Área 7 (50 page)

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Authors: Matthew Reilly

Tags: #Intriga, Policíaco

BOOK: Área 7
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—No sé si podremos desactivar el sistema de autodestrucción —dijo Gant mientras Schofield le inyectaba la vacuna contra el sinovirus para no infectarse en el hangar contaminado—. Hay que introducir un código antes de las 11.05 para desactivarlo y desconocemos los códigos de cierre.

—Ya he estado trabajando en eso —dijo Schofield mientras sacaba el móvil. Le dio a la rellamada y la voz de Fairfax se oyó al instante.

—Señor Fairfax, ¿cómo lo lleva?

—El código de finalización del cierre es el 10502 —dijo Fairfax—. He entrado en el sistema desde el código de origen. Así lo he logrado. Al parecer es el número de operador de la persona al frente de la base, un coronel de la Fuerza Aérea llamado Harper.

—Creo que ya no va a necesitarlo más —dijo Schofield—. Gracias, señor Fairfax. Si salgo con vida de esto, le invitaré a unas cervezas.

Schofield colgó y se volvió hacia Gant.

—De acuerdo. Hora de desactivar el temporizador de la bomba nuclear. Después, todo lo que tendremos que hacer es capturar a César con vida.

Siguieron ascendiendo en el minielevador.

La abertura del nivel del suelo se alzaba sobre ellos, iluminada por la luz de las antorchas.

Resultó que, efectivamente, Lucifer Leary había hecho descender la plataforma elevadora de aviones hasta el nivel 4. Al pasar en el minielevador por ese nivel, Schofield y Gant se habían topado con la plataforma gigante, cargada con no menos de quince cuerpos (presos, soldados del séptimo escuadrón, marines y personal de la Casa Blanca), cuerpos que sin duda Leary tenía pensado desmembrar de las maneras más extrañas e inusuales jamás vistas.

Así pues, el hueco del elevador se alzaba ante ellos completamente al descubierto.

Conforme ascendían, Gant se agachó para meter la mano por debajo del minielevador. Sacó el Maghook que había dejado en la parte inferior.

—Pongámonos en marcha —dijo Schofield.

Habían llegado al hangar principal.

El hangar parecía el mismísimo infierno.

Literalmente.

Había antorchas por todo el lugar que bañaban aquel sitio con un inquietante brillo anaranjado. Los cuerpos yacían desperdigados por todos los rincones.

Restos de todo tipo cubrían el hangar: restos de los helicópteros, de los vehículos tractores, de la poco fructífera barricada de la unidad Bravo delante del edificio interno…

Nada parecía haber quedado en pie.

Las ventanas inclinadas de la sala de control desde la que se divisaba el hangar estaban hechas añicos. Incluso una de las cajas de madera gigantes que colgaban del sistema de grúas del techo tenía alojado en un lateral un trozo del rotor de cola del Nighthawk Dos.

Sin embargo, por muy sorprendente que pudiera parecer, un objeto había permanecido en pie.

El
Marine One.

Seguía estacionado al oeste del hueco del elevador de aviones, milagrosamente intacto.

Cuando el minielevador se detuvo, Schofield y Gant miraron a su alrededor con recelo y cautela.

11.02

—El ordenador del sistema de autodestrucción se encuentra en la sala de control —dijo Gant.

—Entonces ahí iremos —dijo Schofield, poniéndose en marcha hacia allí.

—Espera un segundo —lo interrumpió Gant, que se había detenido de repente mientras escudriñaba los restos esparcidos por el suelo.

—No tenemos tiempo —dijo Schofield.

—Ve tú entonces —dijo Gant—. Llámame si necesitas ayuda. Voy a intentar algo.

—De acuerdo —asintió Schofield. Echó a correr hacia el edificio interno.

Gant, mientras tanto, se puso de rodillas y comenzó a buscar por entre los cuerpos y restos esparcidos alrededor del minielevador.

Schofield irrumpió en el interior de la planta inferior del edificio interno con la Desert Eagle en ristre.

Subió las escaleras casi al vuelo. Por primera vez en todo el día, sentía que tenía el control. Sabía el código de cierre (10502) y todo lo que tenía que hacer era teclearlo en el ordenador y desactivar la cabeza nuclear.

Entonces dispondría de tiempo suficiente para encontrar a César, cuyos hombres eran ya historia, antes de que este acabara con su vida, y lo sacaría a rastras del Área 7 para que compareciera ante la justicia.

11.03

Schofield llegó a la puerta de la sala de control, la abrió de un golpe y asomó primero la pistola.

Lo que vio le cogió totalmente por sorpresa.

Allí, sentado en una silla giratoria en medio de lo que quedaba de la sala de control, esperando a Schofield y sonriéndole de oreja a oreja, estaba César Russell.

* * *

—Sabía que volvería —dijo César.

No iba armado.

—¿Sabe, capitán? —dijo—. Que un hombre como usted sirva a un país como este es un desperdicio. Es inteligente, tiene coraje y está dispuesto a hacer lo que sea necesario para ganar, incluido lo extraño y lo ilógico, como salvarme la vida. Sus esfuerzos no serán valorados por los estúpidos ignorantes que gobiernan esta nación. Razón por la que es una pena que tenga que morir —suspiró. Fue entonces cuando Schofield sintió el cañón de una pistola en la cabeza. Schofield se volvió…

Y vio al mayor Kurt Logan junto a él. Su pistola SIG-Sauer plateada le apuntaba directamente a la sien.

11.04

—Venga —dijo César—. Entre.

Logan le retiró la Desert Eagle a Schofield mientras los dos entraban a la sala de control.

—Venga a contemplar la condena a muerte de Estados Unidos —dijo César mientras señalaba una pantalla iluminada a sus espaldas. Era igual que la que Schofield había visto fuera.

PROTOCOLO CIERRE A.E. (R)

A-07 REGISTRO SISTEMA DE SEGURIDAD

COD. AUT.: 7-3-46820113

************************ ADVERTENCIA ************************

PROTOCOLO DE EMERGENCIA ACTIVADO.

SI NO SE INTRODUCE EL CÓDIGO DE EXTENSIÓN O FINALIZACIÓN

DE CIERRE AUTORIZADO A LAS 11.05 HORAS. SE ACTIVARÁ

LA SECUENCIA DE AUTODESTRUCCIÓN DE LA INSTALACIÓN.

DURACIÓN DE LA SECUENCIA DE AUTODESTRUCCIÓN 00 10.00.

************************ ADVERTENCIA *************************

Schofield vio un reloj en la esquina inferior de la pantalla.

11.04.29

11.04.30

11.04.31

—Tic, tac, tic, tac —dijo César con gran deleite—. Cuán frustrante debe de ser para usted, capitán. Sin ingeniosos planes de salvación, sin transbordadores espaciales, sin salidas secretas. Una vez que la secuencia de diez minutos de la autodestrucción se ponga en marcha, nada podrá evitar que la cabeza nuclear explote. Yo moriré, al igual que usted, y al igual que este país.

El reloj seguía avanzando.

Logan seguía apuntándolo, así que lo único que Schofield podía hacer era observar impotente cómo el reloj se acercaba a las 11.05.

11.04.56

11.04.57

Schofield apretó los puños de la frustración.

Sabía el código. ¡Lo sabía! Pero no podía usarlo. ¿Y dónde demonios estaba Gant? ¿Qué estaba haciendo?

11.04.58

11.04.59

11.05.00

—En marcha. —César sonrió.

—Mierda —dijo Schofield.

La pantalla emitió un bip.

PROTOCOLO CIERRE A.E. (R) A-07

SECUENCIA DE AUTODESTRUCCIÓN DE LA INSTALACIÓN ACTIVADA.

00.10.00 MINUTOS PARA LA DETONACIÓN.

Una cuenta atrás parpadeante comenzó en la pantalla:

00.10.00

00.09.59

00.09.58

En ese momento, una serie de luces rojas cobraron vida por todo el complejo: en el interior del hangar principal, en el hueco del elevador de aviones, incluso en el interior de la sala de control.

Una voz electrónica resonó por el sistema de megafonía de emergencia.

—Atención. Diez minutos para la autodestrucción de la instalación.

Justo entonces, mientras aquellas luces rojas estroboscópicas los bañaban, Schofield vio que Kurt Logan apartaba la vista de él, menos de un segundo, para contemplar las luces.

Schofield aprovechó la oportunidad.

Se abalanzó sobre Logan y los dos se estrellaron contra la consola de un ordenador.

Logan fue a apuntarlo con el arma, pero Schofield le agarró la muñeca y se la golpeó contra la consola hasta lograr que el comandante del séptimo escuadrón soltara la pistola.

César se limitó a sentarse de nuevo, sonriendo con satisfacción, observando la pelea con insano deleite.

Schofield y Logan forcejearon, bañados por la luz de emergencia roja. Parecían imágenes idénticas: dos soldados de élite que habían estudiado por el mismo manual, intercambiando los mismos golpes y empleando idénticos movimientos evasivos.

Pero Schofield estaba agotado de la pelea con Lucifer y erró un golpe que hizo que Logan lo castigara sin piedad.

Logan se agachó, esquivando el golpe de Schofield, y a continuación lo cogió de la cintura, levantándolo del suelo y arrojándolo por las ventanas de la sala de control.

Schofield salió disparado por las ventanas de la sala de mando, boca arriba, volando por los aires. Cerró los ojos y esperó el impacto contra el suelo, a nueve metros de la sala de control.

Pero no llegó.

Al contrario, su caída fue inesperadamente corta.

Schofield cayó sobre una superficie de madera que se estremeció bajo su peso.

Abrió los ojos.

Estaba encima de una de las enormes cajas de madera que pendían de la red de raíles dispuesta en el techo del hangar principal.

La caja estaba estacionada justo en el exterior de la sala de control, un poco a la izquierda, de manera que aun así podía divisarse por completo el hangar principal desde la sala de control.

Un triángulo de gruesas cadenas conectaba la enorme caja con el sistema de raíles del techo, a casi dos metros de altura. Las cadenas estaban unidas por un mecanismo no muy diferente a los anillos que unen los eslabones de un collar.

En ese mecanismo había una unidad de control compuesta de tres enormes botones que, presumiblemente, movían las cajas por los raíles.

Entonces, de repente, la caja se tambaleó y Schofield alzó la vista. Kurt Logan había saltado a la caja tras él.

En el hangar, Libby Gant había oído el ruido de cristales rotos y había alzado la vista.

Acababa de encontrar lo que había estado buscando entre los restos cuando vio a Schofield volar por los aires y caer sobre una enorme caja de madera que colgaba por encima del suelo del hangar.

A continuación vio que Kurt Logan saltaba también por la ventana y aterrizaba sin problemas sobre la caja, junto a Schofield.

—No —acertó a decir Gant.

Sacó el arma pero, de repente, una ráfaga de disparos impactó en el suelo a su alrededor.

Se puso a cubierto tras un par de cadáveres. Cuando finalmente alzó la vista, vio a César Russell asomado por una de las ventanas destrozadas de la sala de control, con un P-90 en la mano y gritando:

—¡No, no, no! ¡Una pelea limpia, por favor!

—Atención. Nueve minutos para la autodestrucción de la instalación.

Logan, sobre la caja de madera, se arrodilló a horcajadas sobre Schofield y lo golpeó con fuerza en el rostro.

—Nos ha complicado mucho las cosas hoy, capitán.

Su rostro relucía iracundo con las luces estroboscópicas de emergencia.

Otro golpe. Fuerte.

La cabeza de Schofield se golpeó contra la caja. Comenzó a salirle sangre a borbotones de la nariz.

A continuación, Logan cogió la unidad de control que pendía sobre su cabeza y pulsó un botón.

Con una fuerte sacudida y un chirrido metálico, la caja comenzó a moverse por el hangar, hacia el hueco vacío del elevador de aviones. El sistema de raíles funcionaba con combustible, por lo que no se había visto afectado por el corte eléctrico.

Cuando la caja comenzó a desplazarse por el hangar, Logan siguió golpeando a Schofield, hablándole mientras lo hacía.

—¿Sabe? Recuerdo…

Golpe.

—… la paliza que les dimos a los maricas de los marines en los simulacros de combate anuales…

Golpe.

—… demasiado fácil. Son una vergüenza…

Golpe.

—… para el país, para la bandera y para las zorras de sus madres.

Golpe.

Schofield apenas podía abrir los ojos.

Dios, le estaba dando una buena.

Y entonces la caja se colocó justo encima de los ciento veinte metros de profundidad del hueco del elevador de aviones y Logan pulsó un botón de la unidad de control.

La caja se detuvo justo ahí.

—Atención. Ocho minutos para la autodestrucción de la instalación.

Schofield se asomó por el borde de la caja y vio las paredes de hormigón del hueco del elevador, flanqueadas en esos momentos por luces giratorias de color rojo que descendían en picado hacia la infinita oscuridad sin fondo de aquel abismo.

—Adiós, capitán Schofield —dijo Logan mientras levantaba a Schofield de las solapas y lo colocaba en el borde de la caja.

Schofield (apaleado, ensangrentado, magullado y agotado) no se resistió. Sin estabilidad alguna, permaneció en el borde de la caja mientras el enorme agujero del hueco del elevador se abría amenazante bajo él.

Pensó en el Maghook que llevaba en la espalda, pero entonces vio el techo. Era de fibra de vidrio plana. El Maghook no podría pegarse allí con el imán, ni tampoco podría acoplar el gancho.

En cualquier caso, tampoco es que le quedaran muchas fuerzas para oponer resistencia.

Sin pistolas.

Sin Maghook.

Sin asientos eyectables.

No tenía nada que Logan no tuviera en mayor cantidad.

Y entonces, justo cuando Logan estaba a punto de empujarlo fuera de la caja, Schofield vio a Gant (una sombra entre las luces carmesíes) parapetada tras unos cadáveres cerca del lado este del hueco del elevador.

Salvo amigos…

Se volvió para mirar a Logan…

Y, para sorpresa de este, sonrió y abrió la palma de la mano, mostrando el micro del servicio secreto.

A continuación Schofield miró fijamente a Logan y dijo:

—Harbour Bridge, Gant. Tú el negativo.

Logan frunció el ceño.

—¿Qué?

Y entonces, antes de que Logan pudiera siquiera pensar en hacer nada, con sus últimas fuerzas, Schofield extendió el brazo por encima del hombro de Logan y soltó el mecanismo de resorte del sistema de raíles del techo que sujetaba la caja.

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