Bowden asintió.
—¿No somos
nosotros
el coche veintiocho? —me preguntó, frunciendo el ceño un poco.
Cogí el micrófono.
—Coche veintiocho, hable.
—¡Al fin! —dijo una voz aliviada por el altavoz—. Tengo al coronel Rutter de la CronoGuardia que quiere hablar con ustedes.
Bowden se acercó para poder oír mejor. Nos miramos, al no estar seguros de qué sucedería a continuación; una reprimenda o un montón de felicitaciones, o, como sucedió finalmente, ambas cosas.
—Agentes Next y Cable. ¿Pueden oírme? —dijo por la radio una voz profunda.
—Sí, señor.
—Bien. ¿Dónde están?
—A unos diez kilómetros de Haworth.
—Hasta allá arriba, ¿eh? —Rió a carcajadas—. De maravilla. —Se aclaró la garganta. Podíamos sentir que se aproximaba—. Extraoficialmente, ése fue uno de los actos más valerosos que he presenciado. Salvaron gran número de vidas y evitaron que el suceso se convirtiese en un evento importante. Los dos pueden sentirse orgullosos de sus actos y para mí sería un honor tener a dos buenos agentes como ustedes a mis órdenes.
—Gracias, señor, yo…
—¡Todavía estoy hablando! —respondió, haciendo que los dos diésemos un salto—. Pero
oficialmente
, rompieron todas las reglas del manual. Y debería clavarles el culo a la pared por no seguir el procedimiento. Si alguna vez intentan algo parecido, lo haré sin dudarlo. ¿Está claro?
—Muy claro, señor.
Miré a Bowden. Sólo había una pregunta que nos interesase.
—¿Cuánto tiempo hemos estado fuera?
—Estamos en el año 2016 —dijo Rutter—.
¡¡¡Han estado fuera treinta y un años!!!
Mansión Haworth
«Algunos dirían que la CronoGuardia tiene un gran sentido del humor. Yo diría simplemente que son un incordio. He oído que solían meter a los nuevos reclutas en trajes de gravedad y lanzarlos una semana en el futuro sólo por diversión. Prohibieron el juego cuando un recluta desapareció fuera del cono. Teóricamente sigue ahí, justo fuera del tiempo, incapaz de regresar e incapaz de comunicarse. Se calcula que nos pondremos a su altura dentro de catorce mil años —por desgracia, él sólo habrá envejecido doce minutos—. Vaya una gracia.»
T
HURSDAY
N
EXT
Una vida en OpEspec
Los dos fuimos víctimas del retorcido sentido del humor de la CronoGuardia. Eran apenas las doce pasadas del día siguiente. Sólo habíamos estado fuera siete horas. Los dos ajustamos los relojes y condujimos lentamente hasta Haworth, cada uno atemperado por la experiencia.
En la mansión Haworth, pudimos presenciar en todo su esplendor el circo mediático. Yo había tenido la esperanza de llegar antes de que hubiese empezado en serio, pero el agujero de la M1 lo había impedido. Lydia Startright de la Toad News Network había llegado y grababa para el boletín del almuerzo. Se encontraba en los escalones exteriores de la mansión Haworth con un micrófono en la mano y se compuso antes de comenzar. Le hizo un gesto a la cámara para que empezase a grabar, adoptó una de sus expresiones más serias y arrancó.
—… Mientras el sol se alzaba esta mañana sobre la mansión Haworth, la policía comenzaba a investigar un robo audaz y un doble asesinato. En algún momento de la pasada noche, un asaltante desconocido disparó mortalmente a un guardia de seguridad cuando éste intentaba impedirle que robase el manuscrito original de
Jane Eyre
. La policía se encuentra en la escena del crimen desde primera hora de la mañana y todavía no ha ofrecido ningún comentario. Está bastante claro que se pueden establecer paralelismos con el robo del manuscrito de
Martin Chuzzlewit
que, a pesar de los esfuerzos continuados de la policía y OpEspec, todavía no se ha aclarado. Tras la extracción y asesinato del señor Quaverley, sólo puede deducirse que un destino similar espera a Rochester o a Jane. La Corporación Goliath, cuya presencia esta mañana resultó un hecho poco habitual, no hace ningún comentario…, como siempre.
—Y…
¡corten!
Eso estuvo
muy
bien, amor —declaró el productor de Lydia—. ¿Puedes hacerlo otra vez sin la referencia a Goliath? ¡Ya sabes que simplemente la cortarán!
—Que lo hagan.
—¡Lyds, niña…! ¿Quién paga las facturas? Me gusta la libertad de expresión tanto como a cualquiera, pero que sea en la emisora de otro, ¿mmm?
Ella pasó de él y miró a su alrededor cuando llegaba un coche. Su rostro se iluminó y se movió con rapidez, haciéndole un gesto al cámara para que le siguiese.
Un agente larguirucho como de cuarenta años, pelo plateado y bolsas bajo los ojos miró al cielo mientras ella se aproximaba, transformando su rostro poco amistoso con una sonrisa. Esperó pacientemente a que ella completase una breve introducción.
—Me encuentro con el detective inspector Oswald Mandias, departamento de investigación criminal de Yorkshire. Dígame, inspector, ¿cree que este crimen está relacionado de alguna forma con el robo
Chuzzlewit.
Él sonrió benigno, completamente consciente de que esa tarde aparecería en treinta millones de aparatos de televisión.
—Es demasiado pronto para saberlo; en su debido momento se emitirá la oportuna nota de prensa.
—¿No es éste un caso para los detectives literarios de Yorkshire, señor?
Jane Eyre
es uno de los tesoros más valiosos del país.
Mandias se detuvo para mirarla.
—Al contrario que otros departamentos de OpEspec, los detectives literarios de Yorkshire emplean las pruebas suministradas por la policía normal. Los detectives literarios no son policías y
no
hay sitio para ellos en una investigación policial.
—¿Por qué cree que la Corporación Goliath se presentó aquí esta mañana?
—¡Se acabaron las preguntas! —gritó el ayudante de Mandias a medida que convergían otros equipos de noticias.
Goliath había estado y se había ido, pero nadie iba a descubrir nada más que eso. La policía se abrió paso a empujones y Lydia paró para tomar un tentempié; llevaba informando en directo desde el desayuno. Unos minutos después Bowden y yo llegamos en el Speedster.
—Vaya, vaya —murmuré al salir del coche—, Startright se mantiene ocupada. ¡Buenos días, Lyds!
Lydia casi se atragantó con su SmileyBurger y rápidamente la tiró a un lado. Cogió el micrófono y me persiguió.
—Aunque se afirma que los detectives literarios de Yorkshire y Goliath no están presentes —fue soltando Lydia a medida que intentaba mantenerse a nuestra altura—, los acontecimientos han dado un giro interesante con la llegada de Thursday Next de OE-27. Abandonando su procedimiento habitual, los detectives literarios han salido de detrás de sus mesas y visitan en persona la escena del crimen.
Me paré para divertirme un poco. Lydia se serenó y empezó la entrevista.
—Señorita Next, dígame, ¿qué hace tan lejos de su jurisdicción?
—Hola, Lydia. Tienes mayonesa en el labio superior por esa SmileyBurger. Tienen mucha sal y la verdad es que no deberías comerlas. En cuanto al caso, me temo que es la misma mierda de siempre: «Comprenderán que cualquier cosa que podamos descubrir tendrá que permanecer en secreto y bla bla y bla.» ¿Qué te parece?
Lydia ocultó una sonrisa.
—¿Cree que los dos robos están relacionados?
—Mi hermano Joffy es un gran fan tuyo, Lyds; ¿puedes darme una foto dedicada? «Joffy» con dos efes. Discúlpame.
—¡Gracias por nada, Thursday! —gritó Startright—. ¡Nos vemos!
Fuimos hasta la línea policial y mostramos las identificaciones al agente. Miró las placas, luego a nosotros. Nos quedó claro que no estaba impresionado. Habló con Mandias.
—Señor, estos dos detectives literarios de Wessex desean acceder a la escena del crimen.
Mandias se acercó con una lentitud dolorosa. Nos miró de arriba abajo y escogió sus palabras con mucho cuidado.
—Aquí en Yorkshire los detectives literarios no abandonan sus mesas.
—He leído los informes de arrestos. Me quedó claro —respondí con frialdad.
Mandias suspiró. Guiar de la mano a los que él describía como sabihondos, especialmente a los de otra región OpEspec, no era evidentemente algo que estuviese deseoso por hacer.
—Aquí tengo dos asesinatos entre manos y no quiero que nadie altere la escena del crimen. ¿Por qué no esperan a recibir el informe y siguen investigando desde ese punto?
—Los asesinatos son una tragedia, evidentemente —respondí—, pero
Jane Eyre
es la clave. Es imperativo que veamos la escena del crimen.
Jane Eyre
es más importante que yo y más importante que usted. Si se niega, enviaré un informe a su superior quejándome de su conducta.
Pero Mandias no era un hombre que prestase oídos a amenazas, ociosas o no. Después de todo, estábamos en Yorkshire. Me miró fijamente y dijo en voz baja:
—Dame con todo lo que tengas, oficinista.
Di un paso al frente y él se erizó un poco; no iba a ceder. Un agente cercano se le puso detrás para ofrecer ayuda si fuese necesario.
Yo estaba a punto de perder los estribos cuando Bowden habló:
—Señor —empezó—, si nos pudiésemos
desplazar lentamente
hacia la meta podría ser que pudiésemos
excavar una madriguera
para escapar de esta situación en la que nos revolvemos.
La actitud de Mandias cambió abruptamente y sonrió con solemnidad.
—Si la cosa es
así
, estoy seguro de que podemos permitirles dar un vistazo rápido… siempre que prometan no tocar nada.
—Palabra de honor —respondió Bowden significativamente, tocándose el estómago. Los dos se dieron la mano y guiñaron los ojos, y pronto nos encontramos escoltados al interior del museo.
—¿Cómo demonios lo has hecho? —susurre.
—Mírale el anillo.
Lo hice. En el dedo corazón llevaba un enorme anillo con patrón curioso y distintivo.
—¿Qué es?
—La Muy Reverenciada Hermandad del Wombat.
Sonreí.
—Bien, ¿qué tenemos? —pregunté—. ¿Un doble asesinato y un manuscrito desaparecido? Sólo se llevaron el manuscrito, ¿no? ¿Nada más?
—Exacto —respondió Mandias.
—¿Y al guardia le dispararon con su propia pistola?
Mandias se detuvo y me miró con gesto severo.
—¿Cómo lo ha sabido?
—Una suposición afortunada —respondí nerviosa—. ¿Qué hay de las cintas de vídeo?
—Las estamos examinando en este mismo momento.
—No sale nadie en ellas, ¿verdad?
Mandias me miró con curiosidad.
—¿Sabe quién es el responsable de esto?
Le seguí hasta la sala que había contenido el manuscrito. La inalterada caja de vidrio estaba colocada tristemente en medio del suelo. Pasé la punta de los dedos sobre una zona moteada y desigual de la superficie del vidrio.
—Gracias, Mandias, es usted un cielo —dije, saliendo.
Bowden y Mandias se miraron y se apresuraron a seguirme.
—¿Eso es todo? —dijo Mandias—. ¿Ésa es su investigación?
—He visto todo lo que precisaba ver.
—¿Puede darme algo? —preguntó Mandias, trotando para mantenerse a mi altura. Miró a Bowden—. Hermano,
tú
puedes decírmelo.
—Thursday, deberíamos decirle al detective inspector lo que sabemos. Se lo debemos por dejarnos entrar.
Me detuve tan de súbito que Mandias casi chocó conmigo.
—¿Ha oído hablar de un hombre llamado Hades?
Mandias se puso visiblemente pálido y miró a su alrededor con nerviosismo.
—No se preocupe; hace tiempo que se fue de aquí.
—Dicen que murió en Venezuela.
—Dicen que puede atravesar las paredes —contraataqué—. También dicen que emite colores al desplazarse. Hades está sano y salvo, y debo encontrarle antes de que empiece a dar uso al manuscrito.
Mandias parecía haber sufrido una cura de humildad tan pronto como comprendió quién estaba detrás de todo esto.
—¿Hay algo que pueda hacer?
Hice una pausa.
—Rece por no encontrarse jamás con él.
El trayecto de regreso a Swindon no tuvo ningún contratiempo, la zona de la M1 donde se había producido el problema había regresado a la normalidad. Victor nos esperaba en la oficina; parecía algo agitado.
—He pasado toda la mañana al teléfono con Braxton gritándome sobre que el seguro no tiene validez si los agentes actúan fuera de su jurisdicción.
—La misma mierda de siempre.
—Eso es lo que le dije. Ahora mismo tengo a la mayor parte de la oficina leyendo
Jane Eyre
por si pasa algo raro… Por el momento todo está tranquilo.
—Es sólo cuestión de tiempo.
—Mmm.
—Müller mencionó que Hades estaba en un Penderyn —le dije a Victor—. ¿Algún resultado?
—Nada de lo que yo me haya enterado. Schitt dijo que lo había mirado y no había dado con nada… Hay más de trescientos Penderyn posibles a los que Müller podría haberse referido. Más quebraderos de cabeza, ¿has visto el periódico de esta mañana?
Yo no. Me mostró la primera página de
The Mole
. Decía:
MOVIMIENTOS DE TROPAS CERCA
DE LA FRONTERA CON GALES
Seguí leyendo con algo de inquietud. Aparentemente, se habían producido movimientos de tropas cerca de Hereford, Chepstow y el pueblo fronterizo en disputa de Oswestry. Un portavoz militar había desestimado las maniobras como simples «ejercicios», pero eso no sonaba bien. En absoluto. Me volví hacia Victor.
—¿Jack Schitt? ¿Crees que ansia tanto el Portal de Prosa que está dispuesto a ir a la guerra con Gales?
—Quién sabe cuánto poder puede blandir la Corporación Goliath. Puede que no esté detrás de esto. Podría ser una coincidencia o simple ruido de sables; pero en cualquier caso, no creo que podamos dejarlo de lado.
—Entonces, necesitamos adelantarnos. ¿Alguna idea?
—¿Qué dijo Müller? —preguntó Finisterre.
Me senté.
—Gritó: «Él está en Penderyn»; nada más.
—¿Nada más? —preguntó Bowden.
—No; cuando Schitt le preguntó a
qué
Penderyn se refería, ya que debe de haber cientos, Müller le dijo: Guess.
Bowden habló en voz alta.
—¿Cuáles fueron sus palabras exactas?
—Dijo «Guess», luego lo repitió pero convertido en grito… En ese momento sufría mucho dolor. La conversación se grabó, pero tenemos tantas posibilidades de obtener la grabación como de…