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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (48 page)

BOOK: Guía de la Biblia. Antiguo Testamento
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Dos siglos después fueron deportados los habitantes de Judá, pero no se integraron en el nuevo ambiente. Como los judíos sobrevivieron, y había razones para ello, uno se pregunta por qué no lo lograron los israelitas. Pero eso es invertir el auténtico problema. ¡Habría que aceptar el hecho de que los israelitas no sobrevivieran, y preguntarse por qué los judíos sí!

Samaritanos

Para suplir la reducida población de Israel, Sargón llevó colonos de otras partes del imperio asirio.

2 Reyes 17.24.
El rey de Asiria mandó gentes de Babilonia.... y las estableció en las ciudades de Samaria, en lugar de los hijos de Israel...

Es a estas colonias y a sus descendientes a quienes la Biblia denomina «samaritanos» en libros posteriores.

Al principio, los inmigrantes trataron de mantener sus propias tradiciones religiosas, pero las creencias henoteístas eran fuertes y, cuando se produjo una catástrofe natural, la culpa se atribuyó al hecho de que:

2 Reyes 17.26.
... no conocen los ritos del dios del país.

En consecuencia, mandaron volver a uno de los sacerdotes

2 Reyes 17.28.
Vino... a establecerse en Bétel un sacerdote..., el cual les enseñó el modo de venerar a Yahvé.

Pero eso no fomentó las buenas relaciones con el pueblo de Judá. Según los judíos, se les enseñaba un yahvismo mezclado con toda clase de errores.

2 Reyes 17.33.
Así que tenían a Yahvé y le servían al mismo tiempo que a sus dioses, según la costumbre de las gentes de que provenían.

2 Reyes 17.34.
Todavía hoy siguen haciendo como hicieron al principio...

Efectivamente, la religión samaritana se convirtió en una especie de herejía del yahvismo; la ortodoxia de Judá no lo aceptó de ninguna manera, y a veces parecía más hostil hacia los herejes que hacia los verdaderos paganos. (Esta actitud también existió entre los cristianos de los siglos posteriores, de modo que no es tan sorprendente como pudiera parecer.) Gran parte de la posterior historia bíblica trata de una lucha continua e irreconciliable entre los judíos y los samaritanos: un recuerdo extraño de la lucha original, con unas bases territoriales semejantes, entre David y Saúl y entre Roboam y Jeroboam.

Senaquerib

Sólo quedaba Judá. En el 720 aC, dos años después del fin de Israel, murió Ajaz y le sucedió su hijo Ezequías, que fue el decimocuarto rey de la dinastía davídica.

Bajo su reinado hubo varios años de paz y hasta de relativa prosperidad, pues tuvo cuidado de no hacer nada que ofendiese a Asiria. Durante su vida, el partido profético logró todo el poder. Isaías, un importante e influyente portavoz del yahvismo, se hizo famoso en su reinado, y gracias a la continua insistencia por parte de los sacerdotes, los judíos creyeron que el mal fin de Israel se debió a su apego por la adoración de ídolos.

Entretanto, Sargón prosiguió su carrera victoriosa, derrotando a Urartu en el norte hasta tal extremo, que ese reino entró en una etapa de decadencia y no desempeñó un papel significativo en la historia posterior. También logró contener a las turbulentas tribus caldeas que ahora dominaban Babilonia, aunque constituyeron una continua fuente de problemas para él.

Pero Sargón murió en el 705 aC, y ésa fue la señal para que se produjeran conspiraciones y rebeliones contra Asiria. Ezequías, animado por el partido nacionalista profético, se unió a quienes dejaron de pagar tributo.

Sin embargo, el hijo de Sargón subió al trono, y no era persona con la que se pudiera jugar. Tuvo que atender a graves rebeliones en Babilonia, pero en el 701 aC se dirigió a Judá:

2 Reyes 18.13.
... Senaquerib, rey de Asiria, subió contra todas las ciudades fuertes de Judá y se apoderó de ellas.

Senaquerib es la versión bíblica del nombre del hijo de Sargón que, más precisamente, se llamaba Sinajque Erba.

Ezequías se rindió en seguida y ofreció tributo, pero Senaquerib no se ablandó. Su ejército avanzó y puso sitio a Jerusalén.

Taraca

Al parecer, si el ejército asirio hubiese concentrado todos sus efectivos en Jerusalén, la ciudad habría caído. Pero eso no ocurrió. Las crueldades que Asiria cometió para establecer el imperio acarrearon su propia destrucción, pues sus súbditos se rebelaban a la menor oportunidad y el último siglo de existencia de Asiria fue una larga batalla contra la revuelta que apenas dio respiro a sus monarcas.

Por desgracia, la Biblia no explica con claridad lo que ocurrió exactamente en este caso particular, porque centra su atención en el intercambio de propaganda entre sitiadores y sitiados, y no sobre los hechos militares que acontecían más allá de Jerusalén.

Sin embargo, puede deducirse que Senaquerib destacó fuerzas para ocuparse de los problemas en el oeste.

2 Reyes 19.9.
Diéronle noticia de Taraca, rey de Etiopía, diciendo: «Se ha puesto en marcha para atacarte»

Por el rey de Etiopía se alude a uno de los soberanos etíopes del delta del Nilo. El único problema puede ser Taraca.

Taraca, o Taharca, sufrió una grave derrota, pero este revés distrajo a los asirios y ayudó a Jerusalén; al final, Senaquerib se vio obligado a salir de Judá sin apoderarse de la capital.

Las razones son varias. La Biblia lo atribuye a una plaga que se produjo de improviso matando en una noche a 185.000 soldados asirios.

El historiador griego Herodoto no menciona el sitio de Jerusalén, pero habla de la campaña de Senaquerib contra Egipto y describe una súbita retirada de los asirios, explicando que tuvo lugar a causa de una plaga de ratones que royeron sus flechas y aljabas y el cuero de los escudos.

En cuanto a los anales de Senaquerib, sólo hablan de victorias, del sitio de Jerusalén, del tributo que le pagó Ezequías.

Sin embargo, el hecho indiscutible es que, mientras Jerusalén fue sitiada como Samaria un cuarto de siglo antes, Jerusalén sobrevivió, y Samaria no. Judá mantuvo su identidad nacional, cosa que Israel no pudo lograr.

Por otro lado, también es un hecho indiscutible que Judá sufrió graves daños, que su territorio quedó devastado, que su capital escapó por poco a la destrucción, y que al final siguió pagando tributo a Asiria.

Sin duda, aunque la Biblia trata el episodio como si fuese una gran victoria que aumentó la reputación de Isaías y del partido profético, éste perdió mucho prestigio. Fue una victoria difícil de distinguir de una derrota.

Asaradón

Senaquerib terminó mal, porque fue asesinado en el 681 aC mientras supervisaba unos ritos religiosos. Los asesinos fueron dos de sus hijos, pero un tercero derrotó a los parricidas, enviándolos al exilio y ocupando el trono:

2 Reyes 19.37.
... Su hijo Asaradón reinó en su lugar.

La Biblia no dice más de Asaradón (Asur Aj lddin), pero fue el tercer miembro competente del linaje de Sargón II.

Asaradón reconoció que Asiria no descansaría jamás hasta que no cesaran las rebeliones que afloraban continuamente en todas partes del reino. No comprendió que la causa era la propia política asiria, sino que culpó al oro egipcio.

En consecuencia, decidió atajar la ponzoña en su origen. Marchó con un ejército al delta del Nilo, derrotó a los egipcios en el 671 aC y se apoderó de todo el territorio. Por espacio de una generación, la mitad norte del reino estuvo más o menos bajo dominio asirio, aunque persistió la inquietud mientras los dirigentes del país acechaban en el Sur, esperando su oportunidad.

Merodac Baladán

No hay duda de que una de las causas de la supervivencia de Judá radica en el hecho de que los reyes asirios siempre tuvieron que prestar atención, sobre todo y en primer lugar, a Babilonia.

Durante tres siglos, Babilonia había estado más o menos bajo la dominación asiria. Conscientes de un pasado histórico de más de dos mil años y de sus grandes imperios, los babilonios jamás se sometieron por completo y volvieron a alzarse una y otra vez.

En las últimas décadas, las turbulentas tribus caldeas que surgieron de los desiertos arábigos al sur de Babilonia estaban invadiendo el territorio babilonio, y en época de Sargón dominaban la propia ciudad de Babilonia.

Sargón y Senaquerib se vieron envueltos en guerra permanente con el caldeo Marduc Apal lddin, nombre que la Biblia cambia por Merodac Baladán; en el segundo libro de los Reyes lo llama Berodac Baladán
[108]
por una errata que se ha mantenido devotamente a través de los siglos.

Los caldeos buscaron aliados entre los enemigos exteriores del imperio asirio y los rebeldes del interior del imperio. Entre estos últimos se encontraba Ezequías.

2 Reyes 20.12.
Por este tiempo, Merodac Baladán, rey de Babilonia, mandó una carta
[109]
y un presente a Ezequías...

No es segura la fecha en que tuvo lugar esta embajada. Pudo ocurrir en los primeros días del reinado de Senaquerib, y quizá fuese la causa directa de la campaña de aquel monarca contra Jerusalén. O esa acción de Merodac Baladán tal vez fue lo que provocó la retirada de Senaquerib de Jerusalén.

Merodac Baladán fue finalmente derrotado por Senaquerib, pero mientras aquél hacía gastar las energías de éste, Asiria tenía menos para emplearlas en Judá.

El partido profético desaprobó esta especie de pactos, pues era aislacionista al tiempo que nacionalista. Para los monarcas de la época, la combinación de aislacionismo y nacionalismo parecía suicida. O se sometían al imperio dominante, o buscaban y encontraban aliados antes de rebelarse.

Manasés

Ezequías murió en el 693 aC, y su hijo Manasés, de doce años de edad, le sucedió en el trono y reinó durante cincuenta y cinco años como decimoquinto rey de la dinastía davídica.

Pero la desastrosa rebelión contra Senaquerib vino a importunar al partido profético. Asiria siguió siendo fuerte y no había medio de resistir frente a ella. Sin duda, los profetas continuaron predicando por su cuenta la rebelión y la confianza en Dios, pero Manasés y sus consejeros no lo toleraron.

Por tanto, el partido profético fue violentamente suprimido:

2 Reyes 21.16.
Derramó también Manasés mucha sangre inocente...

Cuenta la tradición que, durante su reinado, el propio Isaías murió como un mártir.

Y sin embargo, Manasés tuvo la compensación de garantizar la paz y la prosperidad de Judá durante su reinado de cincuenta y cinco años, el más largo de los anales bíblicos. En vista de ello, podría parecer que un Dios complacido hubiese recompensado a Judá y a Manasés, pero cuando los yahvistas se hicieron con el poder más adelante, la memoria de Manasés fue denostada. Si tuvo razones de Estado para tomar sus medidas, fueron suprimidas y olvidadas.

El régimen de Manasés prosiguió durante el breve reinado de su hijo Amón, que ocupó el trono del 639 al 638 aC como rey decimosexto de la dinastía davídica.

Josías

Josías, hijo de Amón, decimoséptimo rey del linaje de David, ascendió al trono en el 638 aC a los dieciocho años de edad; entonces se produjo un cambio extraordinario.

En primer lugar, de manera repentina e inesperada, Asiria pasaba por malos días. Cada vez le costaba más esfuerzo sofocar las rebeliones. Las esperanzas de todas las naciones sometidas, incluida Judá, estaban puestas en la resistencia. Delante de ellas tenían la visión de la libertad, y los movimientos nacionalistas se fortalecían en todas partes. En Judá, el movimiento nacionalista formaba cuerpo con el partido profético.

Cuando maduró, el joven Josías se mostró simpatizante del yahvismo y sensible al nacionalismo renovador. El último de los reyes asirios poderosos murió en el 625 aC, cuando Josías tenía veintiún años de edad, y el imperio asirio empezó a resquebrajarse casi en seguida. Hacia el 620 aC, las cosas habían madurado hasta el punto de que los sacerdotes sugirieron libremente la consignación de fondos para la reparación del Templo. Como es lógico, el Templo había sufrido gran deterioro durante el largo período en que el trono estuvo ocupado por los monarcas antiyahvistas, Manasés y Amón.

Durante las reparaciones, se hizo un descubrimiento:

2 Reyes 22.8.
Entonces Helcías, el sumo sacerdote, dijo a Safán, secretario: «He encontrado en el templo de Yahvé el libro de la Ley».

Los estudiosos bíblicos suelen identificar al «libro de la Ley» con una parte del libro del Deuteronomio. En realidad, tal libro pudo escribirse en el 650 aC, durante el largo y, para los yahvistas, horrible reinado de Manasés. La tradición yahvista bien pudo estar en trance de perecer, y la secreta obligación de consignar por escrito tal tradición, debió aparecer como la única salida. El libro se habría ocultado entonces en el Templo y sacado a la luz sólo cuando accedió al trono un nuevo rey, simpatizante del yahvismo. Josías, sumamente impresionado por las palabras del Deuteronomio, llevó a Judá a un renacimiento completo y minucioso. Todo resto de idolatría fue arrancado del país. Por ejemplo:

2 Reyes 23.10.
El rey profanó el Tofet del valle de los hijos de Hinón, para que nadie hiciera pasar a su hijo o su hija por el fuego en honor de Moloc.

Según la Biblia (v. cap. 3), el propio Manasés sacrificó a su hijo a Moloc, y Tofet era el nombre que se daba a los hornos crematorios donde se realizaba el holocausto.

El horno utilizado para los ritos en Judá estaba situado en el «valle de los hijos de Hinón». «De Hinón» es en hebreo «Ge-Hinnon». Ese valle rodea el extremo sur de Jerusalén y se une con el valle del Cedrón.

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