El mundo y sus demonios (23 page)

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Authors: Carl Sagan

Tags: #Divulgación Cientifica, Ensayo

BOOK: El mundo y sus demonios
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Capítulo
9
T
ERAPIA

Es un error capital teorizar antes de tener datos. Sin darse cuenta, uno empieza a deformar los hechos para que se adapten a las teorías, en lugar de adaptar las teorías a los hechos.

Sherlok Holmes en
Escándalo en Bohemia
,
de A
RTHUR
C
ONAN
D
OYLE
(1891)

Los recuerdos verdaderos parecían fantasmas, mientras los falsos eran tan convincentes que sustituían a la realidad.

G
ABRIEL
G
ARCÍA
M
ÁRQUEZ
,
Extraños peregrinos
(1992)

J
ohn Mack es un psiquiatra de la Universidad de Harvard al que conozco hace muchos años.

¿Hay algo en este asunto de los ovnis?, me preguntó hace tiempo.

No mucho, contesté yo. Excepto en el aspecto psiquiátrico desde luego.

Él lo estudió, entrevistó a abducidos y se convirtió. Ahora acepta los relatos de abducidos a pies juntillas. ¿Por qué?

«No buscaba eso», dice él. «Nada en mis antecedentes me preparaba» para la historia de la abducción por extraterrestres. «El poder emocional de estas experiencias las hace totalmente convincentes.» En su libro
Abducciones,
Mack propone explícitamente la peligrosa doctrina de que «el poder o intensidad con que se siente algo» es una guía para saber si es verdad.

Yo puedo dar testimonio personalmente del poder emocional. Pero ¿las emociones fuertes no son acaso un componente habitual de nuestros sueños? ¿No nos despertamos a veces helados de terror? ¿No conoce Mack, autor por su parte de un libro sobre pesadillas, el poder emocional de las alucinaciones? Algunos pacientes de Mack dicen que han alucinado desde la infancia. ¿Los hipnotizadores y psicoterapeutas que trabajan con «abducidos» han intentado sumergirse a conciencia en el conjunto de conocimientos sobre alucinaciones y disfunciones perpetuas? ¿Por qué creen a
esos
testigos y no a los que, con una convicción comparable, declaran encuentros con dioses, demonios, santos, ángeles y hadas? ¿Y los que escuchan exigencias irresistibles de una voz interior? ¿Son verdad todas las historias que se sienten profundamente?

Una científica que conozco dice: «Si los extraterrestres se quedaran a todos los que abducen, nuestro mundo sería un poco más cuerdo.» Pero es un juicio demasiado severo. No parece ser un problema de cordura. Es algo más. El psicólogo canadiense Nicholas Spanos y sus colegas llegaron a la conclusión de que no había patologías obvias en los que declaraban ser abducidos por ovnis. Sin embargo,

es más probable que las experiencias intensas de ovnis ocurran en individuos que se inclinan hacia creencias esotéricas en general y creencias extraterrestres en particular y que interpretan las experiencias sensoriales e imaginarias inusuales en términos de hipótesis sobre extraterrestres. Entre los que creen en ovnis, los que tenían una mayor propensión a la producción de fantasía eran particularmente proclives a generar estas experiencias. Además, lo más probable es que estas experiencias se generasen e interpretasen como acontecimientos reales más que imaginados cuando se asociaban a entornos sensoriales limitados... (por ejemplo, experiencias que tuvieron lugar por la noche y en asociación con el sueño).

Lo que una mente crítica podría reconocer como alucinación o sueño, una más crédula lo interpreta como una visión de una realidad externa elusiva pero profunda.

E
S CONCEBIBLE QUE ALGUNOS RELATOS
de abducciones por extraterrestres puedan disfrazar recuerdos de violación y abuso sexual en la infancia con el padre, padrastro, tío o novio de la madre representado como un extraterrestre. Seguramente es más reconfortante creer que fue un extraterrestre quien abusó de uno que pensar que fue alguien en quien uno confía y a quien ama. Los terapeutas que creen a pies juntillas las historias de abducciones por extraterrestres niegan este extremo, alegando que serían capaces de reconocer si sus pacientes fueron víctimas de abusos sexuales o no. Algunas encuestas de opinión estiman que una de cada cuatro mujeres estadounidenses y uno de cada seis hombres han sido víctimas de abusos sexuales en la infancia (aunque probablemente las estimaciones sean demasiado altas). Sería asombroso que un número significativo de los pacientes que se presentan a los terapeutas de abducción por extraterrestres
no
hubieran sido víctimas de abuso, quizá incluso en proporción mayor que la población general.

Tanto los terapeutas de abuso sexual como los dedicados a la abducción por extraterrestres emplean meses, a veces años, en animar a sus pacientes a recordar los abusos cometidos contra ellos. Sus métodos son similares y sus objetivos en cierto sentido los mismos: recuperar recuerdos dolorosos, a menudo de hace tiempo. En ambos casos, el terapeuta cree que el paciente está traumatizado por un acontecimiento tan terrible que lo reprime. Me parece asombroso que los terapeutas de abducciones por extraterrestres encuentren tan pocos casos de abuso sexual, y viceversa.

Por razones comprensibles, los que se han visto sometidos a abusos sexuales o incesto en la infancia son muy sensibles a cualquier cosa que parezca minimizar o negar su experiencia. Están enfadados, y tienen derecho a estarlo. En Estados Unidos, al menos una de cada diez mujeres ha sido violada, casi dos tercios de ellas antes de los dieciocho años. Un informe reciente expone que una sexta parte de todas las víctimas de violación declaradas a la policía están por debajo de los doce años. (Y éste es el tipo de violación que se suele declarar menos.) Una quinta parte de esas niñas fueron violadas por sus padres. Han sido víctimas de una traición. Quiero dejar esto muy claro: hay muchos casos reales de depredación sexual macabra de los padres o de los que actúan en su lugar. En algunos casos ha salido a la luz una prueba física irresistible: fotos, por ejemplo, o diarios, o gonorrea o infecciones en el niño. Se ha sugerido que el abuso infantil es una probable causa importante de problemas sociales. Según una encuesta, el ochenta y cinco por ciento de todos los internos violentos de la cárcel fueron víctimas de abusos en la infancia. Dos tercios de las madres adolescentes fueron violadas o víctimas de abusos sexuales de niñas o adolescentes. Las víctimas de violaciones tienen diez veces más probabilidades que las demás mujeres de usar en exceso el alcohol y otras drogas. El problema es real y urgente. Sin embargo, la mayoría de estos casos trágicos e incontestables de abuso sexual infantil se han tenido en la memoria continuamente hasta la edad adulta. No es un recuerdo oculto que deba restablecerse.

Aunque hoy en día hay mayor información que en el pasado, parece haber un aumento significativo anual de casos de abuso infantil. Los hospitales y autoridades declaran un aumento de diez veces en Estados Unidos (hasta 1,7 millones de casos) entre 1967 y 1985. El alcohol y otras drogas, además de las tensiones económicas, se señalan como la «razón» por la que los adultos tienen más tendencia a abusar de los niños hoy que en el pasado. Quizá el aumento de la publicidad de casos contemporáneos de abuso de niños alienta a personas adultas a recordar el abuso que sufrieron en una ocasión y a pensar en él.

Hace un siglo, Sigmund Freud introdujo el concepto de represión, la supresión de acontecimientos a fin de evitar el dolor físico, un mecanismo esencial para la salud mental. Parecía darse especialmente en pacientes diagnosticados con «histeria», entre cuyos síntomas se encontraban alucinaciones y parálisis. Al principio Freud creyó que detrás de cada caso de histeria había un caso reprimido de abuso sexual infantil. Con el tiempo alteró la explicación para decir que la histeria era causada por
fantasías —
no todas desagradables— de haber sido sometido a abusos sexuales en la infancia. El peso de la culpabilidad pasó de padre a hijo. Hoy en día causa furor un debate parecido. (Todavía se discute la razón por la que Freud cambió de idea: las explicaciones van desde la cólera que provocó en sus colegas varones de Viena hasta el reconocimiento por su parte de que se tomaba en serio las historias de los histéricos.)

Los ejemplos de la emergencia repentina del «recuerdo» a la superficie, especialmente en la consulta de un psicoterapeuta o hipnotizador, y de la calidad fantasmagórica o de sueño de los primeros «recuerdos» son altamente cuestionables. Hay muchas denuncias de abuso sexual que resultan ser inventadas. El psicólogo de la Universidad de Emory, Ülric Neisser, dice:

Existe el abuso de los niños y lo que se llama recuerdos reprimidos. Pero también existen los falsos recuerdos y fabulaciones, y no son nada raros. Los recuerdos erróneos son la norma, no la excepción. Ocurren todo el tiempo. Ocurren incluso cuando el sujeto está absolutamente seguro, incluso cuando un recuerdo es una bombilla de flash aparentemente inolvidable, una de esas fotografías mentales metafóricas. Ocurre de forma todavía más probable en casos en que la sugestión es una posibilidad viva, donde los recuerdos pueden ser modelados y remodelados para satisfacer las fuertes demandas interpersonales de una sesión de terapia. Y una vez el recuerdo ha sido reconfigurado de este modo es muy difícil, mucho, cambiarlo.

Esos principios generales no nos pueden ayudar a decidir con certeza dónde radica la verdad en cada caso individual. Pero, en general, está bastante claro dónde deberíamos colocar nuestras apuestas ante un gran número de declaraciones así. El recuerdo erróneo y la reconstitución retrospectiva del pasado son parte de la naturaleza humana; se hallan en la misma esfera y ocurren constantemente.

Los supervivientes de los campos de la muerte nazis proporcionan la demostración más clara que puede imaginarse de que hasta el abuso más monstruoso se puede llevar continuamente en la memoria humana. Ciertamente, el problema para muchos supervivientes del Holocausto ha sido conseguir una distancia emocional entre ellos y los campos de la muerte, olvidar. Pero si en algún mundo alternativo de maldad inexpresable se vieran obligados a
vivir
en la Alemania nazi —por ejemplo una próspera nación posthitleriana con su ideología intacta, excepto en el antisemitismo— imaginemos cuál sería entonces la carga psicológica de los supervivientes del Holocausto. Quizá entonces serían capaces de olvidar porque el recuerdo les haría la vida insoportable. Si existe algo así como la represión y recuperación posterior de recuerdos desagradables, quizá requiera dos condiciones: 1) que el abuso haya ocurrido realmente, y 2) que se exija a la víctima simular durante largos períodos de tiempo que nunca ocurrió.

El psicólogo social de la Universidad de California Richard Ofshe explica:

Cuando se pide a los pacientes que cuenten cómo recuperaron los recuerdos, declaran que han reunido fragmentos de imágenes, ideas, sentimientos y sensaciones para dar coherencia a la historia. Como lo que se llama trabajo de la memoria dura algunos meses, los sentimientos se convierten en imágenes vagas, las imágenes se convierten en figuras y las figuras en personas conocidas. Una vaga incomodidad en ciertas partes del cuerpo se reinterpreta como una violación en la infancia... Las sensaciones físicas originales, aumentadas a veces por la hipnosis, se etiquetan entonces como «recuerdos del cuerpo». No hay mecanismo concebible por el que los músculos del cuerpo puedan almacenar recuerdos. Si esos métodos no consiguen persuadir, el terapeuta puede recurrir a prácticas aún más duras. Algunos pacientes se inscriben en grupos de supervivencia en los que deben soportar la presión de los compañeros y se les pide que demuestren una solidaridad políticamente correcta colocándose a sí mismos como miembros de una subcultura superviviente.

Una cauta declaración de 1993 de la Asociación Psiquiátrica Americana acepta la posibilidad de que algunos de nosotros olvidemos el abuso infantil como medio de seguir adelante, pero advierte:

No se sabe cómo distinguir, con total precisión, los recuerdos que se basan en acontecimientos verdaderos de los que derivan de otras fuentes... La interrogación repetida puede llevar a los individuos a declarar «recuerdos» de acontecimientos que nunca ocurrieron. No se sabe qué proporción de adultos que declaran recordar un abuso sexual fueron realmente víctimas de él... Si el psiquiatra tiene una creencia previa fuerte de que el abuso sexual, u otros factores, son o no la causa de los problemas del paciente es muy probable que interfiera en la valoración y tratamiento apropiado.

Por un lado, ignorar insensiblemente acusaciones horripilantes de abuso sexual puede ser una injusticia despiadada. Por otro lado, manipular los recuerdos de la gente, infundir falsas historias de abuso infantil, destrozar familias intachables e incluso enviar a la cárcel a unos padres inocentes, es una injusticia despiadada. El escepticismo es esencial en ambos casos. Puede ser muy complicado elegir el camino entre esos dos extremos.

Las primeras ediciones del influyente libro de Ellen Bass y Laura Davis
(The Courage to Heal: A Guidefor Women Survivors of Child Sexual Abuse,
Perennial Library, 1988) advierten de manera iluminadora a los terapeutas:

Creer al superviviente. Debe creerse que la paciente fue víctima de abuso sexual aunque lo dude ella misma... Ella necesita que usted crea con firmeza que fue víctima de abuso. Participar en la duda de un paciente sería como transmitir al paciente suicida que el suicidio es la mejor solución. Si un paciente no sabe seguro si sufrió un abuso pero cree que podría haber sido así, trabaje como si fuera así. Hasta ahora, entre los cientos de mujeres con quienes hemos hablado y los cientos más que hemos oído, ninguna de las que ha sospechado que podía haber sido víctima de abuso decidió que no era así después de investigar.

Pero Kenneth V. Lanning, agente especial supervisor de la Unidad de Instrucción e Investigación Científica de Comportamiento de la Academia del FBI en Quantico, Virginia, un destacado experto en la victimización sexual de los niños, se pregunta:

«¿Estamos compensando ahora los siglos de negación aceptando ciegamente toda declaración de abuso infantil, por muy absurda e improbable que sea?» «Si es así, me da igual —responde un terapeuta de California entrevistado por The Washington Post—. Lo que ocurrió realmente me parece irrelevante... Todos vivimos en el engaño.»

Creo que la existencia de
cualquier
acusación falsa de abuso sexual infantil —especialmente las creadas bajo la tutela de una figura de autoridad— es relevante en lo referente al tema de la abducción por extraterrestres. Si hay personas que con gran pasión y convicción pueden ser llevadas a recordar que han sido víctima de abuso por parte de sus padres sin ser verdad, ¿no podrían otros, con una pasión y convicción comparables, ser llevados a recordar que han sido víctima de abusos de extraterrestres sin ser verdad?

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