Re:
Sí, ya sé lo que Mia piensa de mí, de mi matrimonio y de mi vida familiar. Bernhard no le cae bien, porque tiene la sensación de que le ha robado algo: a mí, su mejor amiga. Sí, ¡qué diablos!, no soporta que a mí ya no me vaya tan mal como a ella. No lo bastante para desahogarme con ella. Nuestra amistad se ha vuelto unilateral: antes teníamos temas comunes, disgustos comunes, enemigos comunes, por ejemplo, los hombres y sus defectos. Eso era productivo, teníamos mucho que decirnos, disponíamos de amplios recursos. Desde que estoy con Bernhard todo ha cambiado. Por más que quiera, no puedo decir nada malo de él. No tiene sentido poner el grito en el cielo por pequeñeces, sólo para aparentar un espíritu de solidaridad con Mia. Nos encontramos en situaciones radicalmente diferentes de la vida. Ése es el problema entre Mia y yo.
Cinco minutos después
Fw:
Mia dice que hay una sola cosa que no encaja en la imagen del perfecto idilio familiar de los Rothner. Al menos, ella no se lo explica. A pesar de que ha hablado muchas veces del tema contigo.
50 segundos después
Re:
¿De qué tema?
40 segundos después
Fw:
De mí.
30 segundos después
Re:
¿De ti?
15 minutos después
Fw:
Sí, de mí, de nosotros, Emmi. Mia no entiende por qué me escribes, cómo me escribes, qué me escribes, con qué frecuencia me escribes, etc. No comprende por qué es tan importante para ti estar en contacto conmigo. Ella dice: «A Emmi no le falta nada, nada en absoluto. Si tiene problemas, sabe que siempre puede recurrir a mí o a otra amiga. Si busca autoafirmación, no tiene más que pasearse un rato por la zona peatonal. Si quiere ligar, podría dar hora en la fila de viandantes e ir llamando a los tíos por turno. Para eso no necesita un compañero fijo e intensivo de correo electrónico, que requiere tiempo y esfuerzo». Pues sí, Mia no sabe para qué me necesitas, para qué puedo ser bueno, Emmi.
Dos minutos después
Re:
¿Tú tampoco lo sabes, Leo?
Nueve minutos después
Fw:
Pues claro, supongo que sí, te tomo la palabra. He intentado explicarle a Mia que yo soy para Emmi una suerte de «externalización», un poco de distracción de la rutina familiar. Que soy alguien que la aprecia y la quiere tal como es, sin que ella tenga que estar presente. Lo único que debe hacer es escribir y nada más. Pero Mia no se contenta con esa explicación. Dice: «Emmi no necesita distracciones. Nunca se esforzaría por tener una “distracción”. Cuando Emmi hace un esfuerzo, es que “quiere” algo. Y cuando Emmi quiere algo, no sólo quiere mucho: cuando Emmi quiere algo, lo quiere todo».
Tres minutos después
Re:
Tal vez Mia no me conozca tan bien, Leo. ¿Qué «todo» podría querer yo de ti? Ni siquiera he comido espaguetis al pesto contigo. Nunca he vuelto la cabeza y he producido una corriente de aire que tú pudieras percibir, querido Leo. Como todos sabemos, mi amiga Mia me lleva cierta ventaja en eso. No quiero saber cuánto más cerca que yo habrá estado ella de «todo» contigo.
Un minuto después
Fw:
Me alegra que como excepción no quieras saberlo.
50 segundos después
Re:
Pues bien, ¿cuánto se ha acercado Mia a «todo» contigo?
Dos minutos después
Fw:
Depende de lo que se entienda por «todo».
55 segundos después
Re:
Mira, Leo, ésas son las famosas respuestas tuyas que justifican el «esfuerzo» que me supone escribirte. Puedes decírselo a mi amiga Mia si te apetece. ¿Cuándo vuelves a verla? ¿Hoy?
Tres minutos después
Fw:
No, hoy estoy invitado a cenar en casa de unos compañeros de trabajo. Por cierto, ya debería ir preparándome. Buenas noches, Emmi.
45 segundos después
Re:
¿No llevas a Mia contigo? Por lo visto, aún no ha estado tan cerca de «todo».
Un minuto después
Fw:
Tan cerca, no, Emmi, si eso te tranquiliza.
40 segundos después
Re:
¡Pues sí que me tranquiliza!
50 segundos después
Fw:
Emmi, Emmi, Emmi.
Al día siguiente
Asunto: Mia
¿Qué tal estás, Leo? ¡Mañana he quedado con Mia!
Saludos,
Emmi
Diez minutos después
Fw:
Hola, Emmi. Me alegro por ti y por Mia.
Saludos para ti también,
Leo
50 segundos después
Re:
¿Eso es todo lo que se te ocurre decir?
20 minutos después
Fw:
¿Qué te figurabas, Emmi? ¿Tú crees que debería sentir pánico? No hay reunión de padres y maestros, Emmi; tampoco he hecho novillos, Mia no es mi profesora ni tú eres mi mamá. Por lo tanto, no tengo nada que temer.
Tres minutos después
Re:
Leo, si Mia y tú…, bueno, ya sabes, preferiría enterarme hoy por ti y no mañana por ella. Qué, ¿me lo dices?
Cuatro minutos después
Fw:
¿Si me acuesto con Mia? Quizá Mia no querría que lo supieras si así fuera.
Un minuto y medio después
Re:
Tú no quieres que yo lo sepa. ¡Pero mala suerte, Leo! Lo sé. Sólo alguien que se acuesta con Mia escribe como escribes tú.
13 minutos después
Fw:
¿Y para ti sería una catástrofe? ¿Conmocionaría todo tu «mundo exterior»? ¿O sólo es el viejo juego de la infancia: si yo no puedo tener algo, menos aún mi mejor amiga?
Cuatro minutos después
Re:
Leo, me pareces demasiado inmaduro para este tema. Más vale que lo dejemos. Que tengas un buen día.
Nos leemos,
Emmi
Diez minutos después
Fw:
Otras veces has estado de mejor humor, querida Emmi.
Sí, nos leemos, sin duda.
Al día siguiente
Asunto: Mia
¿Qué hay, Leo?
¡He visto a Mia!
30 segundos después
Fw:
Lo sé, Emmi, lo habías anunciado.
Dos minutos después
Re:
¿No quieres saber cómo ha ido?
Cuatro minutos después
Fw:
Buena pregunta. Ahora puedo optar entre dos respuestas: 1) ya me lo contará Mia; o 2) de todos modos, tú me lo contarás ahora mismo, Emmi.
Elijo la número dos.
Un minuto después
Re:
Has fallado por poco, amigo mío. Pregúntale a Mia cómo ha ido.
Que tengas una buena tarde.
Siete horas después
Fw:
Buenas noches, Emmi.
Tu actuación de hoy ha dejado bastante que desear.
Al día siguiente
Asunto: Emmi
Mi querida compañera de correo electrónico:
¿Estás ofendida? ¿Se puede saber por qué? ¿Mia te contó algo que no querías escuchar?
Dos horas y media después
Re:
Sabes muy bien lo que me contó Mia, Leo. Y sabes muy bien lo que Mia NO me contó: «Sí, es muy simpático. Sí, nos entendemos bien. Sí, nos vemos de vez en cuando. Sí, a veces se hace bastante tarde (sonríe satisfecha, ríe para sus adentros). Sí, es un chico estupendo (esboza una sonrisa irónica). Sí, es un hombre (suspira) con el que una se podría imaginar (se entusiasma)… Pero ¿qué importa si dormimos juntos, Emmi? Eso no es lo decisivo… ¡Ay, Emmi! ¿Por qué tienes que hablar siempre de sexo?». Etc., etc. Querido Leo, ésa no es Mia tal como ella es. Cuando Mia es tal como ella es, habla horas y horas de sexo, describiendo cada uno de los músculos que se trabajan o que participan de un modo u otro, aunque no sea más que como espectadores (o como oyentes). Mia es capaz de subdividir un único orgasmo de cinco segundos, desde el punto de vista de la medicina deportiva, en siete pasos con tablas de consumo calórico, etc., cada uno de los cuales requiere una exposición de una hora. ¡Ésa es Mia! ¿Y sabes quién no es Mia en absoluto? «¡Ay, Emmi! ¿Por qué siempre tienes que hablar de sexo?»: eso es cero por ciento Mia y cien por cien Leo Leike. ¿Qué has hecho con Mia, Leo? ¿Y por qué? ¿Para fastidiarme?
13 minutos después
Fw:
¿No te preguntó Mia por qué te interesa tanto saber si me acuesto con ella? ¿No te dijo que ella no te pregunta a ti con qué frecuencia haces el amor con tu Bernhard? (Vale, retiro el «tu» delante de «Bernhard».) ¿No te preguntó Mia qué es lo que quieres de mí en realidad? Sí, ¿verdad? ¿Y tú qué le contestaste, Emmi?
50 segundos después
Re:
¡Lo que quiero son mensajes! (Pero no como este último.)
Un minuto y medio después
Fw:
A veces no se pueden elegir.
Tres minutos después
Re:
Yo no quiero elegirlos. Quiero que sean bonitos por sí solos. Antes me escribías mensajes tan bonitos, Leo… Desde que te acuestas con Mia, no haces otra cosa que andarte con rodeos. Está bien, soy yo quien tiene la culpa, no debería haberte puesto en contacto con ella. Ha sido un error por mi parte.
Ocho minutos después
Fw:
Querida Emmi:
Te prometo que volverás a recibir un bonito mensaje, con Mia o sin ella. Hoy no puedo seguir. Voy al teatro. (No, con Mia, no. Con mi hermana y unos amigos.)
Buenas noches,
Leo
Y saluda a tu piano de mi parte.
Cinco horas después
Re:
¿Has vuelto ya del teatro? Hoy no puedo dormir. ¿Te he hablado alguna vez del viento del norte? No me sienta bien el viento del norte cuando tengo la ventana abierta. Sería bueno que me escribieras unas palabras más. Escribe simplemente: pues cierra la ventana. Entonces te contestaré: con la ventana cerrada no puedo dormir.
Cinco minutos después
Fw:
¿Duermes con la cabeza bajo la ventana?
50 segundos después
Re:
¡¡¡LEO!!! Sí, duermo con la cabeza perpendicular a la ventana.
45 segundos después
Fw:
¿Y si das un giro de 180 grados y duermes con los pies mirando a la ventana?
50 segundos después
Re:
No puedo, necesito la mesilla con la lámpara para leer.
Un minuto después
Fw:
Pero para dormir no necesitas la lámpara.
30 segundos después
Re:
No, pero sí para leer.
Un minuto después
Fw:
Pues lee y luego te das la vuelta y te duermes con los pies mirando a la ventana.
40 segundos después
Re:
Si me doy la vuelta, me despejo y tengo que volver a leer para dormirme. Entonces me faltará la mesilla con la lámpara.
30 segundos después
Fw:
¡Ya lo tengo! Ponla en la otra punta de la cama.
35 segundos después
Re:
No se puede, el cable de la lámpara es demasiado corto.
40 segundos después
Fw:
¡Qué lastima!, yo aquí tengo un alargador.
25 segundos después
Re:
¡Mándamelo por correo electrónico!
45 segundos después
Fw:
De acuerdo, te lo envío como documento.
50 segundos después
Re:
Gracias, ya lo he recibido. Es un cable fantástico, larguísimo. Lo pondré ahora mismo.
40 segundos después
Fw:
¡Cuidado! No vayas a tropezarte por la noche.
35 segundos después
Re:
¡Ah…, dormiré a pierna suelta gracias a ti y a tu cable!
Un minuto después
Fw:
Ahora que sople el viento del norte todo lo que le dé la gana.
45 segundos después
Re:
Leo, te estimo mucho, mucho. Eres bueno contra el viento del norte.
30 segundos después
Fw:
Yo también te estimo mucho, Emmi.
Buenas noches.
25 segundos después
Re:
Buenas noches. Felices sueños.
A la noche siguiente
Sin asunto
Buenas noches, Emmi.
Hoy has esperado a que escriba yo el primero, ¿verdad?
Cinco minutos después
Re:
Casi siempre espero a que escribas tú el primero, Leo; a menudo es en vano. Esta vez me he aguantado. ¿Estás bien?
Tres minutos después
Fw:
Sí, muy bien. Acabo de hablar con Mia. Y hemos decidido contártelo todo sobre nosotros, si es que aún quieres saberlo.
Ocho minutos después
Re:
Sólo después sabré si quería saberlo. En todo caso lo has anunciado tan oficialmente que no me parece nada improbable que después descubra que en realidad no quería saberlo. Así que si es una historia de amor con embarazo, viaje a Venecia y fecha para la boda, será mejor que me la ahorres. Hoy he reñido con un cliente. Además, tengo la regla.
Cuatro minutos después
Fw:
No, no es una historia de amor. Nunca lo ha sido. Y me asombra que hayas dudado de ello y que lo hayas dudado hasta tal punto. Antes sabías bastante bien lo que hacías. «Lo que hacías», sí, ésa es la cuestión. ¿Quieres que entre en detalles?
Seis minutos después
Re:
¡Eso es injusto, Leo! Yo no sabía bien lo que hacía. No estaba haciendo nada. No había pensado antes lo que podía ocurrir si conocías a mi amiga. Simplemente tenía curiosidad por saber qué decía ella y qué decías tú, Leo. Sólo cuando lo dijisteis, mejor dicho, cuando NO lo dijisteis, supe lo poco que me gustaba lo dicho, es decir, lo que Mia y tú NO dijisteis. Pero sigue contando si quieres. De todos modos ya has escrito la frase más importante. (La primera.) Ya no puede pasar gran cosa.
Una hora y media después
Fw:
Mia y yo nos vimos por primera vez aquella tarde de domingo en el café, y de inmediato supimos por qué estábamos allí (no por nosotros, sino por ti). No teníamos ninguna posibilidad de conocernos mejor, menos todavía de enamorarnos. Éramos poco más o menos lo contrario de dos personas hechas la una para la otra. Desde el primer instante nos sentimos como títeres tuyos, como piezas de ajedrez que tú, querida Emmi, acababas de mover. Pero no entendíamos cuál era el «juego». Y hasta hoy sigue siendo incomprensible. Tú sabes que Mia te aprecia mucho, Emmi, te admira, es mas, te envidia. ¿Querías aumentar aún más mi interés por ti? Y si es así, ¿para qué? ¿Querías que supiera lo perfecta e idílica que es tu vida familiar? ¿Para qué? ¿Qué tiene eso que ver con nuestros correos electrónicos? ¿Acaso impide que el viento del norte entre por tu ventana y no te deje dormir?