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Authors: Patrick Modiano

Dora Bruder (10 page)

BOOK: Dora Bruder
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Lo que sé sobre Hena se resume en pocas palabras: había nacido el 11 de diciembre de 1922, en Pruszkow, Polonia, y vivía en la calle Oberkampf, 142, una calle cuya cuesta he subido, como ella, muchas veces.

Annette Zelman. Tenía veintiún años. Era rubia.

Domiciliada en el bulevar de Strasbourg, 58. Vivía con un joven, Jean Jausion, hijo de un profesor de medicina. Había publicado sus primeros poemas en una revista sur realista,
Les Réverberes,
que había fundado con sus amigos poco antes de la guerra.

En 1942 a Annette Zelman y Jean Jausion se les veía a menudo en el café de Flore. Se refugiaron durante un tiempo en la zona libre. Y luego la desgracia había caído sobre ellos. Está resumida en la carta de un oficial de la Gestapo:

21 de mayo de los corrientes: Matrimonio entre judíos y no judíos.

He sabido que el súbdito francés (ario) lean lausion, estudiante de filosofía, 24 años, domiciliado en París, tiene la intención de casarse en Pentecostés con la judía Anna Malka Zelman, nacida el 6 de octubre de 1921 en Nancy.

Los propios padres de lausion desearían impedir como fuese esta unión, pero no saben cómo hacerla.

Por consiguiente, he ordenado la detención de la judía Zelman y su internamiento en el campo del cuartel de Tourelles…

y una ficha de la policía francesa:

Annette Zelman, judía, nacida en Nancy el 6 de octubre de 1921. Francesa: detenida el 23 de mayo de 1942. Encarcelada en la prisión preventiva de la Prefectura de policía del 23 de mayo al 10 de junio, trasladada a Alemania el 22 de junio. Motivo de la detención: proyecto de boda con un ario, lean lausion. Los novios han declarado por escrito que renuncian a cualquier proyecto de unión, conforme a los deseos del doctor H. lausion, que quería que fueran disuadidos y que la joven Zelman fuera devuelta a su familia sin ser molestada.»

Pero aquel médico, que utilizaba extraños medios de disuasión, era muy ingenuo: la policía no devolvió a Annette Zelman a su familia.

Jean Jausion partió como corresponsal de guerra el otoño de 1944. He encontrado el siguiente anuncio en un diario del 11 de noviembre de 1944:

Se busca. La dirección de nuestra publicación FrancTireur les estaría agradecida a las personas que pudieran dar noticias sobre la desaparición de uno de sus colaboradores, lean lausion, nacido el 20 de agosto de 1917 en Toulouse, domiciliado en la calle Théodore-de-Banville, 21, París. Salió el 6 de septiembre como reportero de Franc-Tireur con una joven pareja de maquis veteranos, los Leconte, en un Citroen 11 negro, tracción delantera, matrícula RN 6283, llevando detrás la inscripción Franc Tireur de color blanco.

He oído decir que Jean Jausion había lanzado su coche contra una columna alemana. Los había ametrallado antes de que pudieran responder y había encontrado la muerte que había ido a buscar.

El año siguiente, 1945, apareció un libro de Jean Jausion. Se titulaba
Un hombre camina por la ciudad.

Hace dos años encontré por casualidad, en una librería de los muelles del Sena, la última carta de un hombre que partió en el convoy del 22 de junio, con Claudette Bloch, Josette Delimal, Tamara Isserlis, Hena, Annette, la novia de Jean Jausion…

La carta estaba en venta, como cualquier otro autógrafo, lo que quería decir que sus destinatarios y sus parientes más próximos habían desaparecido también. Un pequeño cuadrado de papel cubierto por ambas caras de una escritura minúscula. La había escrito un tal Robert Tartakovsky en el campo de Drancy. He sabido que había nacido en Odesa, el 24 de noviembre de 1902, y que había tenido una sección de arte en el diario
L'Illustration
antes de la guerra. Copio la carta, este miércoles 29 de enero de 1997, cincuenta y cinco años después.

19 de junio de 1942. Viernes. Señora TARTAKOVSKY.

Calle de Godefroy-Cavaignac, 50. París XI.

Anteayer me llamaron para salir. Estaba preparado moralmente desde hace tiempo. El campo está atestado, muchos lloran, tienen miedo. Lo único que me fastidia es que no me ha llegado la ropa que había pedido hace ya tiempo. Os he enviado un bono de paquete indumentario: ¿tendré a tiempo lo que necesito? No quisiera que mi madre, ni nadie, se preocupara por mí. Haré lo posible por regresar sano y salvo. Si no tenéis noticias no os preocupéis, si es necesario acudid a la Cruz Roja. Reclamad en la comisaría de Saint-Lambert (ayuntamiento del distrito XV), metro Vaugirard, los papeles retenidos el 3/5. Reclamad mi certificado de voluntario número 10107, no sé si está en el campo y si me lo devolverán. Os ruego que llevéis una prueba de imprenta de Albertine a casa de la señora BIANOVICI, calle Deguerry, 14, París, XI; es para un compañero de habitación. Dicha persona os dará mil doscientos francos. Escribidle antes para estar seguros de encontrarIo. El escultor será llamado por los Trois Quartiers a su galería de arte, es resultado de mis gestiones con el señor Gompel, internado en Drancy: si la galería quisiera la totalidad de la edición, reservad de todas maneras tres pruebas, diréis que ya han sido vendidas o que están reservadas para el editor. Si el molde aguanta, siguiendo el mencionado pedido, podéis tirar dos pruebas más de lo pensado. Desearía que no os atormentaseis y que Marthe se fuera de vacaciones. Mi silencio no significará nunca que la cosa va mal. Si esta nota os llega a tiempo enviadme el máximo de paquetes de comida, no voy a vigilar mi peso. Os devolverán la vajilla, están prohibidos los cuchillos, hojas de afeitar, estilográficas, etc. Incluso las agujas. En fin, me las apañaré como pueda. Se agradecerían galletas de soldado o pan ázimo. En mis cartas anteriores os hablaba de un compañero llamado PERSIMAGT, mirad por él en la embajada de Suecia (frene), es bastante más alto que yo y va hecho un mendigo (ver Gattegno, calle Grande-Chaumiere, 13). Os agradecería me enviarais una o dos buenas pastillas de jabón, jabón de afeitar, brocha, cepillo de dientes y cortaúñas; todo se mezcla en mi mente, me gustaría mezclar lo práctico con todo lo que querría deciros. Salimos cerca de un millar de personas. También hay arios en el campo. Se les obliga a llevar la insignia judía. Ayer el capitán alemán Doncker vino al campo, ha sido una huida loca. Recomendad a todos los amigos que se marchen si pueden, que busquen aires mejores en otra parte, pues aquí hay que abandonar toda esperanza. No sé si nos llevarán a Compiegne antes del gran viaje. No os envío ropa interior, ya la lavaré yo mismo. La cobardía de la mayor parte de la gente de aquí me horroriza. Me pregunto qué harán cuando estemos allá lejos. Visitad a la señora Salzman, no para pedirle nada sino para informaros. Quizá encuentre aquí al que Jacqueline quería liberar. Recomendadle prudencia a mi madre, hay detenciones cada día, aquí hay jóvenes de 17 y 18 años y viejos de 72. Hasta el lunes por la mañana podéis enviar, incluso varias veces, paquetes. Telefonead a la UGIF, calle de la Bienfaisance, y si ya no funciona no dejéis que os manden a paseo, aceptarán los paquetes que enviéis a las direcciones habituales. No he querido alarmaras en mis cartas anteriores a pesar de que me sorprendió no recibir lo que debía constituir mi equipo de viaje. Tengo intención de enviarle mi reloj, y quizá mi estilográfica, a Marthe, se los confiaré a B. En los paquetes de comida no metáis nada que se estropee por si tienen que viajar detrás de mí. Fotos sin correspondencia en paquetes de comida o ropa interior. Probablemente os remita los libros de arte, que os agradezco mucho. Seguramente estaré fuera todo el invierno, estoy preparado, no os preocupéis. Releed mis cartas. Veréis lo que me hace falta y que ahora no me viene a la cabeza. Ropa de lana que zurcir. Bufanda. Stérogyl15. El azúcar se pulveriza en el frasco de metal de mi madre. Lo que me fastidia es que rapan a todos los deportados y que eso los identifica aún más que la insignia. En caso de que el Ejército de Salvación se disperse, queda el centro, al que enviaré noticias, avisad a Irene.

Sábado, 20 de junio de 1942. Mis tres queridas: ayer recibí paquetes, gracias por todo. No sé, pero temo una partida precipitada. Hoy me van a pelar al cero. A partir de esta noche los que vayan a salir serán encerrados en un cuerpo de edificio especial y vigilados de cerca, acompañados incluso al váter por un gendarme. Una atmósfera siniestra se cierne por todo el campo. No creo que pasemos por Compiegne. Sé que nos van a dar víveres para tres días de viaje. Temo partir antes de recibir más paquetes, pero no os preocupéis, el último ha sido muy abundante y además aún me quedaba todo el chocolate, las conservas y el salchichón. Estad tranquilas, os tendré en mi pensamiento. Querría confiarle mis discos de Petrouchka a Marthe el 28/7, es una grabación completa en 4 d. Vi ayer por la noche a B. para agradecerle sus atenciones, él sabe que he defendido desde aquí las obras del escultor ante personalidades. Soy feliz fotos recientes que no le he enseñado a B., me he disculpado por no darle fotos de la obra, pero le he dicho que puede pedirlas por su cuenta. Lamento interrumpir las ediciones, pero si vuelvo pronto ya habrá tiempo de continuar. Me gusta la escultura de Lenroy, habría editado con gusto una reproducción reducida a la medida de mis posibilidades, y a pocas horas de mi partida la idea no me deja.

Os pido que acompañéis a mi madre, pero sin desatender vuestras necesidades, claro. Transmitidle a Irene, su vecina, mi ruego. Mirad de telefonear al doctor André ABAD! (si aún se halla en París). Decidle a André que encontré a la persona de la cual tiene la dirección el 1 de mayo pero que me detuvieron el 3 (¿es una coincidencia?). Quizá esta nota desordenada os asombre, pero el ambiente es penoso, son las 6.30 h de la mañana. Tengo que enviar en seguida lo que no me voy a llevar, temo llevarme demasiado. Si les apetece, los que registran pueden enviar una maleta a paseo si falta sitio o según estén de humor (son miembros de la policía para asuntos judíos, colaboracionistas o chivatos). Sin embargo, me vendrá bien. Haré una selección. Cuando dejéis de tener noticias mías no os apuréis, no corráis, tened paciencia, tened confianza en mí, decidle a mi madre que prefiero hacer este viaje, pues he visto partir a otros (ya os lo he dicho) hacia el Más Allá. Lo que me deprime es tener que separarme de mi estilográfica, no tener derecho a tener papel (un pensamiento ridículo me pasa por la cabeza: los cuchillos están prohibidos y yo no poseo ni un simple abrelatas). No exagero, no me apetece ni está el ambiente para eso: los enfermos y los inválidos también van a partir, y en número importante. Pienso en Rd.; espero que se halle definitivamente a salvo. En casa de Jacques Daumal tengo toda clase de cosas. Creo que es inútil sacar libros de casa, pero sois dueñas de hacerla. ¡Mientras tengamos buen tiempo durante el viaje! Ocupaos de los subsidios de mi madre, que la ayuden los de la UGIF. Espero que ya os hayáis reconciliado con]acqueline: es desconcertante pero en el fondo es una chica muy maja (el tiempo se aclara, va a hacer un buen día). No sé si habéis recibido mi carta ordinaria y si me contestaréis antes de salir. Pienso en mi madre, en vosotras. En todos los compañeros que tan afectuosamente me han ayudado a conservar mi libertad. Gracias de todo corazón a los que me han ayudado a «pasar el invierno». Voy a dejar esta carta sin acabar. Tengo que preparar la bolsa. A toda prisa. Estilográfica y reloj a Marthe, diga lo que diga mi madre, esta nota para el caso de que no pueda continuar. Mamá querida, y vosotras, queridas mías, os abrazo con emoción. Sed valientes. Hasta pronto, ya son las 7.

Durante dos domingos de abril de 1996 recorrí los barrios del este, donde estaban ubicados el internado del Sagrado Corazón de María y el campo de Tourelles, con la esperanza de encontrar huellas de Dora Bruder. Me parecía mejor hacerlo en domingo, cuando la ciudad está desierta, en bajamar.

No queda nada del Sagrado Corazón de María. Un bloque de pisos modernos se alza en la esquina de la calle Picpus con la de Estación de Reuilly. Parte de los edificios llevan los últimos números impares de esa calle, donde estaban antes los muros sombreados de árboles del pensionado. Un poco más lejos, y enfrente, lado de los pares, la calle no ha cambiado.

Cuesta creer que en el 48 bis, cuyas ventanas daban al jardín del Sagrado Corazón de María, la policía detuviera a nueve niños y adolescentes una mañana de julio de 1942, mientras Dora Bruder era internada en el campo de Tourelles. Se trata de un edificio de cinco plantas de ladrillo claro. Dos ventanas en cada piso encuadran otras dos ventanas más pequeñas. El número 40, alIado, es un edificio grisáceo en fase de reforma. Delante, se alzan un muro de ladrillo y una reja. Enfrente, en la misma acera que bordeaba el muro del pensionado, hay pequeños edificios que se han conservado tal como eran. En el número 54, justo antes de llegar a la calle Picpus, había un café regentado por una tal señorita Lenzi.

De repente tuve la certidumbre de que la tarde de su fuga Dora se había alejado del pensionado siguiendo la calle de la Estación de Reuilly. La veía, recorriendo el muro del pensionado. Quizá porque la palabra «estación» evoca el acto de huir.

Al cabo de un rato de caminar por el barrio sentí el peso de la tristeza de otros domingos, cuando había que regresar al internado. Estaba seguro de que ella bajaba en el metro de Nation. Retrasaba el momento en que franquearía el porche y atravesaría el patio. Se paseaba un poco más, al azar, por el barrio. La tarde caía. La avenida Saint-Mandé es tranquila, bordeada de árboles. He olvidado si había alguna explanada. Se pasa por delante de la antigua boca de metro de Picpus. ¿Salía a veces por aquella boca? A la derecha, la avenida Picpus es más fría y desolada que la avenida Saint-Mandé. Sin árboles, creo. Qué soledad la de esos regresos el domingo por la tarde.

El bulevar Mortier está en cuesta. Baja hacia el sur.

Para llegar hasta él, aquel domingo 28 de abril de 1996, hice el siguiente recorrido: calle Archives. Calle Bretagneo Calle de las Hijas del Calvario. Luego subí por la calle Oberkampf, donde había vivido Hena.

A la derecha, el panorama de árboles a lo largo de la calle Pyrénées. Calle Ménilmontant. Bajo el sol, los bloques de pisos del número 140 se encontraban desiertos. En el último tramo de la calle Saint-Fargeau tenía la impresión de recorrer un pueblo abandonado.

El bulevar Mortier está bordeado de plátanos.

Donde acaba, justo antes de llegar a la puerta de Lilas, aún se pueden ver los edificios del cuartel de Tourelles.

Aquel domingo el bulevar estaba desierto y sumido en un silencio tan profundo que se escuchaban los susurros de los plátanos. Un alto muro rodea el antiguo cuartel de Tourelles y oculta los edificios. Recorrí el muro. Había una placa en la que pude leer:

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