejecución

eso es lo mejor

pensar en la India

mirar los puestos de palomitas

ver al toro coger al matador

eso es lo mejor

las bombillas en cajas

un viejo
perro
escarbando

los cacahuetes en una bolsa de papel

eso es lo mejor

pulverizar cucarachas

un par de calcetines limpios

el valor natural que vence al talento natural

eso es lo mejor

de pie frente a los pelotones de ejecución

echar migas a las gaviotas

cortar tomate en rodajas

eso es lo mejor

alfombras con quemaduras de cigarrillos

grietas en las aceras

camareras todavía sensatas

eso es lo mejor

mis manos muertas

mi corazón muerto

silencio

adagio de rocas

el mundo en llamas

eso es lo mejor

para mí.

Si consideramos

Si consideramos lo que puede verse:

motores que nos vuelven locos,

amantes que acaban odiándose,

ese pescado que en el mercado

mira fijamente hacia atrás adentrándose en nuestras

mentes,

flores podridas, moscas atrapadas en telarañas,

motines, rugidos de leones enjaulados,

payasos enamorados de billetes,

naciones que trasladan a la gente como peones de

ajedrez,

ladrones a la luz del día con maravillosas

esposas y vinos por la noche,

las cárceles atestadas,

el tópico de los parados,

hierba moribunda, fuegos insignificantes,

hombres suficientemente viejos como para amar la

tumba.

Estas y otras cosas

demuestran que la vida gira sobre un eje podrido.

Pero nos han dejado un poco de música

y un póster clavado en el rincón

un vaso de whisky, una corbata azul

un delgado volumen de poemas de Rimbaud,

un caballo que corre como si el diablo le estuviera

retorciendo la cola

sobre la hierba azul y el griterío

y después, de nuevo, el amor

como un coche que dobla la esquina

puntual,

la ciudad a la espera

el vino y las Flores

el agua corriendo a través del lago

y verano e invierno
y
verano
y
verano

y de nuevo invierno.

Alguien

Oh dios, tenía una tristeza espantosa,

aquella mujer estaba allí sentada y

me dijo

¿es usted realmente Charles Bukowski?

y yo le dije

dejemos eso

no me encuentro bien

tengo una tremenda tristeza

y lo único que quiero es

echarte un polvo

ella se rió

creía que me las estaba dando

de listo

y yo no miraba más que sus piernas largas delgadas

celestiales

veía su hígado y sus entrañas temblando

veía a Cristo allí dentro

bailando un folklore.

Todas mis carencias interiores

se sublevaron

y fui hacia ella

y la tumbé en el sofá

y le levanté el vestido hasta el cuello

y me importó un pito

si era una violación o el fin del mundo.

Volver a estar

ahí

en un sitio

real


sus bragas estaban en el

suelo.

Y mi polla entró, mi polla entró

oh Dios, mi polla entró

yo era Charles

Alguien.

Mi seguidora

Di un recital de poesía el sábado pasado en

los bosques de las afueras de Santa Cruz

y estaba a punto de acabar

cuando oí un grito fuerte y largo

y una joven bastante guapa

corrió hacia mí

vestido largo y fuego en la mirada

y saltó al escenario

y gritó: «¡TE DESEO!

¡TE DESEO! ¡Cómeme! ¡Cómeme!»

le dije, «oye,

déjame en paz, coño».

Pero siguió quitándome

la ropa y tirándose

sobre mí.

«¿Dónde estabas», le

pregunté, «cuando no tenía

qué comer y

enviaba cuentos cortos al

Atlantic Monthly
?»,

me agarró los huevos y casi

me los arranca. Sus besos

sabían a sopa de mierda.

2 mujeres saltaron al escenario

y

se la llevaron a rastras

al bosque.

Sus gritos aún se oían

cuando empecé el siguiente poema.

Tal vez, pensé, tendría que haberla

poseído sobre el escenario frente

a todos aquellos ojos.

Pero uno nunca sabe

si sería un buen poema o

un mal ácido.

Como una flor bajo la lluvia

Me corté la uña del dedo

del medio

de la mano derecha

bien corta

y empecé a sobarle el coño

mientras ella estaba sentada en la cama

poniéndose crema en los brazos

la cara

y los pechos

después de bañarse.

Entonces encendió un cigarrillo:

«tú sigue»,

y fumó, y continuó poniéndose

crema.

Yo continué sobándole el coño.

«¿Quieres una manzana?», le pregunté.

«Bueno», dijo, «¿tú vas a comer una?».

Pero fue a ella a quien comí…

empezó a girar

después se puso de lado,

se estaba humedeciendo y abriendo

como una flor bajo la lluvia.

Después se puso boca abajo

y su hermosísimo culo

se alzó ante mí

y metí la mano por debajo

hasta el coño otra vez.

Estiró un brazo y me cogió

la polla, giró y se volvió,

me monté encima

hundía la cara en la mata

de pelo rojo

derramada alrededor de su cabeza

y mi polla tiesa entró

en el milagro.

Más tarde bromeamos sobre la crema

y el cigarrillo y la manzana.

Después salí a la calle y compré pollo

y gambas y patatas fritas y bollitos

y
puré y salsa
y

ensalada de col, y comimos, ella me dijo

lo bien que lo había pasado y yo le dije

lo bien que lo había pasado y nos comimos

el pollo y las gambas

y las patatas fritas y los bollitos y el

puré
y
la salsa
y

hasta la ensalada de col.

La ducha

Nos gusta ducharnos después

(a mí me gusta el agua más caliente que a ella)

y
su rostro siempre es suave
y
tranquilo

y ella me lava primero

me extiende el jabón por los huevos

los levanta

los aprieta,

luego me lava la polla:

«oye, ¡esto sigue duro!»

luego me lava el vello de ahí abajo,

la tripa, la espalda, el cuello, las piernas,

yo sonrío sonrío sonrío,

y después la lavo yo a ella…

primero el coño,

me pongo detrás, mi polla en sus nalgas

suavemente enjabono los pelos del coño,

lavo ahí con un movimiento suave

tal vez me detenga más de lo necesario,

luego las piernas por detrás, el culo,

la espalda, el cuello, la hago girar, la beso,

enjabono los pechos, luego la tripa, el cuello,

las piernas por delante, los tobillos, los pies,

y luego el coño, una vez más, para que me dé suerte…

otro beso, y ella sale primero,

se seca, a veces canta mientras yo sigo allí

pongo el agua más caliente

disfrutando los buenos momentos del milagro amoroso

luego salgo…

normalmente es por la tarde y todo está tranquilo,

y mientras nos vestimos hablamos sobre qué otra cosa

podríamos hacer,

pero el estar juntos resuelve casi todo,

en realidad, lo resuelve todo

porque mientras esas cosas estén resueltas

en la historia de un hombre y

una mujer, es diferente para cada uno

mejor y peor para cada uno…

para mí, es tan espléndido como para recordarlo

después de la marcha de los ejércitos

y de los caballos que pasan por las calles fuera

después de los recuerdos del dolor y el fracaso y la

desdicha:

Linda, tú me has traído esto,

cuando te lo lleves

hazlo lenta y suavemente

hazlo como si estuviera muriéndome en sueños en

lugar de

en vida, amén.

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