Diáspora (5 page)

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Authors: Greg Egan

BOOK: Diáspora
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El huérfano saltó por el panorama, situándose directamente en el camino del asteroide. Un cuarto del cielo se volvió marcado y gris, una colina irregular en el lado al sol que proyectaba una banda de sombra absoluta sobre la cara que se aproximaba. Durante un instante el huérfano quedó demasiado sorprendido para moverse —hipnotizado por la escala y la velocidad y la grandeza pesada y sin propósito del objeto— para luego igualar velocidades con la roca y guiarla hacia la multitud.

La gente se puso a gritar de emoción, con palabras inmunes al vacío ficticio pero que el panorama degradaba con la distancia, creciendo hasta ser un rugido vibrante. El huérfano se apartó del asteroide y vio que los ciudadanos más cercanos le llamaban y gesticulaban.

El símbolo del cuarto ciudadano, conectado directamente a la mente del huérfano, ya había concluido que el cuarto ciudadano recorría el camino del asteroide para cambiar lo que pensaban los otros ciudadanos. Así que el modelo del cuarto ciudadano que tenía el huérfano había adquirido la propiedad de
tener creencias sobre las creencias de otros ciudadanos..
. y los símbolos para Inoshiro, Blanca, Gabriel y la multitud en si se apoderaron de tal innovación y la probaron por sí mismos.

Cuando el huérfano se precipitó en la esfera, pudo oír a la gente riendo y vitoreando. Todos miraban al cuarto ciudadano, aunque el huérfano al fin empezaba a sospechar que nadie había necesitado que le mostrase la trayectoria. Al mirar atrás para comprobar que la roca seguía su camino, un punto en la colina se puso a relucir intensamente en el infrarrojo... y luego estalló con luz un millar de veces más brillante que la roca iluminada por el sol que la rodeaba, y con un espectro térmico más caliente que el propio Sol.

El huérfano se quedó congelado, dejando que el asteroide se acercase. Una pluma de vapor incandescente surgía del un cráter en la colina; la imagen era rica en nuevas etiquetas gestalt, todas ellas incomprensibles, pero el infotropo grabó una promesa en la mente del huérfano:
Aprenderé a entenderlas
.

El huérfano seguia comprobando las direcciones en el panorama de los puntos de referencia que había estado siguiendo, y encontró un cambio microscópico en la dirección del asteroide. ¿
El destello de luz —y el pequeño cambio de curso— era lo que todos habían estado esperando? El cuarto ciudadano se había equivocado con respecto a lo que sabían, sobre lo que pensaban, sobre lo querían... ¿y ahora ellos lo sabían también
? Las implicaciones rebotaron entre los símbolos, modelos de mentes reflejando modelos de mente, mientras la red buscaba sentido y estabilidad.

Antes de que el asteroide pudiese coincidir con el icono del cuarto ciudadano, el huérfano saltó de regreso con sus amigos.

Inoshiro estaba furioso:

—¿Por qué lo hiciste? ¡Lo estropeaste! ¡Vaya un bebé!

Blanca preguntó con amabilidad:

—¿Qué viste, Yatima?

—La roca saltó un poco. Pero yo quería que la gente pensase... que no podría.

—¡Idiota! ¡Siempre estás pavoneándote!

Gabriel dijo:

—¿Yatima? ¿Por qué cree Inoshiro que volaste con el asteroide?

El huérfano vaciló:

—No sé lo que piensa Inoshiro.

Los símbolos para el cuarto ciudadano adoptaron una configuración que ya habían probado un millar de veces antes: el cuarto ciudadano, Yatima, apartado del resto, destacado como único... en esta ocasión, como el único cuyos pensamientos el huérfano podía conocer con seguridad. Y mientas la red simbólica buscaba formas mejores de expresar ese hecho, conexiones complejas se reforzaron y enlaces redundantes fueron desapareciendo.

No había diferencia entre
el modelo de las creencias de Yatima sobre los otros ciudadanos
, enterrado dentro del símbolo para Yatima... y
los modelos de los otros ciudadanos
, dentro de sus respectivos símbolos. La red al fin se dio cuenta y se puso a desechar pasos intermedios innecesarios. El modelo de las creencias de Yatima se convirtió en todo el ancho modelo del conocimiento simbólico del huérfano.

Y
el modelo de las creencias de Yatima sobre la mente de Yatima
se convirtió en
el modelo total de la mente de Yaúma
no un duplicado diminuto, o un resumen tosco, sino un manojo afinado de conexiones que regresaba sobre si mismo.

El flujo de consciencia del huérfano recorrió esas nuevas conexiones, momentáneamente inestables por la retroalimentación:
pienso que Yatima piensa que yo pienso que Yatima piensa...

A continuación la red simbólica identificó las últimas redundancias, cortó algunos enlaces internos y la regresión infinita colapsó en una única resonancia, simple y estable:

Estoy pensando..
.

Estoy pensando que sé lo que estoy pensando
.

Yatima dijo:

—Sé lo que estoy pensando.

Inoshiro respondió despreocupadamente:

—¿Qué te hace creer que le importa a alguien?

Por cinco mil vigésimo tercera vez, el conceptorio comprobó la arquitectura de la mente del huérfano con respecto a la definición que tenía la polis de la autoeonsciencia.

Ahora se satisfacían todos los criterios.

El conceptorio recurrió a una parte de si mismo que controlaba el útero y lo paró, parando al huérfano. Modificó ligeramente la maquinaria del útero, permitiéndole la ejecución independiente, permitiéndole ser reprogramado desde el interior. A continuación construyó una firma para el nuevo ciudadano — dos números únicos de un megadígito, uno privado y el otro público— y los empotró en el
cifrador
del huérfano, una pequeña estructura que había permanecido dormida, esperando esas claves. Envió una copia de la firma pública a la polis, para ser catalogada, para ser censada.

Finalmente, el conceptorio pasó la máquina virtual que había sido el útero a manos del sistema operativo de la polis, cediendo todo poder sobre el contenido. Liberándola, como una cesta enviada por un río. Ahora era el
exoyó
del nuevo ciudadano, una concha, un caparazón no consciente. El ciudadano tenía libertad para reprogramarlo a voluntad, pero la polis no permitiría que otro software lo tocase. La cesta era insumergible, excepto desde el interior.

Inoshiro dijo:

—¡Para! ¿Ahora quién finges ser?

Yatima no precisó separar los navegadores; il sabía que su icono no había cambiado de apariencia, pero ahora emitía una etiqueta gestalt. Era del tipo que había visto emitir a los otros ciudadanos la primera vez que había visitado el panorama del cerdo volador.

Blanca envió a Yatima un tipo diferente de etiqueta; contenía un número aleatorio codificado por medio de la mitad pública de la firma de Yatima. Antes de que Yatima pudiese preguntarse por el significado de la etiqueta, su cifrador respondió automáticamente al desafío: decodificando el mensaje de Blanca, volviéndolo a cifrar con la firma pública de Blanca y devolviendo un tercer tipo de etiqueta.
Declaración de identidad. Desafío. Respuesta
.

Blanca dijo:

—Bienvenido a Konishi, ciudadano Yatima. —Il se volvió hacia Inoshiro, quien repitió el desafío de Blanca para luego murmurar por lo bajo y taciturnamente—. Bienvenido, Yatima.

Gabriel dijo:

—Y bienvenido a la Coalición de Polis.

Yatima miró a los tres, desconcertado... sin prestar atención a las palabras ceremoniales, intentando comprender qué había cambiado en su interior. Veía a sus amigos, y a las estrellas, y a la multitud, y sentía su propio icono... pero a pesar de que esas ideas y percepciones ordinarias fluían sin problemas, un nuevo tipo de pregunta parecía girar a través del espacio negro que había detrás. ¿
Quién piensa esto? ¿Quién ve estas estrellas, a estos ciudadanos? ¿Quién se interroga sobre sus pensamientos y sobre lo que ve
?

Y la respuesta le llegó no en palabras, sino como el murmullo de respuesta de un símbolo entre miles que se alzó para reclamar a todos los demás. No para reflejar todos los pensamientos, para unirlos. Para mantenerlos unidos, como una piel.

¿
Quién piensa esto
?

Yo
.

2. Minería de verdad

POLIS KONISHI, TIERRA

23 387 281 042 016 TEC

18 de mayo 2975, 10:10:39.170 TU

—¿Con qué tienes problemas?

El icono de Radiya era un esqueleto sin carne formado por ramas y ramitas, una calavera tallada a partir de un tocón lleno de nudos. Su panorama hogar era un bosque de robles; siempre se veían en el mismo claro. Yatima no estaba seguro de si Radiya pasaba mucho tiempo allí, o si cuando estaba trabajando il se sumergía en espacios matemáticos abstractos, pero la aleatoriedad compleja y arbitraria del bosque resultaba un fondo curiosamente armónico para los objetos espartanos que conjuraban para su exploración.

—Curvatura espacial. Sigo sin comprender de dónde surge. —Yatima creó una masa translúcida, flotando como a la altura del pecho entre il y Radiya, con media docena de triángulos negros incrustados—. Si comienzas teniendo una variedad, ¿no deberías poder imponerle cualquier geometría que te parezca? —Una variedad era un espacio que sólo contenía dimensión y topología; nada de ángulos, ni distancias, ni líneas paralelas. Mientras hablaba, la masa se estiró y se dobló, y los lados de los triángulos se agitaron y ondularon—. Creía que la
curvatura
existía en un nivel totalmente nuevo, un nuevo conjunto de reglas que podías definir como te viniese en gana. De forma que podrías escoger curvatura cero en todas partes si eso fuese lo que quisieses. — Enderezó todos los triángulos para formar figuras rígidas y planas—. Ahora ya no siento tanta seguridad. Hay algunas variedades simples bidimensionales, como una esfera, donde no veo cómo aplanar la geometría. Pero tampoco puedo demostrar que sea imposible.

Radiya dijo:

—¿Qué hay del toroide? ¿Puedes dar una geometría euclídea a un toroide?

—Al principio no podía. Pero he encontrado la forma.

—Muéstramelo.

Yatima hizo desaparecer la masa y creó un toroide, de un delta de ancho y un cuarto de delta de alto, con una superficie blanca marcada por una rejilla de meridianos rojos y círculos azules de latitud. En la biblioteca había encontrado una herramienta estándar para tratar como un panorama la superficie de cualquier objeto; lo reescaló todo, forzó que los rayos de la luz siguieran la geodésica de la superficie y añadió un ligero grosor para que no tuvieran la necesidad de hacerse tridimensionales Ofreciendo cortésmente la dirección para que Radiva pudiese seguirlo, Yatima saltó al panorama del toroide.

Llegaron de pie en el anillo exterior —el «ecuador» del toroide— mirando al «sur». Con Los rayos de luz limitados a la superficie, el panorama parecía no tener límites, aunque Yatima veia claramente la parte posterior de su icono y el de Radiya, a una breve revolución por delante, y por el espacio entre illos podía entrever a un Radiya al doble de distancia. El claro del bosque no estaba por ninguna parte; por encima sólo había oscuridad.

Mirando directamente al sur la perspectiva era casi por completo lineal, con los meridianos rojos que rodeaban al toroide ofreciendo la impresión de converger hacia un punto de fuga distante. Pero al este y oeste las líneas azules de latitud —que de cerca parecían casi rectas y paralelas— parecían divergir muy rápidamente al acercarse a una distancia critica. Los rayos de luz que circunnavegaban el anillo exterior del toroide convergían, como si los enfocase una lente de aumento, en un punto situado directamente en el lugar opuesto de donde habían partido... por tanto, la imagen enormemente distendida de un punto diminuto del ecuador, situado exactamente a mitad de camino alrededor del toroide, ocupaba todo el campo de visión y hacía a un lado la imagen de todo lo situado al norte o al sur de su posición. Más allá del punto medio las líneas azules volvían a unirse y presentaban durante un tiempo algo similar a la perspectiva normal, antes de dar la vuelta completa y repetir el efecto. Pero en esta ocasión la vista estaba bloqueada por una ancha banda de violeta con un delgado borde blanco en la parte superior, ocupando todo el horizonte: el propio icono de Yatima, distorsionado por la curvatura. Si Yatima miraba en sentido opuesto a Radiya también era visible una lista verde y marrón, oscureciendo parcialmente la violeta y negra.

—La geometria de esta inmersión no es euclídea, evidentemente. —Yatima esbozó unos triángulos en la superficie a sus pies—. La suma de los ángulos de un triángulo depende de dónde lo ponemos: más de 180 grados aquí, cerca del anillo externo, pero menos de 180 cerca del anillo interno. En medio, más o menos se mantiene en equilibrio.

Radiya asintió.

—Vale. Entonces, ¿cómo lo mantienes en equilibro en todas partes... sin modificar la topología?

Yatima lanzó un flujo de etiquetas al objeto panorama y la vista inició su transformación. Los iconos distorsionados en el horizonte a este y oeste fueron encogiéndose, y las líneas azules de latitud se fueron enderezando. Al sur, la región estrecha de perspectiva lineal se expandía rápidamente.

—Si pliegas un cilindro para formar un toroide, las lineas paralelas del eje del cilindro se convierten en círculos de diferentes tamaños; ése es el verdadero origen de la curvatura. Y si intentas hacer que esos circuios tengan todos el mismo tamaño, no habría forma de mantenerlos separados; ese proceso aplasta el cilindro. Pero eso sólo es cierto en
tres dimensiones
.

Ahora las líneas de la cuadrícula eran todas rectas, con perspectiva perfectamente lineal en todas partes. Tenían la impresión de estar de pie en un plano ilimitado, con sólo las imágenes repetidas de sus iconos para demostrar que no era asi. Los triángulos también se habían enderezado; Yatima realizó dos copias idénticas de uno de ellos, luego maniobró con los tres para formar un abanico que demostraba que los ángulos sumaban 180 grados.

—Topológicamente, nada ha cambiado; no he realizado ni cortes ni uniones en la superficie. La única diferencia es...

Il saltó de vuelta al claro del bosque. El toroide parecía haberse transformado en una corta banda cilindrica; los círculos azules y grandes de latitud tenían ahora el mismo tamaño...pero los círculos rojos y pequeños, los meridianos, parecían haberse aplastado hasta convertirse en líneas rectas.

——Roté cada meridiano 90 grados en una cuarta dimensión espacial. Parecen planos simplemente porque los estamos viendo de lado. —Yatima había ensayado el truco con análogos de menos dimensiones: cogiendo la banda entre un par de circuios concéntricos y retorciéndola 90 grados fuera del plano, apoyándola sobre el borde; la dimensión extra dejaba espacio para que toda la banda tuviese un radio uniforme. Con un toroide era básicamente lo mismo; todos los circuios de latitud podían tener el mismo radio, siempre que se les asignase diferentes «alturas» en una cuarta dimensión para poder seguir distinguiéndolos.

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