50 segundos después
Fw:
No te metía mano a ciegas, te tocaba. Hay una gran diferencia. Y (entre otras cosas) hablamos.
35 segundos después
Re:
¡Muy erótico!
Un minuto y medio después
Fw:
No entiendes nada, Emmi. Por lo visto, en estas cuestiones te pones demasiado en el lugar de «tus» hombres.
Dos minutos después
Re:
Por un lado están «mis hombres» y, por otro lado,
the one and only
Leo, el que está más allá de los pechos. Con esta noble diferenciación nos desconectamos por hoy. Debo terminar, tengo cosas que hacer. Te escribo mañana.
Hasta pronto,
Emmi
Al día siguiente
Asunto: Cita
Qué, Leo, ¿quedamos? Tengo todo el tiempo del mundo. Bernhard se ha ido durante una semana con los niños. Estoy sola.
Cinco horas y media después
Re:
¡Eh, Leo! ¿Te he dejado sin habla?
Cinco minutos después
Fw:
No, Emmi. Es que estoy pensando.
Diez minutos después
Re:
Eso no puede ser nada bueno. Sé exactamente en qué estás pensando. ¡Venga, Leo, encontrémonos! No desaprovechemos este momento tan oportuno, que tal vez sea el último. ¿Qué arriesgas? ¿Qué tienes que perder?
Dos minutos después
Fw:
1) A ti.
2) A mí.
3) A nosotros.
17 minutos después
Re:
Tienes pánico al contacto, Leo. Nos veremos, nos caeremos bien y hablaremos como hemos hablado siempre, sólo que de frente. Seremos íntimos desde el primer momento. Al cabo de una hora ya no podremos imaginar cómo sería si aún no nos hubiésemos visto nunca. Nos sentaremos en una mesita de un restaurante italiano. Comeré espaguetis
al pesto
delante de tus ojos. (¿Podrían ser espaguetis
alle vongole?
) Y volveré la cabeza para producir una corriente de aire que tú podrás percibir, querido Leo. ¡Por fin una auténtica corriente de aire, física, liberadora, antivirtual!
Una hora y media después
Fw:
Tú no eres Mia, Emmi. En Mia no tenía puestas esperanzas, y ella en mí tampoco. Mia y yo empezamos por el principio, como es costumbre cuando dos personas se conocen. Nuestro caso es distinto, Emmi: nosotros partimos de la línea de llegada, y sólo se puede seguir una dirección: hacia atrás. Nos dirigimos a la gran desilusión. No podemos vivir lo que escribimos. No podemos reemplazar las numerosas imágenes que nos formamos el uno del otro. Será decepcionante que no estés a la altura de la Emmi que yo conozco. Y no lo estarás. Te sentirás deprimida si yo no estoy a la altura del Leo que tú conoces. Y no lo estaré. Después de nuestra primera —y única— cita nos separaremos desilusionados, desanimados, como después de una comida abundante que no nos ha gustado, a pesar de haberla esperado un año con un hambre feroz, de haberla hervido a fuego lento y a borbotones durante meses. ¿Y luego qué? ¡Se acabó! ¡Ya está! ¿Haremos como si no hubiese pasado nada? No. Emmi, nunca se nos borrará la imagen desmitificada, desvelada, desencantada, defraudada, resquebrajada del otro. Ya no sabremos qué escribirnos. Ya no sabremos para qué escribirnos. Y algún día nos cruzaremos en un bar o en el metro. Fingiremos no reconocernos o no vernos, nos apartaremos rápidamente. Sentiremos vergüenza por lo que ha sido de «lo nuestro», por lo que ha quedado. Nada. Dos extraños con un ficticio pasado común, por el que tanto tiempo y con tanto descaro se habían dejado engañar.
Tres minutos después
Re:
Y cada día se extinguen cientos de especies animales.
Un minuto después
Fw:
¿Qué quieres decir?
55 segundos después
Re:
Te lamentas, te lamentas, te lamentas, te lamentas y te lamentas, Leo. Lo ves todo negro, negro, negro, negro.
25 segundos después
Fw:
Negro.
40 segundos después
Re:
???
Un minuto y medio después
Fw:
Que lo veo todo negro. (Habías olvidado uno, cinco veces «te lamentas», cinco veces «negro». O cuatro veces «te lamentas» y cuatro veces «negro», en ese caso sobraba un «te lamentas».)
Dos minutos después
Re:
Buena observación. Típico de Leo, un poco afectado, pero cariñosamente atento y correcto. Y me gustaría ver tus ojos, ¡tus auténticos ojos! Buenas noches. Que sueñes conmigo. ¡Y de paso podrías echarme un vistazo!
Tres minutos después
Fw:
Buenas noches, Emmi. Lo siento mucho, pero soy como soy, soy como soy, soy como soy.
Dos días después
Asunto: Cita «light»
Buenas tardes, Emmi. ¿Estás ofendida (todavía) o podemos volver a tomar unas copas de vino juntos esta noche?
Te saluda lleno de expectación,
Leo
Una hora y media después
Re:
Hola, Leo:
Esta noche he quedado «realmente» con Mia. Nos hemos propuesto empezar «como en los viejos tiempos» y acabar en el último bar abierto. Esto es: pueden darnos fácilmente las cinco de la mañana.
16 minutos después
Fw:
De acuerdo. Pues sí, hay que aprovechar que la familia está fuera. Saluda a Mia de mi parte. Y que lo paséis bien.
Ocho minutos después
Re:
Éstos son los pocos mensajes que hacen que prefiera no saber qué aspecto tienes si escribes una cosa así. (Por cierto: tienes una idea bastante conservadora de la familia o, al menos, de mi familia. Para volver a las cinco de la mañana no necesito esperar a que la familia esté fuera. Puedo hacerlo siempre que me apetezca.)
Tres minutos después
Fw:
¿Y a mí también puedes verme siempre que te apetezca? ¿Tanto si Bernhard se marcha con los niños a la montaña durante una semana como si está en la habitación de al lado (y puede ir a visitarte a tu habitación en cualquier momento)?
20 minutos después
Re:
¡¡¡POR FIN LO HAS SOLTADO, LEO!!! Habrías podido ahorrarte tu sombría perorata de anteayer sobre nuestra estremecedora primera cita que hace añicos las imágenes. Pues no es ése tu problema. Tu problema se llama Bernhard. No aceptas ser el segundo, después de él. No quieres quedar conmigo, porque de manera puramente teórica no puedes «pescarme», no importa que luego lo desees o no en la práctica. Por correo electrónico me tienes toda para ti, y de esa forma te entiendes estupendamente conmigo, puedes pasar a tu gusto de la distancia a la cercanía, y viceversa, ¿no?
45 minutos después
Fw:
No has contestado a mi pregunta, Emmi. ¿Quedarías —o querrías quedar— conmigo aunque tu marido estuviese en la habitación de al lado? Y (pregunta adicional): ¿qué le dirías? Quizá: «Tesoro, esta noche me encuentro con un hombre con el que me escribo desde hace un año, por lo general varias veces al día, desde “buenos días” hasta “buenas noches”. A menudo él es el primero que sabe algo de mí por la mañana y el último al que le digo algo antes de acostarme. Y por la noche, cuando no consigo dormirme, cuando sopla el viento del norte, no voy a verte a ti, tesoro. No, le escribo un mensaje a ese hombre. Y él me contesta. Es que ese tío es fantástico contra el viento del norte. ¿Que qué nos escribimos? Ah…, sólo cosas personales, hablamos de nosotros, de lo que pasaría si yo no te tuviera a ti, tesoro, a ti y a los niños. Oye, y como te decía, esta noche he quedado con él…».
Cinco minutos después
Re:
Yo nunca le digo «tesoro» a mi marido.
50 segundos después
Fw:
¡Oh, perdón, Emmi! Tú lo llamas Bernhard, desde luego. Suena más respetuoso.
Cuatro minutos después
Re:
No te enfades, Leo. Tienes una deplorable idea de un matrimonio que funciona bien. ¿Sabes qué le diría a Bernhard si quisiera quedar contigo por la noche? Le diría: «Bernhard, esta noche salgo. He quedado con un amigo. Quizá se haga tarde». ¿Y sabes qué me contestaría Bernhard? «¡Que te diviertas, pasadlo bien!» ¿Y sabes por qué diría eso?
Un minuto después
Fw:
¿Porque le da igual lo que hagas?
40 segundos después
Re:
¡Porque confía en mí!
Un minuto después
Fw:
¿Y en qué confía?
50 segundos después
Re:
En que no haré nada que ponga en peligro mi vida con él, o que pueda ponerla en peligro en algún momento.
Nueve minutos después
Fw:
¡Ah…, ya! Claro, tú sólo te diriges a tu «mundo exterior» familiarmente prescindible. El mundo interior permanece intacto. Supongamos que tú te enamoras de mí y yo de ti, Emmi, que tenemos un romance, una aventura, un lío…, llámalo como quieras, Emmi, ¿tampoco estarías haciendo nada que pusiera en peligro tu vida con Bernhard, o que pudiera ponerla en peligro en algún momento?
12 minutos después
Re:
Partes de hipótesis falsas, Leo: ¡¡¡yo no voy a enamorarme de ti!!! No tendremos un romance, una aventura, un lío o como quiera que lo llames. Es simplemente una cita. Como cuando uno se encuentra con un viejo amigo, al que hace mucho tiempo que no ve. Con la pequeña diferencia de que nosotros no llevamos mucho tiempo sin vernos, sino que no nos hemos visto nunca. En lugar de «Tienes el mismo aspecto de siempre, Leo», diré: «¡Conque éste es el aspecto que tienes, Leo!». Así son las cosas.
Ocho minutos después
Fw:
Lo que quieres decir es que te darías por satisfecha con que YO me enamorara de TI, por así decir, de manera unilateral. Seguramente toda mi vida te escribiría mensajes ardientes, románticos, conmovedores. A continuación, poemas, canciones, quizá incluso musicales y óperas, rebosantes de pasión insatisfecha. Entonces podrías decirte a ti misma, a Bernhard o a ambos: «¿Lo ves? Estuvo bien haberme encontrado con él».
40 segundos después
Re:
¡Algo debe de haberte hecho Marlene!
Cuatro minutos y medio después
Fw:
No cambies de tema, Emmi. Por una vez, Marlene no tiene absolutamente nada que ver con este asunto. En realidad es algo entre nosotros dos, mejor dicho, entre nosotros tres. Pues de un modo periférico, tu marido también forma parte de esto, por más que te obstines en negarlo. Y no creo que sea casualidad que quieras quedar conmigo justamente ahora que sabes que tu marido está muy lejos, en la montaña.
Dos minutos después
Re:
No, no es casualidad. Sencillamente esta semana dispongo de más tiempo para mí. Tiempo que me gusta pasar con la gente que aprecio. Tiempo para mis amigos. O para quienes podrían llegar a serlo. Hablando de tiempo: van a dar las ocho. Tengo que irme, seguramente Mia ya está esperándome.
Buenas noches, Leo.
Cinco horas después
Re: ¿Leo?
Hola, Leo.
¿Aún estás despierto por casualidad? ¿Te apetece tomar una copa de vino conmigo? Leo, Leo, Leo. No estoy nada bien.
Emmi
13 minutos después
Fw:
Sí, aún estoy despierto. Es decir: ya estoy otra vez despierto. Es que he activado el toque de diana de Emmi. He puesto al máximo el sonido que avisa cuando llega un mensaje nuevo y he dejado el ordenador portátil junto a la almohada. Ahora mismo acaba de despertarme.
Ya sabía yo que volverías a escribirme esta noche, Emmi. Pero ¿qué hora es? Ah…, poco más de medianoche. ¡Mucho no habéis aguantado Mia y tú!
(Vino no bebo más. Ya me he cepillado los dientes. Y el vino después de la pasta de dientes es como una sopa de fideos con el café en el desayuno.)
Dos minutos después
Re:
¡¡¡Me alegro muuuuuuuucho de que contestes, Leo!!! ¿Por qué sabías que volvería a escribirte?
Siete minutos después
Fw:
1) Porque te gusta estar con la gente que aprecias. «Con tus amigos. O con quienes podrían llegar a serlo.»
2) Porque estás sola en casa.
3) Porque te sientes sola.
4) Porque sopla el viento del norte.
Dos minutos después
Re:
Gracias por no estar enfadado conmigo, Leo. Ayer te escribí unos mensajes de lo más prosaicos. Tú no eres para mí un amigo normal. Significas mucho, mucho más para mí. Eres para mí. Eres. Eres. Eres el que responde a mis preguntas no formuladas: sí, me siento sola, y por eso te escribo.
40 segundos después
Fw:
¿Y qué tal te ha ido con Mia?
Dos minutos y medio después
Re:
¡Me ha ido fatal! No le gusta cómo hablo de Bernhard. No le gusta cómo hablo de mi matrimonio. No le gusta cómo hablo de mi familia. No le gusta cómo hablo de mis correos electrónicos. No le gusta cómo hablo de mi…, de Leo. No le gusta que hable. No le gusta nada. No le gusto yo.
Un minuto después
Fw:
¿Por qué has hablado de esas cosas? Pensé que queríais ir de gira por los bares, como en los viejos tiempos.
Tres minutos después
Re:
Los viejos tiempos no pueden repetirse. Como su nombre indica, son viejos. Los nuevos tiempos nunca pueden ser como los viejos. Cuando lo intentan, parecen viejos y agotados, como quienes los echan de menos. Nunca deberían añorarse los viejos tiempos. El que añora los viejos tiempos es un viejo añorante. ¿Puedo confesarte una cosa? Lo único que quería era volver a casa… con Leo.
50 segundos después
Fw:
¡Está bien que de vez en cuando yo sea tu hogar!
Dos minutos después
Re:
Dime con toda franqueza, Leo, ¿qué piensas de mí y de Bernhard después de todo lo que sabes por mí y por Mia? Sé sincero, por favor.
Cuatro minutos después
Fw:
¡Ufff…! ¿Te parece una pregunta para las doce y media de la noche? Y: ¿no querías mantener tu «vida interior» completamente alejada de mí, ahora y siempre? Pero, bueno, de acuerdo: creo que vuestro matrimonio funciona bien.
45 segundos después
Re:
«Funciona bien»: ¿eso es despectivo?, ¿es algo malo? ¿Por qué todas las personas importantes me transmiten que una relación «que funciona bien» es una mala relación?
Seis minutos después
Fw:
No es despectivo, Emmi. Si algo funciona bien, no puede ser tan malo, ¿no? Malo es solo cuando ya no funciona bien. En ese caso uno debería preguntarse: ¿por qué ya no funciona tan bien? O: ¿realmente puede funcionar mejor? Pero, Emmi, creo de veras que no soy la persona indicada para discutir contigo sobre Bernhard y vuestro matrimonio. Es probable que Mia tampoco lo sea. Bernhard, sí, Bernhard sería la persona indicada, me parece.