—Estaba preocupada, es tarde. ¿Cómo os fue?
—Genial —respondió Tommy, aún alucinado—. Fue maravilloso. Increíble… estaba todo plagado de famosos.
—No debiste esperarnos —dijo Sasha profundamente avergonzado—. Debes descansar… No es bueno para el bebé que trasnoches. —Sacó del bolsillo de su chaqueta la libreta de autógrafos y se la tendió.
—¡Oh! ¿En serio te dio el autógrafo? —exclamó ella, emocionada abrazándolos a los dos—. ¡Gracias!
Los besó en ambas mejillas y Sasha le lanzó a su amigo una mirada alarmada. Si Angel percibió el olor a sexo, nada dijo. Les siguió sonriendo y les ofreció algo para cenar.
—Comimos algo por allí —mintió Tommy—, por eso tardamos, no queríamos molestar.
—Nunca nos molestáis —reprochó ella—. Vosotros sois de la familia.
Entre risas y cuchicheos cómplices, los tres subieron las escaleras y antes de entrar a su dormitorio, Angel les arrancó la promesa de contarle todo a la hora del desayuno.
Tras dejarla en su dormitorio, Tommy tomó a Sasha de la mano y lo arrastró hacia su propia habitación.
—Duerme conmigo, por favor —rogó y el ruso no supo negarse.
Horas después, Sasha entreabrió los ojos, para contemplar a su dormido amigo, que descansaba pegado a él, con una sonrisa feliz en el rostro y su pierna derecha posesivamente sobre su cintura. Sasha sonrió, pensando en las palabras de Rock, y se permitió soñar por un instante.
—Te amo —susurró—. Te amo más que a nada en este mundo.
Tommy sonrió ampliamente, completamente dormido, y con un suspiro de satisfacción, se pegó más a su cuerpo.
Después de un par de semanas junto a Sasha y Tommy, Alex y Angel habían planeado que continuaran todo el verano en la mansión. Era un modo de pasar tiempo con ellos y de ayudar a Sasha, por quien Angel sentía un cariño muy especial.
—¿Cómo hacemos para convencerlo? —preguntó Alex a su esposa, quien levantó la vista del libro de ciencia ficción que leía.
—Sasha es orgulloso. Si cree que le ofrecemos vivir aquí todo el verano para que no gaste en alojamiento, jamás aceptará. En cambio, si le dices que deseas que él y Tommy estén aquí para cuidarme y esperar el nacimiento del bebé, y que además podrá ahorrar, estoy segura de que se quedará.
Alex sonrió. Sabía lo mucho que Sasha se preocupaba por que Angel no hiciera esfuerzos y que siempre estaba rodeándola de atenciones. Tenía razón, le diría eso. Con Tommy sería más fácil: su padre estaría encantado de que pasara el verano en Londres, de eso estaba seguro.
—Se lo diré mañana a la hora de comer. ¿Te dije que nos está ayudando a mejorar el control de inventarios? Tiene una gran habilidad para el análisis y una excelente memoria para los números, debe ser por el ajedrez…
—Lo admiras, ¿verdad?
—Sí —confesó Alex—. Me parece increíble que haya llegado tan lejos considerando de dónde viene. Papá también lo cree así. Dice que Sasha tiene una gran fuerza de voluntad y que logrará muchas cosas. Yo lo ayudaré en todo lo que pueda.
—Tommy y él son algo especial. ¿Te has dado cuenta de que están muy unidos? Siempre preocupados el uno por el otro… y, ¿has visto como se miran?
Alex frunció el ceño.
—¿Qué quieres decir?
—La suya es una amistad muy especial, amor mío —dijo muy suavemente Angel.
Alex se puso de pie enseguida.
—¿Crees que Tommy y Sasha…? —exclamó—. No, no lo creo. Tommy y yo somos igual de buenos amigos y no hay nada más, y lo mismo digo de Sasha —dijo convencido, aunque no pudo evitar recordar la vez que Tommy le confesó que le gustaban por igual los niños y las niñas. Y a Sasha no se le conocía novia—. No lo creo… Tommy me lo habría dicho. Además todavía es muy joven... Yo no me enamoré de ti hasta la universidad, él está en el colegio… todavía es un crío…
—Claro que sí, cariño. —Angel sonrió con indulgencia—. ¿Me traes un poco de pastel?
Como había pensado Alex, no hubo ningún problema para convencer a los padres de Tommy de que lo dejasen pasar el resto del verano con ellos. Con dolor notó que los Stoker estaban más que contentos de librarse de su hijo. No entendía por qué no lo querían, pero estaba dispuesto a hacer que su joven amigo lo pasara lo mejor posible.
Sasha fue un poco más difícil de convencer. Una cosa era pasar allí algunos días previos al concierto y otra, aceptar pasar todo el verano. Nuevamente Richie jugó un papel importante para poder persuadirlo, y se ofreció a guardar en su apartamento cualquier objeto comprometedor que el ruso pudiera poseer. Costó, pero al final el argumento de que cuidaría de Angel y que el ahorro le permitiría enviar más dinero a su madre consiguió convencerlo y se mudó a la mansión.
Los Andrew procuraron darle la mayor libertad posible, sin hora de llegada por las noches y sin preguntar con quién salía, pero se sorprendieron al notar que Sasha sólo salía los fines de semana y lo hacía siempre en compañía de Tommy.
El propio Sasha estaba sorprendido. Sólo se escabullía para encontrarse con Richie y cuando estaba con los Andrew se sentía en familia.
—Nunca pensé que pudieras ser tan hogareño —bromeaba Tommy cuando se sentaban en la sala de estar y charlaban de mil cosas para distraer a Angel.
Habían ayudado a decorar la habitación del pequeño, a comprar ropita y juguetes, e incluso habían atendido a las invitadas de Angel cuando se realizó el
baby shower
.
Angel tenía sus sospechas de que Tommy pasaba más noches en la habitación de Sasha que en la suya propia, pero optó por no volver a comentarlo con Alex, que se negaba a ver que su hermanito del alma era más que sexualmente activo.
El 18 de agosto, Sasha llegó del laboratorio en el auto de Angel, con el chofer que le habían asignado y que sólo aceptó porque le significaba ahorrarse tiempo en el autobús.
Apenas entró a la mansión encontró a Angel sentada en el recibidor. Tommy bajaba las escaleras seguido por Perkins, con la maleta a cuestas y varios paquetes en las manos.
—Alex tuvo que asistir a una cena a último momento. ¿Qué pasa? —preguntó dirigiéndose a Angel y de pronto abrió mucho los ojos—. ¡No me digas que…! ¿Ya?
Tommy se acercó, convertido en un puro manojo de nervios. Tropezó con algo y cayó a los pies de ambos en un enredo de piernas, brazos y paquetes, lanzándole una mirada miserable a Sasha. Perkins comenzó a recogerlos con su calma habitual, pero Tommy no dejaba de moverse y disculparse.
—Cálmate, Tommy —pidió Angel, respirando con dificultad.
—Sí, cálmate —dijo Sasha haciéndose cargo de la situación—. ¿Alguien ha llamado al hospital?
—Yo lo hice, señor —respondió Perkins.
—Perfecto. Tommy, ve al coche con Angel. Yo llamaré al Savoy para avisar a Alex. Perkins, ayúdeme a revisar que nada falte.
—Sí, señor.
Tommy, nervioso y pálido como nunca, tomó a Angel de la cintura y con sumo cuidado la acompañó hacia el coche. Minutos después Sasha se unió a ellos y partieron hacia el Hospital Lister en Chelsea, donde se había seguido el embarazo de Angel desde el primero momento.
En el auto, Sasha intentó parecer normal, pero el nerviosismo de Tommy se le estaba contagiando y con cada quejido de Angel, apuraba al chofer y miraba ansioso el reloj.
—Todo saldrá bien —decía más para sí mismo—. Pronto llegaremos, todo saldrá bien.
Al llegar al hospital, Paul Shane, médico personal de Angel, y varios enfermeros esperaban en la puerta. La ingresaron enseguida y antes de que tuvieran tiempo para pensar, se encontraron todos en la amplia habitación privada de la planta de maternidad. Al poco tiempo de instalarse apareció Alex, nervioso y asustado, y corrió al lado de su sudorosa mujer a la cual besó, preguntándole cómo estaba. Ella se limitó a asentir con una tenue sonrisa.
—Alexander —llamó Shane, y tras volver a besar a su esposa, Alex salió a hablar con él, dejando a los muchachos al cuidado—. No hay de qué preocuparse. Angel se encuentra perfectamente y el bebé también. El parto está bastante avanzado pero al ser madre primeriza tardará unas horas en estar completamente preparada. —Sonrió y le dio unas palmaditas en el hombro—. Tranquilo, todo va a salir bien… En unos momentos vendrá un anestesista a ponerle la epidural y después de eso todo irá como la seda.
Alex volvió, intentando sonreír, pero el nerviosismo lo traicionaba. Tommy daba vueltas sin parar por toda la habitación, preguntándole a Angel si necesitaba algo, si se sentía bien, si le dolía mucho. Sasha lo observó revolotear, pensando que de ese modo acabaría por ponerlos más nerviosos a todos, y lo tomó suavemente del brazo.
—Necesito un café. Acompáñame.
—Vale, pero yo creo que tomaré una tila —dijo Tommy con una sonrisa crispada.
Sasha lo arrastró fuera de allí y se dirigieron a la casi desierta cafetería, donde se acomodaron en una mesa mientras les traían las bebidas. Tommy no paraba de hablar.
—Shhh… Vas a volverme loco —pidió Sasha, tapándole suavemente la boca—. Todo va a salir bien, te lo prometo. Angel está en las mejores manos.
—Pero es que… tengo miedo, ¿y si pasara algo? Alex no podría soportarlo y yo no podría soportarlo tampoco. —Revolvió sus cabellos para finalmente agachar la cabeza hasta casi tocar la mesa.
—Tommy, cielo. —Sasha le tomó la mano—. Tranquilo. No va a pasarles nada y en unas horas tendrás al sobrino más hermoso del mundo.
—¿De verdad? —Tommy lo miró con una súplica en la mirada—. ¿Me lo prometes?
Les trajeron las bebidas y Sasha añadió a la de Tommy una buena cantidad de azúcar.
—Te lo prometo. Ahora, bébete esto e intenta pensar en otra cosa. Alex está nervioso y si tú lo estás también, pondréis nerviosa a Angel.
—¿Sabes lo que me calmaría los nervios? —preguntó Tommy, con una sonrisa pícara cargada de intenciones.
—¿Qué? —repreguntó Sasha, fingiendo inocencia mientras bebía su café.
—Oh… tú sabes… —replicó Tommy con la sonrisa aún más amplia y comenzó a acariciar con su tobillo la pierna del rubio bajo la mesa—. No te hagas el tonto…
—No estoy seguro de saber. ¿Me refrescas la memoria?
—Eres malvado, ¿lo sabías? —Tommy le dio una mirada desafiante—. Tú lo has querido.
Como pudo, descalzó su pie derecho y comenzó a ascender por la pierna de Sasha hasta llegar al paquete que empezó a sobar con fuerza y apretar con sus dedos, mientras bebía de su tila con una cara de total inocencia.
Sasha le echó una inquieta mirada al camarero que veía la televisión sin preocuparse mucho por ellos, y con movimientos calculados, separó las piernas para facilitarle las cosas a Tommy, sin poder evitar un suspiro de satisfacción, admirado de su audacia.
—Si eso puede tenerte tranquilo, me sacrificaré —susurró.
Tommy entrecerró los ojos pero no dejó de mover el pie.
—El que necesitaba ser tranquilizado era yo —dijo acomodándose en la silla; la postura le resultaba un tanto incómoda a causa de sus largas piernas.
Sasha soltó una risita y le atrapó el pie con una mano.
—Espera… Hay un baño cerca de la habitación de Angel. Vamos para allá y podré tranquilizarte.
Tommy se bebió de un trago lo que le quedaba de tila y se levantó deprisa para seguir a Sasha al baño que decía. Cuando llegaron, observaron el vacío pasillo y se metieron rápidamente. Tras cerrar con llave, se lanzó a besarlo con pasión.
Sasha le devolvió el beso, sobándolo por encima de la ropa. No tenían demasiado tiempo y deseaba que se relajara, así que fue bajando poco a poco por su cuerpo hasta llegar a su entrepierna y bajarle la cremallera, se arrodilló rápidamente frente a él, sacando su aprisionada erección y la contempló con una traviesa mirada.
—Si Alex nos viera… —aventuró, antes de metérsela en la boca con la facilidad que le daba una larga práctica. El pensamiento de Alex viéndolos hizo que se excitara y relajó la garganta lo más posible para poder tener allí toda la extensión de Tommy.
—¡Aaaah! —Tommy se llevó su puño a la boca para morderlo y acallar sus gritos. Sabía que estaban en un sitio donde no podía llamar la atención y comenzó a morder con fuerza sus nudillos mientras movía las caderas al ritmo que imponía Sasha. Ahogados jadeos saliendo de su garganta.
El ruso incrementó el ritmo, mientras sus dedos buscaban puntos que le proporcionaran más placer a su compañero, hasta que sintió su boca llenarse de un líquido tibio que tragó sin dejar ni una gota.
—¿Mejor así? —cuestionó, poniéndose de pie para sostenerlo.
—Sí —respondió suavemente Tommy, recargándose en el cuerpo del ruso, dejándose abrazar. Una sonrisa tonta adornaba sus labios y su cuerpo aún temblaba por el orgasmo.
—Eres incorregible —replicó Sasha con ternura, sujetándolo por la cintura—. Mejor volvemos, Alex debe estar muriéndose de los nervios y a él no lo puedo relajar así.
—¿Crees que si yo se lo pidiera me dejaría? —bromeó Tommy mientras volvía a acomodarse la ropa y se mojaba la cara con un poco de agua fresca.
—Inténtalo y te arrancaré la piel —respondió al instante.
Tommy se giró, mirándolo confundido. ¿Por qué había dicho eso? Ellos eran amigos… Sin saber qué decir, se limitó a pegarse a él y tras acariciarle suavemente su mejilla con la punta de los dedos, le dio un beso ligero sin dejar de mirarlo a los ojos. Finalmente apoyó su frente en el hombro de Sasha con los ojos cerrados.
Permanecieron abrazados hasta que alguien llamó a la puerta. Tommy dio un salto y Sasha comenzó a acomodarse el pelo antes de abrir. Era Alex.
—Me dijeron que os habían visto entrar… Angel desea veros —dijo, preguntándose por qué Tommy estaría sonrojado y con el pelo húmedo—. ¿Pasa algo?
—Tommy estaba muy nervioso —explicó Sasha, imperturbable—, le pedí que se lavara un poco la cara para relajarse.
—¿U-un p-poco nervioso? —tartamudeó Tommy a su pesar, sonrojado como una amapola—. Estoy a punto de que me dé algo. —Se llevó la mano al pecho, sentía su corazón latir a mil, aunque era por creer que Alex los podría haber pillado.
—Yo también estoy nervioso —dijo Alex, probando a mojarse la cara también y secándose con una toalla descartable—. ¿Nos vamos?
Sasha asintió e hizo un guiño cómplice a su amigo para dirigirse luego como si nada a la habitación de Angel.
Al llegar, Tommy se sentó junto a la amplia cama, tan distinta a las de los hospitales normales y sujetando la mano de Angel, le sonrió.