Authors: Jens Lapidus
Leyó los textos de las fundas. Hablaban de que sin duda se iba a marchar a Estocolmo.
Disfrutaban de estar juntos.
En la pared de la izquierda había una librería empotrada y dos armarios con puertas de espejo.
En la librería había libros para chicas sin leer y CD, pero sólo los que no se había llevado consigo a Estocolmo. Un estéreo Sony, regalos de la confirmación. A Camilla le gustaba la música más que leer.
JW abrió los armarios.
Ropa: vaqueros elásticos, faldas mini, tops de colores pastel que dejaban el estómago a la vista, cazadora vaquera. Un abrigo negro de pana. JW se acordaba de cuando Camilla llegó a casa con él. Se lo había comprado en H&M de Robertsfors por cuatrocientas noventa y nueve coronas. Demasiado caro, opinó su madre.
Junto a los tops doblados había una caja para guardar cosas con cantoneras de metal. JW no la había visto nunca. Cartón duro gris. JW reconocía ese tipo de caja, las había parecidas en las tiendas Granit de Estocolmo.
Sacó la caja y la puso sobre la cama.
Estaba llena de postales.
Media hora más tarde, ya había leído todas las postales. En total diecisiete. Camilla llevaba viviendo en Estocolmo tres años escasos cuando desapareció. Durante ese tiempo fue a casa en tres ocasiones. Margareta, triste. Bengt, molesto.
Era evidente que de todas maneras había mandado postales. Cartas que JW nunca había visto y que Margareta había conservado y guardado en la habitación de Camilla. Quizá pensara que ése era su sitio, como si ningún otro lugar fuera lo suficientemente sagrado para conservar los fragmentos de la vida incompleta de su hija.
La mayoría tenía un contenido que él ya conocía. Camilla describía por encima la vida de Estocolmo. Tenía un trabajo extra en un café. Salía con las otras camareras. Vivía en un estudio de Södermalm que alquilaba por medio del dueño del café. Estudiaba en la Komvux. Dejó el café y empezó en un restaurante. En un sitio ponía que se había subido a un Ferrari.
Ni una palabra sobre Jan Brunéus.
En algunas cartas mencionaba a su novio. No decía el nombre, pero estaba claro: el novio era el dueño del coche.
Una postal, la última, contenía novedades para JW.
Hola, mamá:
Me encuentro bien. Las cosas me van bien y he dejado el trabajo del restaurante. Ahora trabajo como camarera en un bar. Tengo un buen sueldo. He pensado que voy a pasar de la Komvux. La próxima semana me iré a Belgrado con mi novio.
¡Saludos para papá y Johan!
Besos y abrazos,
Camilla
Eso era algo que JW no sabía: que Camilla había estado o había pensado ir a Belgrado. Con su novio.
Saco una sencilla conclusión: ¿por qué iba alguien a Belgrado? Porque era de allí.
¿Quién era de allí? El hombre del Ferrari.
Era un yugoslavo.
Stefanovic de orador. Probablemente no conocía el concepto de consultoría estratégica pero si hubiera estado en Ernst&Young, habrían estado orgullosos.
Era algo serio. Organizado. En la sala VIP del piso superior del establecimiento de Radovan, la élite reunida en torno a una mesa de reuniones. Radovan, Mrado, Stefanovic, Goran y Nenad. Las conversaciones se mantenían en serbio.
Mrado: responsable de los guardarropas y demás actividad de protección/extorsión.
Stefanovic: guardaespaldas de Radovan y jefe de economía.
Goran: dirigía el contrabando de alcohol y tabaco.
Nenad: el mayor proveedor de cocaína de los camellos de Estocolmo, que además se encargaba del negocio de las putas, burdeles clandestinos y servicio de
callgirls
{56}
. Abarcaba todo el espectro de servicios. De entre los colegas, Nenad era el más cercano a Mrado; veía en él el mismo impulso de independencia que él también sentía. No era un lameculos como Goran o Stefanovic.
La sala y el local habían sido inspeccionados durante horas. Tenían a la pasma encima. Stefanovic había buscado posibles micros: bajo las mesas, sillas, detrás de las lámparas, bajo las molduras. Habían comprobado la gente del bar un piso más abajo, los coches sospechosos en la calle, posibles cámaras en las ventanas de enfrente. La primera vez que la banda de Radovan se veía en vivo en más de un año y medio. Peligroso.
Stefanovic empezó ceremonioso:
—Señores, hace cinco meses se me encargó estudiar qué vamos a hacer con respecto a Nova. Ya lo conocéis. La policía de Estocolmo inició el proyecto hace medio año. En su punto de mira estamos nosotros y algunos otros grupos. Ya han capturado a más de cuarenta personas, sobre todo del extrarradio oeste. Treinta ya han sido juzgadas. El resto se está pudriendo en la cárcel a la espera de juicio. Todos los que estamos en esta sala figuramos en su lista de las ciento cincuenta personas que componen el núcleo del crimen organizado de esta ciudad.
Goran se rió:
—¿De dónde se habrán sacado semejante tontería?
Stefanovic le cortó:
—Muy gracioso, Goran. ¿Eres tonto porque eres un don nadie o eres un don nadie porque eres tonto?
Goran abrió la boca. La volvió a cerrar, sin decir palabra. Como un pez.
Radovan le miró. Por lo general Goran era su ojito derecho; ahora quería seriedad. Mrado pensó: un punto menos para Goran.
Stefanovic dio un trago de agua mineral.
—Durante los últimos años nos hemos centrado en nuestras cinco diferentes actividades. Como además sabéis, claro que llevamos algunos otras cosas apetitosas: falsificación de cargas, cosas de IVA, etcétera. En total facturamos aproximadamente sesenta millones de coronas al año. A esto le deducimos los gastos generales, el precio del blanqueo de la pasta y la remuneración de los chicos. Quedan aproximadamente unos quince, netos. A esto añadimos las ganancias de vuestras y nuestras actividades legales conjuntas. Clara's, Diamond, Q-court. La compañía de derribos y los videoclubes, etcétera. Todos sois accionistas de una u otra formas. Vivís bien de esto. Pero los sectores funcionan de manera diferente Varían los márgenes. El negocio de las putas va a toda marcha. El tabaco va bien. La farla por las nubes. ¿No, Nenad? ¿Cómo está el precio actualmente?
Nenad habló despacio.
—Compramos a cuatrocientas cincuenta. Vendemos a entre novecientas y mil cien. Después de gastos ganamos de media cuatrocientas por gramo si no lo cortamos.
—Está bien. Pero todo se puede mejorar. Si podemos aproximarnos a las clientes, podemos bajar más los precios. Además, la cocaína es el sector con más riesgos. No hay que poner todos los huevos en la misma cesta. Es importante que tengamos actividades diferentes en funcionamiento simultáneamente. El riesgo con el perico es muy alto. Tenemos que ser flexibles y poder alternar entre las diferentes áreas, dependiendo de la relación entre riesgo y precio.
Radovan asintió.
A Mrado no le sorprendía el nivel de la conferencia. Había hablado con Stefanovic dos días antes, cuando le contó las instrucciones que había recibido de Radovan:
—La presentación es para hombres de negocios profesionales que se dedican al crimen. Se trata de cifras, estadísticas. Análisis de antecedentes, previsiones, soluciones constructivas. Nada de charla simple de gángsteres.
Sin embargo, Mrado sorprendido. Una descripción inusualmente abierta del imperio de Radovan. Claro que Mrado y los demás sabían aproximadamente lo que abarcaba la estructura de Don R; pero ésta era la primera vez que R en persona, por medio de Stefanovic, describía las cifras en detalle.
Mrado observó a los hombres alrededor de la mesa.
Todos con trajes de primera. Hombros anchos. Nudos de corbata anchos como los de los reporteros de deportes del Canal 4. Amplias sonrisas cuando oían las cifras.
Radovan en el lado corto de la mesa. La cabeza echada hacia atrás, la barbilla hacia arriba. Daba la impresión de que quería tener una visión de los otros desde arriba. Concentrado, gesto duro.
Stefanovic: aspecto insignificante. Mrado sabía la verdad: era el otro medio cerebro de Radovan.
Goran se encontraba sentado con los brazos cruzados sobre el pecho. Casi tan cachas como Mrado. Casi tan retorcido como un adolescente en rebelión. Seguía a Stefanovic con la mirada. Escuchaba y analizaba la estrategia. Tenía delante un cuaderno.
Nenad iba al estilo Stureplan. Pelo engominado hacia atrás, traje de raya diplomática, camisa rosa. Pañuelo de seda a juego en el bolsillo del pecho de la chaqueta. Lo que le delataba era la cruz serbia tatuada en las manos. El rey de la cocaína/jefe de los chulos con aspecto de rey de la cocaína/jefe de chulos. Intentaba mostrar una actitud relajada: voz pausada, movimientos lentos, pero siempre estaba nervioso.
Stefanovic se levantó. Paseó de un extremo a otro de la habitación una y otra vez.
—Permitidme que os haga un breve resumen histórico.
Goran tomaba notas.
—Durante los últimos años ha surgido competencia. Cuando se cargaron a Jokso en 1998, muchos de nosotros pensamos que las cuotas de mercado estaban libres para apoderarse de ellas, que no había muchos que tuvieran la intención de repartírselas. Luego llegó la paz de 2001 entre los Ángeles del Infierno y Bandidos. Recordaréis las condiciones. Ninguna de las bandas se expandiría. Estaban presentes en Malmö, Helsingborg y dos sitios de la costa oeste. Pero fueron listos, en lugar de hacer crecer los clubes originales, crecieron los filiales: Red & White Crew y Red Devils, X-Team y Amigos MC.
We are the people your parents warned you about
{57}
, como ellos mismos dicen. Chicos malos. Hoy en día Suecia está llena de ellos, también aquí en Estocolmo. No siendo esto suficiente, las bandas de las cárceles se han puesto en marcha en serio, Original Gangsters, Hermandad Wolfpack, Fucked for Life y otros. Al principio eran grupos sin organización de jóvenes criminales y macarras creciditos. Hoy en día están casi tan bien organizados como las bandas de moteros, incluso fuera de la cárcel. Aún más, la mafia rusa, bandas estonias, por no hablar de Naser, a ésos los conocemos bien, y los cabrones de los polacos con su importación ilegal de Mercedes se han hecho con grandes sectores del mercado. ¿Qué ha pasado?
Stefanovic los miró uno a uno. Eran tíos curtidos. Lo que había contado no era ninguna novedad. Pese a ello, en su mirada se notaba que comprendían que los yugoslavos quizá ya no fueran los más grandes, los más malos, los más guapos. La edad de oro se había terminado. Ya no eran los señores del castillo.
Nenad se colocó un mechón engominado.
—Puedo explicar lo que ha pasado. En este país dejan entrar a demasiados pateros, joder, primero los albano-kosovares, los tíos chungos de Naser, y los demás. Luego todos los gambianos, asquerosos; son los dueños de la mitad de toda la heroína de esta ciudad. Y los rusos, una cosa de locos, trafican con tabaco junto con Bandidos. Alianzas impías. Peores que los croatas, los eslovenos y los americanos juntos. Cierra las fronteras. Expulsa a cada tío con aspecto de oriental que cruce la frontera con el culo lleno de droga.
Stefanovic dijo:
—Hay mucho de verdad en lo que dices. Pero no son sólo los nuevos inmigrantes los que han creado la competencia. Vemos nuevas alianzas. Nuevas bandas. Han aprendido de nosotros y de las bandas de moteros de Estados Unidos. Nosotros tenemos algunas ventajas, todos venimos de la sagrada Serbia. Hablamos el mismo idioma, tenemos las mismas costumbres y contactos, somos homogéneos. Pero hoy en día eso no vale. En especial ahora, cuando la paz se ha roto. Está teniendo lugar una nueva guerra; y nos afecta. Hasta ahora han caído dos de Bandidos, uno de los Ángeles del Infierno y uno de OG. Pero nosotros también hemos sido castigados. Todos sabéis lo que ha sucedido. Hace dos meses dispararon a uno de los nuestros, resultó herido grave. Esto seguirá si no hacemos algo; la guerra, el proyecto Nova. He pensado en esto. Radovan ha pensado en esto. Mrado y yo hemos hablado con algunos más, de lo cual os vamos a hablar más adelante. En resumen, hay muchos más jugadores que, por ejemplo, hace cinco años, la paz se ha roto y la policía está reforzando sus posiciones por medio del puto proyecto Nova. Nos señalan, se infiltran, alteran los equilibrios. Cuando cae gente dentro de unos grupos determinados, los otros grupos se piensan que tienen vía libre para tomar el relevo. Hacemos la guerra cuando deberíamos colaborar. Pero tenemos una propuesta para solucionar el problema. Mrado os la va a contar.
Stefanovic repartió un papel fotocopiado con nombres. Lo señaló.
—Éstas son las bandas que controlan el crimen organizado en Estocolmo. He escrito debajo de cada banda a lo que se dedican y en qué zonas de la ciudad. Por ejemplo, veis que los Ángeles del Infierno llevan guardarropas en toda la ciudad, algo de tráfico de drogas, especialmente en el extrarradio sur, introducción de precursores, máquinas de juego en toda la ciudad así como protección y extorsión. No hay más que comparar. Los que se dedican a los mismos negocios que nosotros y dónde actúan. Enseguida voy a pasarle la palabra a Mrado. Él ya ha hablado con algunas de las bandas de la lista. Ha discutido la solución.
Goran se inclinó sobre la mesa como si pensara que si no lo hacía los demás no le iban a oír.
—Sinceramente, no entiendo por qué tenemos que buscar una solución. No veo ningún problema, porque yo controlo totalmente mi negocio. Si hay alguien que tiene problemas, que se los resuelva él sólito.
Mensaje claro dirigido a Mrado y Nenad: No cumplís con vuestras funciones.
Stefanovic se apoyó con ambas manos en la mesa. Las mangas de la chaqueta le cayeron sobre la camisa y los gemelos, en forma de revólveres en miniatura. Se inclinó sobre la mesa, imitando a Goran.
—No hay mucho que discutir, Goran. Hacemos esto juntos. Evaluamos y analizamos lo que es mejor para Radovan y para nosotros. No sólo para ti. Si no lo entiendes, puedes discutir personalmente el asunto en privado con Rado.
End of story.
Fin de la historia.
La segunda vez en ese día que Goran la cagaba. La segunda vez que le daban una colleja. ¿Cuántas chorradas iba a aguantar Rado?
Radovan sentado tranquilo. La mirada fija en Goran. Juego de poder.
Goran le devolvió la mirada un microsegundo. Luego asintió con la cabeza.
Mrado se aclaró la garganta. Había preparado la charla la noche anterior. Algunas partes eran fuertes, Goian podría montarla de nuevo.