Read Elegidas Online

Authors: Kristina Ohlsson

Tags: #Intriga

Elegidas (23 page)

BOOK: Elegidas
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—¡Oh, Dios mío, Dios mío! —susurró Fredrika mientras tragaba saliva una y otra vez.

—¿Verdad que no discuten de vinos? —comentó Peder, vacilante.

Fredrika negó con la cabeza.

—No —respondió—, no, estoy segura de que no.

—¿Uva blanca son chicas? ¿Y uva negra, chicos?

—Probablemente. —Fredrika empezó a sentir náuseas—. Joder —dijo en voz baja tapándose la boca con la mano mientras continuaba con la lectura.

Hojeó deprisa los papeles.

Señor Gigante, 5 de enero, 07.11: Querido socio, la cata tendrá lugar la próxima semana. Nuestro proveedor nos suministrará buenos vinos que probaremos y disfrutaremos por la tarde y por la noche. Pagaremos al contado en el local. La información sobre el lugar donde se celebrará la reunión se comunicará tal como se indicó previamente.

En total, Gabriel Sebastiansson había estado en cuatro «catas de vino» desde principios de año.

—¿Cómo comunican el lugar del encuentro? —quiso saber Fredrika.

—No lo sé —respondió Peder con la voz cansada—, pero llamé a un compañero de la nacional que trabaja con esta mierda. Me dijo que lo hacían de muy diversas maneras. No es imposible que sea por mensaje con una tarjeta de pago no registrada.

—Qué asco —exclamó Fredrika, indignada, y continuó leyendo ,1 su pesar.

—Ve a la última página —le indicó Peder, un poco impaciente.

Fredrika se saltó el resto muy a gusto.

Señor Gigante, 5 de julio, 09.13: Querido socio, la atracción principal del verano se acerca a pasos agigantados. Hemos recibido una partida inesperada de caldos extraordinarios, elaborados con distintas uvas y ¡de la fenomenal cosecha de 2001! ¡Ven y permítete probarlos la próxima semana! El lugar, como es habitual, lo comunicaremos por separado, pero ya puedes marcar con rojo en tu calendario el martes 20 de julio. Recuerda que el evento empieza alrededor de las cuatro de la tarde. Ten en cuenta que no se celebrará en nuestra maravillosa provincia, sino que debes hacer un viaje de cinco horas en coche. ¡Confirma lo antes posible tu presencia!

Fredrika levantó de inmediato la mirada y la fijó en Peder.

—Pero… el 20 de julio fue el día que desapareció Lilian —señaló con una profunda arruga en la frente.

Peder asintió con la cabeza sin decir nada.

Por un instante, sus miradas se cruzaron.

Fredrika continuó hojeando los papeles. Después del correo que acababa de leer, no había llegado ningún otro.

—Según el jefe de Gabriel, cogió vacaciones de lunes a miércoles esa semana —recordó, pensativa—. Presentó su solicitud de vacaciones casi sin previo aviso y dijo que necesitaba aquellos días para asuntos privados.

—Y según hemos podido constatar por los movimientos de su móvil, estuvo cerca de Kalmar después de las diez de la noche el mismo día que desapareció Lilian. El teléfono permaneció apagado desde la mañana, pero por la noche lo encendió de nuevo.

—Y ¿a quién llamó?

—A su madre —respondió Peder.

Fredrika no apartó los ojos de él durante unos momentos.

—Pongamos que su pequeño… cómo le podríamos llamar… «evento» fuera en Kalmar —dijo, y Peder asintió con la cabeza en señal de que había pensado lo mismo—. Exacto, se tarda unas cinco horas en llegar.

—Entonces tuvo que salir de la ciudad a las once para llegar a las cuatro —completó Peder.

—Eso es —dijo Fredrika apartando los papeles—. ¿Sabemos la hora aproximada en que su teléfono móvil dejó de estar activo en la ciudad?

—No hubo llamadas después de las ocho de la mañana —dijo Peder pensativo.

—Bien, da lo mismo —continuó Fredrika—. Lo que sí sabemos es que a las diez estaba en Kalmar y llamó a su madre. De manera que podemos suponer que el evento había acabado y regresaba a casa. —Miró a Peder—. En ese caso, no pudo llevarse a Lilian del tren —concluyó—, no si a la misma hora estaba en el coche camino de Kalmar.

Peder se irguió en su asiento.

—O también —señaló— pudo decidir llegar más tarde al «evento» y llevarse con él a Lilian.

Fredrika negó con la cabeza.

—Tal vez, pero ¿no resulta una hipótesis demasiado rebuscada? Primero tiene que coger a Lilian y meterla en el coche. Después va hasta Kalmar y… asiste a un club de enfermos, o como queramos definirlo. Después vuelve a casa con Lilian, le afeita la cabeza, envía el pelo a la madre de la niña, la asesina y hace que alguien la lleve hasta Umeå y la deje tirada frente a la entrada de Urgencias. Según los datos de Tele2, el móvil no tuvo actividad al norte de Estocolmo en todo el período de tiempo que nos ocupa.

Peder volvió a removerse en la silla. Fredrika se dio cuenta de que estaba agobiado por el cariz que tomaba el asunto a raíz de la nueva información.

—No —admitió—, expuesto de ese modo, parece de una complejidad extrema. —Pensó un momento y después dio un puñetazo sobre el escritorio de Fredrika—. ¡Joder! —gritó—. ¡Toda esa mierda ha ido demasiado deprisa! ¿Cómo cojones tuvo tiempo de hacerlo todo? ¡No concuerda! Igual le dio su teléfono a alguien.

Fredrika ladeó la cabeza y por un momento apartó su mirada de Peder. Creía haber oído a Alex por el pasillo.

—O cabe la posibilidad de que estas historias no tengan nada que ver la una con la otra —señaló, despacio.

36

Alex Recht salió de Umeå pasadas las cuatro. El cuerpo de Lilian Sebastiansson sería trasladado a Estocolmo en avión esa misma tarde.

—Ojalá encontréis al criminal antes de que asesine a más niños —le deseó Hugo Paulsson con voz grave al despedirse.

—¿Asesinar a más niños? —repitió Alex.

—Sí. ¿Por qué iba a dejar de hacerlo? Si cree que no lo van a atrapar, quiero decir.

Después de aquella conversación, la sensación de intranquilidad no disminuyó, más bien lo contrario.

Alex aterrizó en Estocolmo unas horas más tarde y fue directo a la Casa.

Fredrika, Peder, Ellen, el analista de la policía nacional y dos personas más que Alex no había visto antes, pero que supuso eran dos investigadores que se habían añadido al grupo como refuerzo durante el día, lo esperaban en la Leonera.

—Y bien, amigos —saludó mientras se sentaba en la silla—. ¿Por dónde empezamos?

Era muy tarde. Deseaba que la reunión fuera corta y efectiva. Después se iría a casa a reflexionar sobre todo lo sucedido con tranquilidad.

—¿Qué sabemos? Empecemos por ahí.

La mayor parte de la información que se había reunido a lo largo del día ya se había comunicado a los miembros del grupo vía telefónica. Sin embargo, Alex no conocía los últimos datos sobre los e-mails y el teléfono de Gabriel Sebastiansson. Vio que Peder y Fredrika intercambiaban una mirada cuando pidió que alguien lo pusiera al corriente. Acto seguido les explicó lo poco que ellos no sabían de su viaje a Umeå.

Peder hizo una pausa antes de empezar con su relato. Repartió copias de la correspondencia electrónica entre Gabriel Sebastiansson y el Señor Gigante a todos los presentes en la Leonera. Despu és, para sorpresa de Alex, puso en un proyector una transparencia donde había dibujadas dos líneas con sendas cronologías.

Alex miró de reojo a Fredrika.

«Esto tiene que ser idea suya —pensó. Y a juzgar por la expresión de satisfacción de su cara, decidió que su suposición era correcta—. No es una mala idea, sólo diferente. A veces las cosas diferentes son positivas», concluyó.

—Bueno —dijo Peder mientras señalaba las líneas—. Hemos formulado… Fredrika y yo hemos establecido dos líneas posibles a partir de los datos de que disponemos.

Rápidamente presentó su teoría. Después le cedió la palabra a Fredrika, que se quedó sentada.

—La alternativa a la teoría de que Gabriel fue y volvió de Kalmar con Lilian, plausible aunque justo de tiempo, es que se trata de dos historias diferentes, dos delitos completamente distintos.

Alex frunció el ceño.

—Me explicaré —se apresuró a decir Fredrika—. Sabemos que Gabriel Sebastiansson ha maltratado a Sara, sabemos que tiene material pornográfico infantil en el trabajo y podemos asegurar, a partir de la correspondencia vía e-mail, que es un pedófilo activo. Forma parte de una red de pedófilos de la que nada sabemos y con quienes ha mantenido un contacto regular desde principios de año. De pronto se presenta un «evento» especial en Kalmar. Acto seguido pide vacaciones y, como es lógico, opta por mentir a su madre y decirle que esos días estará en viaje de negocios. Paralelamente, le promete ir a comer con Lilian cuando Sara y la niña vuelvan a Estocolmo de Göteborg. —Fredrika hizo una pequeña pausa para asegurarse de que todos seguían su argumentación. Nada le indicó lo contrario—. Es decir —continuó, sintiendo que se sonrojaba por la excitación—, el martes a media mañana va en coche hasta Kalmar, y justo después desaparece Lilian. Por ese motivo, unas horas más tarde la gente empieza a buscarlo por teléfono. El móvil está apagado. Al parecer, Gabriel Sebastiansson está ocupado hasta las diez de la noche, cuando vuelve a conectar el teléfono.

Fredrika hizo una pausa estudiada.

—El hombre acaba de cometer el crimen más execrable a ojos de nuestra sociedad coincidiendo con la desaparición de su hija, y la policía empieza a buscarlo por ese motivo. Lo más probable es que ya sepa que hemos encontrado sus antecedentes por maltrato a su esposa y que la información que ha dado su madre respecto a dónde se encuentra se contradice con la que da la empresa. Es muy tarde y está a varias horas de casa. Cabe la posibilidad de que le invada el pánico. No quiere volver a casa y no quiere hablar con la policía. Sabe que él no ha secuestrado a Lilian pero, al mismo tiempo, no le apetece en absoluto explicar dónde se encontraba cuando Lilian desapareció. —Fredrika respiró hondo y continuó—. Es consciente de que se ha metido en un buen lío del que a su anciana madre, una maestra en buscarle coartadas, esta vez le será difícil sacarlo, ya que le ha mentido acerca de su paradero. Naturalmente, la llama porque no tiene a nadie tan incondicional como ella. Es difícil decir con exactitud cuánto le cuenta, pero es probable que su estrategia sea esperar a que Lilian aparezca y no hacer nada mientras tanto.

—Y cuando Lilian apareciera, la policía perdería el interés por dónde había estado —añadió Alex.

—Exacto —convino Fredrika, y luego bebió un poco de agua tras su larga presentación.

En la sala se hizo el silencio.

Alex hojeaba y leía algunos de los e-mails que Peder había repartido.

—Joder —dijo en voz baja mientras apartaba los papeles. Después se inclinó ligeramente hacia delante, sobre la mesa—. ¿Alguien ha obtenido algún tipo de información que contradiga la argumentación de Fredrika? —preguntó. Nadie respondió—. En ese caso, me inclino a pensar que nuestro amigo Gabriel, a quien hemos buscado de forma frenética, probablemente
no
sea el autor del secuestro de Lilian. —Miró a Peder, que se había sentado junto a Fredrika—. Estoy de acuerdo en que existe una remota posibilidad de que le diera tiempo de coger a Lilian e ir a Kalmar el mismo día pero, como Fredrika ha señalado, en ese caso tenía una agenda muy apretada.

Alex negó con la cabeza.

—Pero —intervino Peder— ¿qué significado tiene entonces la declaración de la testigo Ingrid Strand? La que iba sentada al lado de Sara y de Lilian en el tren. Ella vio cómo a Lilian se la llevaba en brazos…

—… alguien que «tenía que ser su padre» —añadió Alex—. Lo sé, eso es bastante confuso. ¿Con quién más se hubiera ido Lilian? Tal vez la durmieran con algún somnífero. Las pruebas del laboratorio lo demostrarán.

Fredrika tragó saliva.

—¿Estaba…? —Dejó sin terminar la pregunta—. ¿El forense ha podido dictaminar si habían abusado de ella?

Alex negó con la cabeza.

—Probablemente no, pero nos lo confirmarán por la mañana.

Alex hizo una breve pausa. Con independencia de la relación entre Gabriel Sebastiansson y la desaparición de Lilian, sobre su mesa había ahora información acerca de una red de pedofilia, que debía trasladar a la policía provincial o quizá la nacional.

—¿Significa que volvemos a estar en la casilla de salida? —preguntó Peder.

Alex sonrió.

—No —respondió, pensativo—. Sólo significa que la información que tenemos no encaja con lo que creíamos al principio. Pero como ya he dicho, probablemente y por el momento deberíamos tachar de la lista a Gabriel Sebastiansson como principal sospechoso. —Peder suspiró y Alex alzó un dedo—. Pero —añadió— lo que no sabemos es si Gabriel conocía la identidad del secuestrador de su hija. No podemos descartarlo, ahora que hemos descubierto en qué círculos se mueve.

Fredrika levantó un brazo para pedir la palabra.

Alex le dio permiso con un gesto de la cabeza.

—Pero sabemos —observó ella— que quien cogió a Lilian después se dirigió a Sara, y no a Gabriel Sebastiansson. El pelo lo enviaron a la dirección de ella.

—¿Crees que el asesino tiene relación con Sara y no con Gabriel? —preguntó Alex.

—Sí —respondió Fredrika con seguridad.

—¿Tenemos alguna información que lo corrobore? —preguntó Alex mirando a los allí reunidos.

Fredrika volvió a pedir la palabra.

—La tenemos —confirmó, sonrojándose—. Hoy he hecho una pequeña excursión a Fleminsgberg.

Alex y los demás escucharon la breve explicación de Fredrika sobre sus pesquisas en Flemingsberg. Concluyó asegurando que si bien no podía demostrar su teoría, quería destacar que había demasiados cabos sueltos para que todo se debiera a una coincidencia.

Alex se había quedado callado. Después frunció el ceño.

—En realidad debería decirte que entre tus obligaciones no está que vayas por ahí a hacer trabajitos por iniciativa propia cuando te he pedido expresamente que te ocuparas de otra cosa, pero por esta vez lo dejaré pasar. —Fredrika suspiró, aliviada—. Si lo que has dicho es cierto, si era una acción planificada al detalle y dirigida contra Sara, en ese caso nos encontramos ante un bárbaro —continuó Alex, despacio—. Además de un individuo inteligente y muy hábil. Mi pregunta es: ¿por qué no encontramos nada que pueda explicar esto? ¿Por qué no sabe Sara a quién ha podido indignar de esta manera?

—Porque quizá no se diera cuenta —intervino Peder—. Si quien cogió a Lilian es alguien que ha salido del psiquiátrico, y parece que así es, el motivo en sí no tiene ninguna lógica, salvo para el autor de los hechos.

BOOK: Elegidas
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