—¿Qué querías decirnos? ¿Te encuentras bien? ¿Te duele algo? ¿Quieres que te traigamos algo?
—Estoy bien —dijo ella—. Sólo quería que estuviérais conmigo… tardasteis mucho —reprochó—. ¿Por qué estás tan sonrojado?
Sasha iba a responder por su amigo, pero una contracción le llegó a Angel en ese momento y todo pasó a un segundo plano mientras Alex la ayudaba a hacer los ejercicios de relajación y el ruso daba gracias al cielo por ser hombre.
—Avisaré al doctor Shane —anunció al fin la enfermera—. Es hora de ir a la sala de partos.
Shane confirmó lo dicho por la enfermera y los echó a todos al pasillo mientras preparaban a Angel. Luego les pidió esperar y Alex fue a telefonear a sus padres. Cuando volvió, inició un nervioso paseo y Sasha encendió la televisión para relajarlo, mientras Tommy se acomodaba en el sofá.
—¿Cómo estuvo la cena? —preguntó el ruso para distraerlos.
—Bien. Hemos ganado la distribución en las clínicas Queen’s Health por un año —respondió Alex sin mucho interés mientras se dejaba caer en el sofá al lado de Tommy.
Sasha llevó la conversación hacia el lado de los negocios y de la escuela, procurando mantenerlos interesados. Cada cinco minutos, Alex se levantaba y miraba por el pasillo mientras la hora avanzaba.
Luego de casi dos horas, una enfermera apareció con un bultito en brazos.
—Señor Andrew, es usted padre de este pequeño. ¡Felicidades! —Colocó el bultito en brazos del emocionado padre sin darle tiempo a ponerse de pie.
Tommy se inclinó para ver mejor y Sasha también se acercó. Entre las mantas sólo se podía adivinar una matita de suave pelo castaño, igual al de Alex.
Con sumo cuidado y manos temblorosas, el padre comenzó a apartar las ropas para ver a su hijito. Una carita sonrosada y arrugadita apareció entre las telas. El pequeño arrugó el ceño al ver tanta luz de repente y tras unos rápidos parpadeos se quedó mirando a su padre.
—¡Ah! —exclamó Tommy—. Tiene los ojos violetas, qué guay… Nunca había visto a nadie con ese color de ojos.
—Los recién nacidos suelen tener los ojos de colores raros, con el tiempo se les pasa —dijo la enfermera.
Tommy arrugó el ceño igual que el bebé. Esa enfermera se equivocaba. El niño tenía los ojos violetas y seguro que los iba a seguir teniendo así.
—Es precioso —susurró Sasha tomando en su mano el pequeño puñito y sonriéndole al bebé mientras Alex preguntaba por Angel y la enfermera les informaba que se encontraba bien y que pronto la traerían.
—¿Puedo sostenerlo? —preguntó Sasha.
—Claro. —Asintió Alex—. Pero primero ven siéntate a mi lado. —Señaló el asiento libre a su lado derecho, ya que en el izquierdo Tommy le hacía caras graciosas al bebé.
Cuando Sasha estuvo sentado, Alex le colocó el bultito en los brazos y se levantó para asomarse al pasillo a ver si traían a Angel.
—Es un hermoso niño, señor Andrew. ¿Cómo se llamará? —preguntó la enfermera.
—Ariel —respondió Alex desde la puerta—. Mi esposa pensó que era divertido que el nombre del bebé también empezara por A y ese nombre le gustó mucho. Es hebreo y significa «León de Dios». También se cree que fue el primer nombre que recibió la ciudad de Jerusalén. Además, suena bonito.
La enfermera sonrió y fue a buscar la cunita para Ariel, ya que dormiría en la habitación junto a la madre.
Sasha alzó con todo cuidado al pequeño.
—No pesa nada —dijo sonriendo—. Hola, Ariel —saludó en ruso.
—Hola Ariel Andrew, bienvenido al mundo —dijo en un susurro Tommy inclinándose sobre el bebé.
Horas más tarde y luego de felicitar a Angel y de ayudar a Alex a acomodarse en la cama extra que trajeron, Sasha y Tommy se apropiaron del sofá, pues no querían separarse de sus amigos. Además, eran casi las tres de la mañana. Sasha encendió la televisión con volumen bajo mientras Tommy se recostaba con la cabeza sobre sus piernas, quedándose profundamente dormido. Mientras veía la tele, los dedos de Sasha revolvían suavemente los cabellos de Tommy, sin darse cuenta de que Alex no dormía y que los estaba mirando.
El empresario sabía que estaban muy unidos, pero aún sin querer aceptarlo, en estos días que había compartido su casa con ellos había notado el grado de intimidad que tenían y recordó lo que Angel le había insinuado. Ahora, mirando cómo Tommy dormía con total confianza en las piernas de Sasha y cómo él acariciaba sus cabellos totalmente distraído, como si fuera algo que hiciera todos los días, se dio cuenta que lo que su mujer decía bien podía ser cierto.
Se tapó hasta la nariz, sin querer pensar en el asunto. Ahora tenía que ocuparse de Ariel y luego, cuando fuera el momento, se ocuparía de sus amigos. Tras una última mirada a los muchachos, cerró los ojos.
Tommy acarició con las yemas de los dedos un boxer azul etiquetado con «Rock Vulcano» y volvió a ponerlo en el maletín que guardaba en casa de Richie, a salvo de miradas indiscretas. Suspiró y se recostó en la cama desde la que el pelirrojo lo miraba.
—¿Ataque de nostalgia? —preguntó él con una media sonrisa.
—Más bien quería asegurarme de que no lo había soñado. —Le devolvió la sonrisa. —Hay veces en las que creo que toda esa noche ha sido sólo un sueño, de tan increíble que fue—. Se tumbó hacia arriba y cerró los ojos.
—Si otro me lo hubiera contado, no lo habría creído, pero de vosotros dos… —replicó Richie acercándose hasta quedar a la altura de Tommy—. Lástima que se acabara el verano…
—Sí, además un verano como éste… No es que me queje del año pasado en Francia que fue genial, pero haber estado en casa de Alex con Sasha es mil veces mejor que tener que aguantar a mis padres.
Richie esbozó una sonrisa. Era el último sábado de vacaciones y era una especie de despedida. Desde el salón les llegaba la voz de Freddie Mercury cantando
Friends will be friends
.
—Los padres… Nunca lo entienden a uno —observó Richie.
—Los míos son para echarles de comer aparte. ¿Los tuyos cómo son? Nunca hablas de ellos, ni de tu familia en general —preguntó Tommy con sincera curiosidad.
—Bueno, no hay mucho que decir. Viven en Chipping Campden, en los Costwolds. De hecho, crecí allí. Supongo que son como todos los padres: esperan mucho de sus hijos y a veces se sienten decepcionados. Querían que fuera a la universidad como mi hermano Robert, que es médico, pero dejé la carrera al terminar el primer año.
—¿Tienes un hermano? No lo sabía. —Tommy recordó durante un momento a Sebastian y trató de no imaginar cómo podría haber sido su vida si él hubiera vivido.
—Tengo cuatro: dos hombres y dos mujeres. Todos mayores, menos Rachel que vive con mis padres.
—¿Y por qué nunca nos has hablado de ellos? ¡Cuatro hermanos! ¿Y son guapos? —preguntó finalmente con una risilla.
—Se parecen a mí, así que deben ser guapos. —Richie de pronto se puso serio—. No los veo seguido. Mis padres tomaron muy mal que dejara la carrera, y aún peor que trabajase en un
sexshop
. Mis hermanos tampoco son felices con la idea. Sólo a Rachel le causó curiosidad. Son muy conservadores, ¿sabes?
—Entiendo. A mis padres tampoco les gusta que haga algo que consideran que no es correcto.
Richie frunció un poco el ceño. Luego esbozó una sonrisa.
—Es que nosotros no somos convencionales. Ellos nunca entenderían cómo vemos la vida. No reniego de mis padres pero, ¿te das cuenta de que Sasha es en ese sentido más afortunado que nosotros?
—Bueno, yo creo que Sasha sería más feliz con su madre aquí, con él. Yo por suerte tengo a mi tío Joseph que es la oveja negra de mi familia y que sé que me quiere sinceramente.
—¿Tenéis una oveja negra? Yo soy más bien una oveja pelirroja. ¿Cómo es ese tío?
—El tío Joseph es genial. —Tommy se tumbó un poco sobre Richie para estar más cómodo y hablar más íntimamente—. Ha vivido varias vidas en una. Ha sido jugador, ha viajado por todo el mundo, ha sido mujeriego, ha tenido varios escándalos con mujeres casadas y alguno con hombres, casados y solteros. Él a su vez se ha casado dos veces y se ha divorciado de las dos. Unos divorcios escandalosos donde la prensa ha encontrado toda la carnaza inimaginable y las ex esposas tal cantidad de dinero que no tendrán que trabajar ni ellas ni sus nietos. Eso sí, no serán nietos de mi tío, pues no ha tenido hijos. —Se aproximó a Richie para susurrarle—: Posee un par de casinos en Montecarlo, uno más en París y… —Una risa pícara se le escapó—. Una empresa de profilácticos en Suecia. La familia está deseando que se muera para heredar.
Richie se lo quedó mirando. Mientras Tommy hablaba, había tratado de deducir si era verdad lo que su amigo estaba diciendo. Sabía que su familia era acaudalada, pero jamás pensó que tanto.
—¡Joder! Dile que te adopte. Que nos adopte a los tres.
—Pues si se lo propusiera, seguro que se lo pensaba. —Rió—. Pero no, él aún tiene esperanza de que mis padres me quieran. Dice que sólo son duros. En fin… —Suspiró—. Tendré que seguir con los padres que la naturaleza me ha dado…
Richie se levantó y tomó el maletín de Tommy para guardárselo en el armario. El disco de Queen había terminado, pero no puso otro. Se quedó mirando al joven que seguía tumbado en la cama, sumido en sus pensamientos.
—¿Por qué dejaste la carrera? —preguntó de pronto Tommy.
Por un momento, Richie no respondió. Se acercó a la cama y se sentó en el borde, pensativo. Luego lo miró.
—Puede decirse que me enamoré. Fue un escándalo, estaba descubriendo mi identidad sexual, probándolo todo. Había suspendido algunas materias importantes y entonces la conocí.
—¿La conociste?
—Sí. Fue allí que entendí que soy bisexual. Me enamoré completamente, pero había un problema: ella era mi profesora.
—¡Joder, Richie!
—Sí, mi padre también pensó eso. Claro que no con esas palabras.
—¿Y qué pasó?
—Tuve la loca idea de casarme. Fui muy imprudente… Ella no me quería de ese modo, pero el asunto trascendió y tuve que dejar la carrera. Fue un golpe para mis padres y por puro orgullo me puse a trabajar. Mi abuela me dejó una pequeña herencia que me ayudó, pero hubo épocas en que lo pasé muy mal.
—Lo siento mucho —murmuró Tommy, abrazándose de él.
—No lo sientas. —Richie sonrió—. No me va mal ahora y tengo mis ahorros. Además, os conocí en ese
sexshop
. Es una de las mejores cosas que me han pasado.
—A mí también. —Lo besó con ternura—. Yo también soy bisexual, ¿verdad?
—Eso parece. Pero no le des muchas vueltas, puede que sea una etapa. Sólo sé tú mismo, ¿vale?
—Vale.
—Y procura no disgustarte con tus padres. No sabes cuándo podrás necesitarlos.
Tommy hizo una mueca y murmuró:
—Supongo que tendré que seguir con los estudios de literatura.
Richie le despeinó el cabello y luego se lo echó para atrás, estudiando atentamente el joven rostro que tanto quería. Tommy lo sorprendía, en una tarde se las había arreglado para contarle de su vida más de lo que le había podido sacar en un año.
—Sé que tu familia tiene una casa editorial, pero no entiendo por qué tienes que estudiar literatura. Si la heredas, ¿no servirá más que seas empresario?
—La empresa es de la familia, la dirigirá alguno de mis primos cerebritos. De mí esperan que sea escritor, quieren un escritor en la familia. Ha pasado una generación sin escritores y se habían hecho ilusión con que tendrían otro escritor en ésta. Es complicado…
—Veo que lo es. —Richie notó su incomodidad y decidió no ahondar en el tema—. ¿A qué hora dijo Sasha que vendría?
—Pues… —Tommy miró el reloj digital que había sobre la mesilla—. Como en una hora o algo menos. Según lo bien que se lo pase; cuando está con Ariel no se da cuenta del tiempo. —Sonrió pensando en su amigo y cómo quería al bebé de los Andrew.
—Eso he notado —dijo Richie—. Lo quiere como si fuera su hijo. Nunca me lo habría imaginado en ese plan tan paternal.
—Yo tampoco. Es tan serio, tan estoico… No sé cómo explicarme. Jamás habría podido imaginarlo derritiéndose así con un bebé. —Rió—. ¡Es tan tierno! —canturreó—. Ni se te ocurra decirle que he dicho esto, me mataría. —Volvió a reír.
—No se lo diré. —Richie se quitó la camiseta—. ¿Qué tal si tú y yo aprovechamos productivamente esa hora que nos queda de espera?
—Sí. Podemos ir calentando motores para que cuando llegue Sasha se encuentre el coche a punto.
Sasha volvió a clases con la satisfacción del deber cumplido. Había logrado sobrevivir ese verano sin incidentes como el de Sullivan y se sentía complacido. Se las había arreglado de tal modo que las mejoras que había introducido en el control de inventarios aparecían como idea de Sanderson y sólo Alex, Angel y el viejo Nick sabían la verdad.
Su habitación en el Steiner College le pareció enormemente vacía después de la calidez de hogar de la mansión de los Andrew. Lo primero que hizo fue colocar en la mesilla de noche sus fotografías, a las que había añadido una con los Andrew y otra que era su favorita, donde él y Tommy posaban sonrientes con el pequeño Ariel en brazos.
Se había sentido muy dichoso en Greenshaw Hall. Por momentos sentía que los Andrew y Tommy eran su familia. Le habría gustado mucho que Richie pudiera compartir esos momentos con ellos, pero no creía que sus amigos aprobasen la relación que tenían.
Había escrito a su madre sobre todos ellos, pero todavía no recibía respuesta y estaba pasando el tiempo. Su tío le había dicho que volviera en quince días y no le quedaba más remedio que esperar.
Alguien llamó a la puerta y acudió a abrir, pensando que sería Tommy, pero se trataba de Randy que traía un paquete.
—Hola, Sasha. Volvemos a ser vecinos de habitación.
—Hola. Estaba desempacando. ¿Qué tienes allí?
—Te mostraré. —Randy entró y cerró la puerta. Avanzó hacia la cama y puso allí el paquete—. Vamos, ábrelo.
Sasha lo hizo y ahogó una exclamación en ruso al ver un ajedrez de mármol primorosamente tallado con figuras árabes.
—¡Es hermoso! —repitió luego en inglés—. ¿De dónde lo sacaste?
—Es tuyo —dijo Randy—. Lo vi por allí y lo compré.
Sasha frunció el ceño.
—No puedo aceptarlo. Debe ser muy valioso.
—Tonterías. Era el dinero de mi padre y siempre me está exigiendo que me lo gaste. Fui un hijo obediente... Y sabía que te gustaría.