s
. Una cosa escrita sobre
otra cosa. Hay muchas clases de inscripciones, pero en general
están destinadas a conmemorar la fama de alguna persona ilustre y
transmitir a épocas distantes el recuerdo de sus servicios y
virtudes. A esta clase de inscripciones, pertenece el nombre de
John Smith, escrito a lápiz sobre el monumento a Washington. He
aquí algunos ejemplos de inscripciones recordatorias en lápidas
(ver Epitafio). Mi cuerpo yace en el suelo Mas el alma subió al
cielo; Pero el Día llegará Y mi cuerpo se alzará Para que del cielo
goce. 1812. Ella sufrió sin queja su dolencia Fue inútil el auxilio
de la ciencia; La muerte de pesares la libró; Con su esposo en el
Cielo se reunió. «Aquí yace Jeremías Arbol. Fue abatido el 9 de
mayo de 1862 a los 27 años, 4 meses y 12 días.
Indígena.»
adj
. Dotado de gran fortaleza
para soportar los males que aquejan a los demás. Cuando le dijeron
a Zenón que uno de sus enemigos había muerto, se lo vio
profundamente conmovido. —¡Qué! —exclamó uno de sus discípulos—
¿Lloras la muerte de un enemigo?—Ah, es cierto —repuso el gran
estoico— Pero deberías verme sonreír ante la muerte de un
amigo.
s
. Distintivos, joyas y trajes
de órdenes antiguas y venerables como: los Caballeros de Adán; los
Visionarios del Divino Blablá; la Antigua Orden de los Modernos
Trogloditas; la Liga de la Santa Farsa; la Dorada Falange de los
Falangistas Marsupiales; la Gentil Sociedad de Vagabundos
Expurgados; la Mística Alianza de Exquisitos Regalianos; las Damas
y Caballeros del Perro Amarillo; la Oriental Orden de los Hijos de
Occidente; La Orfandad de los Insufribles; los Guerreros de Arco
Largo; los Guardianes de la Gran Cuchara de Cuerno; la Banda de
Bestias; la Impenitente Orden de Azotadores de Esposas; la Sublime
Legión de Conspicuos Rimbombantes; los Adoradores del Santuario
Galvanoplástico; los Inaccesibles Resplandecientes; los Jenízaros
del Pavorreal; la Gran Cábala de Sedentarios; la Fraternidad de los
Verrugosos; la Cooperativa del Candelero; los Discípulos Militantes
de la Fe Oculta; los Caballeros Defensores del Perro Doméstico; los
Guardianes de la Letrina Mística; la Misteriosa Orden del
Manuscrito Indescifrable; Los Monarcas del Mérito y el Hambre; los
Prelados de la Bañera y la Espada.
s
. Revolución fallida.
Fracaso de opositores que pretenden reemplazar un gobierno malo por
otro desastroso.
s
. Lugar donde ningún
gobierno ha podido cobrar impuestos. Su función principal es
inspirar a los poetas.
s
. Conciencia del predominio
que un grupo de influencias ejerce en nuestro espíritu sobre otro
grupo de influencias. Efecto cuya causa es la inminencia, real o
supuesta, de un acto involuntario.
s
. El que permite a dos
personas de distinto idioma comprenderse, repitiendo a cada una lo
que convendría al intérprete que dijera la otra.
s
. Período durante el cual
una monarquía es gobernada por un lugar aún tibio en el almohadón
de un trono. La experiencia de permitir que ese lugar se enfríe ha
dado generalmente malos resultados, en virtud del entusiasmo que
despliegan, para volver a calentarlo, numerosas personas
dignas.
s
. Relación a que son
providencialmente arrastrados los necios a fin de
destruirse.
s
. Persona que construye un
ingenioso ordenamiento de ruedas, palancas, y resortes, y cree que
eso es civilización.
s
. Enojo de grado y cualidad
superiores que corresponde a personajes encumbrados y a ocasiones
importantes: como «la ira de Dios», «los días de ira», etc. Los
antiguos consideraban sagrada la ira de los reyes y de los
sacerdotes, porque generalmente podía manifestarse a través de un
dios. Los griegos frente a Troya fueron tan hostigados por Apolo,
que saltaron de la sartén de la ira de Crises al fuego de la cólera
de Aquiles, aunque Agamenón, el único ofensor, no resultó asado ni
quemado. Inmunidad parecida gozó David cuando incurrió en la cólera
de Yahveh por censar a su pueblo, del que setenta mil pagaron la
pena con sus vidas. En la actualidad Dios es Amor y los censistas
pueden cumplir su trabajo sin temor al desastre.
s
. La más importante entre
las grandes creencias de este mundo.
una consonante en ingles, pero algunas
naciones la usan como vocal, lo que es el colmo del absurdo. Su
forma original, que ha sido apenas modificada, era la de la cola de
un perro apaleado; en realidad, no era una letra, sino un signo que
representaba al verbo latino «jacere», «tirar», porque la cola de
perro asume esa forma cuando le tiran una piedra. Tal es el origen
de esta letra, según lo ha explicado el prestigioso Dr. Jocolpus
Bumer, de la Universidad de Belgrado, quien divulgó sus
conclusiones sobre el tema en una obra de tres volúmenes en cuarto
y se suicidó al enterarse de que en el alfabeto romano la J no
tenía cola.
s
. Red barredera. Para atrapar
peces se hace con una malla gruesa y ruda; las mujeres se atrapan
más fácilmente mediante un tejido singularmente delicado que lleva,
a modo de plomada, pequeñas piedras talladas.
s
. En el ejército, insignia que
permite distinguir a un oficial del enemigo; o sea, del oficial de
grado inmediatamente inferior que ascendería gracias a su
muerte.
s
. En derecho, solemne promesa
ante Dios, que la conciencia debe cumplir so pena de
perjurio.
s
. Artículo más o menos
adulterado que el Estado vende al ciudadano a cambio de su lealtad,
sus impuestos y sus servicios personales.
s
. Período de lo Posible,
cuando Arquímedes encuentra un punto de apoyo. Casandra tiene quien
la escuche y siete ciudades compiten por el honor de mantener a un
Homero viviente.
s
. Traje que suelen usar los
escoceses en Norteamérica y los norteamericanos en
Escocia.
s
. Libro que los mahometanos,
neciamente, creen escrito por inspiración divina, pero que los
cristianos consideran una perversa impostura, contraria a las
Sagradas Escrituras.
s
. Comerciante candoroso. Se
cuenta de Voltaire que una noche se alojó, con algunos compañeros
de viaje, en una posada del camino. Después de cenar, empezaron a
contar historias de ladrones. Cuando le llegó el turno a Voltaire
dijo:—Hubo una vez un Recaudador General de Impuestos —y se calló.
Como los demás lo alentaron a proseguir, añadió:—Ese es el
cuento.
s
. El que despoja de
gusanos los sepulcros. El que provee a los médicos jóvenes lo que
los médicos viejos han provisto al enterrador. La hiena.
adj
. Estado de un enemigo o
adversario después de un encuentro imaginario con uno
mismo.
s
. Famosa escultura antigua
que representa a un sacerdote de ese nombre y a sus dos hijos entre
los anillos de dos monstruosas serpientes. El arte y diligencia con
que el anciano y sus muchachos sostienen a las serpientes y las
obligan a realizar su tarea constituyen una de las más nobles
ilustraciones artísticas del dominio de la inteligencia humana
sobre la inercia bruta.
s
. Sensación de inmunidad,
inspirada por el contraste.
adj
. Compatible con la voluntad
del juez competente.
s
. Música con que encantamos
las serpientes que custodian el tesoro ajeno.
s
. Individuo pestilente que
so pretexto de registrar un determinado estadio en el desarrollo de
una lengua, hace lo que puede para detener su crecimiento, quitarle
flexibilidad y mecanizar sus métodos. El lexicógrafo, después de
escribir su diccionario, se convierte en «autoridad», cuando su
función es simplemente hacer una recopilación y no dictar una ley.
El natural servilismo de la inteligencia humana, al investirlo de
un poder judicial, renuncia a su derecho a la razón y se somete a
una mera crónica como si fuera un estatuto legal. Basta, por
ejemplo, que el diccionario catalogue a una palabra de buena ley
como «obsoleta» u «obsolescente», para que pocos hombres se atrevan
a usarla en adelante, por mucho que la necesiten y por conveniente
que sea. De este modo el empobrecimiento se acelera y el idioma
decae. Por el contrario, el escritor audaz y cultivado que sabe que
el idioma crece por innovación —cuando crece—, y fabrica nuevas
palabras o usa las viejas en un sentido poco familiar, encuentra
pocos adeptos. Enseguida le señalan agriamente que «eso no está en
el diccionario», aunque antes de aparecer el primer lexicógrafo
(¡que Dios lo perdone!) nadie había usado una palabra que estuviera
en el diccionario. En la época de oro del idioma inglés, cuando de
labios de los grandes isabelinos brotaban palabras que formaban su
propio significado, evidente en su sonido mismo, cuando eran
posibles un Shakespeare y un Bacon, y el idioma, que hoy muere
rápidamente por una punta y se renueva despacio por la otra, crecía
vigoroso y se conservaba dulce como la miel y fuerte como un león,
el lexicógrafo era una persona desconocida, y el diccionario una
obra para cuya creación el Creador no lo había creado.
s
. Uno de los bienes más
preciosos de la Imaginación, que permite eludir cinco o seis entre
los infinitos métodos de coerción con que se ejerce la autoridad.
Condición política de la que cada nación cree tener un virtual
monopolio. Independencia. La distinción entre libertad e
independencia es más bien vaga, los naturalistas no han encontrado
especímenes vivos de ninguna de las dos.
s
. El que ha corrido tras el
placer con tanto ardor, que tuvo la desgracia de pasarlo de
largo.
s
. Libro editado por
un tonto con las tonterías que se dicen sobre él.
s
. Bandas elásticas destinadas a
impedir que una mujer salga de sus medias y devaste el
país.
s
. Salario de la
coherencia.
s
. Antiguo instrumento de tortura.
Hoy la palabra se usa figuradamente con el sentido de facultad
poética.
s
. Persona que está por
entregar la piel con la esperanza de conservar los
huesos.
s
. Lobo que fue una vez, o es a
veces, un hombre. Todos los lobisones tienen un carácter maligno,
pues han asumido una forma bestial para gratificar un apetito
bestial; pero algunos, transformados por artes de brujería, son tan
humanos como lo permite su gusto adquirido por la carne humana. En
cierta oportunidad, unos campesinos bávaros capturaron un lobo, lo
ataron por la cola a un poste y como era de noche, se fueron a
dormir. A la mañana siguiente, el lobo había desaparecido. Muy
perplejos, consultaron al cura local, quien les dijo que el cautivo
era indudablemente un lobisón, y que había reasumido su forma
humana durante la noche. —La próxima vez que atrapéis un lobo —dijo
el buen hombre— encadenadlo por la pata, y a la mañana siguiente
encontraréis un luterano.
adj
. Dícese de quien está afectado
de un alto nivel de independencia intelectual; del que no se
conforma a las normas de pensamiento, lenguaje y acción que los
conformantes han establecido observándose a sí mismos; del que no
está de acuerdo con la mayoría; en suma, de todo lo que es
inusitado. Vale la pena señalar que una persona es declarada loca
por funcionarios carentes de pruebas de su propia cordura. Por
ejemplo, el ilustre autor de este Diccionario no se siente más
convencido de su salud mental que cualquier internado en un
manicomio, y —salvo demostración en contrario— es posible que en
vez de la sublime ocupación a que cree dedicar sus facultades, esté
golpeando los puños contra los barrotes de un asilo y afirmando ser
Noé Webster, (autor del diccionario Webster) ante la inocente
delectación de muchos espectadores desprevenidos.
s
. Dolencia que vuelve al
paciente incapaz de contener la lengua cuando uno quiere
hablar.
s
. Ese «don y divina facultad»
cuya energía creadora y ordenadora inspira el espíritu del hombre,
guía sus actos y adorna su vida.
s
. Guerra en que las armas
son palabras y las heridas, pinchazos en la vejiga natatoria de la
autoestima; especie de lucha en que al vencedor se le niega la
recompensa de la victoria porque el vencido es inconsciente de su
derrota.
s
. Prolongación poco común
del temor a la muerte.
s
. En la sociedad norteamericana,
turista inglés de rango superior al de un viajante de comercio. La
palabra «Lord», que significa Señor, se usa también a veces como
título del Supremo Hacedor; pero en esto prima la lisonja sobre la
reverencia.
s
. El que arroja luz sobre un
tema; verbigracia, un secretario de redacción cuando no escribe
sobre ese tema.
s
. Habitante de la luna. No debe
confundirse con el lunático, que es habitado por la luna. Los
lunarios han sido descritos por Luciano, Locke y otros
observadores, que no se han puesto mayormente de acuerdo.
Bragellos, por ejemplo, afirma que son anatómicamente idénticos al
hombre, mientras que el profesor Newcomb asegura que se parecen más
a los tribeños de Vermont.
s
. En los países cristianos, el
día que sigue al partido de béisbol.
ras que designan el título de
«Legumastuciorum Doctor», o sea erudito en leyes, provisto de
astucia legal.( significa, en realidad, «Legum Doctor», doctor en
Leyes.). Pero esta derivación resulta sospechosa si se tiene en
cuenta que antiguamente el título se abreviaba ££.d. (Libras y
peniques) , y era conferido solamente a caballeros adinerados.
Actualmente, la Universidad de Columbia considera la posibilidad de
crear otro título para clérigos, en lugar del antiguo D.D.
(significa «Divinitatis Doctor», doctor en teología) o «Damnator
Diaboli». El nuevo honor será conocido como «Sanctorum Custus», y
se escribirá $$ cts. El reverendo John Satán ha sido propuesto como
primer destinatario del título.
s
. Arte de pensar y razonar en
estricta concordancia con los límites e incapacidades de la
incomprensión humana. La base lógica es el silogismo, que consiste
en una premisa mayor, una menor y una conclusión, por ejemplo:
«Mayor»: Sesenta hombres pueden realizar un trabajo sesenta veces
más rápido que un solo hombre. .«Menor»: Un hombre puede cavar un
pozo para un poste en sesenta segundos. «Conclusión»: Sesenta
hombres pueden cavar un pozo para un poste en un segundo. Esto es
lo que puede llamarse el silogismo matemático, con el cual,
combinando lógica y matemática, obtenemos una doble certeza y somos
dos veces benditos.