Bridget Jones: Sobreviviré (31 page)

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Authors: Helen Fielding

Tags: #Novela

BOOK: Bridget Jones: Sobreviviré
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7 p.m. ¿Ves? Siempre y cuando te mantengas animada aparece algo que te saca del agujero. ¡Con quién debía toparme en el vestíbulo del hotel sino con Jed! Dijo que su viaje a las otras islas había sido cancelado por la lluvia; iba a regresar a Bangkok esa misma noche
y
venía a saludarnos antes de irse. (Creo que Shaz se sentirá un poco decepcionada de que él no fuera a buscarla directamente, pero aun así... El quizá pensaba que ya nos habíamos ido o... Mira, no voy a empezar a obsesionarme por el comportamiento de Sharon.)

En cualquier caso, Jed estuvo muy amable, aunque dijo que nunca deberíamos haber dejado nada de valor en la choza, incluso si estaba cerrada con candado. Me dio un pequeño sermón (endiabladamente
sexy,
como una especie de figura padre/sacerdote) y luego dijo que sería difícil llegar a Bangkok a tiempo para el vuelo del martes, porque todos los vuelos desde aquí de hoy y mañana estaban llenos, pero que intentaría conseguirnos billetes para el tren de mañana por la noche, con lo que deberíamos poder hacer el enlace. También se ofreció a darnos algo de dinero para taxis y para pagar el hotel aquí. En su opinión, si lo primero que hacíamos el lunes era llamar a la agencia de viajes de Londres seguro que volverían a expedir los billetes para que nosotras los recogiésemos en el aeropuerto.

—Te devolveremos el dinero—dije agradecida.

—Oye, no te preocupes —dijo—. No es demasiado.

—No, te lo devolveremos —insistí.

—Bueno, cuando os lo podáis permitir —dijo riendo.

Es un dios de ensueño rico y generoso, aunque el dinero obviamente no es importante. Excepto cuando estás perdida en una crisis.

lunes 18 de agosto

En el tren de Surat Thani Koh Samui a Bangkok.

Está bastante bien esto del tren, observando los arrozales y la gente con sombreros triangulares en la cabeza al pasar. Cada vez que el tren se detiene hay gente que se acerca a las ventanillas y nos ofrece pollo saté, que es delicioso. No puedo dejar de pensar en Jed. Ha sido tan amable, y, cuando le hemos necesitado, allí ha estado, con una actitud que me ha recordado a Mark Darcy antes de que se largase con Rebecca. Incluso nos ha dado una de sus bolsas para que metiéramos nuestras cosas —las que quedaban después del robo— y todos los frasquitos de champú y jabón que había recogido en los hoteles donde había estado. Shaz está contenta porque se han intercambiado teléfonos y direcciones y van a quedar en cuanto ella vuelva. De hecho, para ser completamente sincera con respecto a eso, Shazzer está pagada de sí misma hasta el punto de hacerse insufrible. Sin embargo eso es bueno porque lo ha pasado fatal con lo de Simón. Yo siempre había sospechado que ella no odia a todos los hombres, sólo a los mierdas. Oh Dios. Espero que lleguemos al aeropuerto a tiempo.

martes 19 de agosto

11 a.m. Aeropuerto de Bangkok. Una terrible pesadilla parece estar teniendo lugar. Me siento como si tuviese toda la sangre agolpada en la cabeza y casi no puedo ver. Shaz se adelantó para hacer que el avión nos esperase mientras yo me encargaba del equipaje. Tuve que pasar junto a un policía con un perro atado que se puso a tirar de la correa hacia mi bolsa y a ladrar. Todos los trabajadores de las líneas aéreas empezaron a

farfullar y entonces una mujer del ejército me cogió y me llevó con la bolsa a una habitación separada. Vaciaron la bolsa y entonces cogieron un cuchillo y arrancaron el forro y en el interior de éste había una bolsita de polietileno llena de polvo blanco. Y entonces... Oh Dios. Oh Dios. Que alguien me ayude.

miércoles 20 de agosto

38 Kg., O unidades de alcohol, O calorías, probabilidades de volver a comer alguna vez comida tailandesa para llevar: 0.

11 a.m. Bajo custodia de la policía, Bangkok. Calma. Calma. Calma. Calma.

11.01 a.m. Calma.

11.02 a.m. Llevo grilletes en los pies. Llevo GRILLETES EN LOS PIES. Estoy en una apestosa celda del Tercer Mundo con ocho prostitutas tailandesas y un orinal en un rincón. Creo que del calor que hace me voy a desmayar. Esto no puede estar ocurriendo.

11.05 a.m. Oh Dios. Todo lo que ha ocurrido empieza a concordar. No puedo creer que alguien pueda ser tan cruel como para acostarse con alguien y luego robarle todas sus cosas y engañar a su amiga para que haga de correo. Es increíble. De todas formas, espero que el embajador británico venga pronto para explicarlo todo y pueda sacarme de aquí.

Mediodía. Me estoy angustiando un poco por el paradero del embajador británico.

1 p.m. Seguro que el embajador británico vendrá después de su hora de comer.

2 p.m. Quizá el embajador británico haya sido retenido, puede que por un caso más urgente de verdadero tráfico de drogas, lo contrario del de una víctima inocente.

3 p.m. Oh, maldita sea, Dios mío, joder. Espero que verdaderamente hayan
avisado
al embajador británico. Seguro que Shazzer habrá dado la alarma. Quizá también hayan encerrado a Shazzer. Pero ¿dónde

está?

3.30 p.m. Mira, tengo que, tengo que mantener la serenidad. Ahora sólo me tengo a mí misma. Jodido Jed. No debo agarrarme al resentimiento... Oh Dios, estoy tan hambrienta...

4 p.m. El guarda acaba de venir con un poco de arroz asqueroso y algunos efectos personales que me han permitido conservar: un par de bragas, una foto de Mark Darcy y otra de Jude enseñándole a Shazzer cómo tener un orgasmo y un trozo de papel arrugado del bolsillo de los téjanos. He intentado preguntarle al guarda por el embajador británico, pero él sólo ha asentido con la cabeza y ha dicho algo que no he podido comprender.

4.30 p.m. ¿Lo ves? Incluso cuando las cosas parecen ir mal siguen ocurriendo cosas instructivas. El papel arrugado era el poema de papá del club de lectores que me había dado Mark. Es literatura. Voy a leerlo y pensar en cosas mejores.

«If», de Rudyard Kipling

«Si puedes mantener la cabeza cuando todos a tu alrededor la están perdiendo y...»

Oh, Dios mío. Oh, DIOS mío. ¿Siguen decapitando en Tailandia?

jueves 21 de agosto

32 Kg. (muy bien, pero imaginario), 14 unidades de alcohol (pero también imaginario), O cigarrillos, 12 calorías (arroz), número de veces que habría preferido ir a Cleethorpes: 55.

5 a.m. Terrible noche acurrucada en un viejo saco relleno de calcetines e infestado de pulgas que pasa por ser un colchón. Es curioso lo rápido que te acostumbras a estar sucia e incómoda. El olor es lo peor. Conseguí dormir un par de horas, lo que estuvo genial, de no ser por el momento en que me desperté, y recordé lo que había ocurrido. No hay señales del embajador británico. Seguro que esto es sólo un error y que todo irá bien. Tengo que mantenerme animada.

10 a.m. Un guarda acaba de aparecer ahora mismo por la puerta con un tío con camisa rosa y aspecto de niño bien londinense.

—¿Eres el embajador británico? —grité echándome prácticamente encima de él.

—Ah. No. Ayudante del cónsul. Charlie Palmer-Thompson. Encantado de conocerte. —Me dio la mano de una forma que habría sido tranquilizadoramente británica de no ser porque después se la limpió involuntariamente en los pantalones.

Me preguntó qué había ocurrido y anotó los detalles en un bloc de notas Mulberry encuadernado en cuero, diciendo cosas como «Ya, ya. Oh Dios, qué espantoso», como si yo le estuviese contando una anécdota de un partido de polo. Empecé a asustarme porque a) él no parecía comprender la gravedad de la situación, b) no parecía —no es por ser esnob ni nada de eso— ser precisamente el inglés más listo que yo había conocido, y c) no parecía ni de lejos estar tan seguro como yo hubiera deseado de que todo aquello había sido un error y que se me liberaría en cualquier momento.

—Pero ¿por qué? —dije después de haberle contado toda la historia una vez más. Le expliqué, cómo Jed debió de haber entrado en la choza y planearlo todo.

—Bueno, mira, el rollo es —Charlie se echó hacia adelante como para decírmelo en confianza— que todo el mundo que entra aquí tiene algún tipo de historia, por lo general en una línea bastante parecida a la tuya. Así que, a no ser que ese maldito Jed lo confiese todo, nos encontramos en una situación un poco difícil.

—¿Me van a condenar a pena de muerte?

—Por Dios, no. Ni hablar. Ni lo pienses. A lo peor que te enfrentas es a diez años.

—¿DIEZ AÑOS? Pero ¡si no he hecho nada!

—Ya, ya, es una putada, lo sé —dijo asintiendo con la mayor seriedad.

—Pero ¡yo no sabía que eso estaba ahí!

—Seguro, seguro —dijo como si se hubiese visto involucrado en una situación un poco extraña en una fiesta de copas.

—¿Harás todo lo que te sea posible?

—Seguro —dijo, y se levantó—. Sí.

Me dijo que me traería una lista de abogados para que escogiese uno y que podía hacer dos llamadas por mí, sólo para dar los detalles de lo que había ocurrido.

Me encontré, en un dilema. A efectos prácticos, la mejor persona era Mark Darcy, pero no me gustaba nada la idea de admitir que me había vuelto a meter en un lío, sobre todo cuando había sido él quien solucionó lo de mamá y Julio el año pasado. Al final opté por Shazzer y Jude.

Ahora siento que mi destino está en manos de un niño bien londinense, un típico Sloane, recién salido de Oxbridge. Dios, esto de aquí es tan horrible... Tanto calor y mal olor y tan extraño. Me siento como si nada fuese real.

4 p.m. Muy negro. Toda la vida he tenido la sensación de que estaba a punto de ocurrir algo terrible, y así ha sido.

5 p.m. No debo deprimirme. Tengo que mantener mi mente apartada de todo esto. Quizá lea el poema y trate de hacer caso omiso de las dos primeras líneas:

«If», de Rudyard Kipling

Si puedes mantener la cabeza cuando todos a tu alrededor

la están perdiendo y culpándote de ello, si puedes confiar en ti mismo cuando todos los hombres dudan de ti

y permitir además que así lo hagan, si puedes esperar y no cansarte de estar esperando o cuando te mientan, no dar pábulo a las mentiras, o cuando te odien, no dejar lugar al odio y aun así no parecer demasiado bueno, no hablar demasiado sabiamente;

si puedes soñar y no hacer de los sueños tus amos, si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu propósito,

si puedes conocer el triunfo y el desastre y tratar por igual a esos dos impostores si puedes soportar la verdad que tú mismo has pronunciado

deformada por bribones para tender una trampa a los tontos,

o ver las cosas por las que has dado tu vida, rotas y torcidas y construidas con herramientas gastadas;

si puedes hacer una pila con todas tus victorias y arriesgarla en una sola jugada a cara o cruz y perder, y volver a empezar desde el principio, si puedes forzar tu corazón, y tu valor y vigor para cuando llegue tu turno mucho después de que ellos se hayan ido

y así resistir, cuando no haya ya nada en ti excepto la voluntad que les dice: «¡Resiste!»;

si puedes hablar con cuervos y conservar tu virtud

o caminar con reyes, pero no perder el sentido común,

si ni los enemigos ni los amigos más queridos pueden herirte,

si todos los hombres te importan, pero ninguno demasiado,

si puedes llenar el implacable minuto

con sesenta segundos de valiosa y distanciadora carrera,

tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella

y lo que es más, ¡serás un Hombre, hijo mío!

El poema es bueno. Muy bueno, casi como un libro de autoayuda. Quizá por eso Mark Darcy me lo dio. ¡Quizá sintió que yo me podía poner en peligro! O quizá sólo estaba intentando decirme algo acerca de mi actitud. Menuda impertinencia. De todas formas no estoy

segura de si vale la pena la carrera de sesenta segundos, o de si realmente quiero ser un hombre. También es un poco duro tratar este desastre como a los triunfos porque no tengo ningún triunfo en el que pueda pensar, pero aun así... Voy a forzar el corazón y el valor y el vigor para cuando me llegue el turno, etc., como en la Primera Guerra Mundial o un soldado en la jungla o en fuera lo que fuese Rudyard Kipling y voy a resistir. Como mínimo no me están disparando ni tengo que salir de la trinchera. Y tampoco me estoy gastando un duro en la cárcel, así que eso está ayudando a mi crisis financiera. Sí, tengo que mirar el aspecto positivo.

Cosas buenas de estar en la cárcel:

1. No me estoy gastando ni un duro.

2. Los muslos se me han rebajado mucho y probablemente he perdido tres kilos sin ni siquiera intentarlo.

3. Al pelo le irá bien estar una temporada sin lavarlo, algo que nunca antes he sido capaz de hacer porque estaba demasiado despeinado para poder salir a la calle.

Así que cuando me vaya a casa estaré más delgada, con el pelo brillante y menos arruinada. Pero ¿cuándo me iré a casa? ¿Cuándo? Seré vieja. Estaré muerta. Si permanezco diez años aquí nunca podré tener hijos. A no ser que me tome una droga de la fertilidad cuando salga y tenga ocho. Seré una vieja sola y arruinada zarandeando el puño ante los golfillos de la calle que ponen cacas en los buzones. Aunque... ¿podría tener un hijo estando en prisión? Podría hacer que de alguna forma el ayudante del cónsul británico me dejase preñada. Pero ¿dónde conseguirá ácido fólico en la cárcel? El niño crecerá mal desarrollado. Tengo que detener esto. Para. Para. Estoy haciendo una catástrofe de esto.

Aunque esto es una catástrofe.

Voy a leer el poema otra vez.

viernes 22 de agosto

22
calorías, implacables minutos pensando en la distancia que debo recorrer: 0.

8 p.m. Correccional de Mujeres, Bangkok. Esta mañana vinieron y pasé de estar bajo custodia policial a estar en la cárcel propiamente dicha. Desesperada. Me siento como si eso significase que no van a perder más tiempo y han aceptado que estoy acabada. La celda es una habitación grande y sucia como mínimo con sesenta mujeres apretujadas en el interior. Es como si, a medida que me voy quedando más y más sucia y exhausta, todo poder e individualidad me estuviesen siendo arrebatados inexorablemente. Hoy he llorado por primera vez en cuatro días. Siento que estoy deslizándome a través de la red. Siento que ahora voy a caer en el olvido y acabaré pudriéndome aquí, una vida desperdiciada. Voy a intentar dormir. Estaría tan bien dormir...

11 p.m. Aargg. Acababa de ponerme a dormir cuando algo chupándome el cuello me despertó. Era la Pandilla de Lesbianas, que se habían apoderado de mí. Todas empezaron a darme besos y a sobarme todas las partes de mi cuerpo. Yo no podía sobornarlas para que se detuviesen porque ya había regalado mi Wonderbra y en ningún caso estaba dispuesta a pasearme por ahí sin bragas. No podía gritar para avisar al guarda porque eso es lo peor que una puede hacer aquí. Así que tuve que canjear mis téjanos por un sarong viejo y sucio. A pesar de que, obviamente, me sentí violada, una parte de mí no pudo evitar sentir que estuvo muy bien que alguien me tocase. ¡Aaah! ¿Quizá sea lesbiana? No. No lo creo.

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