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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (13 page)

BOOK: Guía de la Biblia. Antiguo Testamento
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Tras la violación, Siquem quiso casarse con Dina, pero los hijos de Jacob sólo lo permitieron a condición de que todos los varones de la ciudad consintieran en ser circuncidados. (La ausencia de circuncisión podría indicar que los siquemitas no eran semitas, y esto es un dato a favor de la teoría jorrea.) Tras la circuncisión, mientras los siquemitas se encontraban incómodos y doloridos, los hijos de Jacob los atacaron para vengar la violación.

Génesis 34.25.
...Simeón y Leví, hermanos de Dina, penetraron sin peligro en la ciudad..., y mataron a todos los varones.

Este capítulo del Génesis relata con detalle la historia personal de Jacob y de sus hijos, y parece describir una parte de la historia tribal primitiva. No es probable que dos seres humanos ataquen por sí solos una ciudad. Se trata más bien de una guerra de tribus, representada por sus epónimos. Incluso Siquem, el violador, es un epónimo.

Posiblemente, lo que ocurrió fue que las tres tribus aliadas intentaron atacar al centro de Canán antes de la conquista israelita de todo el territorio. La tribu de Dina fue derrotada en Siquem, quedando prácticamente destruida; eso fue lo que luego vengaron Simeón y Leví que, sin embargo, debieron sufrir grandes pérdidas, retirándose muy debilitados para luego incorporarse a la alianza israelita formada para atacar Canán.

Esto lo sugiere el hecho de que, durante el período tribal de la conquista y más tarde, Simeón y Leví formaban parte de las tribus más débiles. Simeón ocupó un territorio en el extremo sur, y poco después de la conquista fue asimilado por Judá. A Leví nunca le fue asignado un distrito uniforme, sino que se limitó a ocupar algunas ciudades aisladas. En épocas posteriores los levitas ejercieron una función sacerdotal y no volvieron a destacarse como guerreros.

Que el asalto a Siquem fue realmente un fracaso lo indica el hecho de que Jacob protestó severamente contra la incursión, viéndose obligado a abandonar el territorio por miedo a las represalias.

Sin embargo, la estancia de Jacob en la zona produjo ciertas vinculaciones patriarcales con Siquem. A unos dos kilómetros y medio de la ciudad aún puede encontrarse el «pozo de Jacob», y un poco más al este, la tumba de José. En realidad, en tiempos del Nuevo Testamento surgió la tradición de que todos los hijos de Jacob estaban enterrados cerca de Siquem.

Efratá

Tras los conflictos de Siquem, Jacob y su familia viajaron unos sesenta y cuatro kilómetros hacia el sur, atravesando Bétel, de temeroso recuerdo para Jacob, para llegar a un lugar entre Jerusalén y Hebrón.

De camino, la caravana debió detenerse para que Raquel diera a luz a su segundo hijo, Benjamín, el menor de Jacob y el único que nacería en Canán. Pero con ese nacimiento volvió la tragedia, porque Raquel no sobrevivió.

Génesis 35.19.
Murió Raquel, y fue sepultada en el camino de Efratá, que es Belén.

Esta es la primera vez que se menciona a Belén en la Biblia, bien porque Efratá sea un nombre anterior, cananeo, o porque fuese la región donde estaba situada la ciudad.

Bala

Mientras Jacob y su familia vivían en la región entre Belén y Hebrón, ocurrió otra serie de desgracias,

Génesis 35.22.
Durante su estancia en esta región vino Rubén, y se acostó con Bala, la concubina de su padre, Y lo supo Jacob
[25]
.

No se dice nada más al respecto, como si los autores del Génesis encontraran de mal gusto insistir en el tema.

Es posible que esto también refleje la historia tribal primitiva. Al principio, la tribu de Rubén debió ser bastante poderosa. Como se dice que Rubén es el hijo mayor de Israel, bien pudo ser el dirigente de la alianza en su primera formación.

El episodio que se describe en el versículo podría significar una tentativa de Rubén por lograr el poder absoluto. (En tiempos del Antiguo Testamento, uno de los métodos utilizados para dramatizar y legitimar su situación consistía en hacerse con el harén de su predecesor. Absalón lo empleó al rebelarse contra David, su padre.) Es posible que después se produjese una guerra civil («y lo supo Jacob») en la que Rubén resultara vencido. Desde luego, Rubén perdió la supremacía y, cuando los israelitas conquistaron Canán, desempeñó un papel secundario. La tribu no sobrevivió mucho tiempo.

Amalec

Antes de proseguir con la relación de los hijos de Jacob los autores del Génesis hacen otra pausa para atar algunos cabos sueltos. Se describe la muerte de Isaac a la edad de 180 años, y luego se da la genealogía de Esaú para dejar zanjado el tema. En especial:

Génesis 36.10.
Estos son los nombres de los hijos de Esaú: Elifaz...

Génesis 36.11.
Los hijos de Elifaz fueron: Temán...

Génesis 36.12.
Tamna fue concubina de Elifaz..., y le parió a Amalec...

Elifaz y Temán tienen interés en relación con el libro de Job, y hablaremos de ellos más adelante, cuando nos ocupemos de ese libro.

En cuanto a Amalec, es el epónimo de los amalequitas, tribu que, al parecer, los israelitas consideraban emparentada con los edomitas, ya que vivían al sur de Canán, cerca de territorio edomita.

Amalec es el último de los epónimos de las naciones no israelitas. Hasta este momento; el Génesis ha mencionado una serie de tribus como descendientes de Teraj. En un sentido muy general, todas ellas pueden clasificarse como hebreas, porque todas descienden de Heber, tatarabuelo de Teraj. El parentesco puede ilustrarse por el árbol genealógico simplificado que adjuntamos.

Seir el jorreo

A continuación, el libro del Génesis da una rápida lista de los dirigentes de Edom. En primer lugar enumera a los caudillos jorreos que precedieron a los edomitas:

Génesis 36.20.
Los hijos de Seir, el jorreo...

Seir es el epónimo jorreo de la nación, igual que Edom es el epónimo hebreo. Desde luego, es muy probable que los edomitas no sustituyeran por completo a los jorreos, sino que, como era un caso habitual en tales conquistas, se establecieran con ellos contrayendo matrimonios mixtos.

Así, aunque antes se menciona que Esaú casó con «hijas de jeteos» (Génesis 26.34), en este capítulo se describe a una de sus mujeres como «Ada, hija de Elón el jeteo», y a otra como:

Génesis 36.2.
Olibama, hija de Ana, hija de Sebeón, jeteo.

(En realidad, la segunda «hija» viene como «hijo» tanto en la Nácar Colunga aquí citada como en la Revised Standard Version.)

En este caso, jeveo, tal vez quiera decir jorreo. Y en cuanto a esto, no es enteramente disparatado que «Elón el jeteo» signifique «Elón el jorreo». Como he dicho antes, el tema jeteo-jeveo-jorreo se presenta a veces envuelto en una confusión irresoluble. Sin embargo, parece muy probable que estos pasajes bíblicos indiquen una fusión de los invasores edomitas con los jorreos que moraban en el territorio.

Bela y Jobab

El capítulo acaba con una lista de los monarcas que reinaron sucesivamente en Edom antes de que se hubiera establecido el reino en Israel. Al parecer, el reino edomita no era hereditario, porque cada nuevo rey no estaba emparentado con el anterior; de manera que debió de implantarse una monarquía electiva.

Los dos reyes primeros tienen interés.

Génesis 36.32.
Bela, hijo de Beor, reinó en Edom...

Génesis 36.33.
Murió Bela y le sucedió Jobab...

A Bela, hijo de Beor, se le identifica en ocasiones con Balam, hijo del Beor que aparece en el libro de los Números como adversario de los israelitas; y a Jobab se le identifica a veces con Job, protagonista del libro del mismo nombre.

La primera identificación es muy improbable, y sólo surge de la semejanza de nombres, posiblemente accidental. La segunda identificación también puede ser improbable, pero resulta más atrayente porque hay otras relaciones entre este capítulo del Génesis y el libro de Job. Por ejemplo, entre los nombres que se dan en la genealogía jorrea, hay uno que recuerda la tierra natal de Job, Us.

Génesis 36.28.
Los hijos de Disán: Us y Aram.

Putifar

El Génesis entra ya en su última parte y narra la historia de José, descrito como el hijo preferido de Jacob y que, por esa razón, resulta bastante mimado. Se gana el odio de sus hermanos contando chismes acerca de ellos y relatando sus sueños, que le anuncian que un día alcanzará la hegemonía familiar.

En una ocasión, Jacob envió a José a preguntar por el estado de salud de sus hermanos, que apacentaban los rebaños de la familia en los alrededores de Siquem: otra razón para realizar asociaciones patriarcales, especialmente la de José y sus hermanos con esa ciudad.

Cuando llegó, ellos ya habían salido de Siquem con destino a Dotayim, ciudad que estaba a veinticuatro kilómetros al norte. José fue en su busca. Sus hermanos le espiaron desde lejos y tramaron su muerte. A causa de la intervención de Rubén o de Judá (sobre esto hay dos tradiciones, una surgida de las tribus del Norte y otra de las del Sur, ambas incluidas por los redactores definitivos del Génesis), no lo asesinaron, sino que lo vendieron a unos nómadas de paso. Dijeron luego a Jacob que unas fieras salvajes habían matado a José, y el viejo padre guardó duelo a su hijo durante mucho tiempo.

José fue llevado al sur, y luego al oeste, hacia Egipto:

Génesis 37.36.
Los madianitas lo vendieron en Egipto a Putifar, ministro del faraón...

Salvo por el breve episodio de la estancia de Abraham en Egipto (v. este mismo cap.), es la primera vez que aparece ese país como escenario de la historia bíblica. Mientras que la permanencia de Abraham no suscita detalles aparte de la mención del faraón y de su harén, la descripción de la de José es mucho más minuciosa. Empieza inmediatamente con la mención de un personaje cuyo nombre es enteramente egipcio. Putifar es la forma abreviada de «Putifarra», que significa «aquel a quien dio Ra» algo parecido al nombre de Teodoro en nuestro mundo occidental.

Fares y Zaraj

En vista de la abrumadora importancia de Judá entre las tribus de la historia posterior, los autores del Génesis creyeron necesario incluir alguna genealogía judaica. Esto les parecía lo más lógico: José desaparecía y el lapso de tiempo podía acentuarse con un cambio del lugar de referencia.

Con detalles concretos, se cuenta cómo engañaron a Judá para que se casara con Tamar, una mujer que en principio estuvo casada con dos de sus hijos que murieron jóvenes y sin descendencia. Luego, Tamar dio a luz gemelos y los presentó a Judá como nuevos herederos.

Durante el nacimiento, la comadrona ató un hilo rojo en torno a un dedo del gemelo que empezó a nacer primero, declarándole primogénito. Pero:

Génesis 38.29.
...él retiró la mano y salió su hermano... y le llamó Fares;

Génesis 38.30.
luego salió su hermano, que tenía el hilo atado a la mano, y le llamó Zaraj.

En la Revised Standard Version se llama a los dos hermanos Perez y Zerah, nombres que son preferibles.

Los hermanos gemelos son epónimos que representan a los dos clanes principales de la tribu de Judá, los zarajitas (o zarcitas) y los perezitas (o farsitas). La historia aquí narrada refleja sin duda parte de la historia tribal primitiva.

Al parecer, dentro de la tribu de Judá los zarajitas lograron el poder después de que los dos clanes, representados por los hijos mayores de Judá, se hubieran extinguido. Por tanto, Zaraj(Zerah) se considera aquí técnicamente como el primogénito. Sin embargo, los perezitas lograron el poder con el tiempo, tal como indica el hecho de que Zaraj se retirara y concediera la primacía real del nacimiento a su hermano gemelo.

Si la importancia del clan perezita necesitara consistencia a ojos de los judíos posteriores, sólo es preciso señalar que el rey David, el gran héroe, y en consecuencia todos los reyes judaicos siguientes eran perezitas, cosa que se manifiesta en el libro de Rut.

Faraón (de José)

Mediante su aplicación e inteligencia, José prospera en Egipto y es nombrado mayordomo de la casa de Putifar. Sin embargo, la mujer de Putifar trata de seducir al joven y, al fracasar, le acusa ante su marido de intento de violación. José es enviado a la cárcel.

Y allí, de nuevo por su aplicación e inteligencia, gana el favor del carcelero. También logra el respeto de sus compañeros de prisión manifestándose como un intérprete ingenioso de sus sueños. En concreto, el jefe de los coperos del faraón, temporalmente encarcelado, se siente satisfecho de la interpretación que da José a su sueño; promete mencionar el asunto al faraón, pero lo olvida.

Pero no sólo sueñan los prisioneros:

Génesis 41. 1.
Y al cabo de dos años soñó el faraón que estaba a orillas del río...

El faraón soñó que siete vacas gordas emergían del río, pero que siete vacas flacas salían tras ellas, se comían a las gordas y seguían tan flacas como antes. Se despertó, volvió a dormirse y tuvo un sueño semejante acerca de siete cosechas buenas de trigo y siete malas.

Los sabios del faraón fueron incapaces de interpretar el sueño a satisfacción del monarca. Y entonces, el jefe de los coperos del faraón recordó finalmente al esclavo hebreo que había estado con él en la cárcel.

Llamaron a José, quien interpretó los sueños enseguida. Dijo que las siete vacas gordas y las siete cosechas buenas de trigo significaban siete años de prosperidad, y que las siete vacas flacas y las siete cosechas malas de trigo representaban siete años de hambre que seguirían a los primeros y que asolarían el país. Por consiguiente, el trigo de los años buenos debía preservarse con cuidado y, almacenarse para los años malos.

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