—Es un relato extraordinario —dijo Sherlock Holmes—. Un apropiado cierre para un caso muy interesante. En la parte última de su relato no ha habido para mí nada nuevo, fuera de que trajo usted la cuerda de que se sirvió. Eso lo ignoraba. A propósito, yo calculé que Tonga había perdido toda su provisión de dardos; sin embargo nos dispararon uno desde la lancha.
—Los había perdido todos señor, menos el que tenía en la cerbatana.
—¡Naturalmente! No había caído en ello —dijo Holmes.
—~Desean ustedes preguntarme alguna otra cosa? —preguntó el presidiario con afabilidad.
—Creo que no; gracias —contestó mi compañero.
—Bien, Holmes —intervino Athelney Jones—; es usted una persona a quien hay que rendir tributo, y todos sabemos que es un
connoisseur
del crimen; pero la obligación es la obligación, y ya me he excedido bastante con hacer lo que usted y su amigo me pidieron. Me sentiré más cómodo cuando tenga a nuestro narrador bajo llave y candado. El coche aún sigue esperando, y en la planta baja hay dos inspectores. Les quedo muy reconocido a los dos por la ayuda que me han prestado. Como es natural, tendrán que hacer acto de presencia ante el tribunal. Buenas noches.
—Buenas noches, caballeros —dijo Jonathan Small.
—Usted adelante, Small —dijo el precavido Jones al salir de la habitación—. Sea o no cierto lo que hizo al caballero de las Adamán, yo pondré cuidado especial de que no me aporree usted con su pata de palo.
—Bueno, y con esto acaba nuestro pequeño drama —dije yo, cuando llevábamos un rato sentados y fumando en silencio—. Me temo que sea esta la última investigación en que tendré la ocasión de estudiar sus métodos, Holmes. La señorita Morstan me ha hecho el honor de aceptarme como futuro esposo.
Holmes dejó escapar un melancólico suspiro y rió:
—También yo me lo temía. La verdad, no puedo felicitarle.
Me sentí un poco ofendido y le pregunté:
—¿Existe algún motivo para que se sienta usted molesto por mi elección?
—De ninguna manera. Creo que es una de las jóvenes más encantadoras que he conocido, y ha sido más útil en esta tarea de lo que podíamos esperar. Cuenta con verdadero talento, como lo demuestra el que entre todos los papeles que tenía su padre guardase precisamente el plano de Agra. Pero el amor es un estado emotivo, y todo lo emocional resulta opuesto al razonar frío y sereno, que yo coloco por encima de todas las cosas. No me casaré jamás, por temor a perder el juicio.
—Bien —le dije, echándome a reír—; confío en que mi juicio saldrá con bien de la prueba. Pero tiene usted cara de fatiga.
—Sí; la reacción se deja ya sentir en mí. Durante una semana voy a estar tirado como un trapo.
—Es sorprendente —le dije— cómo alternan en usted, con los accesos de magnífica energía y fortaleza, los paréntesis que yo calificaría de pereza en otra persona.
—Sí —me contestó—; llevo dentro de mí elementos para ser un grandioso vago, y también los que entran en la formación de un hombre de actividad extraordinaria. Muchas veces me acuerdo de estas líneas del viejo Goethe:
"Schade dass die Natur nur einem Mensch aus dir schuf,/ Denn zum würdigen Mann war und zum Schelmen der Stoff."
[10]
A propósito de este asunto de Norwood, dicho sea de paso, ya ha visto usted cómo tenían, según mi suposición, un socio dentro de la casa, y éste no puede ser otro que Lal Rao, el despensero. Jones no tendrá necesidad de compartir con nadie el honor de haber pescado un pez en su gran redada.
—El reparto me parece muy poco justo —dije yo—. Usted lo ha hecho todo en este asunto. Yo me llevo una esposa. Jones se lleva la fama. ¿Quiere decirme con qué se queda usted?
—Para mí —contestó Sherlock Holmes— aún queda el frasco de cocaína.
Y extendió en su busca, su larga y blanca mano.
ARTHUR CONAN DOYLE, Médico, novelista y escritor de novelas policiacas, creador del inolvidable maestro de detectives Sherlock Holmes. Conan Doyle nació el 22 de mayo de 1859 en Edimburgo y estudió en las universidades de Stonyhurst y de Edimburgo. De 1882 a 1890 ejerció la medicina en Southsea (Inglaterra).
Estudio en escarlata
, el primero de los 68 relatos en los que aparece Sherlock Holmes, se publicó en 1887. El autor se basó en un profesor que conoció en la universidad para crear al personaje de Holmes con su ingeniosa habilidad para el razonamiento deductivo. Igualmente brillantes son las creaciones de los personajes que le acompañan: su amigo bondadoso y torpe, el doctor Watson, que es el narrador de los cuentos, y el archicriminal profesor Moriarty. Conan Doyle tuvo tanto éxito al principio de su carrera literaria que en cinco años abandonó la práctica de la medicina y se dedicó por entero a escribir. Los mejores relatos de Holmes son
El signo de los cuatro
(1890),
Las aventuras de Sherlock Holmes
(1892),
El sabueso de Baskerville
(1902) y
Su último saludo en el escenario
(1917), gracias a los cuales se hizo mundialmente famoso y popularizó el género de la novela policiaca. Surgió, y todavía pervive, el culto al detective Holmes. Gracias a su versatilidad literaria, Conan Doyle tuvo el mismo éxito con sus novelas históricas, como
Micah Clarke
(1888),
La compañía blanca
(1890),
Rodney Stone
(1896) y
Sir Nigel
(1906), así como con su obra de teatro
Historia de Waterloo
(1894). Durante la guerra de los bóers fue médico militar y a su regreso a Inglaterra escribió
La guerra de los Bóers
(1900) y
La guerra en Suráfrica
(1902), justificando la participación de su país. Por estas obras se le concedió el título de sir en 1902. Durante la I Guerra Mundial escribió La campaña británica en Francia y Flandes (6 volúmenes, 1916-1920) en homenaje a la valentía británica. La muerte en la guerra de su hijo mayor le convirtió en defensor del espiritismo, dedicándose a dar conferencias y a escribir ampliamente sobre el tema. Su autobiografía,
Memorias y aventuras
, se publicó en 1924. Murió el 7 de julio de 1930 en Crowborough (Sussex).
[1]
Sahib
: amo.
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[2]
khitmutgar
: despensero.
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[3]
Hookah
: también llamada narguile o pipa de agua.
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[4]
El mal gusto conduce al crimen.
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[5]
No hay tontos más molestos que los ingeniosos.
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[6]
Estamos acostumbrados a que los hombres se rían de lo que no entienden.
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[7]
Célebre equilibrista de la época.
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[8]
Johann Paul Friedrich Richter (1763-1825), novelista y pensador alemán mejor conocido como Jean Paul.
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[9]
feringhee
: europeo.
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[10]
¡Lástima que la Naturaleza hiciera de ti tan sólo un hombre, pues tienes madera para haber sacado una persona honrada y un bribón!
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