El curioso incidente del perro a medianoche (6 page)

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Authors: Mark Haddon

Tags: #Drama, Infantil y juvenil, Intriga

BOOK: El curioso incidente del perro a medianoche
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—Tengo un nieto de tu edad.

Traté de charlar con ella diciendo:

—Tengo 15 años, 3 meses y 4 días.

Y ella dijo:

—Bueno, casi de tu edad.

Entonces no nos dijimos nada durante un ratito hasta que ella dijo:

—Tú no tienes perro, ¿verdad?

Y yo contesté:

—No.

—Probablemente te gustaría tener un perro, ¿no es así? —dijo.

—Tengo una rata —dije yo.

—¿Una rata? —preguntó.

—Se llama Toby —dije.

—Oh —dijo ella.

Y yo dije:

—A la mayoría de la gente no le gustan las ratas, porque creen que transmiten enfermedades como la peste bubónica. Pero eso es sólo porque las ratas vivían en alcantarillas y se escondían en barcos que venían de países donde había enfermedades raras. Pero las ratas son muy limpias. Toby siempre se está lavando. Y no hay que sacarla a pasear. La dejo corretear por mi habitación para que haga un poco de ejercicio. Y a veces se me sienta en el hombro o se me esconde en la manga como si fuera una madriguera. Pero las ratas no viven en madrigueras en la naturaleza.

La señora Alexander dijo:

—¿Quieres pasar a tomar el té?

—Yo no entro en las casas de otras personas —dije.

Y ella dijo:

—Bueno, podría sacar un poco aquí fuera. ¿Te gusta la limonada?

—A mí sólo me gusta la naranjada —contesté.

—Por suerte también tengo —dijo—. ¿Y qué me dices de un poco de Battenberg?

—No lo sé porque no sé lo que es Battenberg —dije yo.

—Es una clase de pastel —dijo ella—. Tiene cuatro cuadrados rosas y amarillos en el centro y está recubierto de mazapán.

Y yo dije:

—¿Es un pastel alargado de sección cuadrada dividida en cuadros de igual tamaño y colores alternos?

—Sí —dijo ella—, supongo que se puede describir así.

—Me podrían gustar los cuadrados rosas, pero no los amarillos, porque a mí no me gusta el amarillo —dije—. Y no sé qué es el mazapán, así que tampoco sé si eso me gustaría.

Y ella dijo:

—Me temo que el mazapán también es amarillo. Quizás en lugar de eso debería sacar unas galletas. ¿Te gustan las galletas?

—Sí —dije—. Algunas clases de galletas.

—Te traeré un surtido —dijo.

Entonces se volvió y entró en la casa. Se movía muy despacio porque era una anciana y estuvo dentro de la casa durante más de 6 minutos y yo empecé a ponerme nervioso porque no sabía qué estaba haciendo dentro de la casa. No la conocía lo bastante bien para saber si decía la verdad sobre la naranjada y el pastel Battenberg. Pensé que podía estar llamando a la policía y que entonces me metería en un lío mucho más serio a causa de la amonestación.

Así que me marché.

Y cuando cruzaba la calle tuve un momento de inspiración sobre quién podía haber matado a Wellington. Articulé una Concatenación de Razonamientos en mi mente que era como sigue:

  1. ¿Por qué matarías a un perro?

    a) Porque lo odias.

    b) Porque estás loco.

    c) Porque quieres fastidiar a la señora Shears.

  2. Yo no conozco a nadie que odiase a Wellington; de ser así a) probablemente se trata de un desconocido.
  3. Yo no conozco a nadie loco; de ser así b) probablemente se trata también de un desconocido.
  4. La mayoría de los asesinatos los comete alguien a quien la víctima conoce. Se sabe que lo más fácil es que a uno lo asesine un miembro de su propia familia el día de Navidad. Eso es un hecho demostrado. Por tanto, lo más probable es que a Wellington lo matara una persona que lo conocía.
  5. De ser así c) yo sólo conozco a una persona a quien no le gusta la señora Shears, y es el señor Shears, que desde luego conocía muy bien a Wellington.

Eso significaba que el señor Shears era mi
Principal Sospechoso.

El señor Shears estaba casado con la señora Shears y vivían juntos hasta hace dos años. Entonces, el señor Shears se fue y no volvió. Por eso la señora Shears vino y cocinó mucho para nosotros después de que Madre muriese, porque ya no tenía que cocinar para el señor Shears y no tenía que quedarse en casa y ser su esposa. Y además Padre decía que ella necesitaba compañía y que no quería estar sola.

A veces, la señora Shears pasaba la noche en nuestra casa y a mí me gustaba que lo hiciera, porque ponía las cosas en su sitio y colocaba los botes y las cacerolas y las latas por orden de altura en los estantes de la cocina, y siempre hacía que las etiquetas mirasen hacia fuera, y colocaba los cuchillos y tenedores y cucharas en los compartimentos correctos del cajón de los cubiertos. Pero fumaba cigarrillos y decía montones de cosas que yo no entendía, por ejemplo «Me voy al sobre», y «Ahí fuera están cayendo chuzos de punta», y «Vamos a mover un poco el esqueleto». Y no me gustaba que dijera cosas así porque no entendía qué quería decir.

No sé por qué el señor Shears dejó a la señora Shears, porque nadie me lo dijo. Pero cuando te casas es porque quieres vivir con la otra persona y tener niños, y si te casas en una iglesia tienes que prometer que estarás con esa persona hasta que la muerte os separe. Y si no quieres vivir con ella tienes que divorciarte y eso pasa cuando uno de los dos ha tenido relaciones sexuales con otra persona o porque siempre os estáis peleando, os odiáis y ya no queréis vivir en la misma casa y tener niños. Y el señor Shears ya no quería vivir en la misma casa que la señora Shears, así que probablemente la odiaba y podía haber vuelto y matado a su perro para ponerla triste.

Trataría de averiguar más cosas sobre el señor Shears.

71

Los niños de mi colegio son estúpidos. Pero se supone que no he de llamarlos estúpidos, ni siquiera aunque sea eso lo que son. Se supone que he de decir que tienen dificultades de aprendizaje o que tienen necesidades especiales. Pero eso es estúpido, porque todo el mundo tiene dificultades de aprendizaje, porque aprender a hablar francés o entender la relatividad es difícil. Y todo el mundo tiene necesidades especiales, como Padre, que tiene que llevar siempre encima una cajita de pastillas de edulcorante artificial que echa al café para no engordar, o la señora Peters, que lleva en el oído un aparato de color beis para oír mejor, o Siobhan, que lleva unas gafas tan gruesas que si te las pones te dan dolor de cabeza, y ninguna de esas personas son de Necesidades Especiales, incluso aunque tengan necesidades especiales.

Pero Siobhan dijo que teníamos que utilizar otras palabras porque a los niños del colegio la gente solía llamarlos cortos y gilis y memos, que eran palabras muy feas. Pero eso también es una estupidez porque a veces los niños de la escuela de un poco más allá de nuestra calle nos ven al bajar del autocar y nos gritan «¡Necesidades especiales! ¡Necesidades especiales!». Pero yo no hago caso porque no escucho lo que dicen las demás personas y a palabras necias oídos sordos y llevo conmigo mi navaja del Ejército Suizo y si me pegan y yo los mato será en defensa propia y no iré a la cárcel.

Voy a demostrar que yo no soy estúpido. El mes que viene voy a presentarme al examen de bachiller superior en Matemáticas y voy a sacar un sobresaliente. Nadie ha estudiado nunca una asignatura de bachillerato en nuestra escuela y la directora, la señora Gascoyne, al principio no quería que me presentara. Dijo que la escuela no tenía aulas preparadas para ese tipo de exámenes. Pero Padre tuvo una discusión con la señora Gascoyne y se enfadó muchísimo. La señora Gascoyne dijo que no querían tratarme de forma distinta a todos los demás en el colegio porque entonces todo el mundo querría ser tratado de forma distinta y yo sentaría precedente. Y siempre podía sacarme el bachillerato más tarde, a los 18 años.

Yo estaba sentado en el despacho de la señora Gascoyne con Padre cuando ella dijo esas cosas. Y Padre dijo:

—¿No le parece que Christopher tiene ya una situación de mierda para que venga usted también a cagarse en él desde las alturas? Jesús, pero si eso es lo único que se le da realmente bien.

Entonces la señora Gascoyne dijo que ella y Padre deberían hablar del asunto en algún otro momento y a solas. Pero Padre le preguntó si había algo que le avergonzara decir delante de mí, y ella dijo que no, de forma que Padre dijo:

—Dígalo ahora, entonces.

Y la directora dijo que si me presentaba a los exámenes de bachiller superior necesitaría tener a un miembro del personal ocupándose únicamente de mí en un aula separada. Y Padre dijo que le pagaría a alguien 50 libras para que lo hiciera fuera del horario escolar y que no iba a aceptar un no por respuesta. Ella dijo que se lo pensaría. Y a la semana siguiente llamó a Padre a casa y le dijo que podía presentarme a los exámenes y que el reverendo Peters sería el supervisor.

Y después de sacarme el bachiller superior en Matemáticas voy a sacarme el curso de especialización en Matemáticas y Física, y entonces podré ir a la universidad. En nuestra ciudad, Swindon, no hay universidad, porque es una ciudad pequeña. Así que tendremos que mudarnos a una ciudad con universidad porque yo no quiero vivir solo o en una casa con otros estudiantes. Pero eso estará bien porque Padre también quiere mudarse a una ciudad distinta. A veces dice cosas como:

—Tenemos que largarnos de esta ciudad, chaval.

Y otras veces dice:

—Swindon es el culo del mundo.

Entonces, cuando me haya licenciado en Matemáticas, o en Física, o en Matemáticas y Física, conseguiré trabajo y ganaré montones de dinero y podré pagar a alguien para que cuide de mí y me haga la comida y me lave la ropa, o encontraré a una señora que se case conmigo y sea mi esposa y ella podrá cuidar de mí y así tendré compañía y no estaré solo.

73

Solía pensar que Madre y Padre iban a divorciarse, porque tenían muchas peleas y a veces se enfadaban muchísimo. Era por el estrés de tener que cuidar de alguien con Problemas de Conducta, como yo. Solía tener muchísimos Problemas de Conducta, pero ahora ya no tengo tantos porque he crecido y soy capaz de tomar decisiones por mí mismo y hacer cosas como salir de casa a comprar cosas en la tienda de la esquina.

Éstos son algunos de mis Problemas de Conducta:

A. No hablar durante mucho tiempo
[4]
.

B. No comer o beber nada durante mucho tiempo
[5]
.

C. No gustarme que me toquen.

D. Gritar cuando estoy enfadado o confundido.

E. No gustarme estar en sitios pequeños con otras personas.

F. Destrozar cosas cuando estoy enfadado o confundido.

G. Gemir.

H. No gustarme las cosas amarillas o marrones y negarme a tocar cosas amarillas o marrones.

I. Negarme a usar el cepillo de dientes si alguien lo ha tocado.

J. No comerme la comida si las diferentes clases de comida se tocan entre sí.

K. No darme cuenta de que la gente está enfadada conmigo.

L. No sonreír.

M. Decir cosas que a la gente le parecen groseras
[6]
.

N. Hacer cosas estúpidas
[7]
.

O. Pegar a otras personas.

P. Odiar Francia.

Q. Conducir el coche de Madre
[8]
.

R. Ponerme furioso cuando alguien ha movido los muebles
[9]
.

A veces esas cosas ponían a Madre y Padre realmente furiosos y me gritaban a mí o se gritaban el uno al otro. A veces Padre decía «Christopher, si no te comportas como es debido te juro que te voy a moler a palos», o Madre me decía «Dios santo, Christopher, de verdad que me estoy planteando internarte», o Madre me decía «Vas a llevarme a la tumba antes de hora».

79

Cuando llegué a casa, Padre estaba sentado a la mesa de la cocina y me había preparado la cena. Llevaba una camisa a cuadros. La cena consistía en alubias, brócoli y dos lonchas de jamón y todo estaba dispuesto en el plato de forma que no se tocara. Me dijo:

—¿Dónde has estado?

Y yo le dije que había salido. Eso se llama una mentira piadosa. Una mentira piadosa no es una mentira en absoluto. Es cuando dices la verdad pero no toda la verdad. Eso significa que todo lo que decimos son mentiras piadosas, porque cuando alguien te pregunta, por ejemplo, «¿Qué quieres hacer hoy?», dices «Quiero pintar con el señor Peters», pero no dices «Quiero comerme el almuerzo y quiero ir al baño y quiero irme a casa después del colegio y quiero jugar con Toby y quiero comerme la cena y quiero jugar en el ordenador y quiero irme a la cama». Había dicho una mentira piadosa porque sabía que Padre no quería que hiciera de detective.

Padre dijo:

—Acabo de recibir una llamada de la señora Shears.

Empecé a comerme las alubias, el brócoli y las dos lonchas de jamón.

Entonces Padre preguntó:

—¿Qué demonios hacías husmeando en su jardín?

—Estaba haciendo de detective tratando de descubrir quién mató a Wellington —dije.

Padre dijo:

—¿Cuántas veces tengo que decírtelo, Christopher?

Las alubias, el brócoli y el jamón estaban fríos pero no me importaba. Suelo comer despacio, así que mi comida casi siempre está fría.

Padre dijo:

—Te dije que no anduvieses metiendo las narices en los asuntos de los demás.

—Creo que es probable que el señor Shears matara a Wellington —dije.

Padre no dijo nada.

—Él es mi Principal Sospechoso —dije—. Porque creo que alguien pudo haber matado a Wellington para poner triste a la señora Shears. Y normalmente un asesinato lo comete un conocido…

Padre golpeó la mesa con el puño con mucha fuerza. Los platos y los cubiertos brincaron y mi jamón saltó hasta tocar el brócoli, así que ya no pude comerme el jamón ni el brócoli. Entonces Padre gritó:

—No toleraré que el nombre de ese hombre se mencione en esta casa.

—¿Por qué no? —dije yo.

Y él dijo:

—Porque es un hombre malo.

—¿Significa eso que pudo haber matado a Wellington? —dije yo.

Padre apoyó la cabeza en las manos y dijo:

—Por el amor de Dios.

Me di cuenta de que Padre estaba enfadado conmigo, así que dije:

—Ya sé que me dijiste que no me metiera en los asuntos de los demás, pero la señora Shears es amiga nuestra.

Y Padre dijo:

—Bueno, pues ya no es amiga nuestra.

—¿Por qué no? —pregunté.

Y Padre dijo:

—De acuerdo, Christopher. Voy a decirte esto una sola vez, y sólo una. No volveré a decírtelo. Por el amor de Dios, mírame cuando te hablo. Mírame. No vas a volver a preguntarle nada a la señora Shears sobre quién mató a ese maldito perro. No vas a hacerle preguntas a nadie sobre quién mató a ese maldito perro. No vas a volver a entrar sin autorización en los jardines de otras personas. Vas a dejar ese ridículo jueguecito del detective desde ahora mismo.

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