Exploración (28 page)

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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

BOOK: Exploración
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Había culminado con honores su segundo año y dedicó una semana entera a descansar antes de volver a su trabajo a tiempo completo en el laboratorio. Durante el año había ahorrado lo suficiente para comprar algunas cosas que tenía en la habitación que alquilaba en Greenford: libros, ropa, un televisor de segunda mano y una cafetera eléctrica que pensaba utilizar para preparar café durante las largas noches de estudio que le esperaban.

Los padres de Tommy se alojaban en el Ritz. Pasarían un par de semanas en Londres, por negocios. Seguían tratando a su hijo con esa indiferencia que provocaba que Tommy pasara todo el tiempo posible fuera y Sasha, un tanto egoístamente, se alegraba porque eso le permitía estar junto a él.

El primer fin de semana de vacaciones, Sasha acudió con Tommy a visitar a Alex: hacía varios días que no veía al pequeño Ariel y lo estaba echando de menos.

Apenas llegaron, se encontraron con una pequeña emergencia doméstica. Angel y Alex habían planeado asistir a una cena importante en el campo y habían dado el día libre a los sirvientes, pero a último momento, la niñera de Ariel había fallado y la agencia les estaba tratando de conseguir otra.

—Nosotros lo cuidaremos —ofreció Tommy—. No es la primera vez que cuidamos de él, podéis iros tranquilos.

Luego de muchas dudas por parte de Alex y de una total confianza expresada por Angel, el matrimonio salió, dejando a Ariel dormido en su cunita. Como volverían al día siguiente, Tommy telefoneó a sus padres mientras Sasha conectaba el intercomunicador y se instalaba en la habitación de Tommy.

—¿Qué te apetece hacer? —preguntó—. Podemos ver una película, o jugar a algo, o follar. La casa está vacía.

—Hum… ¿que tal… si jugamos a follar mientras vemos una peli? —preguntó Tommy—. Sé dónde guarda Alex las pelis porno. —Sonrió con malicia. El día que las había descubierto estuvo riéndose por todos los rincones. Cada vez que veía a la parejita y se los imaginaba mirándolas no podía evitar echarse a reír hasta las lágrimas.

—No creo que las pelis porno de Alex me estimulen —observó Sasha—. Aunque quizá tú podrías ayudar —dejó caer con el mismo tono malicioso.

—Tampoco es que yo necesite estimulación externa —replicó Tommy—, pero… ¿no tienes curiosidad por verlas? ¿Ni un poquito?

—Vale… trae alguna. Pero si me vuelvo hetero luego de esto, no te quejes.

Tommy le sacó la lengua y corrió al cuarto de la pareja para, con una silla, mirar tras unas cajas en el altillo del armario. La cantidad de polvo presente alrededor de las películas daba a entender que ahí no limpiaba mucho el servicio, pero las películas estaban curiosamente limpias.

No había muchas, apenas media docena y tenían aspecto de ser antiguas. Tal vez fueran de Alex cuando era adolescente, pero la falta de polvo encima de ellas daba mucho que pensar. Tras leer las carátulas se decidió por una de humor. «Al menos nos reiremos», pensó y corrió hacia su dormitorio con
Garganta Profunda
en la mano.

—¿Garganta profunda? —Sasha se había acomodado en la amplia cama, con el control remoto sobre el pecho.

—Pone que es de humor. —Tommy se agachó para colocar la cinta en el aparato de video—. Mira el argumento. —Soltó una risita mientras se levantó para leer, caminando hacia la cama—. «Una mujer acude a su ginecólogo preocupada pues no consigue llegar nunca al orgasmo, el médico le ofrece varias soluciones cuando, tras examinarla, descubre que tiene el clítoris en el fondo de su garganta» —Se echó a reír tras leerlo de un tirón.

Sasha alzó la ceja y filosóficamente encendió el televisor, para luego atraer a Tommy hacia sus brazos.

Conforme la película avanzaba, el ruso se sentía más extraño. No era la primera vez que veía una película porno hetero, pero sí era la primera vez que lo hacía con Tommy, y estaba más interesado en las reacciones que su compañero pudiera tener. Una de sus manos le rodeaba la cintura y sus dedos acariciaban la piel bajo la camiseta ajustada.

—Guau —exclamó Tommy—, esta tía es capaz de tragarse cualquier cosa. La de ese negro es… enorme. —Que Tommy dijera eso daba qué pensar. Sasha miró a la pantalla considerando comparativamente las dimensiones. Sí, se necesitaban habilidades especiales para hacer lo que ella hacía y pensó que no estaba de más prestar atención a la técnica.

—Pues tú no te quedas atrás —replicó, atento a la cinta. Su mano dejó la cintura de Tommy para acomodar la almohada y luego la puso bajo su cabeza.

—Realmente creo que empiezas a necesitar gafas. Ese tipo me saca varios centímetros… —Entrecerró los ojos mirando fijamente la película—. Debe medirle lo menos treinta, es una pasada.

—Con treinta centímetros la fuerza de gravedad debe hacer estragos —observó Sasha—. Ella debería trabajar en un circo como tragasables.

—Sí, sí… ¿Te imaginas lo que debe ser toda esa carne entrando y saliendo dentro de ti? ¡Ufs! —Sin darse cuenta, comenzó a tocarse por encima de la ropa, con pequeños sobiqueos en su paquete.

Las manos de Sasha se posaron sobre la cadera de Tommy y se acercó más, susurrando despacio:

—Puedo imaginarlo… pero prefiero ser yo el que tenga la parte activa. —Una mano, más audaz, acarició su piel por debajo de la ropa y una de sus piernas le aprisionó las caderas—. Y prefiero que seas tú el que esté conmigo —completó, apoderándose de sus labios.

Se besaron largamente, sin preocuparse ya de la película, hasta que Sasha rompió el beso, buscando aire, y comenzó a desvestir a su compañero. Ambos se desnudaron con prisa y volvieron a besarse sobre la cama, con total abandono.

—¿Nunca… nunca te has preguntado como sería con una chica? —preguntó Tommy mientras le lamía el cuello, saboreándolo—. ¿No has tenido curiosidad?

—Hace tiempo —jadeó Sasha, atrayéndolo más—. Pero no me atraía la idea… ahora tengo todo lo que necesito. —Finalizó, cerrando los ojos y dejándose hacer.

—Creo que deberías probar alguna vez —continuó Tommy bajando por el pecho de Sasha con largas, lentas, húmedas y calientes lamidas, hasta que llegó a uno de los pezones que comenzó a mordisquear mientras pellizcaba el otro—. Hay que probarlo todo en esta vida —añadió con una sonrisa y siguió descendiendo por el abdomen del rubio hasta llegar a su erección, que adoró unos momentos con la mirada antes de darle su mejor tratamiento.

Sasha iba a responder que no necesitaba probar más cosas porque ya había encontrado lo que deseaba y amaba, pero le pareció que Tommy no lo entendería. Él parecía preocuparse solamente de incrementar el número de sus experiencias. Aunque pronto olvidó esos pensamientos, porque su cuerpo respondía totalmente a las caricias.

Tommy lo preparó con dedos ágiles y tras volver a apoderarse de su boca, comenzó a penetrarlo lentamente, como siempre hacía. De un tiempo a esta parte Sasha se dejaba dominar más y Tommy estaba feliz con ello. No había lugar mejor para él que estar dentro del hombre que amaba.

Sasha gemía levemente, sobrepasado por las sensaciones. Permitir que fuera Tommy quien tuviera la parte activa era su modo de decirle lo mucho que le importaba, que lo amaba… aunque no se lo pudiera decir con palabras. Una vez que estuvo completamente en su interior, iniciaron el delicioso vaivén que los llevaría a la cima. Sasha no pensaba en nada, completamente entregado a su compañero, hasta que un sorpresivo llanto lo bajó bruscamente de su nube.

El monitor que comunicaba con la habitación de Ariel estaba encendido en la cabecera de la cama y el llanto se hacía más fuerte.

—¡Ay no! —gimió, mirando a su compañero.

—¡Arfs! —Fue el sonido desesperado de Tommy, que comenzó a salir con cuidado del cuerpo de su amante—. Más te vale correr y atender a Ariel antes que me dé algo… —añadió cabreado al principio, pero luego suavizó su voz—. Estoy tan caliente que no se si pueda siquiera mantenerme en pie… —Miró avergonzado a Sasha.

—¿Yo? ¿Quién se ofreció a cuidarlo? —protestó el ruso, pero un berrido más fuerte hizo que se levantara al instante y corriera a la habitación del pequeño.

Ariel lloraba, tendiéndole los bracitos y Sasha lo alzó, incapaz de regañarlo. Estaba desnudo y hacía frío, pero le preparó el biberón y se lo dio mientras lo acunaba. Los ojitos de Ariel comenzaron a cerrarse y dejó el biberón sin acabar. Sasha lo besó con ternura y lo depositó con todo cuidado en la cunita, para luego limpiar rápidamente y volver a los brazos de Tommy.

—Se ha dormido —anunció, apenas abrió la puerta.

—Ven —pidió con sensualidad Tommy que tumbado en la cama exhibía su plena erección que no había bajado ni un ápice. Abrió los brazos para acentuar la llamada y sin dejar de mirarlo a los ojos añadió—. Ven… conmigo… ven… a mí…

Sasha cerró la puerta y avanzó hacia la cama, arrojándose a los brazos de su amante.

—¿Me extrañaste? —ronroneó en su oído—. ¿Dónde íbamos?

—Te extrañé con toda mi alma —respondió Tommy mientras con un rápido giro se volvía a colocar encima y entre las piernas del ruso—. Y creo que íbamos por aquí… —Con más cuidado que antes volvió a penetrarlo despacio, adentrándose lentamente sin dejar de mirarlo a los ojos. Mordisqueando su barbilla, añadió con una sonrisa pícara—: ¿Me he dejado algo?

—Creo que no —jadeó el ruso—. Íbamos justamente aquí —gimió despacio, ondulando las caderas. Las manos de Tommy pronto consiguieron que su erección despertara nuevamente—. Muévete —pidió, ansioso.

—Lo que desees. —Comenzó a moverse con su ritmo lento y profundo que volvía loco al ruso. Pero su ansiosa pareja se removió bajo él buscando mayor contacto por lo cual fue acelerando sus movimientos. Entre respiraciones jadeantes sus labios buscaban los de Sasha y cuando no los alcanzaba era su lengua la que lamía todo a su alcance.

Ambos se olvidaron de todo, entregados a su mutua pasión, y cuando Sasha terminó, gritando su nombre, Tommy colapsó también sobre él. Abrazados, se quedaron muy quietos dejando que sus cuerpos sudorosos se relajaran y que sus respiraciones agitadas se calmaran.

La película hacía rato que había terminado y Sasha apagó el televisor, para volver luego a los brazos de Tommy. Ambos se acomodaron, y el ruso cerró los ojos, agotado. El silencio de la habitación sólo era roto por las dos respiraciones acompasadas.

2

Sasha dormía totalmente relajado y con una levísima sonrisa adornado su rostro. En cambio, Tommy no dormía. Observaba el rostro del otro. La pálida luz de la luna hacia brillar sus cabellos como si fueran hilos de plata y en las mejillas aún se observaba un ligero rubor por el anterior sexo.

Un suave suspiro escapó de labios de Tommy e hizo que el rubio se agitara un poco. Decidió levantarse y, tomando una manta que estaba sobre una silla, salió con sumo cuidado al balcón tratando de no hacer ningún ruido.

Se sentó en la pequeña terraza abrazando sus rodillas y mirando el cielo, volvió a suspirar. No se lo había contado a Sasha… Realmente no se lo había contado a nadie, pero había tratado de enfrentar a sus padres como el ruso le había sugerido una vez. Y había sido horrible.

Con toda la ilusión y esperanzas del mundo se había reunido con ellos y les había explicado cuáles eran sus sueños, cuál era su deseo en la vida, y por qué deseaba estudiar Filosofía. Y todo para chocar contra un muro de indiferencia y rechazos. Con las palabras: «Estudiarás Literatura como habíamos dicho» zanjaron el tema. Él trató de explicar, de rogar, y su padre finalmente lo amenazó: o hacía lo que le habían mandado o se tendría que ir de casa. Y para herirlo había añadido que con sus notas difícilmente encontraría una beca para poder estudiar lo que quería. Tommy había tenido que morderse los labios para no gritar y había salido corriendo de la habitación. Había pasado el resto de ese día y gran parte de la noche llorando y con la llegada del amanecer había decidido que haría lo que sus padres desearan mientras tuviera que depender de ellos económicamente. Pero el día que pudiera mantenerse a sí mismo, los mandaría a la mierda sin ningún remordimiento. Nunca lo habían querido, ¿por qué tenía que sentirse culpable él de abandonarlos, si ellos lo habían abandonado incluso antes de nacer?

Estudiaría mucho, terminaría lo más rápido posible la carrera y buscaría trabajo. Y entonces se iría para siempre y haría lo que deseaba: estudiaría Filosofía.

Pero en la soledad de la noche se sentía muy desdichado. Desde fuera podía parecer que su vida era maravillosa. Hijo único de una gran familia, con todo el dinero disponible y todos sus caprichos cubiertos, pero él habría cambiado todo eso sin dudarlo por una familia que lo amara. Un matrimonio que no tuviera mucho dinero, pero que les diera igual, ya que su mayor tesoro serían sus hijos. Sería él…

Lágrimas traicioneras comenzaron a correr por sus mejillas y las apartó con un gesto brusco. Se levantó y ajustó la manta a su alrededor. Sentía frío y no estaba muy seguro si el frío provenía de fuera o de dentro de sí mismo.

Se acercó a la barandilla de piedra del balcón y se apoyó allí. Su mente estaba adormecida tras el bombardeo de recuerdos que acababa de revivir. Su mirada se perdió en el infinito, y se inclinó en el balcón mirando el césped bajo él. Gotas de un temprano rocío brillaban como diamantes en el manto verde. Era una visión hermosa. Se inclinó un poco más… ¿Por qué se molestaba en luchar? ¿Para qué? Sus padres siempre estarían ahí recordándole lo inútil que era… y cuando supieran que amaba a un hombre lo llamarían monstruo y cosas peores. Tendría que pasar el resto de su vida sabiendo que su amor no era correspondido, en el mejor de los casos conformándose con un amor descafeinado o en el peor viviendo solo. Y lo peor de todo, viendo como Sasha encontraba a su verdadero amor y se apartaba de él para siempre. ¿Para que luchaba… si no iba a servir para nada, sólo para alargar el sufrimiento?

Sacó los brazos de la manta y los puso en cruz, como un pájaro con sus alas extendidas. Y se inclinó un poco más sobre la barandilla. El suelo parecía tan cerca…

3

Sasha tenía el más placentero de los sueños. Había vuelto a su país, con Tommy, y su madre le sonrió cuando lo presentó como su novio. Todo era perfecto y lo abrazó, riendo y en medio de la risa, abrió los ojos.

Tommy no estaba y una corriente helada lo hizo mirar hacia el balcón.

—¿Tommy?

Él estaba allí, en precario equilibrio, con los brazos extendidos y medio cuerpo fuera de la barandilla, como si fuera a volar… tan hermoso, tan libre que por un momento Sasha tuvo la sensación de que se elevaría sin esfuerzo y ascendería hacia las estrellas.

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