Historia Del País Vasco (25 page)

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Authors: Manuel Montero

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BOOK: Historia Del País Vasco
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Bilbao frente a las tropas franquistas. Una barricada en la calle Buenos Aires levantada en 1936. Foto Manuel Torcida «Lux».

En Bizkaia, donde la situación se había estabilizado, se formó en agosto una
Junta de Defensa
presidida por el gobernador civil y compuesta por todos los grupos que defendían la República, incluida la CNT.

Mientras Bilbao era bombardeado y miles de niños evacuados hacia Inglaterra, Bélgica y la Unión Soviética, se iniciaron los contactos politicos que llevaron a la aprobación del Estatuto de Autonomía el 1 de octubre. Largo Caballero conseguía así que el PNV colaborase en su
Gobierno Nacional,
en el que figuró el nacionalista Irujo como ministro. J. Antonio Aguirre fue elegido presidente del Gobierno Vasco el día
7, en
una casi unánime votación de los alcaldes y concejales vizcaínos y de algunos ayuntamientos gipuzkoanos. Los resultados de las elecciones de febrero no justificaban tal preeminencia, pero para asegurar la adhesión republicana del PNV se primó su presencia política en el País Vasco.

Bilbao. 1937. Blindado ligero entrando en Bilbao. Comenzaba una nueva etapa histórica construida sobre una victoria militar. Foto Manuel Fernández «Cecilio».

Requetés en el Palacio del Obispo agrupados para recibir la bendición antes de salir para Somosierra. Vitoria, 10 de agosto de 1937. Foto E. Yanguas.

En los primeros meses las autoridades militares llevaron la dirección de la guerra. El Gobierno creó el
Hospital Central Militar,
el
Voluntariado de Mar
y la
Escuela Militar de Euzkadi,
y estructuró a un Ejército formado espontáneamente por partidos y sindicatos. Además, se militarizaron empresas de utilidad bélica. A partir de abril, en plena ofensiva franquista, se consagró la dependencia gubernamental del Ejército. El 9 de mayo el propio Aguirre asumió el mando militar. El Ejército Vasco se organizó en difíciles condiciones, por la falta de armamento y de oficiales profesionales. Su inferioridad técnica se hizo patente en la única ofensiva vasca de la guerra. Fue en noviembre de 1936, cuando el mando republicano pensó que un ataque desde Bizkaia aliviaría la presión sobre la capital de España. La ofensiva de Villarreal de Álava duró doce días. El Ejército Vasco no logró su objetivo, pese a la débil cobertura de las tropas de Mola.

Por Dios, por la Patria y el Rey lucharon nuestros padres. Por Dios, por la Patria y el Rey lucharemos nosotros también…

El Ejército franquista en Bilbao. Con la entrada en Bilbao de las tropas «nacionales», el 19 de julio de 1937, terminaba la resistencia armada de la República en el País Vasco. Foto Manuel Fernández «Cecilio»

En marzo de 1937 Franco, tras fracasar su ataque a Madrid, impuso la estrategia de avanzar pedazo a pedazo. Concentró el potencial bélico para acabar con el frente del Norte. Buscaba conquistar las decisivas materias primas e industrias de Bizkaia y de Asturias. La ofensiva empezó en el País Vasco, el 31 de marzo. Los bombardeos aéreos en masa, realizados con ayuda de la aviación alemana y facilitados por la carencia de aviones del Gobierno Vasco, preparaban el avance de las tropas y perseguían desmoralizar a la población. Ochandiano, Eibar, Durango y Gernika sufrieron atroces bombardeos. Aun así, el avance fue lento, por la enconada resistencia. La destrucción de Gernika pasó a ser símbolo universal del horror de la guerra. El gobierno franquista prefirió negar su autoría a asumir la responsabilidad.

Compusieron el Gobierno miembros del PNV, PSOE, Unión Republicana, Izquierda Republicana, ANV y PCE. La mayoría formaba parte del Frente Popular, pero la hegemonía correspondía al PNV. Tenía la Presidencia, era el partido con más carteras, y sus áreas de poder le reservaban la toma de las decisiones más importantes, tales como la Defensa y el mantenimiento del orden. Pero se establecieron directrices comunes, con un grado de consenso al parecer muy alto, pese a formar el Gobierno seis partidos distintos.

La acción gubernamental buscó afirmar el autogobierno, con medidas como la emisión de moneda o la subordinación del Ejército al Gobierno. Justificadas por el aislamiento del País Vasco, expresaban la voluntad nacionalista de representar a la soberanía vasca. Se desarrolló, además, una política de orden, con el mantenimiento de la libertad religiosa y del orden social. No hubo cambios revolucionarios en el sistema económico, tan frecuentes en la España republicana. Las incautaciones sólo afectaban a quienes se probase la colaboración con los sublevados.

Más de una generación fue educada con estos libros que ensalzaban las virtudes de la "Raza Española" y añoraban el "Imperio".

Desfile de falangistas. San Sebastián, 1936.

A comienzos de junio la aviación atacó el
Cinturón Defensivo
de Bilbao, aún sin terminar, cuyos puntos débiles conocían los insurrectos por los informes del ingeniero Goicoechea, que se pasó al bando nacional. Roto el
Cinturón de Hierro y
superada la resistencia de Archanda, las brigadas navarras se apoderaron de Bilbao el día 19. En la retirada no se destruyeron las fábricas, sólo se volaron los puentes para dificultar el paso al enemigo.

El Ejército Vasco se replegó sobre Santander, pero los nacionalistas, perdida Euskadi, no parecían dispuestos a seguir el combate por la República. De sus negociaciones secretas con los italianos saldría el
Pacto de Santoña.
El 25 de agosto los batallones nacionalistas se entregaron a las tropas de Mussolini. Unos días después pasaban a ser prisioneros de los nacionales.

X. EL FRANQUISMO

La ocupación franquista abrió una nueva etapa de la historia del País Vasco. Duró casi cuarenta años. El régimen dictatorial construyó un
Nuevo Estado
de características totalitarias, en el que no cabía el pluralismo político. Imponía una única visión de España, uniformista: pocos días después de tomar Bilbao un decreto suprimió los Conciertos Económicos de Bizkaia y Gipuzkoa, como castigo a su posicionamiento republicano, alegando que habían «correspondido con la traición» y realizado «la más torpe política antiespañola». Quería aniquilarse cualquier valor distinto a la «unidad de destino» o a la «vocación de Imperio» con los que se identificaba a España.

En 1937 proseguía la guerra, fuera de las provincias vascas. Miles de vascos combatieron en ambos bandos hasta acabar la contienda en 1939. En el republicano, quienes seguían defendiendo la legalidad constitucional. En el sublevado, además de los partícipes de la rebelión, antiguos
gudaris
incorporados a la fuerza. Varios miles de vascos marcharon al exilio.

El gobierno personal de Franco se institucionalizó en abril de 1937. Un decreto unió en una misma organización a carlistas, Falange y monárquicos independientes. La Falange Tradicionalista y las JONS, el
Movimiento Nacional,
fue la base política de un régimen autoritario que diluyó las señas de identidad de sus componentes, si bien echó mano, según las circunstancias, de mensajes tradicionalistas, del fascismo de la Falange o del nacionalcatolicismo, que sirvió para legitimarlo desde que el episcopado bautizó como
Cruzada
la sublevación. El Nuevo Estado se construyó sobre la represión de los vencidos y con la hegemonía política de carlistas, falangistas y la derecha tradicional. La gran burguesía, que colaboró activamente en la victoria franquista, coparía el poder local, y no faltaron miembros de este grupo en la cúpula del Estado.

La industria vizcaína, prácticamente intacta, se puso al servicio de las necesidades del ejército franquista. Las fábricas de utilidad bélica contribuyeron decisivamente a inclinar la balanza militar del lado nacional, que se dotaba de mayor potencia industrial que sus oponentes. Los empresarios recuperaron sus empresas. Y el
Fuero del Trabajo
definió en 1938 las relaciones laborales del período franquista. Prohibía toda actividad sindical independiente. La Falange obtuvo el control de la única organización sindical, vertical, de adscripción obligatoria para empresarios y obreros.

La autarquía

El ideario fascista aspiraba a la autarquía, una economía basada estrictamente en los recursos nacionales. Pero al margen de estas formulaciones la II Guerra Mundial, con las potencias industriales implicadas en la contienda, obligó a que se intentase desarrollarla. Después, durante la postguerra, siguieron los métodos autárquicos, por el aislamiento español. La búsqueda del autoabastecimiento era forzosa. Ante la escasez, se introdujo el racionamiento. Como consecuencia, surgió un amplio mercado negro y la corrupción administrativa, con graves repercusiones sociales.

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