El secreto del universo (23 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Ciencia, Ensayo

BOOK: El secreto del universo
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He oído decir muchas veces que las mujeres tienen el instinto de «construir el nido», que verdaderamente
quieren
cuidar de un hombre y sacrificarse por él. Es posible, en las condiciones que había en el pasado. Pero ¿y ahora?

Con la explosión demográfica, que es cada vez más una espada de Damocles para todo el género humano, o desarrollamos una nueva actitud hacia los niños antes de fin de siglo o nuestra cultura morirá.

Llegará a ser totalmente correcto que una mujer no tenga hijos. Se aliviará la sofocante presión social que obliga a la mujer a ser «esposa y madre», lo que tendrá aún más importancia que el alivio de la presión económica.vGracias a la píldora, es posible librarse de la carga de los niños sin renunciar al sexo.

Esto no quiere decir que las mujeres
dejarán
de tener niños, sino que simplemente
no tendrán
que tener niños.

De hecho, tengo la impresión de que la esclavitud femenina y la explosión demográfica van de la mano. Si se mantiene sometida a una mujer, el hombre sólo se sentirá seguro si consigue tenerla «descalza y embarazada». Si no tiene otra cosa que hacer más que tareas poco dignas y repetitivas, se dedicará a tener un niño detrás de otro como única vía de escape.

Por otra parte, si las mujeres se sintieran realmente libres, la explosión demográfica se detendría espontáneamente. Pocas mujeres estarían dispuestas a sacrificar su libertad para tener un montón de hijos. Y no se apresuren a decir «No»; la libertad femenina no ha sido ensayada nunca verdaderamente, pero algo debe de significar el hecho de que el índice de natalidad sea más alto en los lugares en que la mujer ocupa la posición social más baja.

Por consiguiente, predigo que en el siglo XXI las mujeres serán completamente libres por primera vez en la historia de la especie.

Tampoco me asusta la contrapredicción de que todas las cosas son cíclicas y que la tendencia claramente visible hacia la emancipación femenina dará paso a una vuelta al neovictorianismo.

Es cierto que los efectos pueden ser cíclicos; pero sólo cuando las causas son cíclicas, y en este caso las causas básicas no son cíclicas, si exceptuamos una posible guerra termonuclear que afectara al mundo entero.

Para que el péndulo volviera a inclinarse hacia la esclavitud femenina, tendría que darse un aumento de los trabajos «de mucho músculo» que sólo pudieran hacer los hombres. Las mujeres volverían a temer morirse de hambre si no tuvieran a un hombre que trabajara para ellas. Bueno, ¿les parece que la actual tendencia hacia la informatización y la seguridad social se invertiría en cuanto ocurriera una catástrofe global? ¿En serio?

Para que el péndulo oscilara hacia atrás, tendría que sustituir el deseo de formar grandes familias y tener muchos niños. Es la única forma de tener a las mujeres satisfechas con su esclavitud a gran escala (o demasiado ocupadas como para pensar en ello, lo que viene a ser lo mismo). Teniendo en cuenta la actual explosión demográfica y la situación tal como será en el año 2000, ¿esperan realmente que se pondrá a las mujeres a la tarea de criar a un niño tras otro?

De modo que la tendencia hacia la liberación de la mujer es irreversible.

Ya ha comenzado, y se trata de un hecho sólidamente establecido. ¿Creen acaso que la época actual, con su creciente permisividad sexual (en casi todo el mundo) no es más que una decadencia temporal de nuestra fibra moral y que con alguna pequeña acción por parte del Gobierno volveríamos a las austeras virtudes de nuestros antepasados?

No lo crean. El sexo se ha separado del nacimiento de los niños, y continuará estándolo, puesto que es imposible eliminarlo y es imposible alentar el nacimiento de más bebés. Voten por quien les parezca, pero la «revolución sexual» seguirá adelante.

O consideren, por ejemplo, algo tan trivial en apariencia como la nueva moda del pelo largo en los hombres. (Yo mismo me he dejado crecer un par de patillas absolutamente magnificas.) No cabe duda de que los detalles cambiarán, pero lo que esto significa en realidad es el fin de las distinciones superficiales entre los sexos.

Es precisamente esto lo que molesta a las personas convencionales. Una y otra vez les oigo quejarse de que algún chico con el pelo especialmente largo parece una chica. Y luego dicen: «¡Ya no se les puede distinguir!»

Esto siempre me hace preguntarme cuál es la razón de que sea tan importante distinguir a un chico de una chica a primera vista, a menos que se tenga en la mente algún objetivo personal para el que la diferencia de sexos sea relevante. No es posible saber a primera vista si una persona es católica, protestante o judía; si él o ella toca el piano o juega al póquer, es ingeniero o artista, inteligente o estúpido.

Después de todo, si fuera
verdaderamente
importante distinguir el sexo de una persona a una distancia de varias manzanas con sólo echar una ojeada, ¿por qué no servirse de las diferencias que nos ha dado la naturaleza? Que
no es
el pelo largo, ya que en todas las culturas ambos sexos tienen el pelo de una longitud aproximadamente igual. Por otra parte, los hombres siempre tienen más pelo en la cara que las mujeres; en algunos casos la diferencia es enorme. (Mi mujer, la pobre, nunca podría tener patillas, aunque lo intentara.)

Bueno, ¿tendrían entonces que dejarse barba todos los hombres? Pero a las mismas personas convencionales a quienes no les gusta el pelo largo en un hombre tampoco les gustan las barbas.
Cualquier
cambio les inquieta, de manera que, cuando es necesario realizar algún cambio, hay que ignorar a las gentes convencionales.

Pero,
¿por qué
existe ese fetichismo de los hombres con pelo corto y las mujeres con pelo largo, o, si vamos a eso, de los pantalones para los hombres y las faldas para las mujeres, las camisas para los hombres y las blusas para las mujeres? ¿Por qué este conjunto de diferencias artificiales para exagerar las naturales? ¿Por qué esa inquietud cuando las diferencias se desdibujan?

¿Es posible que la distinción vulgar y llamativa en el atuendo y el peinado de los dos sexos sea otro signo de la relación amo-esclavo? Ningún amo quiere ser confundido con un esclavo a cualquier distancia, ni tampoco que se confunda a un esclavo con un amo. En las sociedades en las que existe la esclavitud siempre se pone buen cuidado en diferenciar a los esclavos (con una coleta cuando los manchús gobernaban China, con una estrella de David amarilla cuando los nazis gobernaban en Alemania, etc.). Nosotros mismos tenemos tendencia a olvidarlo, puesto que nuestros esclavos no femeninos más conspicuos tienen un color de piel que los diferencia perfectamente y no tienen necesidad de mucho más para quedar marcados.

Por tanto, en la futura sociedad sexualmente igualitaria se producirá un desdibujamiento de las diferencias artificiales entre los sexos, un desdibujamiento que ya ha comenzado. Pero, ¿y qué? Un chico determinado sabrá quién es su chica y viceversa, y si otra persona no participa de esta relación, ¿qué le importa a esa persona cuál es cuál?

Afirmo que no se puede ir contra corriente y que, por consiguiente, debemos unirnos a ella. Afirmo que incluso es posible que sea la cosa más maravillosa que le haya ocurrido nunca al género humano.

Creo que los griegos
tenían
razón en una cosa, que
es
mucho mejor amar a un igual. Y si es así, ¿por qué no nos apresuramos a acercarnos al momento en que los heterosexuales podremos amar en las mejores condiciones?

NOTA

Me siento orgulloso de este artículo. En 1969 el movimiento feminista estaba todavía en mantillas. El libro de Betty Friedan,
La mística de la feminidad
, que fue uno de los factores principales de la aceleración de su desarrollo, había sido publicado en 1963, sólo seis años antes. Pero tampoco me habría hecho falta esperar a su publicación. Siempre he estado del lado de los oprimidos, sea cual sea su raza o sexo.

Por eso me sentí complacido al recibir una carta de una mujer que decía que había leído el artículo con mucha desconfianza, esperando que en cualquier momento me pusiera a matizar mis creencias, pero que se quedó asombrada cuando vio que no era así.

En efecto, admiro mucho a las mujeres que en tiempos me acusaron con frecuencia de tratarlas como objetos sexuales. Pero yo siempre replico, con un temblor ofendido en la voz: «Bueno, que ellas me traten también como un objeto sexual y entonces ya tendremos igualdad de sexos.»

Por cierto, no he recibido nunca ninguna carta protestando porque mis artículos científicos trataran temas muy alejados de la ciencia, como es el caso de éste; pero después de todo, la sociología es una ciencia, ¿no?

EL MURO DE LUXÓN

No les parece probable que mis artículos científicos sean mencionados en Time, ¿verdad?
[10]
. Bueno, pues así ha sido, y el artículo citado era uno sobre la imposibilidad de alcanzar o sobrepasar la velocidad de la luz. Después de la publicación del artículo se empezó a hablar mucho de algunas partículas que se desplazan más rápidamente que la luz, y de repente aparecí como un tonto anticuado que había quedado en ridículo ante los avances de la física más allá de los límites que equivocadamente yo había considerado fijos.

Por lo menos eso es lo que me hicieron parecer los de
Time
. Para empeorar aún más las cosas, citaban a mi viejo amigo Arthur C. Clarke
[11]
, y su refutación, titulada
Es posible, no hay más que hablar
, de tal manera que daba la impresión de que se consideraba que Arthur era más capaz de predecir los acontecimientos futuros que yo.

Afortunadamente, soy un hombre tolerante al que no le preocupan este tipo de cosas, y me olvidé del asunto con un encogimiento de hombros. Cuando volví a ver a Arthur, seguíamos tan amigos como siempre, si no tenemos en cuenta la patada que le di en la espinilla.

En cualquier caso,
no
soy un viejo chapado a la antigua y ahora me dispongo a explicar la situación con más detalle para demostrarlo.

Empecemos con una ecuación que fue formulada por primera vez por el Físico holandés Hendrik Antoon Lorentz en la década de 1890. Lorentz pensaba que esta ecuación era expresamente aplicable a los cuerpos con carga eléctrica, pero más adelante Einstein la incorporó a su Teoría Especial de la Relatividad, demostrando que era aplicable a todos los cuerpos, tuvieran carga eléctrica o no.

No voy a presentar la ecuación de Lorentz en su forma habitual, sino con una pequeña alteración, cuya utilidad quedará clara más adelante. Esta es mi versión de la ecuación:

m
= k/√(1 – (v/c)
2
) (Ecuación 1)
[12]

En la ecuación 1,
m
representa la masa del cuerpo en cuestión,
v
es la velocidad a la que éste se desplaza con respecto al observador,
c
es la velocidad de la luz en el vacío y
k
es un valor constante para el cuerpo en cuestión.

Supongamos ahora que el cuerpo se desplaza a la décima parte de la velocidad de la luz. Esto quiere decir que v = 0,l c. En ese caso, el denominador de la fracción del término derecho de la ecuación será: √(1 – (0,1
c/c
)
2
) = √(1 – 0,1
2
) = √(1 – 0,01) = √0,99 = 0,995. Por lo tanto, la ecuación 1 queda:
m
=
k
/0,995 = 1,005
k
.

Podemos realizar el mismo cálculo para el caso de que este cuerpo se desplace a velocidades gradualmente crecientes, por ejemplo a velocidades de 0,2
c
, 0,3
c
, 0,4
c
, y así sucesivamente. No les aburriré con los cálculos; los resultados son los siguientes:

Masa
Velocidad
0,1
c
1,005
k
0,2
c
1,03
k
0,3
c
1,05
k
0,4
c
1,09
k
0,5
c
1,15
k
0,6
c
1,24
k
0,7
c
1,41
k
0,8
c
1,67
k
0,9
c
2,29
k

Como ven, si la ecuación de Lorentz es correcta, nos indica que la masa de cualquier objeto aumenta de manera constante (de hecho, cada vez con mayor rapidez) a medida que aumenta la velocidad. Cuando esta propiedad fue enunciada por primera vez parecía algo completamente disparatado, porque nunca se había detectado un cambio así en la masa de un cuerpo.

Pero esta alteración no había sido detectada debido al hecho de que el valor de c es muy alto según los criterios normales: 300.000 kilómetros por segundo. A una velocidad de sólo la décima parte de la velocidad de la luz, la masa de un objeto aumenta en la mitad del uno por ciento de su masa a, por ejemplo, cien kilómetros por hora, y en principio este aumento es fácilmente detectable. Sin embargo, una velocidad de «sólo» la décima parte de la velocidad de la luz (0,1
c
) sigue siendo de 30.000 kilómetros por segundo, más de 108 millones de kilómetros por hora. Es decir, para que las variaciones de masa sean apreciables, es preciso alcanzar velocidades que escapaban por completo a la experiencia de los científicos de 1890.

Pero unos años más tarde se detectaron partículas subatómicas que se alejaban a gran velocidad de los núcleos atómicos radioactivos, y en ocasiones alcanzaban velocidades equivalentes a fracciones bastante considerables de la velocidad de la luz. Era posible medir sus masas a diferentes velocidades con bastante precisión, y se descubrió que la ecuación de Lorentz era válida y se ajustaba a la realidad con gran precisión. De hecho, de momento no se ha descubierto ninguna violación de la ecuación de Lorentz para ningún cuerpo que se desplace a una velocidad apreciable.

Por tanto, hemos de aceptar la validez de la ecuación de Lorentz para representar la faceta del Universo que describe; por lo menos hasta nuevo aviso.

Una vez aceptada la ecuación de Lorentz, hagámonos algunas preguntas. En primer lugar, ¿,qué representa
k?

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