—Creo que a ella le habría gustado conocerte.
—A mí también me habría gustado conocerla —murmuró Tommy.
—¿Me abrazas? —pidió Sasha con timidez cuando terminaron de comer. Necesitaba el calor de alguien junto a él.
Tommy se tumbó a su lado, rodeándolo con los brazos con fuerza, y por inercia puso la pierna sobre él, atrapándolo.
—Me habría gustado mucho conocer a tus padres, pero no pudo ser. Incluso así los he conocido a través de ti, y los hubiera querido como te quiero a ti —susurró.
Sasha volvió a sonreír y le acarició el rostro.
—Prométeme que pase lo que pase, siempre estarás a mi lado.
—Te lo prometo —expresó Tommy con una amplia sonrisa—. Nada ni nadie podrá separarme de ti, jamás… Ni siquiera tú.
Sasha se quedó en silencio, acurrucado entre esos brazos que le transmitían tanto amor y, poco a poco, el cansancio de la noche pasada en la comisaría lo fue venciendo, hasta que sus ojos por fin de cerraron.
Con el paso de los días, Sasha se fue animando gracias al apoyo de sus amigos y al cariño y la paciencia de Richie, que había acudido a verlo a la mansión una tarde. El veinticinco de septiembre, Sasha volvió a clases y al trabajo. Necesitaba estar activo.
Por fortuna su situación migratoria se había resuelto, ya que sir Larry había hablado con su tío, haciéndole ver que si ponía en evidencia al muchacho, él también resultaría cómplice del engaño al haberse hecho pasar por su padre y que los dos serían deportados. Finalmente los cargos habían sido retirados y el expediente de Sasha se limpió gracias a la influencia de Alex, que lo garantizó ante las autoridades.
Durante los días pasados en la mansión, Sasha se había dedicado a ayudar a Angel con el bebé y había descubierto que ese pequeñito era un motivo más para seguir adelante. Amaba a Ariel, adoraba estar a su lado y el pequeño también lo quería. Durante las noches, solía llevárselo a su habitación para que Angel pudiera descansar, y lo acostaba sobre su pecho, para contarle los cuentos que Anastasia le había contado en su infancia. Muchas veces Angel se quedaba en la puerta escuchándolo hablar en ruso y jugar con el bebé, para retirarse luego en silencio a su propia habitación.
A fines de septiembre se celebraría el bautizo de Ariel y Sasha se sintió un poco decepcionado cuando los Andrew le pidieron a Tommy que fuera el padrino.
«No seas tonto —se dijo—. Tommy es amigo de la familia desde hace varios años, mientras que yo sigo siendo un desconocido.»
Tommy estaba radiante. Al inicio se había sentido abrumado por la responsabilidad, pero quería a Ariel tanto como Sasha y aceptó, emocionado. Sus padres también estuvieron encantados y enviaron un costoso regalo para el pequeño.
El día del bautizo Sasha estaba vestido de blanco al igual que Ariel, y Tommy vestía de negro, muy elegante y nervioso. Toda la familia de Alex estaba allí y al principio Sasha se había sentido un poco cohibido; pero Alistair lo presentó como uno de los mejores amigos de Alex y las cosas cambiaron, excepto por Ebenezer que no dejó de lanzarle miradas hostiles. Había ido en compañía de McAllister y dos guapas modelos tan escasamente vestidas como la que llevó el día de la boda de su hermano menor.
Tommy no cabía en sí de gozo. A sus dieciséis años, era la primera vez que le daban una responsabilidad de adulto y estaba muy feliz. Ciertamente quería a ese pequeñín como a un hijo y ser su padrino era un honor y un placer.
Cuando llegó el momento, Tommy tomó en sus brazos a Ariel y le pidió a Sasha que lo acompañara. Sin darse cuenta, avanzaron junto a Angel y Alex como si fueran una pareja, hasta llegar junto a la pila de bautismo.
Ninguno de ellos se dio cuenta de la imagen que daban, pero Ebenezer sí lo hizo y comentó con su grupo algo sobre la posible sexualidad de los muchachos, en términos bastante fuertes. Se oyeron murmullos y algunas risas, que Alex acalló con una sola mirada enfadada.
Tommy resplandecía de orgullo mientras bautizaban al pequeño como Ariel Alexander Andrew y luego lo alzó para entregárselo a su padre y comenzar la ronda de fotografías familiares. Alex y Angel insistieron en que Sasha debía salir junto a ellos y después de varias fotos con el padrino, comenzaron las fotos con la familia. Los dos amigos se apartaron un poco.
—¡Dios, estoy tan feliz! Jamás me he sentido tan feliz —dijo Tommy—. Me siento como si fuera realmente mi hijo, lo quiero con toda el alma y quiero protegerlo, cuidarlo… ¡Joder… No sé, no tengo palabras! —Se mordió el labio y miró a Sasha como queriendo decirle mucho más.
—Lo sé —susurró él—. Yo también siento lo mismo. Quiero que Ariel sea feliz y que jamás le falte nada. Y que tenga todo el cariño que tengo para darle. —También se mordió el labio. Guardaba para Ariel el cariño que ya no podría expresarles a sus padres y que no se atrevía a mostrarle completamente a Tommy porque temía salir lastimado. En cambio con Ariel ese cariño no tendría límites.
Tras las fotografías en la iglesia partieron para el hotel Ritz donde se celebraría el convite. Todo se desarrollaba en total armonía salvo por una nota discordante: Ebenezer no dejaba de aprovechar cada oportunidad en la que veía a los muchachos juntos para llamarlos maricas y hacer horribles comentarios sobre ellos.
Cuando esos comentarios llegaron a oídos de Alex, llevó a su hermano aparte.
—Basta ya, Ebenezer. Deja de hablar de mis amigos. No sabes lo que dices, y aunque fuera verdad, no es asunto tuyo. Bastante hemos hecho al dejarte entrar con esas dos «modelos». No me obligues a pedir que te echen.
Ebenezer pareció divertido.
—Te preocupa mucho el pequeño Tommy, ¿verdad? ¡Cielos, me había olvidado de tus años de «amistad» con él! Me pregunto… ¿Angel lo sabe?
Alex apretó los labios, pero antes de que pudiera decir nada, la todavía imponente figura de Alistair se interpuso entre los dos.
—Ebenezer, creo que es hora de que te vayas —dijo en un tono que no admitía réplica.
Su hijo mayor obedeció de mala gana. Era bien sabido que dependía de su padre en muchas cosas y no se atrevería a desafiarlo en público.
Alguien seguía con mucho interés la discusión. Edmund McAllister sonrió y bebió un trago de whisky. Su mirada se dirigió hacia los causantes de la disputa.
Tommy y Sasha no se habían dado cuenta de la situación, ocupados en jugar con Ariel. Sasha lo tenía en brazos, mientras Tommy aprovechaba para comer todo lo que podía, sonriendo a Frances y lady Miranda, sentadas frente a ellos.
Sasha alzó la vista y comenzó a mirar atentamente cada detalle de todo lo que lo rodeaba, deseando familiarizarse mejor con el lujoso ambiente en el que se desenvolvía Alex. Sabía que algún día él se desenvolvería en ese ambiente y se preparaba para ello.
—Angel me ha dicho que tenemos permiso para salir esta noche por ahí y que no tenemos hora de llegada —cuchicheó Tommy, sonriendo con picardía—. ¿Qué tal si le damos una sorpresita a Richie y vamos a pasar la noche con él? Hace mucho que no pasamos toda una noche con él… Podría avisar a Angel de que no nos esperen mañana tampoco y pasar el día con Richie, si te parece.
Una radiante sonrisa iluminó el rostro de Sasha.
—Me viene perfecto. Necesitamos un poco de acción. —Le guiñó un ojo—. Lástima que dejáramos a Jenis en mi habitación, pero seguramente Richie tendrá algo apropiado.
—Seguro. —Tommy le correspondió con una enorme sonrisa—. La verdad… es que no se si podré esperar. —Su sonrisa se volvió totalmente pícara y el ruso pudo adivinar tras las gafas una mirada cargada de intenciones.
—Llevaré a Ariel con su madre, no me lo vayas a pervertir —replicó, abrazando posesivamente al bebé que parecía encontrarse completamente a gusto en sus brazos.
—Oh, vamos —dijo Tommy mientras tomaba su quinto pedazo de pastel—. Él no entiende lo que decimos, es demasiado pequeño.
—No sabemos si no lo entiende. ¿No has oído que los bebés asimilan todo lo que oyen y ven como si fueran esponjas y que eso se refleja en su comportamiento futuro? No sé cómo tomaría Alex que Ariel fuera gay.
—¿Acaso crees que dejaría de quererlo? Alex no es así, además, Angel no se lo permitiría. —Tommy se acercó al pequeño y dejó que éste le apretara con fuerza un dedo con su manita—. Nadie merece ser despreciado por algo así, menos aún por sus padres. Los padres… —Su voz se ahogó ligeramente—. Los padres deberían querer a sus hijos con toda su alma. Siempre.
Sasha apretó los labios. Sabía que la relación de Tommy con sus padres no era la mejor y que ellos siempre trataban de menospreciarlo, y lo detestaba. A veces pensaba que Tommy era tan liberal como un acto de rebeldía y no podía culparlo.
—No, Alex no dejaría de quererlo —respondió con vehemencia, pasándole el brazo alrededor del hombro—. Ni dejaría de quererte a ti o a mí por eso. Ellos son ahora nuestra familia —dijo en voz baja—. Angel, Alex y este pequeño —repitió tomando a su vez la manita de Ariel.
—Nuestra familia. —Todo rastro de tristeza desapareció de la voz de Tommy y lo miró con una enorme sonrisa—. Y también tenemos a Richie, somos afortunados. —La sonrisa se amplió y sus miradas se encontraron.
Sasha pensó que estaban tan cerca que podrían haberse besado y quizá lo hubiera hecho de hallarse en otro lugar. Entonces notó la mirada de McAllister fija en él y se apartó un poco. Sostuvo la mirada del hombre y lo que leyó en ella no le agradó en absoluto. McAllister bajó la mirada y el ruso avanzó con el pequeño Ariel hacia donde estaba Angel, mientras meditaba en que debería tener mucho cuidado con el socio de los Andrew.
La llegada de octubre trajo una novedad para Sasha: el viejo Nick por fin se retiró y contrataron un conserje joven a tiempo completo. Además, Alex le comunicó que sería su asistente y que necesitaba que aprendiera lo más pronto posible todo el funcionamiento de Thot Labs. Le dio la tarde libre como incentivo y Sasha se apresuró a ir a Saint Michael para comunicárselo a Tommy.
Sospechaba que el incidente del bautizo había tenido algo que ver. Sabía que Alistair había dado una buena reprimenda a su hijo mayor y que no estaba complacido con McAllister, que además de ser el vicepresidente, había contratado a un director general de su confianza, buscando a toda costa hacerse con el poder.
McAllister no le gustaba. Era ambicioso, pero no del mismo modo que él, que deseaba triunfar en mérito a su esfuerzo. El socio de los Andrew quería el poder por cualquier medio y aprovechaba la enfermedad del padre de Alex y su posición ventajosa en el Directorio de la empresa para beneficiarse. No culpaba a los Andrew por desconfiar, pero en esos momentos lo que más le preocupaba era encontrar a su amigo.
Fue directo a la habitación de Tommy esperando darle una sorpresa. Sabía que esa tarde no tenía clases, pero se decepcionó un tanto al no hallarlo. Después de recorrer la biblioteca, la sala de estudios, la cafetería y el gimnasio sin éxito, preguntó a uno de sus compañeros si lo había visto y éste respondió con una sonrisita que a Sasha no le gustó nada, que Tommy había ido a la sala de música.
La sala de música era el lugar más insólito en el que habría pensado encontrarlo. Tommy no había manifestado nunca interés en el tema, salvo en la música rock. Sasha meditó en ello mientras se dirigía hacia allí. Quizá era una nueva faceta de Tommy, motivada por su reciente experiencia con Rock Vulcano, o quizá… Quizá estaba citándose con alguien allí.
Esa idea tomó más cuerpo cuando se fijó en el horario y vio que a esa hora la sala de música estaría desierta.
Sí, Tommy sin duda estaría allí follándose a alguien.
Los celos afloraron nuevamente. Cierto que no eran nada y que sabía perfectamente que Tommy se acostaba con Richie y que había habido otros además de él, pero había creído que esas actividades las hacía fuera del colegio. Apretó los labios. Tommy se había vuelto muy popular, siempre captaba cómo lo miraban cuando estaba en el gimnasio y sabía que había un grupo que estaba al tanto de que era gay.
No, eso no le gustaba nada, aunque se esforzaba en reconocer que Tommy no era de su propiedad y tenía que admitir que él mismo no se quedaba atrás. Su más reciente conquista era Randy, con quien había iniciado una liberal relación. El irlandés había comenzado a liderar un grupo activista de homosexuales y Sasha sentía mucho respeto por su inteligencia.
Pero Randy le importaba un comino si lo ponía junto a Tommy.
Tenía que averiguar con quién se acostaba y por eso se dirigió con sigilo hacia la sala de música, dispuesto a descubrir el secreto.
Mientras avanzaba, sintió la maravillosa música de un chelo e imaginó que se trataría de alguna treta de Tommy para alejar sospechas. Casi podía verlo con un disco de chelo a todo volumen mientras follaba a su acompañante.
Probó la puerta, pensando que estaría cerrada con llave, pero el picaporte giró y lo abrió muy despacio, asomándose cuidadosamente, preparado para sorprender una escena fuerte, y su sorpresa fue mayúscula al ver a Tommy sentado en medio de la sala de música, con las piernas abiertas y entre ellas algo que jamás habría imaginado: un enorme y contundente... chelo.
Tommy estaba sentado en una silla. A su lado había un atril con un libro de partituras cerrado. Sus gafas de sol colgaban del atril; no las necesitaba, tenía los ojos cerrados mientras el violonchelo vibraba entre sus piernas al ritmo de la música.
Solía aprovechar el tiempo libre que tenía cuando Sasha estaba en clases o en el trabajo para continuar practicando su secreto. Un secreto que asociaba íntimamente con la muerte de su hermano Sebastian. Nadie sabía que tocaba el chelo, ni siquiera Alex. Lo había ocultado cuidadosamente de todos sus amigos porque equivalía a confesar su culpa por el accidente de auto que acabó con el prometedor futuro de su hermano.
Esa tarde había comenzado, como siempre, con una de las
suites
de Bach para chelo, pero su ánimo le pedía algo más y había pasado a interpretar obras más modernas. Había empezado con
What a wonderful world
, continuado con
Yesterday
y ahora estaba tocando
Strangers in the night
.
Tocaba de memoria, pues esas canciones las había practicado varias veces. Le gustaba conseguir partituras de canciones poco convencionales para tocar con el chelo e incluso había hecho sus intentos de adaptar otras canciones al instrumento.