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Authors: Deborah Harkness

Tags: #Fantástico

El descubrimiento de las brujas (83 page)

BOOK: El descubrimiento de las brujas
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—Hagamos un descanso entonces. Si quieres puedo abrirla —sugirió Matthew, señalando la botella.

—No me molesta que lo hagas. —Cogió la botella de manos de Marcus—. Gracias, Marcus.

Sarah apagó el calentador y puso una tapa en la olla antes de que nos fuéramos todos a la cocina. Matthew se sirvió un poco de vino, les ofreció a Miriam y Marcus, que declinaron otra vez el ofrecimiento, y le sirvió whisky a Sarah. Yo me preparé un té, un Lipton normal comprado en la tienda, mientras Matthew les preguntaba a los vampiros acerca de su viaje y el estado de los trabajos en el laboratorio.

No había el menor rastro de calidez en la voz de Matthew, ni señal alguna de que estuviera contento por la llegada de su hijo. Marcus pasaba inquieto su peso de un pie al otro, sabiendo que no era bienvenido. Sugerí que fuéramos a la sala a sentarnos con la esperanza de que se desvaneciera algo de aquella situación incómoda.

—Vamos mejor al comedor. —Sarah levantó su copa hacia su encantador sobrino nieto—. Les enseñaremos la carta. Trae la ilustración de Diana, Matthew. También deben verla.

—Marcus y Miriam no van a quedarse mucho tiempo —explicó Matthew en tono de silencioso reproche—. Tienen algo que decirle a Diana, y luego regresan a Inglaterra.

—Pero ¡son de la familia! —observó Sarah, obviamente ajena a la tensión reinante en la habitación.

Mi tía trajo ella misma la ilustración mientras Matthew continuaba mirando irritado a su hijo. Sarah nos llevó a la parte delantera de la casa. Matthew, Em y yo nos sentamos en un lado de la mesa. Miriam, Marcus y Sarah se sentaron en el otro. Una vez acomodados, mi tía empezó a parlotear sobre los acontecimientos de la mañana. Cada vez que le pedía a Matthew que aclarara algo, éste mascullaba la respuesta con total frialdad. Todos en la habitación, excepto Sarah, parecían darse cuenta de que Matthew no quería que Miriam y Marcus conocieran los detalles de lo que había ocurrido. Mi tía continuó alegremente, terminando con la lectura de la carta de mi madre y también de la nota que había añadido mi padre. Matthew me sostuvo con fuerza la mano mientras lo hacía.

Miriam cogió la ilustración de la boda química. La estudió cuidadosamente antes de volver sus ojos hacia mí.

—Tu madre tenía razón. Ésta es una imagen tuya. Y de Matthew también.

—Lo sé —confirmé, mirándola a los ojos—. ¿Sabes lo que significa?

—¿Miriam? —dijo Matthew con aspereza.

—Podemos esperar hasta mañana. —Marcus parecía incómodo y se puso de pie—. Es tarde.

—Ella ya lo sabe —dijo Miriam en voz baja—. ¿Qué viene después de la boda, Diana? ¿Cuál es el paso siguiente en la transmutación alquímica después de la
conjunctio?

La habitación se inclinó y sentí el olor de las hierbas de mi té de Sept-Tours.

—Conceptio. —Mi cuerpo se convirtió en una gelatina y me deslicé por el respaldo de la silla mientras todo se volvía negro.

Capítulo
36

T
enía yo la cabeza entre mis rodillas, en medio de un caos total. La mano de Matthew mantenía mi atención fija en el dibujo de la gastada alfombra oriental bajo mis pies. Más atrás, Marcus le estaba diciendo a Sarah que si se acercaba a mí, su padre probablemente le arrancaría la cabeza.

—Eso es muy habitual entre vampiros —explicó Marcus, tranquilizándola—. Somos muy protectores con nuestros cónyuges.

—¿Cuándo se casaron? —quiso saber Sarah, ligeramente aturdida.

Los esfuerzos de Miriam por calmar a Em eran menos tranquilizadores.

—Es lo que llamamos «protección» —explicó con su aguda voz de soprano—. ¿Alguna vez ha visto un halcón con su presa? Eso es lo que Matthew está haciendo.

—Pero Diana no es su presa, o sí? No va a… morderla, ¿verdad? —Em detuvo su mirada en mi cuello.

—No lo creo —dijo lentamente Miriam, calibrando la pregunta—. Él no tiene hambre y ella no está sangrando. El peligro es mínimo.

—¡Basta, Miriam! —ordenó Marcus—. No hay nada que temer, Emily.

—Ya puedo sentarme —mascullé.

—No te muevas. El flujo de sangre a tu cabeza no es normal todavía. —Matthew trató de no gruñir al hablarme, pero no pudo evitarlo.

Sarah dejó escapar un gemido ahogado; sus sospechas de que Matthew estaba constantemente controlando mi provisión de sangre parecían confirmarse en ese momento.

—¿Crees que me dejará pasar junto a Diana para traer los resultados de sus pruebas? —le preguntó Miriam a Marcus.

—Eso depende de lo enfadado que esté. Si tú menospreciaras a mi esposa de esa manera, te mataría con un hacha de combate para luego comerte a la hora del desayuno. Si yo fuera tú, me quedaría en mi sitio.

Miriam arrastró la silla sobre el suelo.

—Me arriesgaré. —Se apresuró a pasar.

—¡Maldición! —susurró Sarah.

—Ella es increíblemente rápida —la tranquilizó Marcus—, incluso para ser un vampiro.

Matthew me movió hábilmente hasta dejarme sentada. Incluso ese movimiento suave hizo que mi cabeza pareciera explotar y la habitación girara. Cerré mis ojos por un momento, y cuando los abrí otra vez, Matthew estaba mirándome, con una chispa de preocupación en sus ojos.

—¿Estás bien,
mon coeur?

—Un poco aturdida.

Matthew envolvió sus dedos en mi muñeca para tomarme el pulso.

—Lo siento, Matthew —susurró Marcus—. No tenía ni idea de que Miriam iba a comportarse de ese modo.

—Haces bien en pedir disculpas —dijo su padre en un tono inexpresivo, sin levantar la vista—. Empieza por explicar a qué viene esta visita… rápido. —La vena en la frente de Matthew latía con fuerza.

—Miriam… —comenzó Marcus.

—No le he preguntado a Miriam. Te estoy preguntando a ti —lo interrumpió su padre.

—¿Qué está ocurriendo, Diana? —preguntó mi tía, con aspecto salvaje. Marcus todavía tenía un brazo alrededor de sus hombros.

—Miriam cree que la ilustración alquímica se refiere a mí y a Matthew —expliqué con cautela—. Sobre la etapa en la creación de la piedra filosofal llamada
conjunctio,
o boda. El paso siguiente es la
conceptio
.

—¿Conceptio? —preguntó Sarah—. ¿Eso significa lo que creo que significa?

—Probablemente. Es latín…, significa «concepción» —explicó Matthew.

Sarah abrió los ojos como platos.

—¿Como con los niños?

Pero mi mente estaba en otra parte, repasando imágenes del Ashmole 782.

—También faltaba la
conceptio
. —Estiré la mano hacia Matthew—. Alguien la tiene, lo mismo que nosotros tenemos la
conjunctio
.

Miriam entró deslizándose en la habitación muy oportunamente, con un montón de papeles.

—¿A quién le doy esto?

Después de haber recibido de Matthew una mirada que yo esperaba no volver a ver nunca más, la cara de Miriam pasó del blanco al gris perla. Le entregó los informes apresuradamente.

—Has traído los resultados equivocados, Miriam. Éstos corresponden a un hombre —dijo Matthew, mirando con impaciencia las dos primeras páginas.

—Los resultados son de Diana —dijo Marcus—. Es una quimera, Matthew.

—¿Qué es eso? —preguntó Em. Una quimera era una bestia mitológica que combinaba partes del cuerpo de una leona, de un dragón y de una cabra. Bajé la mirada, esperando ver una cola entre mis piernas.

—Una persona con células que poseen dos o más perfiles genéticos diferentes. —Matthew miraba la primera página sin dar crédito a lo que veía.

—Eso es imposible. —Mi corazón produjo un fuerte ruido sordo. Matthew me rodeó con sus brazos, dejando los resultados de las pruebas sobre la mesa, delante de nosotros.

—Es algo raro, pero no imposible —dijo sombríamente, mirando los resultados.

—Sospecho que se trata del SGD —dijo Miriam, ignorando el gesto de advertencia de Marcus—. Esos resultados vienen de su pelo. Había algunos en la colcha que llevamos al Viejo Pabellón.

—Síndrome de gemelo desaparecido —explicó Marcus, volviéndose hacia Sarah—. ¿Rebecca tuvo problemas al comienzo de su embarazo? ¿Alguna hemorragia o preocupación por un aborto espontáneo?

Sarah sacudió la cabeza.

—No. Yo creo que no. Pero no estaban aquí… Stephen y Rebecca estaban en África. Cuando volvieron a Estados Unidos, ella estaba embarazada ya de más de tres meses.

Nunca me habían dicho que fui concebida en África.

—Rebecca no sospecharía que había algo raro. —Matthew sacudió la cabeza y apretó la boca—. El SGD se produce antes de que la mayoría de las mujeres sepan que están embarazadas.

—Entonces ¿yo era una gemela y mi madre tuvo un aborto de mi hermana?

—De tu hermano —me corrigió Matthew, señalando los resultados de las pruebas con su mano libre—. Tu gemelo era varón. En casos como el tuyo, el feto viable absorbe la sangre y los tejidos del otro. Ocurre muy al principio, y en la mayoría de los casos no hay pruebas del gemelo desaparecido. ¿El pelo de Diana indica que podría poseer poderes que no aparecieron en sus otros resultados de ADN?

—Algunos: viajes en el tiempo, adivinación, cambio de forma —respondió su hijo—. Diana absorbió por completo la mayoría de ellos.

—Se supone que mi hermano era el que podía viajar en el tiempo, no yo —dije lentamente.

Cuando mi abuela se movió después de entrar flotando en la habitación, dejó una estela de manchas fosforescentes; me tocó ligeramente el hombro y fue a sentarse en el otro extremo de la mesa.

—Debe de haber tenido también la predisposición genética de controlar el fuego de brujos —dijo Marcus, asintiendo con la cabeza—. Encontramos solamente el marcador de fuego en la muestra de cabello… No había vestigios de ninguna otra magia elemental.

—¿Y estás seguro de que mi madre no sabía lo de mi hermano? —Pasé la punta del dedo por encima de las barras grises, negras y blancas.

—Sí, ella lo sabía. —Miriam parecía segura—. Tú naciste el día de la fiesta de la diosa. Y te puso el nombre de Diana.

—Ah, ¿sí? —Me estremecí, apartando el recuerdo de cabalgar por el bosque con sandalias y túnica, junto con la extraña sensación de sostener un arco y una flecha que acompañaba al fuego de brujos.

—La diosa de la luna tenía un gemelo, Apolo. «Este León hizo al Sol muy pronto, / para ser unido a su hermana, la Luna». —Los ojos de Miriam brillaban recitando el poema alquímico. Algo estaba tramando.

—¡Conoces
La caza del León Verde!

—También conozco los versos siguientes: «Por medio de la boda, una cosa maravillosa, / este León debe hacer que ellos procreen un rey».

—¿De qué está hablando? —preguntó Sarah, irritada.

Cuando Miriam trató de responder, Matthew negó con la cabeza. La mujer vampiro se quedó en silencio.

—El Rey Sol y la Reina Luna, el azufre y el mercurio filosofales, se casaron y concibieron un niño —le dije a Sarah—. En la imaginería alquímica, el hijo resultante es un hermafrodita, para simbolizar una sustancia química mezclada.

—En otras palabras, Matthew —intervino Miriam con aspereza—, el Ashmole 782 no trata sólo sobre los orígenes, ni tampoco sólo sobre la evolución y la extinción, sino sobre la reproducción.

Fruncí el ceño.

—¡Tonterías!

—Tú puedes pensar que es una tontería, Diana, pero resulta evidente para mí. Los vampiros y las brujas pueden llegar a tener hijos juntos, después de todo. Y también podrían tenerlos otras parejas mixtas. —Miriam se apoyó en el respaldo de su silla con gesto de triunfo, invitando en silencio a que Matthew estallara.

—Pero los vampiros no pueden reproducirse biológicamente —dijo Em—. Nunca han podido hacerlo. Y especies diferentes no pueden mezclarse de ese modo.

—Las especies cambian, adaptándose a nuevas circunstancias —explicó Marcus—. El instinto de sobrevivir por medio de la reproducción es fuerte…; por cierto, lo suficientemente fuerte como para producir cambios genéticos.

Sarah frunció el ceño.

—Lo dices como si nos estuviéramos extinguiendo.

—Podría ser así. —Matthew empujó los resultados de las pruebas hacia el centro de la mesa junto con las notas y la página del Ashmole 782—. Las brujas están teniendo menos hijos y poseen cada vez menos poderes. Los vampiros encuentran cada vez más dificultades para tomar un ser de sangre caliente a través del proceso del renacimiento. Y los daimones están más inestables que nunca.

—Todavía no veo claro que eso propicie que vampiros y brujas tengan hijos —observó Em—. Y si hay un cambio, ¿por qué debe empezar con Diana y Matthew?

—Miriam empezó a preguntárselo al verlos en la biblioteca —explicó Marcus.

—Hemos visto antes vampiros que presentan un comportamiento de protección cuando quieren salvaguardar a su presa o a un compañero de apareamiento. Pero en algún punto los otros instintos, como cazar o comer, superan el impulso de proteger. Los instintos protectores de Matthew hacia Diana simplemente se han hecho más fuertes —señaló Miriam—. Luego empezó con el equivalente en los vampiros de desplegar su plumaje, de hacer piruetas en el aire para atraer la atención de ella.

—Eso se refiere al hecho de proteger a los futuros hijos —le dijo Marcus a su padre—. Ninguna otra cosa hace que un depredador se tome todo ese trabajo.

—Emily tiene razón. Los vampiros y las brujas son demasiado diferentes. Diana y yo no podemos tener hijos —dijo Matthew con brusquedad, mirando a Marcus a los ojos.

—Eso no lo sabemos. Al menos no podemos tener una seguridad completa. Mira el sapo de espuelas. —Marcus apoyó los codos en la superficie de la mesa, entrelazando los dedos con un fuerte crujido de sus nudillos.

—¿El sapo de espuelas? —Sarah cogió la ilustración de la boda química arrugando el borde con los dedos—. Espera un minuto. ¿Diana es el león, el sapo o la reina en esta imagen?

—Es la reina. Tal vez el unicornio también. —Marcus sacó delicadamente la página de los dedos de mi tía y volvió a los anfibios—. En ciertas situaciones, la hembra del sapo de espuelas se aparea con otra especie de sapo, aunque de alguna manera relacionada. Sus vástagos se benefician de algunas nuevas características, como un desarrollo más rápido, que les ayudan a sobrevivir.

—Los vampiros y las brujas no son sapos de espuelas, Marcus —dijo Matthew fríamente—. Y no todos los cambios que se producen son positivos.

—¿Por qué te resistes tanto? —preguntó Miriam impaciente—. La reproducción por cruce entre especies es el próximo paso evolutivo.

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