La política informativa de Google es muy particular. Sólo ofrece datos cuando le conviene a un
googler
o a sus portavoces de prensa. Las entrevistas se anulan con una mínima antelación (a veces unas horas antes), y si se plantean
cuestiones
críticas se emite la declaración correspondiente para reconducir la situación por la dirección deseada, o sea, la que favorece a Google. A este respecto, los analistas, autores y creadores de estudios están en clara desventaja. El analista estadounidense Stephen Arnold, por ejemplo, envió a su abogado cada capítulo de su estudio para prevenir posibles demandas.
Hay ciertos límites que Google nunca traspasa a la hora de ofrecer
información. Sólo de
vez en cuando, en entrevistas con
googlers
de alto rango, se llega a desvelar algún detalle interesante que se desconocía. Sin embargo, y afortunadamente, Google ha desarrollado algo con lo que se puede emprender cualquier investigación (siempre que se sepa cómo utilizarlo): el buscador Google.
En principio, si uno sabe dónde y qué preguntar, en la Red se pueden descubrir datos «secretos» de Google utilizando su propio buscador. En las fuentes de información de acceso público, como los blogs sobre Google (
www.googlewatchblog.de
), también se pueden obtener resultados muy interesantes, más de lo que a Google le gustaría. Muy pocos expertos creen que las cifras oficiales de la empresa son reales. Se sabe, por ejemplo, que cada conferencia que un
googler
ofrece en un congreso o simposio en cualquier lugar del mundo, cada entrevista concedida a una televisión o a una radio y cada conferencia de prensa están previamente controladas por los departamentos de comunicación y relaciones públicas de la empresa. Los responsables de prensa y comunicación de Google son lo más parecido a un perro guardián, y entre sus tareas también se incluye distraer y confundir a periodistas y analistas.
Cada cifra, estadística o gráfico que se hace público pasa por d cedazo de la corrección política de Google. No se revela ningún detalle que pueda provocar un movimiento de la competencia ni que revele alguna tendencia.
Google ha dejado de ser aquella empresa de garaje que fabricaba las carcasas de sus ordenadores con piezas de Lego (de ahí los colores azul, amarillo, rojo y verde del logo) para ahorrarse dinero. En apenas diez años, Google se ha convertido un consorcio mundial cuyo valor de marca es comparable al de Coca-Cola, Microsoft, General Electric o IBM, y ha superado a empresas como Apple, eBay,
Amazon o
Nokia.
Al mismo tiempo, Google ha pasado a ser una compañía cuyos servicios ya no se utilizan tan a la ligera. Google está cuestionada, tanto por el sistema de búsqueda que utiliza como por su pasión por la acumulación de datos de usuarios. Este consorcio mundial ha crecido y ahora es un poderoso gigante con una peligrosa hegemonía en los sectores de la información, la búsqueda y la publicidad. Google se ha convertido en una potencia mundial incontrolada.
La palabra «google» es en realidad una mala escritura de «googol», que designa en matemáticas el gigantesco número 10 elevado a 100, pero también tiene un precedente en la literatura: en 1913 se publicó el libro
The Google Book
, escrito por un tal Vincent Cartwright Vickers. La historia que relata no tiene nada que ver con las búsquedas, sino con un horrible monstruo que aulla y se llama Google. ¿Casualidad? El buscador no es ningún monstruo, pero sí un peligroso pulpo acaparador de datos.
Google es un lobo con piel de cordero, o un
Tyrannosaurus rex
que se rodea de flamencos rosáceos. La comparación no es gratuita, porque en el
recinto
del Google
Campus de Mountain
View hay un esqueleto de T-Rex, que con sus ocho toneladas de peso y quince metros de longitud era uno de los dinosaurios carnívoros más grandes. El esqueleto está rodeado de flamencos de plástico. Un carnicero que se relaciona con unas aves dóciles y, según los ornitólogos, «muy sociables». En otras palabras: una fiera carnívora rodeada de amistosas aves de suave plumaje.
El analista estadounidense Stephen Arnold acuñó el término «Googzilla» para referirse a Google como un enorme y poderoso gigante provisto de fuertes garras. Arnold confía en que, con un poco de tiempo y esfuerzo, Google se convierta en un gran editor científico y técnico. Con un poco de empeño, podría llegar a ser el mayor editor, librero y archivero de datos de la Tierra. Una perspectiva terrorífica si imaginamos que toda la información y el conocimiento del mundo podrían estar gestionados por una sola empresa. Arnold me dijo que no estaba en contra de Google, pero la palabra que eligió para referirse a la empresa resulta un tanto extraña. «Googzilla» no despierta precisamente simpatía, sino que más bien recuerda al monstruo cinematográfico Godzilla. Puestos a inventar palabras, el término
«frienemy»
(mezcla de
friendy enemy
) encajaría perfectamente.
A juzgar por cómo se han desarrollado los hechos en los últimos años, se podría decir que Google quiere hacerse con el dominio mundial de la información, y ello implica el control total de Internet y de todo lo que la rodea, lo cual no es poco si tenemos en cuenta el auge de la VoIP
(voice over IP)
o de la televisión por protocolo de Internet (IPTV) .
El lema de Google,
«Don’t be evil»
(no seas malo), no parece que refleje la política de la empresa. Con Yahoo!, por ejemplo, no sólo se ha enfrentado en el mercado, sino también en los juzgados, donde se demostró que Google había infringido las leyes de patentes. La empresa Overture, filial de Yahoo!, demandó a Google porque ésta había introducido en su programa AdWords (anuncios publicitarios en páginas web) unos conocimientos que Overture ya tenía patentados. Es decir, Google copió una técnica ajena. Overture había desarrollado un método llamado
«Sponsored Links»
que mostraba unos enlaces patrocinados cuya publicidad variaba en función de, entre otros factores, la búsqueda introducida por el usuario. La disputa se solucionó gracias a la intervención de los inversores de riesgo John Doerr (Kleiner Perkins) y Michael Moritz (Sequoia Capital), quienes en su día habían desembolsado los millones que Google necesitó para iniciar su camino al éxito. El pleito
concluyó
antes de la entrada en bolsa de Google. La empresa de Mountain View entregó a Yahoo! un paquete de 2,7 millones de acciones (con un valor actual de aproximadamente 1.500 millones de dólares) y, además, desde entonces paga la correspondiente licencia de patente.
Google tampoco tuvo suerte con otra querella presentada por la empresa estadounidense Hyperphrase Technologies. La agencia de información Reuters publicó la mañana del 27 diciembre de 2007la siguiente noticia: «Un tribunal de apelación estadounidense dictó sentencia el pasado miércoles a favor de la empresa Hyperphrase Technologies, que había demandado a Google por infracción de patente. La empresa acusaba a Google de haber infringido cuatro patentes en el desarrollo de las tecnologías Autolink y AdSense. Un juzgado de distrito del estado de Wisconsin había desestimado la demanda y dado la razón a Google en un proceso rápido. Sin embargo, él tribunal de apelación revocó parcialmente la sentencia y remitió el proceso una instancia inferior. A pesar del revés, las acciones de Google han subido».
A pesar de que Google tiene 2.000 patentes, las disputas que éstas
ocasionan
son el pan de cada día entre sus directivos. A menudo se trata de intentos de pequeñas empresas de recoger alguna migaja del negocio de Google. Un caso todavía pendiente es el de la Northeast University de Massachusetts, que junto a la recién llegada Jarg acusan al consorcio de Mountain View de utilizar sin autorización una técnica de bases de datos patentada desde 1997. La patente en cuestión, inscrita con el número 5.694.593, contiene un método desarrollado por la Northeast Universitiy y Jarg que fracciona las consultas de bases de datos en varias partes y las distribuye a varios ordenadores para su procesamiento.
A todos nos gusta el buscador Google porque es un servicio web fiable, fácil de utilizar y muy práctico. Se puede describir con pocas palabras: un pequeño rectángulo donde tecleas uno o varios términos y en fracciones de segundo tienes una completa lista de resultados.
Google es la página web más visitada. Según un estudio realizado en diciembre de 2007 por la empresa estadounidense de estudios de mercado comScore, el 72% de los internautas utilizan una página de la oferta de Google
(incluyendo, por
supuesto, la plataforma de vídeos YouTube). En el segundo puesto están los portales de Microsoft (540 millones de usuarios, un 66%), seguidos por Yahoo!
(484
millones, 59%). Para muchos usuarios, Google es incluso su página de inicio cuando se conectan a la Red, y otros tantos ni siquiera se pueden imaginar la vida en Internet sin Google. No hace falta pensar mucho para darse cuenta de que esto es así. ¿Puede el lector imaginar un día en la Red sin preguntar nada a Google?
Su hegemonía es drástica, como refleja una encuesta encargada exclusivamente para este libro a
Marketagent.com
. Siguiendo las premisas demoscópicas de la
top of mind awareness
(o «primera mención espontánea»), se planteó la siguiente pregunta: «¿Qué buscadores conoce, al menos por su nombre? Cite espontáneamente todos los que le vengan a la memoria». El 81,8% de los encuestados nombraron a Google en primer lugar y sólo el 4,8 puso a Yahoo! a la cabeza. Lycos, con un 1,3%, ocupó el tercer puesto. ¿Dónde están AltaVista y MSN? El primero obtuvo la quinta plaza con un 0,6% y MSN se conformó con la sexta posición (0,2%), por delante todavía de AOL.
Estos resultados demuestran la enorme popularidad de Google. Los porcentajes de sus competidores sólo experimentaron alguna mejora en las preguntas de apoyo, donde el nombre del buscador aparecía en la formulación. Así y todo, Google seguía intratable en la primera plaza con un 92,9 %, seguido por Yahoo! (78,5%), MSN (47,1%), AltaVista (44,6%) y Lycos (40,6%).
En la Red hay 1.300 millones de internautas, y más de la mitad utiliza Google para buscar información y noticias. ¿Qué pasaría si Google dejara de existir o los servidores fallasen o se desconectasen durante un día? ¿Cundiría el pánico entre estudiantes, empresas, especuladores de bolsa, periodistas y particulares? Probablemente, lo primero que notaríamos es nuestra dependencia del invento de dos universitarios americanos que se han convertido en multimillonarios gracias a él. «Uno de cada siete usuarios no tiene "ni idea" de lo que haría o qué buscador utilizaría», explica Thomas Schwabl, director de Marketagent.com. «El 4,3% de los usuarios declaró en la encuesta que esperaría a que Google estuviese otra vez en línea.» Yahoo! sería una alternativa para un 33,5% de los usuarios de Google, mientras que AltaVista lo sería para un 10, MSN para un 6,6 y
Lycos
para un 6,1 % de los encuestados. Nueve de cada diez echarían de menos a Google, un 62,7% «mucho» y un 26,9% «normal».
De esta hegemonía se infiere otra pregunta importante: ¿Cuánto costaría reemplazar a Google? ¿La respuesta sería puramente económica? Es decir, ¿el precio sería tan alto que ninguna empresa, consorcio, estado o grupo de países se podría permitir el lujo de montar un servicio sustitutivo? ¿O quizás surgirían en poco tiempo otros servicios, dado que para cada utilidad de Google ya existe una o, incluso, varias alternativas?
La supremacía de Google en el mercado (a pesar de la existencia de adversarios como Yahoo! o MSN o, incluso, de una hipotética fusión de ambos) es peligrosa para la sociedad. Cualquier empresa con mucho poder se convierte en una amenaza, porque los monopolios no sólo crean dependencia, sino que abren las puertas a la manipulación, ya sea de datos, información u opinión.
Google no sólo domina el mercado de las búsquedas y la publicidad en la Red. También transforma la sociedad. Esta empresa influye en la obtención de información, afecta al aprendizaje, fomenta la cultura del «copia y pega» y actúa como el mayor registrador de datos que el mundo ha conocido. Google se ha convertido en un «gran hermano» cuya mirada pronto llegará hasta los lugares más recónditos de nuestra vida privada.
Pero hay más empresas que también quieren dirigir sus miradas a nuestra esfera personal y están totalmente dispuestas a plantar cara a Google. Se trata del sector de las TI dedicado a los portales y motores de búsqueda. Cuando Microsoft anunció el 1 de febrero de 2008 su intención de adquirir Yahoo!, estalló una guerra en la Red. «Una fusión de los fabulosos equipos de Microsoft y Yahoo! nos permitiría ofrecer a nuestros clientes un amplio abanico de soluciones y servicios», afirmó Ray Ozzie, sucesor de Bill Gates y director de arquitectura de
software
de Microsoft. Los planes de adquisición (se ofrecía por Yahoo! una cantidad equivalente a 30.000 millones de euros) fueron el primer ataque en toda regla de Microsoft a Google. Los rumores sobre el apetito que sentía Microsoft por Yahoo! venían lejos, pero ahora se concretaban por primera vez en cifras. Microsoft quería pagar una mitad en participaciones de su empresa y la otra en metálico (32 dólares por acción, es decir, un 62 % por encima de la cotización de cierre). Poco después, la dirección de Yahoo! anunció que estudiaría la oferta, pero que se mantenía abierta a otras opciones.
El asalto de Microsoft también alteró los nervios del presidente ejecutivo de Google, Eric Schmidt, quien tres días después lanzó su propio ataque y acusó a la empresa de Redmond de querer dominar Internet, lo que, a la luz de los datos presentados en este libro, suena más bien a sarcasmo. Según las informaciones publicadas por distintos servicios de noticias, independientes entre sí, Schmidt prometió telefónicamente a Jerry Yang, fundador de Yahoo!, su «más completo apoyo». De pronto, la empresa que había hurtado una patente a su competidor, ahora estaba de su lado y ambos buscadores se relacionaban en términos de cooperación cuando, hacía poco, antes de la entrada en bolsa de Google, se habían enfrentado encarnizadamente. Google quiere impedir a toda costa un «Microhoo», si bien algunas voces internas albergan dudas acerca del hipotético peligro que la fusión de ambos consorcios entrañaría para los de Mountain View, ya que sus filosofías de empresa son demasiado distintas: Microsoft es una compañía de funcionarios, mientras que Yahoo! representa la cultura empresarial del presente. Además, ninguno de los dos portales, ni siquiera unidos, podría alcanzar las cotas de éxito que registra Google.