Arrebatos Carnales (51 page)

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Authors: Francisco Martín Moreno

Tags: #Histórico

BOOK: Arrebatos Carnales
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El 15 de septiembre de 1933 escribí una carta dirigida a la intelectualidad mexicana, de la que entresaco los siguientes párrafos para dejar constancia de mi absoluto desprecio respecto a dichos pensadores:

Desde antes del 29, en el 25, denuncié yo ante la nación mexicana el abismo a que la arrastraría el hecho insólito, aun en la patria de Huitzilopochtli, de que un Calles asumiese el mando sin más posibilidad de programa que el asesinato como sistema... Ofrecía Mr. Morrow dos ministerios para mis partidarios y para mí la Universidad con todo y su autonomía portesgilista. Decliné el honor que Mr. Morrow me hacía y aconsejé a cada mexicano que tuviera vergüenza, que se preparara para batir con las armas y con las uñas a toda la canalla que ha contribuido a que tal proposición de Morrow pudiera surgir... Ya lo he dicho por ahí: si alguna vez, como lo deseo, cuelgo yo a Calles, no habré hecho otra cosa que cumplir la justicia en un reo. En cambio, si alguna vez Calles me cuelga a mí, no habrá hecho otra cosa que convertirme en un ilustre mártir. Estas pequeñas y grandes diferencias dan su sentido a toda la historia de nuestra noble y admirable humanidad... Denuncié a Carranza como un corruptor de la Revolución, fui echado del país a balazos por los soldados de Carranza, que todavía en el Paso del Río me mataron a dos de mis mejores y más queridos asistentes, dos nobles muchachos de no más de veinte años. [El] Plan de Guaymas... llama al pueblo mexicano a las armas para la defensa de sus derechos escarnecidos. Después de intentar un levantamiento personal y habiéndome fallado los comprometidos, me fui al extranjero para procurar desde allí el cumplimiento del plan tal como lo hizo Madero, yéndose a Texas, y Obregón, escondiéndose y escapando a la policía carrancista...

...Me regocijo con la ignominia de mi incomprensión.

...Mi cabeza, cabeza dura la mía; dura a los golpes y firme a las convicciones; linda cabeza, créanmelo, y con la de Alamán, la única cabeza que ha llegado a un Ministerio mexicano, y que se perdieron ustedes de tenerla de presidente. Yo me alegro de que me hayan robado la Presidencia, que gané por votos, porque ya me tendrían hastiado mis yerros. Figúrese usted, hubiera yo formado gabinete en parte con ustedes. Y aunque ustedes no me hubieran rehusado en tal caso, yo andaría ya cuesta abajo con mi prestigio, hoy intacto, luminoso y espléndido. Un sol menos para los ciegos del alma."

Escribí y escribí y seguí escribiendo hasta publicar
De Robinson a Odiseo
. En Chile se editó
Bolivarismo y monroísmo
, en donde Juárez encarna al panamericanismo traidor en tanto Lucas Alamán representa al hispanoamericanismo patriótico. Por supuesto que mi tesis implicaba una inversión de los valores que veneramos en México, desde que el maldito indio zapoteca hizo triunfar a la República, pero así era necesario: todo el liberalismo está contaminado de masonería yanqui. Es necesario ser liberal y tolerante pero sin yanquismos. Desde Argentina dije:

...pero si el pueblo mexicano se levanta en armas haciendo honor a su vieja tradición de valentía y amor a la patria y a la libertad, marcharé inmediatamente a incorporarme a sus filas para arrostrar su suerte en esta nueva jornada que tiene mucho de liberación regeneradora... Hay situaciones que sólo se resuelven con las armas en la mano, y la de mi pobre país es una de ellas. Pueden ustedes decir que José Vasconcelos sabrá siempre cumplir con su deber...

Cuando pensaba en instalarme en Ecuador después de un largo peregrinaje en América Latina, fui informado de que Calles había encumbrado como presidente de la República al general Lázaro Cárdenas, obligando al nuevo jefe de la nación a que incluyera en el gabinete a uno de los hijos del Jefe Máximo. Por eso declaré que «la mafia de los malos dirigidos por Calles simplemente había caído en manos del ridículo neófito de Cárdenas». ¿De dónde tendría Cárdenas el talento y las agallas para encabezar el Poder Ejecutivo, inexperiencia que se demostró al principio de su gobierno cuando se recrudecieron las tensiones entre el Estado y el clero? La Iglesia, por toda respuesta, se vio obligada a organizar la Legión, una estructura celular secreta regida por un consejo supremo, una instancia parecida a la Asociación Católica de la Juventud Mexicana o a la Liga Nacional de la Defensa de la Libertad Religiosa, ambas instituciones tan directamente vinculadas a nuestra santa guerra Cristera de 1927 y 1928 Y al heroico asesinato del presidente Álvaro Obregón. México necesitaba calcar las bases ideológicas del falangismo español y organizar de esta suerte la Unión Nacional Sinarquista. Se requería la creación de un Estado clérigo-militar para controlar al país con mano de acero y el debido consuelo espiritual a fin de lanzarlo a la conquista de un mejor futuro.

Los obispos católicos exiliados conjuraron justificadamente en contra del gobierno cardenista: fue entonces cuando me buscaron en los Estados Unidos, me costearon el viaje a Nueva Orleanscon el objetivo de planear una nueva rebelión cristera que me conduciría hasta la presidencia de la República. Las posibilidades de convertirme en el principal inquilino del Castillo de Chapultepec se dispararon hasta el infinito. Contaría yo con todo el apoyo financiero de la Iglesia y además con los inmensos recursos de acaudalados hombres de negocios que deseaban imponer a un nuevq Porfirio Díaz o a un Victoriano Huerta en el máximo poder mexicano. Reformaría el artículo 3° constitucional, además de cualquier otra disposición anticlerical contenida en la Carta Magna promulgada en 1917. Al diablo con las malditas Leyes de Reforma, ordenamientos suicidas y heréticos que habían sido especialmente útiles para hundir a México en el atraso y apartarlo de las sagradas bendiciones divinas impartidas por el gran Señor de los cielos. Soñaba con devolver a mí querida Iglesia la posición que había tenido durante el virreinato, de tal manera que cogobernara a nuestro país en beneficio de todos nosotros, sólo que los planes de la rebelión se vinieron abajo y fueron desechados en razón de que Cárdenas le extendió sorpresivamente las debidas garantías a nuestro clero católico. Sobra decir que me quedé abandonado, solo y frustrado en Nueva Orleans, soñando con una presidencia a la que tal vez jamás tendría acceso. ¡Cuánto malestar me produjo haberme quedado al garete nada menos que en Nueva Orleans, el puerto norteamericano desde el cual Juárez, ese cochino indio zapoteca, y su pandilla empezaron a tramar ya desde antes de la promulgación de la Constitución de 1857 1a emisión de las Leyes de Reforma que desquiciarían el futuro de México!

Desde un principio proclamé que si había veinte hombres en México que me acompañaran a una sierra maestra, en el acto me les uniría. En una carta exigí que me proporcionaran cien mil dólares para el viaje, pero ante el escándalo armado por Salvador Azuela, tuve que bajar mis pretensiones a tres mil dólares, mismos que nunca me llegaron. ¿Qué hacer otra vez sin dinero?

Nada, no podía armar ningún plan, ya no se diga ejecutarlo. La vida se me complicó en Estados Unidos cuando el padre de una
pochita
me acusó en los tribunales de haber abusado de ella, siendo que, menor de edad o no, por supuesto que yo no estaba para pedirle su acta de nacimiento como lo haría un agente del Ministerio Público; se metió en mi habitación medio desnuda, por lo que tuve que hacerle todos los honores a una hembra inocente y prácticamente intocada. Por esos días en que me preparaba para el litigio y la deshonra fui expulsado, para colmo, de ese maldito país del modo más indigno y sin recibir explicación alguna. ¡Fuera! De golpe me vi en la frontera, obligado contra mi voluntad a volver a México...

En todo momento recibía un sonoro revés ante mis pretensiones, por todo ello en 1940 reingresé abiertamente a la Iglesia católica con el propósito de erigirme como su principal intelectual en México, algo así como un luminoso profeta. Fue precisamente en ese año cuando fundé una nueva revista,
Timón
, creada para conquistar todas las simpatías posibles a favor de Hitler y de Mussolini. Me convencí de que con la dictadura ilustrada que ellos encabezaban se lograría más velozmente elevar el nivel de vida de los países escasamente civilizados, necesitados de ser guiados por un dedo de acero. «En países incapacitados para la democracia es saludable que una mano fuerte defienda la raza, las costumbres, la personalidad y la soberanía nacionales, así como las fuerzas latinoamericanas del hispanismo y la religión católica.»

En
Timón
, la revista por la que mis eternos enemigos me atacaron alegando que constituía una mancha muy grave en nuestro
Ulises criollo
, sin detenerse a considerar que se trataba de ideas llamadas a construir el México del futuro ante el fracaso de la democracia inserta en un contexto de analfabetismo e ignorancia, precisamente en
Timón
publicamos «El significado del laicismo»:

A nosotros nos impuso el laicismo el grupo poinsetista encabezado por Gómez Farías, el mismo que después, con Benito Juárez, entregó el territorio de México a la economía yanqui y el alma nacional a los protestantes... Entre nosotros, el laicismo tuvo por objeto combatir el catolicismo, arrancarle sus colegios para dárselos a los protestantes norteamericanos... Fue impuesto a sangre y fuego, con el fuego de cañones norteamericanos... Nos produce cólicos de alimento podrido, nos mantiene con la ponzoña viva en el cuerpo moribundo.

La embajada de Alemania en la ciudad de México buscaba febrilmente a un individuo o a un grupo de personas auténticamente mexicanas que gozaran de cierta fama y prestigio nacional o, si fuera posible, continental, para explicar su punto de vista en esta parte del mundo. ¡Claro que lo encontró en mi persona, en José Vasconcelos...! Sólo que para efectos de los mal pensados, sepultamos bajo siete metros de tierra, en un cofre de granito herméticamente cerrado, los verdaderos secretos de mi relación con ellos. Hoy en día no tengo objeción en que se sepa que la revista
La reacción
era la expresión de los círculos derechistas en México con una fuerte inclinación hacia los países del Eje, Alemania, Italia y Japón, mientras que
Timón
era el órgano de Goebbels destinado a ayudar, con la palabra escrita, a la máquina militar nazi de aquella época. No es el momento en que deba ocultar por más tiempo que yo era el director, y a mucha honra, de dicha publicación.

Cuando se habla de imponer en México un gobierno con mano de acero, pienso que el camino adoptado por Porfirio Díaz durante más de treinta años era el adecuado, sólo que su gestión se desvió de sus objetivos centrales para desembocar en una pavorosa revolución. La equivocación está a la vista. Después del movimiento armado advino un gobierno presidido por asesinos y bribones como Carranza, Obregón y el propio Calles, cuando la sociedad anhelaba el arribo de la democracia, de la libertad dentro del feliz imperio de las garantías individuales. Las administraciones de los tres pseudolíderes invariablemente se condujeron fuera de la ley, con todas sus consecuencias. Adiós al orden y, por ende, adiós al progreso. ¿Por qué evoluciona tan bien Alemania en el contexto mundial? La respuesta es muy simple: los germanos aman el orden, han sido educados para ello, razón que les permite disfrutar una envidiable evolución social. Los germanos aman la academia, de donde se desprende su éxito económico y científico a escasos veinte años de concluida la Gran Guerra. Los germanos aman la precisión, de ahí que hubieran electo a un gran líder, como el Führer, para dirigir los esfuerzos coordinados del pueblo alemán hacia un objetivo concreto y específico que jamás alcanzarían si no contaran con el mismo nivel de educación. En México no sólo hace falta una mano dura, sino una mano dura que ordene, que coordine, que eduque, que dirija, que cultive, que oriente, que planee, que organice y sistematice a la sociedad, en fin, un gobierno presidido por un déspota ilustrado, un militar amante fervoroso de la religión, que imponga simultáneamente el rigor ético y moral necesario para alcanzar las metas industriales, agrícolas, educativas imprescindibles para estructurar el gran edificio de la nación, el mismo en el que habremos de vivir por el resto de los años los mexicanos de todos los tiempos. Francisco Franco, dictador español, es otro de los ideales a los que debemos aspirar.

Tenemos que forjar, en las aulas, el orgullo de nuestra nacionalidad, aquilatar nuestros tamaños para conquistar el mundo entero, calibrar nuestras potencialidades para emplearnos a fondo en los objetivos planteados, prepararnos militar y religiosamente para dar el gran salto, tomados de la mano con el mismo nivel educactivo hacia el horizonte con el que todos invariablemente hemos soñado. Tenemos que educar a la fuerza a la nación, ordenarla a la fuerza, coordinarla a la fuerza, orientarla a la fuerza, dirigirla a la fuerza, hacerla crecer a la fuerza, enriquecerla a la fuerza, prepararla a la fuerza, obligarla a creer en nosotros mismos a la fuerza, rescatar a la fuerza sus valores y nadie mejor que Hitler para alcanzar esas metas a fin de compartir, también a la fuerza, nuestra ansiada prosperidad inserta dentro de un esquema de principios religiosos. Por ello escribí el siguiente editorial en el primer número de mi revista
Timón
, ya financiada holgadamente con dinero alemán. Así pondríamos la primera piedra del México del futuro:

En las marejadas y torbellinos del momento actual, más que en época alguna, hace falta, a la nave de los destinos colectivos, un timón que la dirija en la marcha. Pero el manejo del timón supone conocimiento de la ruta, firmeza de puño y audacia de la voluntad... Se habla hoy de la defensa de la Democracia, que se supone amenazada por las dictaduras totalitarias, como si hace tiempo no la hubiera ya enterrado el capitalismo en los países dominadores y entre nosotros el militarismo que, al servicio del extranjero, nos ha impuesto instrucciones y opiniones, ideas y gobiernos. Por lo mismo a nadie engañan... Lo importante para nosotros, de la situación internacional, es que se están debilitando las potencias bajo cuya hegemonía padecemos desde hace siglo y medio. Ni Inglaterra volverá a lo que fue; ni Francia tornará a ser el feudo de frentes populares... ni los Estados Unidos van a escapar al cambio universal. Este cambio que se les está volviendo al revés... Una nueva era surgirá en la historia, a consecuencia de la guerra que se está librando hoy. Y en esta nueva era los pueblos de América hallarán renovada oportunidad para organizarse conforme a su tradición y su sangre, y según sus antecedentes cristianos libres de las imposiciones francas o disimuladas del poinsetismo... Transformaciones profundas se incuban en los Estados Unidos del Norte... Y esas transformaciones que ya se vislumbran, repercutirán de inmediato entre nosotros... Y sin embargo la oposición misma... tímidamente reclama el cumplimiento de la Constitución como si no fuesen, la actual y todas las constituciones poinsetistas que hemos soportado, la causa primordial de nuestros males... Por el momento, nuestro interés reside en el debilitamiento de la hegemonía anglosajona en el Planeta... Por eso mismo nuestro esfuerzo combativo ya no se limitará al presente y a la situación local, sino que buscará más bien la raíz de nuestros males para prender en ella el fuego purificador... Creímos habérnoslas con el caudillismo nacional y detrás de sí asomó la faz turbia del internacionalismo falso que disimula las rapacidades del Imperio racial anglosajón. El mismo que nos prohíbe a nosotros hablar de ideas de raza... Por eso nuestra lucha no es nada más de desesperación, contiene asimismo semilla de esperanza, quizá también promesas de victoria. ¿Cuándo...? ¡Qué importa cuándo!

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