2)
Administrar no es vivir:
"El tiempo es dinero" es una tontería. Necesitamos estar conscientes de cada minuto, saber aprovecharlo en lo que estamos haciendo (con amor) o solo contemplando la vida. El día tiene 24 horas y una infinidad de momentos. Si desaceleramos, todo dura mucho más. Claro, puede ser más tardado lavar los platos, ¿pero por qué no usar ese tiempo para pensar en cosas agradables, cantar, relajarse, alegrarse con el hecho de estar vivo?
3)
Sintonía con la vida:
Arthur Rubinstein, uno de los más grandes pianistas del siglo xx, fue abordado cierta vez por una ardiente admiradora, que le preguntó: "¿Cómo puede usar las notas con tanta maestría?". El pianista respondió: "Uso las notas de la misma forma que los demás, pero las pausas ¡ah! Ahí está el arte". El divorcio de Stephan fue extremadamente doloroso; y creyó que estando ocupado lograría superar los momentos difíciles; pero no ocurrió como lo había previsto, y el dolor no pasaba nunca. A partir de determinado momento, comenzó a "usar las pausas": sentarse, dejar que el dolor viniera, lo alcanzara y pasara. Poco a poco reestructuró su vida, entendiendo mejor las razones de la separación, y hoy, su ex mujer trabaja en el Omega Institute, porque él fue capaz de enfrentar el dolor, y no solo ocultarlo detrás de sus múltiples tareas.
4)
Lidiar con las experiencias utilizando más profundidad:
un estudio sobre los visitantes del Zoológico Nacional de Washington reveló que el tiempo medio que las personas pasan mirando cualquier exposición de animales no sobrepasa los diez segundos. ¿Para qué ir al zoológico, entonces? Mejor hojear un libro ilustrado, ¿no es verdad? Las personas reclaman que los hipopótamos siempre están sumergidos; en realidad, la media de inmersión va de 90 segundos a un máximo de cinco minutos: pero la presión de avanzar no deja que el visitante aproveche el motivo de la visita.
5)
Saber cuándo reflexionar o actuar:
una paciente de Stephan, que tenía problemas de obesidad, dijo que estaba dispuesta a hacer cualquier cosa para curarse. Él le sugirió que siempre que tuviera ganas de comer, observara el sentimiento, pero sin actuar. "¡Pero siento hambre!" respondió ella. "Exactamente. Si logra convivir con su sentimiento, observar el hambre, dejarla venir con toda su intensidad, sufrir eventualmente –pero no actuar- en breve conseguirá atenuar la ansiedad, y sabrá ser dueña de su voluntad, y no esclava de sus impulsos."
6)
No permanecer pasivo ante las emociones negativas:
cuando nos sentamos en un sofá, encendemos la televisión (que, en realidad, es una manera de "apagarse" del mundo). Entonces nos ponemos extremadamente ansiosos, pensamos que estamos perdiendo tiempo, que necesitamos llamar a alguien por teléfono, hacer ejercicio, arreglar la casa. ¿Por qué? Porque si nos quedamos quietos, toda la onda de emociones reprimidas nos atacará, nos deprimirá, nos pondrá tristes o nos hará sentirnos culpables. Cuanto más nos "ocupamos", más se acumulan estas emociones, hasta que un día corremos el riesgo de verlas explotar sin control.
Sí, todos tenemos nuestros problemas, que deben ser afrontados; ¿por qué no hacerlo hoy? Parar. Pensar. Eventualmente, sufrir un poco. Pero al final, entender quiénes somos, lo que sentimos, lo que estamos haciendo aquí, en este momento, en vez de querer pasárnosla determinando la Agenda de la Vida.
1)
Renunciar a lo que se tiene.
La estrategia es de Mahatma Gandhi. El guerrero de la luz escucha con respeto, y no se deja confundir por personas que, incapaces de llegar a cualquier resultado, viven predicando la renuncia:
"En cualquier actividad, es preciso saber lo que se debe esperar, los medios para alcanzar el objetivo, y la capacidad que tenemos para la tarea propuesta."
"Solo puede decir que renunció a los frutos aquel que, estando de esa manera equipado, no siente deseo alguno por los resultados de la conquista, y permanece absorto en el combate."
"Se puede renunciar al fruto, pero esta renuncia no significa indiferencia al resultado."
2)
Renunciar a la venganza.
El guerrero de la luz tiene la espada en sus manos. Es él quien decide lo que hará, y lo que no hará bajo ninguna circunstancia. Hay momentos en que la vida lo conduce a una crisis: se ve forzado a separarse de cosas que siempre amó.
Entonces, el guerrero reflexiona. Verifica si está cumpliendo la voluntad de Dios, o si actúa por egoísmo. En caso de que la separación esté en su camino, la acepta sin reclamaciones.
Sin embargo, si tal separación fue provocada por la perversidad ajena, él es implacable en su respuesta.
El guerrero posee el arte del golpe, y el arte del perdón. Sabe usar ambos con la misma habilidad.
3)
Renunciar a la provocación.
El luchador experimentado aguanta los insultos; conoce la fuerza de su puño, la habilidad de sus golpes. Ante un oponente desprevenido, él solo lo contempla, y muestra la fuerza de su mirada. Vence sin necesidad de llevar el combate al plano físico.
A medida que el guerrero aprende con su maestro espiritual, la luz de la fe brilla también en sus ojos, y no necesita probarle nada a nadie. Sin importar los argumentos agresivos de su adversario: diciendo que Dios es superstición, que los milagros son trucos, que creer en los ángeles es huir de la realidad.
Igual que el luchador, el guerrero de la luz conoce su inmensa fuerza; y jamás pelea con quien no merece la honra del combate.
4)
Renunciando al tiempo.
El guerrero de la luz escucha a Lao Tzu, cuando dice que debemos desligarnos de la idea de los días y las horas, y prestar cada vez más atención al minuto.
Solo así logra resolver ciertos problemas antes de que ocurran. Prestando atención a las pequeñas cosas, consigue resguardarse de las grandes calamidades.
Pero pensar en las pequeñas cosas no significa pensar en pequeño. El guerrero sabe que un gran sueño está compuesto de muchas cosas diferentes, así como la luz del sol es la suma de sus millones de rayos.
5)
Renunciar al confort.
El guerrero de la luz contempla las dos columnas que están al lado de la puerta que pretende abrir. Una se llama Miedo, y la otra se llama Deseo.
El guerrero mira la columna del Miedo, y ahí está escrito: "Vas a entrar en un mundo desconocido y peligroso, donde todo lo que aprendiste hasta ahora no te servirá para nada".
El guerrero mira la columna del Deseo, y ahí está escrito: "Vas a salir de un mundo conocido, donde están guardadas las cosas que siempre quisiste, y por las que tanto luchaste".
El guerrero sonríe, porque no existe nada que lo asuste, y nada que lo ate. Abre la puerta con la seguridad de quien sabe lo que quiere.
(Selección de textos de Carlos Castañeda, 1925-1998.)
1)
El comportamiento:
un hombre debe ir en busca de la sabiduría, de la misma forma en que un soldado va a la guerra: con miedo, con respeto y con total seguridad. Debe actuar como si supiera hacia dónde está yendo, aunque en realidad no tenga la menor idea de lo que encontrará; lo que importa es que esté recorriendo el camino que eligió.
2)
Nada que perder:
un guerrero ya se considera muerto. Como no tiene nada que perder, sigue adelante con alma y con calma. El miedo ya no consigue robarle su energía, y él logra aplicarla para vivir cada momento con toda la intensidad posible. El guerrero tiene la certeza de que todas las herramientas para enfrentar futuras dificultades están en sus manos, y es el uso de estas herramientas, también llamado "experiencia", lo que le permitirá superar los obstáculos.
3)
Actuar y conocer:
un guerrero es siempre un cazador. Él calcula todo, y actúa después de reflexionar bien sobre lo que debe hacer. Nadie puede obligarle a hacer cosas que no desea. Vive porque actúa, y no porque piensa que actúa. Como sabe que está en este mundo solo por un breve periodo de tiempo, procura conocer todas las maravillas posibles. Habla poco, jamás se preocupa por el miedo, y asume la responsabilidad por sus actos.
4)
La muerte como compañera:
un guerrero-cazador sabe que cada decisión puede ser la última. La muerte es su compañera, siempre sentada a su lado izquierdo, a una distancia de menos de un metro. Por eso, va al campo de batalla totalmente concentrado en su vida, sabiendo que la mayoría de las personas está pasando de una acción a otra sin pensarlo mucho.
5)
Los caminos son iguales:
todos los caminos son iguales, y no llevan a ningún lugar. Por lo tanto, el guerrero escoge un camino que tenga vida propia, y a partir del momento en que comienza a recorrerlo, se alegra, se transforma en el propio camino. Su decisión de continuar en él depende solo de la alegría, y no de su ambición o de su miedo. Por lo tanto, siempre antes de actuar, se pregunta a sí mismo: "¿Este camino tiene un corazón?".
6)
La opinión de los demás:
un guerrero nunca gasta su precioso tiempo pensando en la opinión de los demás. Conoce personas que piensan que son importantes, y por eso también son gordas, arrogantes y sin flexibilidad. Para un guerrero, el arte del combate debe combinarse con levedad, ausencia de tensión y de ambición. Un guerrero es gentil con los demás porque, sobre todo, es gentil consigo mismo.
7)
La intención:
la intención de un hombre no es un pensamiento, ni un objeto, ni un deseo, sino aquello que lo hace seguir adelante incluso cuando todo el mundo dice que será derrotado, o que lo que eligió no tiene el menor sentido. Por lo tanto, tener una intención clara ayuda al guerrero a ser invulnerable, a actuar como un hechicero que es capaz de atravesar paredes y alcanzar el infinito.
8)
La elección de su camino:
nada en este mundo es otorgado como regalo; las lecciones más importantes son siempre aprendidas con mucho esfuerzo y dificultad. Teniendo eso en cuenta, el guerrero-cazador jamás se desespera, se desgasta o pierde su tiempo culpando a los demás, porque sabe que en cada gesto suyo está la responsabilidad por sus elecciones. Un guerrero no puede reclamar ni arrepentirse: su vida es una lucha constante, y los desafíos no son buenos o malos, son solo desafíos.
1) Aceptar cualquier cosa que nos haga olvidar nuestra verdadera identidad y nuestros sueños, y que nos haga trabajar solo para producir y reproducir.
2) Aceptar que es posible tener reglas para una guerra (Convención de Ginebra).
3) Gastar años estudiando en la universidad, para después no conseguir trabajo.
4) Trabajar de nueve de la mañana a cinco de la tarde en algo que no da el menor placer, siempre que en 30 años la persona consiga jubilarse.
5) Jubilarse, descubrir que ya no se tiene más energía para disfrutar la vida, y morir en pocos años, de puro tedio.
6) Usar botox.
7) Procurar tener éxito financieramente en vez de buscar la felicidad.
8) Ridiculizar a quien busca la felicidad en vez del dinero, calificándolo de "persona sin ambición".
9) Comparar objetos como carros, casas, ropa, y definir la vida en función de estas comparaciones, en vez de intentar realmente saber la verdadera razón de estar vivo.
10) No hablar con extraños.
11) Creer siempre que los padres tienen la razón.
12) Casarse, tener hijos, seguir juntos aun cuando el amor ya se haya acabado, alegando que es por el bien de los niños (que parecen no estar presenciando las constantes peleas).
13) Criticar a todo aquel que intente ser diferente.
14) Despertar con un despertador histérico a un lado de la cama.
15) Creer en absolutamente todo lo que está impreso.
16) Usar un pedazo de tela de colores amarrada al cuello, que no tiene función aparente, pero que recibe el pomposo nombre de "corbata".
17) Nunca ser directo en las preguntas, aun cuando la otra persona entienda lo que se está queriendo saber.
18) Mantener una sonrisa en los labios cuando se está muriendo de ganas de llorar. Y sentir lástima de todos los que demuestran sus propios sentimientos.
19) Creer que el arte vale una fortuna, o que no vale absolutamente nada.
20) Despreciar siempre lo que fue conseguido con facilidad, porque no hubo el "sacrificio necesario" y, por lo tanto, no debe tener las cualidades requeridas.
21) Seguir la moda, aun cuando parezca ridícula e incómoda.
22) Estar convencido de que toda persona famosa tiene toneladas de dinero acumulado.
23) Invertir mucho en la belleza exterior, y preocuparse poco de la belleza interior.
24) Usar todos los medios posibles para demostrar que, aunque sea una persona normal, es infinitamente superior a los otros seres humanos.
25) En un medio de transporte público, jamás mirar directamente a los ojos a una persona; en caso contrario, eso puede ser interpretado como una señal de seducción.
26) Cuando entre en un elevador, mantener el cuerpo volteado hacia la puerta de salida, y fingir que es la única persona allá adentro, por más atestado que esté.
27) Jamás reír alto en un restaurante, por buena que sea la historia.
28) En el hemisferio norte, usar siempre la ropa que combine con la estación del año; brazos desnudos en primavera (por más frío que haga) y chaqueta de lana en el otoño (por más caliente que sea).
29) En el hemisferio sur, llenar de algodón el árbol de Navidad, aunque el invierno nada tenga que ver con el nacimiento de Cristo.
30) A medida que se vaya haciendo más viejo, creerse dueño de toda la sabiduría del mundo, aunque no siempre haya vivido lo suficiente para saber lo que está mal.
31) Asistir a un té de caridad y creer que con eso ya colaboró lo suficiente para acabar con las desigualdades sociales del mundo.
32) Comer tres veces al día, aunque no tenga hambre.
33) Pensar que los demás siempre son mejores en todo: son más guapos, más capaces, más ricos, más inteligentes. Es muy arriesgado aventurarse más allá de los propios límites, es mejor no hacer nada.