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Authors: P. D. Ouspensky

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Fragmentos de una enseñanza desconocida (38 page)

BOOK: Fragmentos de una enseñanza desconocida
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Pero ese día no lo hizo directamente.

—Usted debería saber, me dijo, que ya hemos hablado de eso en las conferencias de San Petersburgo. Sin duda no ha escuchado. ¿Se acuerda de un texto que no quería escuchar, diciendo que ya lo conocía? Este contenía la respuesta precisa a la pregunta que usted plantea ahora."

Después de un corto silencio, añadió:

"Ahora bien, ¿si usted supiera que en este mismo momento alguien estaba leyendo este texto en Tuapse, saldría a pie para oírlo?

—Sí, iría, dije.

Y de hecho, a pesar de que me representaba muy vívidamente cuán largo, frío y difícil sería el camino, yo sabía que esto no me detendría.

G. se echó a reír.

—¿Iría usted de veras? me dijo. Piénselo: cuarenta kilómetros, lluvia, oscuridad, nieve, viento...

—¡No tengo que pensarlo! exclamé. Usted sabe que ya he hecho este viaje más de una vez, cuando faltaban caballos o cuando no había lugar para mí en el coche —y sin esperar recompensa, simplemente porque no había otra cosa que hacer. Naturalmente que iría, y sin vacilar, si alguien fuese a releer este texto en Tuapse.

—¡Ah! dijo G., ¡si tan sólo la gente razonara de esta manera! Pero en realidad razona exactamente al revés. Sin la menor necesidad afrontarían todas las dificultades. Pero para algo importante, de lo que podrían sacar un provecho verdadero, no levantan un dedo. Tal es la naturaleza humana. Un hombre nunca quiere pagar, pero sobre todo, no quiere pagar por lo que es verdaderamente esencial. Usted sabe ahora que no se puede obtener algo por nada, que hay que pagar por todo, y pagar en proporción de lo que se recibe. Pero habitualmente un hombre piensa todo lo contrario. Por bagatelas completamente insignificantes, pagará cualquier precio. Pero por algo importante, jamás. Esto debe llegarle por sí solo.

"Y para volver a la lectura que usted no escuchó en San Petersburgo, ésta contenía la respuesta exacta a la pregunta que plantea ahora. Si entonces hubiese puesto atención, hoy comprendería que no hay ninguna contradicción entre los diagramas y que no la puede haber."

Pero volvamos a San Petersburgo.

Ahora que miro atrás, no puedo dejar de asombrarme ante la rapidez con que G. nos transmitía los principios fundamentales de su enseñanza. Naturalmente esto se debía en gran parte a su manera de exponer las cosas, a su capacidad asombrosa para hacer destacar todos los puntos importantes, sin entrar nunca en detalles inútiles, hasta que lo esencial no hubiese sido comprendido.

Después de los "hidrógenos", G. prosiguió así:

—Queremos «hacer», dijo, pero en todo lo que hacemos estamos atados y limitados por la cantidad de energía producida por nuestro organismo. Cada función, cada estado, cada acción, cada pensamiento, cada emoción, requiere una energía, una substancia bien precisa.

"Llegamos a la conclusión de que tenemos que «recordarnos a nosotros mismos». Pero solamente podemos «recordarnos a nosotros mismos» si tenemos en nosotros la energía indispensable para el «recuerdo de sí». No podemos estudiar, comprender ni sentir nada, sin tener la energía que se requiere para esta comprensión, este sentimiento o este estudio.

"¿Qué ha de hacer un hombre entonces, cuando comienza a darse cuenta de que no tiene la suficiente energía para alcanzar las metas que se ha propuesto?

"La respuesta a esta pregunta es que cada hombre normal tiene bastante energía para comenzar el trabajo sobre sí. Sólo es menester que con miras a un trabajo útil aprenda a economizar la energía de la cual dispone, y que la mayor parte del tiempo disipa por completo.

"La energía se gasta sobre todo en emociones inútiles y desagradables, en la espera ansiosa de cosas desagradables, posibles o imposibles, en malos humores, en prisas inútiles, nerviosismo, irritabilidad, imaginación, ensueño y así sucesivamente. La energía se desperdicia en el trabajo equivocado de los centros; en la tensión inútil de los músculos fuera de toda proporción con el trabajo realizado; en la perpetua habladuría que absorbe una enorme cantidad de energía; en el «interés» que dedicamos sin cesar a las cosas que ocurren a nuestro alrededor o a las personas con las cuales no tenemos nada que hacer y que no merecen ni una mirada; en el constante desperdicio de la fuerza de «atención»; etc., etc....

"Al comenzar a luchar contra todos estos hábitos, un hombre ahorra una enorme cantidad de energía, y con la ayuda de esta energía puede emprender fácilmente el trabajo del estudio de si y del perfeccionamiento de sí.

"Más adelante, sin embargo, el problema se vuelve más difícil. Un hombre que ha balanceado su máquina hasta cierto punto y comprobado por sí mismo que produce mucho más energía de la que esperaba, llega a la conclusión, no obstante, de que ésta no es suficiente, y que debe aumentar la producción si quiere continuar su trabajo.

"El estudio del funcionamiento del organismo humano muestra que esto es ciertamente posible.

"El organismo humano es comparable a una fábrica de productos químicos donde todo ha sido previsto para un muy alto rendimiento. Pero en las condiciones ordinarias de la vida nunca alcanza su máxima capacidad, porque sólo usa una pequeña parte de su maquinaria y ésta no produce sino lo que es indispensable para su propia existencia. Hacer trabajar una fábrica de esta manera es evidentemente antieconómico en el más alto grado. Por lo tanto, la fábrica con toda su maquinaria, todas sus instalaciones perfeccionadas, de hecho no produce nada, ya que no llega a mantener sino su propia existencia, y aun esto con dificultad.

"El trabajo de la fábrica consiste en transformar una clase de materia en otra, es decir, desde el punto de vista cósmico, las substancias más groseras en substancias más finas. La fábrica recibe del mundo exterior, como materia prima, una cantidad de «hidrógenos» groseros, y su trabajo consiste en transformarlos en «hidrógenos» más finos, por medio de toda una serie de complicados procesos
alquímicos.
Pero en las condiciones ordinarias de la vida, en la fábrica humana es insuficiente la producción de los hidrógenos más finos que nos interesan especialmente desde el punto de vista de la posibilidad de estados superiores de conciencia, y desde el punto de vista del trabajo de los centros superiores; y todos estos hidrógenos más finos se malgastan sin provecho para mantener la existencia de la fábrica misma. Si pudiéramos aumentar la producción de la fábrica a su más alto nivel de rendimiento posible, podríamos entonces comenzar a ahorrar los hidrógenos finos. Entonces la totalidad del cuerpo, todos los tejidos, todas las células, se saturarían de estos hidrógenos finos que gradualmente se fijarían en ellos, cristalizándose de una cierta manera. Esta cristalización de los hidrógenos finos llevaría poco a poco al organismo entero hasta un nivel más alto. hasta los planos más elevados del ser.

"Pero esto nunca puede suceder en las condiciones ordinarias de la vida, porque la «fábrica» gasta todo lo que produce.

"«Aprended a separar lo sutil de lo grosero» —este principio de la «Tabla de Esmeralda» se refiere al trabajo de la fábrica humana, y si un hombre aprende a «separar lo sutil de lo grosero», es decir, a llevar la producción de hidrógenos finos a su más alto nivel posible, por este mismo hecho creará para sí mismo la posibilidad de un crecimiento interior que no puede ser asegurado por ningún otro medio. El crecimiento interior, el crecimiento de los cuerpos interiores del hombre (el astral, el mental), es un proceso material completamente análogo al del crecimiento del cuerpo físico. Para crecer, un niño debe ser bien alimentado, su organismo debe gozar de condiciones saludables a fin de que, partiendo de este alimento, pueda preparar los materiales necesarios para el crecimiento de los tejidos. Lo mismo es necesario para el «cuerpo astral», el cual requiere para su crecimiento substancias que el organismo debe producir a partir de las diversas clases de alimentos que penetran en el. Más aún, las substancias que el cuerpo astral necesita para su crecimiento son idénticas a las que son indispensables para mantener el cuerpo físico, con la única diferencia que se necesitan en cantidades mucho mayores.

"Si el organismo físico comienza a producir una cantidad suficiente de estas substancias finas, y si luego se constituye el cuerpo astral en él, este organismo astral necesitará para mantenerse una cantidad mucho menor de estas substancias que las que necesitó durante su crecimiento. El sobrante de estas substancias podrá entonces emplearse para la formación y el crecimiento del «cuerpo mental», pero por supuesto, este exigirá mucho mayor cantidad de estas substancias que las requeridas para el crecimiento y la alimentación del cuerpo astral. El exceso de las substancias no consumidas por el cuerpo mental servirá para el crecimiento del «cuarto cuerpo». Pero este exceso tendrá que ser muy grande. Todas las substancias finas necesarias para la manutención y la alimentación de los cuerpos superiores deben ser producidas en el organismo físico, y el organismo físico es capaz de producirlas siempre que la fábrica humana trabaje debida y económicamente.

Todas las substancias necesarias para mantener la vida del organismo, para el trabajo psíquico, para las funciones superiores de la conciencia y el crecimiento de los cuerpos superiores, son producidas por el organismo a partir del alimento que penetra en el.

"El organismo humano recibe tres clases de alimento:

  1. El alimento ordinario que comemos.
  2. El aire que respiramos.
  3. Nuestras impresiones.

"No es difícil comprender que el aire es una clase de alimento para el organismo. Pero a primera vista puede parecer difícil comprender cómo las impresiones pueden ser un alimento.

"Siempre debemos recordar que con cada impresión exterior, sonora, visual u olfativa, recibimos desde afuera cierta cantidad de energía, cierto número de vibraciones; esta energía que penetra en el organismo desde el exterior es un alimento. Más aún, como ya lo he dicho, la energía no puede ser transmitida sin materia. Si una impresión exterior introduce con ella una energía exterior en el organismo, ello significa que una materia exterior también penetra en el organismo y lo nutre, en el pleno sentido de esta palabra.

"Para una existencia normal, el organismo necesita tres clases de nutrición: alimento físico, aire e impresiones. El organismo no puede existir con la ayuda de uno solo, ni siquiera con la de solo dos, se necesitan los tres. Pero la relación de estos alimentos entre sí y su significado para el organismo no son los mismos.

"El organismo puede existir por un tiempo relativamente largo sin ningún aporte de alimento físico fresco. Se conocen casos de ayuno por más de sesenta días, al fin de los cuales el organismo no había perdido nada de su vitalidad, puesto que pudo recuperar sus fuerzas muy rápidamente tan pronto como empezó a alimentarse. Por supuesto tal abstinencia de alimento no puede considerarse como completa, ya que en estos casos de privación artificial, los sujetos habrían continuado tomando agua. Sin embargo, aun sin agua un hombre puede vivir varios días sin alimentos.

"Sin aire, no puede subsistir más de unos minutos, no más de dos o tres: como regla general la muerte sucede obligatoriamente después de una privación de aire que dura cuatro minutos.

"Sin impresiones, un hombre no puede vivir ni un solo instante. Si de alguna manera se pudiera detener el flujo de las impresiones o privar al organismo de su capacidad de recibirlas, moriría instantáneamente. El flujo de las impresiones que nos vienen del exterior es como una correa de transmisión por la cual se nos comunica el movimiento. El motor principal para nosotros es la naturaleza, el mundo que nos rodea. La naturaleza nos transmite a través de nuestras impresiones la energía por la cual vivimos, nos movemos y tenemos nuestro ser. Si este influjo energético dejase por un instante de llegar a nosotros, nuestra maquina cesaría inmediatamente de trabajar. Por lo tanto, de las tres clases de alimento, la más importante son las impresiones, aunque es evidente que un hombre no puede existir mucho tiempo solamente de impresiones. Las impresiones y el aire permiten al hombre existir un poco más de tiempo. Las impresiones, el aire y el alimento físico permiten al hombre vivir el término de su tiempo normal de vida y producir las substancias necesarias no sólo para mantener su vida, sino también para la creación y el crecimiento de los cuerpos superiores.

"El proceso de transformar en substancias más finas las substancias que entran en el organismo está gobernado por la ley de octava.

"Representémonos el organismo humano bajo la forma de una fábrica de tres pisos. El piso superior de esta fábrica es la cabeza del hombre; el piso intermedio es el pecho; el piso inferior incluye la espalda, el abdomen y la parte inferior del cuerpo.

"El alimento físico es H 768, o
la, sol, fa,
en la tercera octava cósmica de radiaciones. Este hidrógeno penetra en el piso inferior del organismo como «oxígeno»,
do
768.

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