Read Antología de Charles Bukowski Online

Authors: Charles Bukowski

Tags: #Poesía

Antología de Charles Bukowski (5 page)

BOOK: Antología de Charles Bukowski
12.94Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads
Arrinconado

Bueno, ellos ya decían que llegaría

esto: viejo, perdido el talento, titubeando con

las palabras.

Escuchando pisadas

sordas, me vuelvo,

miro detrás de mí…

aún no, perro viejo.

Demasiado pronto.

Ahora

ellos están sentados hablando de

mi: «sí, le ha ocurrido, está acabado… es una

pena».

«Nunca fue gran cosa, ¿verdad?».

«Bueno… no, pero ahora…?».

Ahora

están celebrando mi defunción

en tabernas que yo ya no

frecuento.

Ahora

yo bebo solo

dentro de esta máquina

defectuosa

mientras las sombras cobran

formas

peleo en lenta

retirada

ahora

la promesa que fui

mengua

mengua

ahora

enciendo otros cigarrillos

me sirvo otras

copas

ha sido una hermosa

pelea

y aún

lo es.

Nota sobre la construcción de las masas

Alguna gente es joven y nada más

alguna gente es vieja y nada más.

Y alguna gente está en el medio

sólo en el medio.

Y si las moscas usaran ropa

y todos los edificios ardieran en

fuego dorado,

si el cielo se sacudiera como

en la danza del vientre

y todas las bombas atómicas empezaran a

gritar,

alguna gente sería joven y nada más

y alguna gente sería vieja y nada más

y el resto sería lo mismo,

el resto sería lo mismo.

Los pocos diferentes

son eliminados bastante rápido

por la policía, por sus madres, sus

hermanos, y otros

por sí mismos.

Lo que queda es lo que

ves

es duro.

Los mejores de la raza

No hay nada que

discutir

no hay nada que

recordar

no hay nada que

olvidar

es triste

y

no es

triste

parece que la

cosa más

sensata

que una persona puede

hacer

es

estar sentada

con una copa en la

mano

mientras las paredes

blanden

sonrisas de

despedida

uno pasa a través de

todo

ello

con una cierta

cantidad de

eficiencia y

valentía

entonces

se va

algunos aceptan

la posibilidad de

Dios

para ayudarles

en su

paso

otros

lo aceptan

como es

y por estos

bebo

esta noche.

Manejando a través del infierno

La gente está exhausta, infeliz y frustrada, la gente es

amarga y vengativa, la gente está engañada y temerosa,

la gente es iracunda y mediocre

y yo manejo entre ellos en la autopista y ellos

proyectan lo que les han dejado de sí mismos

en su manera de manejar.

Algunos más odiosos, algunos más disimulados

que otros.

A algunos no les gusta que los pasen, e intentan

evitar que otros lo hagan.

Algunos intentan bloquear los cambios de carril.

Algunos odian los autos más nuevos, más caros.

Otros en esos autos odian los autos más viejos.

La autopista es un circo de emociones

chiquitas y baratas, es

la humanidad en movimiento, la mayoría

viniendo de un lugar que

odia

y yendo a otro lugar que odia todavía

más.

Las autopistas nos enseñan en qué

nos hemos convertido y

muchos de los choques y muertes son la colisión

entre seres incompletos, entre vidas penosas

y dementes.

Cuando manejo por las autopistas veo el alma de

mi ciudad y es fea, fea, fea: los vivos han

estrangulado

su corazón.

Mi colega

Para ser un chico de 21 años en Nueva Orleans yo no valía

mucho la pena: Tenía una pequeña habitación que olía a

orines y muerte

pero quería estar allí, y habían

dos adorables chicas al final del vestíbulo quienes

no paraban de golpear a mi puerta y gritar. «¡Levántate!

¡Hay cosas buenas allá afuera!».

«Largaros», les decía, pero eso solo las

estimulaba más, me dejaban notas bajo la puerta y

pegaban flores con cinta adhesiva al

pomo de la puerta.

Yo estaba metido en vino barato y cerveza verde y

demencia…

Conocí al viejo tío de la habitación de

al lado, de algún modo yo me sentía viejo como

él; sus pies y tobillos estaban hinchados y no podía

atarse los zapatos.

Cada día sobre la una del mediodía salíamos a dar un paseo

juntos y era un paseo muy

lento: cada paso era doloroso para él.

Cuando nos acercábamos al bordillo, yo le ayudaba a

subir y bajar

agarrándole por el codo

y por la parte de atrás de su

cinturón, lo conseguíamos.

Me gustaba: nunca me cuestionó

sobre qué hacia o qué dejaba de

hacer.

Él debería de haber sido mi padre, y lo que más me gustaba

era lo que decían una y

otra vez: “Nada vale la

pena”.

Era un

sabio

aquellas chicas jovenes deberían

de haberle dejado a él

las notas y las

flores.

Todo

Los muertos no necesitan

aspirina o

tristeza

supongo.

Pero quizás necesitan

lluvia.

Zapatos no

pero un lugar donde

caminar.

Cigarrillos no,

nos dicen,

pero un lugar donde

arder.

O nos dicen:

Espacio y un lugar para

volar,

da

igual.

Los muertos no me

necesitan.

Ni los vivos.

Pero quizás los muertos se necesitan

unos a

otros.

En realidad, quizás necesitan

todo lo que nosotros

necesitamos

y

necesitamos tanto.

Si solo supiéramos

qué

es.

Probablemente

es

todo

y probablemente

todos nosotros moriremos

tratando de

conseguirlo

o moriremos

porque no

lo conseguimos.

Espero que

cuando yo esté muerto

comprendáis

que conseguí

tanto como pude.

Tregua

Necesito pasear por la acera

en algún sitio

en una umbría tarde

encontrar una mesa

en la terraza de un café

sentarme

pedir una copa

y quiero sentarme allá

con esa copa

y quiero que

una mosca aterrice

en esa mesa.

Entonces

quiero ver

una mujer pasar caminando

en un vestido verde.

Quiero ver pasar

un perro gordo

con pelo corto y marrón y

ojos sonrientes.

Quiero morir

sentado allí.

Quiero morir

derecho

mis ojos todavía

abiertos.

Quiero que un avión

pase volando en lo alto.

Quiero que pase

una mujer

en un vestido azul.

Entonces quiero

que ese mismo perro

con pelo corto y marrón y

ojos sonrientes

pase caminando

de nuevo.

Eso será

suficiente

después de todas las

otras cosas

y de todo lo

demás.

BOOK: Antología de Charles Bukowski
12.94Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

The Dress Shop of Dreams by Menna van Praag
Notes From a Liar and Her Dog by Gennifer Choldenko
A Curse on Dostoevsky by Atiq Rahimi
5 Check-Out Time by Kate Kingsbury
Tying the Knot by Susan May Warren
Return of the Warrior by Kinley MacGregor
Redrum by Boston George