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Authors: Deborah Harkness

Tags: #Fantástico

El descubrimiento de las brujas (79 page)

BOOK: El descubrimiento de las brujas
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Mi séptimo cumpleaños. Había sido apenas unos días antes de que mis padres partieran hacia Nigeria.

Volé por la primera página de la carta de mi madre. La hoja cayó de mis dedos y planeó hacia el suelo para terminar deteniéndose a mis pies.

El miedo de Em era palpable.

—Diana, ¿de qué se trata?

Sin responder, metí el resto de la carta junto a mi muslo y cogí el sobre marrón que la casa había estado escondiendo en nombre de mi madre. Arranqué el papel de seda, y dejé al descubierto un objeto plano y rectangular. Era más pesado de lo que debía y su poder hacía que hormigueara.

Reconocí ese poder, pues ya lo había sentido antes.

Matthew escuchó que mi sangre empezaba a cantar. Se acercó para permanecer detrás de mí, con las manos apoyadas ligeramente sobre mis hombros.

Quité el envoltorio. Arriba, impidiendo que Matthew pudiera ver y separado por todavía más papel de seda de lo que había abajo, apareció un trozo de papel blanco normal con los bordes amarillos a causa del paso del tiempo. Había tres líneas escritas con letra fina y oscura.

—«Empieza con la ausencia y el deseo» —susurré, forzando la tensión en mi garganta—. «Empieza con sangre y miedo».

—«Empieza con un descubrimiento de brujas» —terminó Matthew, mirando por encima de mi hombro.

Cuando puse la nota en las manos de Matthew, se la llevó a la nariz por un momento antes de pasársela a Sarah en silencio. Levanté la capa superior de papel de seda.

Sobre mi regazo reposaba una de las páginas que faltaban del Ashmole 782.

—¡Santo cielo! —susurró él—. ¿Eso es lo que creo que es? ¿Cómo llegó a tu madre?

—Lo explica en la carta —dije anonadada, con la mirada fija en la imagen de brillantes colores.

Matthew se inclinó y recogió la hoja caída de papel de carta.

—«Mi querida Diana —leyó en voz alta—: Hoy cumples siete años, una edad mágica para una bruja, cuando tus poderes deben empezar a activarse y a tomar forma. Pero tus poderes han estado en actividad desde que naciste. Siempre has sido diferente».

Moví las rodillas bajo el asombroso peso de la imagen.

—«Que tú estés leyendo esto significa que tu padre y yo tuvimos éxito. Pudimos convencer a la Congregación de que eran los poderes de tu padre, y no los tuyos, los que ellos buscaban. No debes culparte a ti misma. Fue la única decisión posible para nosotros. Confiamos en que tengas en este momento la edad suficiente como para comprender. —Matthew me apretó con amabilidad el hombro antes de continuar—: Ya tienes edad suficiente también para ocuparte de la búsqueda que empezamos cuando naciste, la búsqueda de información sobre ti y tu magia. Recibimos la nota y el dibujo adjuntos cuando tenías tres años. Nos llegó en un sobre con un matasellos israelí. La secretaria del departamento nos dijo que no había dirección del remitente ni firma, sólo la nota y la imagen. Hemos pasado gran parte de los últimos cuatro años tratando de entender. No podíamos hacer demasiadas preguntas. Pero pensamos que la fotografía muestra una boda».

—Es una boda…, el casamiento químico del mercurio y el azufre. Es un paso crucial para la fabricación de la piedra filosofal. —Mi voz sonaba áspera después de la riqueza de entonación de Matthew.

Era una de las representaciones más hermosas de la boda química que yo había contemplado. Una mujer de cabello dorado con un vestido blanco inmaculado tenía una rosa blanca en una mano. Era una ofrenda para su esposo, pálido y de cabello oscuro, un símbolo de que ella era pura y digna de él. Él vestía ropajes de color negro y rojo y le tomaba a ella la otra mano. Él también tenía una rosa, pero la suya era roja como la sangre recién derramada, una ofrenda de amor y de muerte. Detrás de la pareja, los elementos químicos y los metales estaban personificados como invitados a la boda, moviéndose en un paisaje de árboles y colinas rocosas. Toda una colección de animales se había reunido para presenciar la ceremonia: cuervos, águilas, sapos, leones verdes, pavos reales y pelícanos. Un unicornio y un lobo estaban uno al lado del otro en el centro, como fondo detrás de los novios. Toda la escena se encontraba dentro de las alas extendidas de un ave fénix, con las plumas en llamas en los bordes y la cabeza agachada para ver lo que ocurría allí.

—¿Qué significa? —preguntó Em.

—Que alguien ha estado esperando durante mucho tiempo a que Matthew y yo nos encontremos.

—¿Cómo sabes que esa imagen se refiere a ti y a Matthew? —Sarah estiró el cuello para inspeccionarla con mayor atención.

—La reina lleva el escudo de Matthew. —Una brillante diadema de plata y oro sujetaba el pelo de la novia. En medio, sobre la frente, había una joya con la forma de una luna creciente con una estrella naciente sobre ella.

Matthew extendió la mano por encima de la imagen y cogió el resto de la carta de mi madre.

—¿Te molesta si continúo? —preguntó con amabilidad.

Sacudí la cabeza, con la página del manuscrito todavía en mis rodillas. Em y Sarah, desconfiando de su poder, pusieron en práctica la adecuada precaución en presencia de un objeto hechizado poco conocido y permanecieron donde estaban.

—«Pensamos que la mujer de blanco eres tú, Diana. Estamos menos seguros acerca de la identidad del hombre oscuro. Lo he visto en tus sueños, pero es difícil de situar. Atraviesa tu futuro, pero también está en el pasado. Está siempre en sombras, nunca en la luz. Y aunque es peligroso, el hombre en la oscuridad no significa una amenaza para ti. ¿Está él en este momento contigo? Eso espero. Ojalá hubiera podido conocerlo. ¡Hay tanto que me habría gustado decirle acerca de ti! —La voz de Matthew se entrecortó con las últimas palabras—. Esperamos que los dos podáis descubrir el origen de esta imagen. Tu padre piensa que proviene de un libro antiguo. A veces vemos un texto que se mueve en la parte de atrás de la página, pero luego las palabras desaparecen otra vez durante semanas, incluso meses».

Sarah saltó de su silla.

—Dame la imagen.

—Proviene del libro sobre el que te hablé. El que está en Oxford. —Se la pasé de mala gana.

—Parece muy pesada —dijo mientras caminaba hacia la ventana con el ceño fruncido. Dio la vuelta a la imagen y colocó las páginas en diversos ángulos hacia un lado y otro—. Pero no veo ninguna palabra. Por supuesto, no me sorprende. Si esta página fue arrancada del libro al que pertenece, entonces la magia está gravemente dañada.

—¿Por eso las palabras que vi se movían tan rápido?

Sarah asintió con la cabeza.

—Probablemente. Estaban buscando esta página sin poder encontrarla.

—Páginas —precisé. Éste era un detalle que no le había comentado a Matthew.

—¿Qué quieres decir con eso de «páginas»? —Matthew se acercó a mi asiento lanzando pequeñas astillas de hielo sobre mis facciones.

—Ésta no es la única página del Ashmole 782 que falta.

—¿Cuántas fueron arrancadas?

—Tres —susurré—. Faltaban tres páginas del comienzo del manuscrito. Pude ver los restos. No me pareció importante en ese momento.

—Tres —repitió Matthew. Su voz era inexpresiva y sonó como si estuviera a punto de romper algo con sus manos desnudas.

—¿Qué importa si son tres páginas las que faltan o trescientas? —Sarah todavía estaba tratando de descubrir las palabras ocultas—. En cualquier caso, la magia está dañada.

—Porque hay tres tipos de criaturas espirituales. —Matthew me tocó la cara para hacerme saber que no estaba enfadado conmigo.

—Y si tenemos una de las páginas… —comencé.

—Entonces, ¿quién tiene las otras? –terminó Em.

—Maldita sea, ¿por qué Rebecca no nos dijo nada sobre esto? —Sarah también daba la impresión de querer romper algo. Emily cogió la imagen de sus manos y la colocó cuidadosamente sobre una mesa de té antigua.

Matthew continuó leyendo:

—«Tu padre dice que tendrás que viajar lejos para revelar sus secretos. No diré más por temor a que esta nota caiga en manos equivocadas. Pero tú lo descubrirás, lo sé. —Me entregó la hoja y siguió con la otra—. La casa no habría mostrado esta carta si no estuvieras lista. Eso quiere decir que también sabes que tu padre y yo te pusimos un encantamiento. Sarah estará furiosa, pero fue la única manera de protegerte de la Congregación antes de que el hombre de las sombras estuviera contigo. Él te ayudará con tu magia. Sarah dirá que no es asunto suyo porque no es un Bishop. Ignórala».

Sarah bufó y miró furiosa al vampiro.

—«Uní tu magia a tus sentimientos por él, porque sé que lo amarás como a nadie en el mundo. Aun así, sólo tú podrás sacarla a la luz. Lamento lo de los ataques de pánico. Fue lo único en lo que pude pensar. A veces eres demasiado valiente, y eso no es bueno para ti. Buena suerte con el aprendizaje de tus hechizos… Sarah es una perfeccionista.

Matthew sonrió.

—Siempre había algo raro en tus ataques de angustia.

—¿Raro? ¿De qué manera?

—Desde que nos conocimos en la Bodleiana, resultó casi imposible atemorizarte.

—Pero sí que sentí miedo cuando saliste de entre la niebla junto al cobertizo de los botes.

—Estabas sobresaltada. Tus instintos tenían que haberte hecho gritar a causa del pánico cada vez que yo estuviera cerca. En cambio, te fuiste acercando cada vez más. —Matthew depositó un beso sobre mi cabeza y volvió a la última página.

—«Es difícil saber cómo terminar esta carta cuando hay tanto en mi corazón. Los últimos siete años han sido los más felices de mi vida. No entregaría un momento de nuestro valioso tiempo contigo… ni por un océano de poder o una vida larga y segura sin ti. No sabemos por qué la diosa nos confió tu persona a nosotros, pero no ha pasado ni un día en que no se lo agradeciéramos».

Sofoqué un sollozo, pero no pude evitar las lágrimas.

—«No puedo protegerte de los desafíos a los que vas a enfrentarte. Conocerás grandes pérdidas y grandes peligros, pero también grandes alegrías. Podrás dudar de tus instintos en los años venideros, pero has estado recorriendo este camino desde el momento en que naciste. Lo supimos cuando llegaste al mundo con la membrana fetal cubriéndote. Has permanecido entre mundos desde entonces. Eso es lo que eres y es tu destino. No dejes que nadie te aparte de él».

—¿Qué es eso de la membrana fetal? —susurré.

—Es alguien que nace con la bolsa amniótica todavía intacta a su alrededor. Es una señal de buena suerte —explicó Sarah.

Matthew me acarició con su mano libre la nuca.

—Mucho más que la suerte tiene relación con esa membrana. Antiguamente, se creía que anunciaba el nacimiento de un gran vidente. Algunos pensaban que era una señal de que el bebé se convertiría en un vampiro, en una bruja o en un daimón. —Me dirigió una sonrisa torcida.

—¿Dónde está? —le preguntó Em a Sarah.

Matthew y yo giramos rápidamente nuestras cabezas a la vez.

—¿Qué? —preguntamos simultáneamente.

—Esas membranas tienen un poder enorme. Stephen y Rebecca deben de haberla guardado.

Todos dirigimos nuestras miradas a la hendidura del panel de madera. Una guía telefónica aterrizó en la rejilla de la chimenea con un ruido sordo, enviando una nube de ceniza a toda la habitación.

—¿Cómo se guarda una membrana como ésa? —me pregunté en voz alta—. ¿Se pone en una bolsita o algo por el estilo?

—Tradicionalmente, uno presiona un trozo de papel o de tela en la cara del bebé y la membrana se adhiere a él. Luego se guarda el papel —explicó Em.

Todos los ojos se dirigieron a la página del Ashmole 782. Sarah la recogió y la estudió atentamente. Farfulló algunas palabras y observó un poco más.

—Hay algo raro en esta imagen —informó—, pero no tiene la bolsa amniótica de Diana adherida.

Aquello fue un alivio. Con ésta, ya habrían sido demasiadas cosas extrañas.

—Entonces, ¿eso es todo, o mi hermana tenía algunos otros secretos que le gustaría compartir con nosotros? —preguntó Sarah de manera cortante. Matthew la miró frunciendo el ceño—. Lo siento, Diana —murmuró.

—No hay mucho más. ¿Estás bien,
mon coeur?

Le cogí la mano libre y asentí con la cabeza. Se sentó sobre uno de los brazos tapizados del sillón, que crujió un poco bajo su peso.

—«Trata de no ser demasiado dura contigo misma mientras te diriges al futuro. Mantén la serenidad y confía en tus instintos. No es un gran consejo, pero es lo único que una madre puede dar. Apenas podemos soportar tener que dejarte, pero la única alternativa es arriesgarnos a perderte para siempre. Perdónanos. Si te hemos hecho daño, ha sido porque te queríamos mucho.
Mamá».

La habitación quedó en silencio, e incluso la casa contenía la respiración. Un sonido de pérdida empezó en algún lugar muy dentro de mí justo antes de que una lágrima cayera de mi ojo, se hinchara hasta alcanzar el tamaño de una pelota de béisbol y golpeara el suelo haciendo un ruido de agua que salpica. Sentí mis piernas como si fueran líquidas.

—Aquí viene —advirtió Sarah.

Matthew dejó caer la página de la carta y me arrancó del sillón para llevarme hacia la puerta principal. Me dejó en el camino de la entrada y los dedos de mis pies se hundieron en la tierra. El manantial de brujos fluyó inofensivamente en el suelo mientras mis lágrimas seguían saliendo. Al cabo de unos momentos, Matthew deslizó las manos alrededor de mi cintura desde atrás. Su cuerpo me protegió del resto del mundo, y me relajé contra su pecho.

—Deja que salga todo —murmuró él con sus labios junto a mi oído.

El manantial de brujos se serenó, dejando tras de sí una dolorosa sensación de pérdida que nunca iba a desaparecer del todo.

—¡Ojalá ellos estuvieran aquí! —grité—. Mis padres sabrían qué hacer.

—Sé que los echas de menos. Pero ellos no sabían cómo actuar, no realmente. Como todos los padres, sólo iban haciendo lo mejor que podían en cada momento.

—Mi madre te vio, y también lo que podría hacer la Congregación. Era una gran vidente.

—Y tú también lo serás, algún día. Hasta entonces, vamos a tener que arreglárnoslas sin saber qué nos depara el porvenir. Pero somos dos. No tienes que hacerlo tú sola.

Regresamos al interior, donde Sarah y Em todavía estaban observando la página del manuscrito. Anuncié que iba a hacer más té y una cafetera, y Matthew me acompañó a la cocina, aunque antes su mirada permaneció fija durante unos instantes sobre la imagen de brillantes colores.

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